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7. Disculpas


La verdad es que estaba confundida, no le entendía nada. La mujer delante de mi hablaba de cosas que no sabia, o al menos no recordaba.
Dujo que yo cuando era niña tenía un mejor amigo, y era un tal Thomas, de verdad no me explico lo que acaba de decirme. Que cuando me conoció me llamada Luna* y no tenía ni idea.

– Creo que necesito un baño.– dije interrumpiendo lo que sea que me estaba diciendo.

Se le iluminó el rostro por algún pensamiento o recuerdo.

– Está en el segundo piso, a la derecha, la ultima puerta del lado izquierda

– gracias, le dije.

–Es un placer haber hablado con usted.

– El placer ha sido mio.– le doy una sonrisa.

Ella sonríe, y yo me doy la vuelta para seguir.

–Estella.– me doy la vuelta y la miro– Me encanta que allas estés de regreso.– estaba sonriendo al igual que yo le dirigí una sonrisa. Esta mujer de verdad me agradaba.

Seguí con mi camino hasta adentro de la casa, algunas personas me dirigieron algunas miradas y otras una sonrisa. 'Esto de verdad es extraño' me dijo mi subconsciente. ' ni lo menciones' contesto.

Sudo las escaleras hasta el segundo piso, me encamino hasta la derecha y todo está oscuro, no se que hago por acá, todo es muy extraño, debería volver a bajo, y decirle a mi padre que nos Regresemos a casa.
'Estabas buscando un baño' es verdad pero no tenía ganas de ir al baño así que podía irme,  ' sigue y ve al baño'
Decidí ir, y llegue a la ultima puerta, ¿era a la izquierda o a la derecha?, no, era a la izquierda.

Miré por el pasillo y no había nadie. Agarré la perilla de la puerta entre mi mano y habría la puerta pero tropecé con algo, no se con qué, y caí al suelo. Pero no caí sola.

–¡Ay!– Se quejó alguien.

Y no sabía que hacer estaba en el suelo encima de un chico, la copa de vino había caído al suelo y se había roto, y su contenido se había derramado en mi vestido y en el suelo.

–yo, yo– tartamudeo, y trato de incorporarme con toda la rapidez que soy capás. – de verdad lo lamento, yo no...–

–No hay problema.– dijo mientras se incorpora en medio de la oscuridad.

– De verdad yo...– empecé a decir – no pensé que habría alguien y...

–¿Luna?– dijo el chico

–De verdad no era... ¿Espera, como me llamaste?

–Luna.– dijo de nuevo como si no lo creyera. Se apartó y encendió la luz

Era un chico alto, de piel blanca, vestido con unos tejanos negros y una camiseta gris, llevaba una chaqueta de cuero en la mano y me miraba... Con sus penetrantes ojos verdes.

–¿Adam?– pregunté, era Adam, sin duda alguna. Pero estaba diferente.

–Soy Thomas, Adam es mi hermano – dijo con una sonrisa.– aunque sospecho que ya lo sabes.– contestó

No podía ser...

–¿Son...?– empecé a decir, pero las palabras no salían de mi boca. Estaba frente a Thomas, el mismo Thomas que la señora Rumí me había hablado.

–Si, somos gemelos– dijo

–Yo, silo estada buscando un... Lo siento...– empecé disculpandome nuevamente señalando el desastre que había en el suelo.

–No hay problema, Luna.–

–Pero, –empecé a protestar.–
Solo lo siento, no sabía, creo que, me confundí... Y...– no podía explicar, que pena.

Lo miré con extrañeza. No estoy del todo segura de que me llame Luna, si ni siquiera lo conozco.

– Eso– continuó el chico mirando la copa rota en el suelo– se puede limpiar fácilmente, en cambio...– Señaló una parte de mi vestido– Eso no.

Perfecto, lo que faltaba.

Mire mi vestido arruinado. ¡Dios!, ¿por que todo lo malo me pasa a mi?

–No te preocupes, Luna, esto se puede...– dijo

–No me llames así, – dije ya un poco alterada, ¿ahora como me voy?

–No te alteres Lun...– empezó a decir– Estella.– se corrigió.

–¿ahora como voy a volver a la fiesta?, estoy toda sucia.– era una catástrofe.

– No te preocupes, iré por mi madre.– dijo caminando por el pasillo.

–No– dije mas alto de lo que pretendía.

–Pero..– me miró y suspiró – ¿Entonces que vas ha hacer ?.– pregunta.

> Si ¿ Que vas ha hacer?<– dice mi subconsciente.
supongo que nada.

Suspiro.– Nada.– dije sin mas.

El chico delante de mi se relajó notablemente y sonrió.

–Ponte esto – me extendió su cazadora. Yo lo miré.

–¿Estas seguro?

–Si.

Tomé la chaqueta mirándolo algo indecisa, pero no vi en el nada malo, así que me la coloqué.

–Te da una pinta de chica mala.– Dice ladeando la sonrisa con picardía.– Y mas con el cabello un poco revuelto– empresa a decir

¿¡¡Que!!?,
Me paso la mano por el cabello nervioso para acomodarlo. Aquel chico me hace poner algo nerviosa

El ríe –No pasa nada, Luna, estas hermosa.– dice, y yo le sonrío.

>Te dijo: que estás hermosa<

–Gracias,– contesto, y es cuando siento mis mejillas arder.

Respira, Estella, respira. Tu no eres así.
Lo miro, y me está viendo con cariño.

–¿Que estabas haciendo aquí?–preguntó sin dejar mirarme.

–Yo.. eem.– di algo, no te quedes muda,– yo, estaba buscando un baño.

–El baño está hacia allá – señala el otro extremo del pasillo hacia la izquierda.

–Lo siento, me dijeron que estaba acá y..–

–¿Quien te dijo eso?– pregunta frunciendo el entrecejo

–Emm... Tu abuela, creo, Rumí– le explico.

–Claro, ella tenia que ser– dice poniendo los ojos en blanco. –¿Que te dijo?.

–Nada,– miento

–Luna, se que te dijo algo, ella es muy... No lo sé – culminó con un suspiro de resignación, y me miró en busca de respuestas.

– No lo se, tu mamá dijo que no le creyera nada.– empecé a decir– luego me dijo que cuando eramos pequeños eramos amigos, y que desde la primera ves que me viste me llamaste Luna, y eso es todo.

– ¿Eso es todo?– pregunta y yo asiento con la cabeza.

–Vamos– me tiende una mano.

Lo miro a los ojos y miro su mano.

–¿A donde?– pregunto.

–¿Aun tienes ganas de ir al baño?.

–No.

–Bien,– dice y me agarra de la mano y me lleva hacia las escaleras.

–¿A donde me llevas?– pregunto, y trato de tirar de mi mano, pero el la sostiene firme.

– Quiero hablar contigo.

–No tenemos nada de que hablar– digo,– además, ni siquiera te conozco.

Dejó de caminar inmediatamente para luego  mirarme.

–Está bien, tienes razón. – dijo – literalmente somos extraños.

Yo lo miré y estaba decepcionado. Estaba triste, decepcionado y enfadado, podía verlo en sus ojos. Iba a decir algo, pero el apartó la mirada.

–Solo quería hablar con tigo, pero ya veo que todo ha cambiado.

Dice pero aun no suelta mi mano.

–De verdad, lo lamento, Thomas. Pero no puedo recordar nada... Eso de que  éramos amigos...– doy un suspiro, esto es incómodo.

–y... ¿si vamos por un helado?.– pregunta esperanzado.

Ya me compró...¡¡ NO!! resiste, no seas débil.

–No pienso salir con tigo..

–Pero hay helado en la cocina, vamos, yo invito.

No podía decir que no.

–Está, bien– acepto, y me dejo guiar por el.

Llegamos a la enorme cocina y hay una señora sentada en unos de los bancos altos de la la isla.

–Hola, Diane.– Dice Thomas

–Hola, cariño, ¿deseas algo?.

–Dos copas de helado– dice.

Se para de inmediato y va por el pedido.
El me mira, y yo trato de ignorarlo, pero no puedo, su mirada es muy intensa y no deja de mirarme. No pasas mucho tiempo hasta que mis cara empieza a arder.

–Thomas, ¿no me presentas a la chica?– dice Diane de pronto haciendo que me sober salte. Yo la miro

–Ella es, Estella – Dice, aún con la mirada puesta en mi.

–Quieres decir, ¿Luna?– dice y yo entorno loa ojos.

Y dale con ápodo.

–La misma,– dice el.

A la señora Diane se le ilumina el rostro. Termina de servir el helado y  nos lo entrega.

–Vamos, me agarra de la mano y tira de mi hasta una puerta corrediza de vidrio, donde deja ver el patio. Salimos y nos sentamos en uno de los bancos que estaba frente a la piscina, y pasan unos minutos.

–¿Por que me llamas así?– pregunto.

El encoje los hombros– No lo se– responde– desde que tengo memoria te he llamado 'Luna'.

–Tu abuela me dijo que a penas me viste dijiste: Luna, y desde entonces me llamas así.

–Si, supongo que desde ése momento. Mi mamá me contó lo mismo.

–¿Y yo venía hasta acá solo para jugar con tigo, o tu ibas a Denver a visitarme?.– El suspira, mira al suelo y niega con la cabeza.

–Tu vivías aquí en, California.

Yo niego– No, yo nunca viví aquí, siempre viví en Denver.

–Tu padre me va a matar si te digo esto, pero tengo que decírtelo.

–¿Que cosa? – pregunto un poco alarmada. Con que mi padre halla estado en algo, algo que no me ha dicho.

–Tienes que prometerme qué..

– Habla de una vez – digo

–Solo tienes que escucharme, Luna, Tu padre...

–¿Mi padre qué? – pregunto ya irritada por el suspenso.

–Si no te calmas no te contaré nada.

Ok!, Estella.. Inhala, Exhala, inhala, exhala.

–¿Lista?– pregunta mirándome con atención. Luego me agarra de las manos me quita la pequeña cucharilla de las manos y agarra helado y lo pone frente de mis labios.
Yo lo miro con recelo, pero no protesto y como el helado. ***¡Esta delicioso!***

– Lista.– Digo después que trago y lo miro.

> Es taaaan lindo, sus ojos, sus labios su...< deja de pensar en eso, le digo a mi subconsciente.

– Si no me equivoco, tu padre te contó lo de el accidente de tu madre, ¿No es así?.

–Si, ella murió en un accidente cuando era pequeña, unos chicos ebrios provocaron el accidente.

Suspira – sí. Pero lo que no te contó fue que, ese accidente fui aquí y no en Denver...

–Pero...– Empecé a protestar.

–Solo escucha.–yo suspire, y comí mas helado. Luego lo miré atenta.– El  no te dijo que tú también estabas allí.

¡¡¿QUE?!! No lo puedo creer.
Eso es mentira.

–Tenias 5 años cuando ocurrió y luego tuvisteis perdida de memoria.

–Me quiero ir– declaré.

–Luna...

–Ya te dije que no me llamaras de esa forma.– dije casi ida, mis pensamientos no me dejaban entender nada... ¿Pérdida de memoria?, ¿de verdad?, ¿por que yo no se nada sobre esto?, ¿por que no me dijeron nada sobre esto?... ¿ Por que mi padre nunca me lo contó?.

–Yo solo...–

–No quiero seguir escuchando nada. Quiero irme.– me puce en pié y camine hasta la cocina.
El me sequía y me tomó la mano, pero yo me volví hacia el y lo miré.

–Sueltame, por favor – dije en un hilo se voz, tenía los ojos empañados por las lágrimas. El me miró y luego me soltó, no dijo nada, solo me miró.
No se cuanto pasó, pero no podía dejar de mirarlo, yo sabía que el no me mentía, podía verlo en sus ojos, tan lindos, y tan sinceros como nunca había visto.

–Lo lamento. – dice y yo niego con la cabeza.

–Yo soy la que tiene que disculparse, por lo de antes.– digo– No voy a contar nada, lo tomaré con calma– le prometo y me doy la vuelta para seguir mi camino y buscar a mi padre.

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