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17

Momo iba a decirlo, todo se había ido al carajo ya, entonces no importaba si Sana se enteraba de lo estúpida que había sido al meterse en un matrimonio, porque Sana no lo sabía, Momo había suprimido ese gran detalle cuando le habló sobre una chica de la cual se había enamorado.

Pensaba sacarlo todo y liberarse de ese peso de no haberle dicho a nadie las cosas completas, sí, ella se había acostado con una mujer casada sabiendo que eso estaba mal, pero no pudo evitarlo, iba a contarlo todo, incluso el porqué había tenido el coraje de hacer aquello, porque si fuese un matrimonio feliz ella no iba a meterse nunca, pero eso estaba muy lejos de ser un matrimonio perfecto y Momo solo quería mostrarle a Dahyun que ella podía darle una mejor vida que ese idiota.

Sin embargo nada había salido como lo esperaba y ahora se encontraba con una gran resaca después de pasar la noche alcoholizada a causa del duro golpe que la vida le había dado.

—Su nombre es Kim...

Una notificación en el celular de Sana interrumpió a Momo.

—Mierda, es muy tarde y debo dar mi primera cita en media hora— Sana se levantó rápido al mirar el recordatorio que su celular le había mostrado.

Debía hacer el segundo ultrasonido para el seguimiento de Dahyun, esa chica que tanto estrés le había causado últimamente.

—Bueno, ve con cuidado— Momo habló bajando la cabeza.

—Y tú también cuídate durante el día, quiero verte aquí apenas termines tu jornada laboral, traeré la cena para ambas.

—¿Cenaré aquí?—Momo preguntó confundida.

—Vivirás aquí hasta que tus problemas con el alcohol desaparezcan.

—No tengo problemas con el alcohol, puedo dejarlo cuando quiera.

—Entonces déjalo desde hoy.

—No quiero— Momo respondió con un puchero.

—Tonta— Sana negó con la cabeza —Te quiero aquí en la noche.

—Pero, ¿Y mis cosas? ¿Iré a buscarlas a casa?

—No es necesario, te prestaré ropa, solo desayuna y vete al trabajo.

Y sin más Sana salió a toda prisa de su casa.

Momo por su parte solamente dió un pequeño vistazo al desayuno que Sana le había traído y nuevamente se envolvió entre las sábadas con la intención de a dormir otra vez.

Pero no podía hacerlo, así que a regañadientes se levantó para darse una ducha y buscó entre la ropa de Sana algo que pudiera ponerse, después de todo ella le había dado permiso.

Cepilló sus dientes, lavó su rostro y peinó un poco su cabello antes de finalmente tomar la pastilla que Sana le había dejado y desayunar, se sentía un poco mejor, sin duda su mejor amiga la había ayudado demasiado.

Cuando fue hora de irse a trabajar lo hizo, le fue un poco más fácil concentrarse sin aquellos dolores de cabeza que los últimos días la habían estado atormentando.

Y cuando al fin terminó el día estuvo un poco tentada por irse nuevamente a embriagarse en el mismo bar, sin embargo descartó la idea enseguida, Sana le había pedido llegar temprano a casa y no iba a desobedecerla, porque Sana enojada daba miedo y no podía arriesgarse a verla de esa manera.

Entonces Momo decidió ir directamente a casa de Sana encontrando a la menor en la cocina al llegar.

—Siendo sincera creí que no vendrías, ya estaba practicando como regañarte al día siguiente— Sana habló mientras traía un par de platos para empezar a cenar.

—No me iba a arriesgar a eso— Momo respondió sentándose para comenzar a comer.

Estaba hambrienta y la comida que Sana había traído era realmente muy buena.

Cuando la cena terminó ambas fueron a la sala para buscar una película que pudieran ver, la idea de Sana era mantener la mente de su amiga ocupada o distraerla con alguna otra cosa para que al menos pudiese pasar un momento feliz, extrañaba a Momo bromista y sonriente, realmente sentía que podía odiar a la persona que le había hecho tanto daño a su alma gemela, porque ¿Quién podía ser tan cruel para herirla de esa forma?

—Entonces creo que volviendo a Japón podría arreglar mis pensamientos y volver a mi rutina tranquila de antes— Momo intentó convencer a Sana de que volver a Japón era una buena idea.

La película llevaba varios minutos de haber pasado a ser ignorada por ambas cuando la plática entre ellas era mucho más entretenida.

—¿Sabes que pienso?— Sana preguntó levantándose del sofá mirando a Momo curiosa por lo que iba a decir —Pienso que tal vez estás estresada— La menor alegó parándose detrás de Momo para comenzar a acariciar sus hombros y brazos suavemente en un masaje.

—Basta, no es momento para tus homosexualidades— Momo conocía esa estrategia, sabía que Sana solo buscaba persuadirla para que ella olvidara sus argumentos y descartara la idea de volver a Japón.

—Sería bueno que de alguna forma olvidaras a esa tonta que no supo valorarte— Sana contraatacó.

—No le digas así y mejor vete a quitarle el estrés a Tzuyu— Momo también jugó sus cartas, conocía demasiado bien a su amiga.

—Cierra la boca, ella continúa rechazándome— La menor respondió bajando la cabeza.

Momo tenía un punto.

—Definitivamente no somos buenas para el amor— La mayor estaba segura de eso.

—Entonces deberíamos darnos una oportunidad— Sana ofreció intentando sentarse en el regazo de Momo.

La cual no se lo permitió ya que la empujó levemente y se levantó del sofá para ir directamente a la cocina.

—¡Dije que basta de homosexualismo!— Momo la regañó desde la cocina buscando algo de comer entre las alacenas de Sana.

Y Sana solamente hizo un puchero, Momo era bastante inteligente para dejarse engañar por ella.

—No he ido al supermercado, no vas a encontrar nada de comer ahí— La menor informó mirando a Momo buscar como un mapache entre su cocina.

—Aahhgg... Entonces vamos al supermercado, no puedo vivir aquí si no hay comida— La mayor se quejó y Sana fue en busca de las llaves de su auto, definitivamente no dejaría que Momo se fuera sola, no iba a arriesgarse a que la mayor utilizara aquello de excusa para ir por alcohol.

Por otro lado Dahyun se encontraba en casa buscando desesperada un poco de chocolate en su cocina, ella lo amaba y ahora con los antojos del embarazo aquello había empeorado, pero no quería decirle nada a su esposo, ya que a pesar de llevar 3 meses de embarazo aún no se acostumbraba a la nueva actitud que Jin había tomado con ella, todavía tenía miedo de que ese hombre volviera a maltratarla.

—Cariño, ¿Qué estás buscando?— El mayor preguntó abrazando a su esposa por la espalda mientras dejaba un suave beso en su cuello.

Dahyun sintió su cuerpo temblar.

Fue un temblor de miedo, le parecía demasiado cínico el comportamiento de su esposo con ella.

—Chocolate— Respondió en un susurro con miedo de moverse y enojar al contrario.

—Pues parece que no hay— Este respondió mientras acariciaba el vientre de su esposa —¿Qué te parece si vamos a comprarlo?

—Yo...— Era chocolate, ella no podía negarse —¡Sí!

Jin soltó una risita ante la efusividad de su esposa por el chocolate.

—Entonces vamos, apuesto a que nuestro pequeñito también quiere un poco de chocolate— Jin bromeó palmeando con delicadeza la pancita de su esposa.

—¿Por qué insistes en llamarle pequeño? Aún falta un mes para saber el sexo del bebé.

—Aún así, estuve seguro desde el día uno que tendríamos un niño fuerte y guapo como su padre— Su narcisismo salía natural.

—Lo sé, llevas 3 meses diciendo que será un niño.

Dahyun recordó hablando un poco más animada con su esposo, tal vez debería comenzar a perderle el miedo, cada día parecía más amoroso y comprensivo con ella, por lo cual lo siguió hasta el auto con una sonrisa y continuó hablando animada con él por el resto del camino directo al supermercado.

Parecía como si nada pudiese quitar aquella sonrisa de su rostro.

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