Diez años después.

—¡Mamá, mamá! —grita Agustín, corriendo hasta donde estamos—. Ya no quiero jugar con el abuelo. —Se cruza de brazos y hace una expresión de enojo.

—¿Por qué, mi amor? —pregunta Narel, poniéndose de cuclillas para estar a la altura del pequeño.

Él pone los ojos en blanco.

—Porque siempre que jugamos a las escondidas hace trampa y termina viendo dónde me escondo —explica con hastío.

Narel me mira divertida.

—No cabe duda que lo dramático lo sacó del padre —declara y hago un gesto de ofendido mientras me pongo a la altura de él también.

Hoy es el cumpleaños número seis de Agustín, nuestro pequeño hijo. Es un niño muy juguetón, divertido y algo renegón como su abuelo. Heredó el color hazel de mis ojos y el cabello ondulado de los dos. Este año para su matiné, hemos decorado el jardín de la mansión con motivos y adornos de Mickey Mouse, ya que él es su fan número uno.

Peino suavemente su cabello castaño con mis dedos.

—Agus, ya vamos a recibir a los invitados, trata de no estar muy sudado —le pido, acomodándole el trajecito azul que trae puesto.

Asiente.

—¿Quiénes vendrán? —pregunta.

Alzo las cejas para darle un toque de intriga.

—Tus amiguitos del kindergarten, tus tíos y tu primo Bruno —contesto y él cuenta con sus pequeños deditos a cada uno de los mencionados. Salta alegre cuando escucha el nombre de Bruno.

—¿Puedo jugar con Bruno hoy? —vuelve a preguntar, haciendo ojitos de cachorrito.

Bruno es el hijo de Marco e Ysabel. Sí, así como lo leen, Marco e Ysabel se casaron junto con nosotros en una boda doble. No sé qué brujería le debe haber hecho ella para que Marco se case, pero logró domar a ese potro que parecía ser indomable y que no creía en el matrimonio. Ahora tienen un hermoso niño de piel canela que ha sacado el encanto de su madre y la viveza de su padre.

—Claro que puedes jugar con él. —Le doy una sonrisa aprobatoria—. Pero después. Ahora tienes que estar presentable.

Entrecierra los ojos, pensativo antes de inquirir nuevamente:

—¿Y cómo se hacen los bebés?

Narel y yo nos damos una mirada nerviosa.

—Eh, cariño eso te lo explicaremos después, ¿vale? —interviene ella y Agustín asiente contento.

—Necesito más primos para jugar porque a veces Bruno no quiere —se queja, haciendo un gesto de enfado.

Marco e Ysabel llegan con el pequeño Bruno y ambos niños corren a su encuentro. Agustín y Bruno son inseparables desde pequeños, van al mismo kindergarten, pasan las tardes juntos jugando en la mansión y son mejores amigos, como Marco y yo.

—Les quedó muy bonita la decoración —comenta Ysabel cuando nos saluda junto a Marco. Están vestidos muy formales al igual que nosotros.

—Bienvenidos y muchas gracias por asistir —responde Narel—. Por favor, tomen asiento, la fiesta empezará pronto.

La fiesta de cumpleaños inicia cuando llegan la mayoría de invitados. Los niños corren por todo el patio mientras ayudo a Narel a repartir los bocaditos. Mi padre está sentando al lado de Sigrid y junto a Gabriel en una de las mesas que se han acondicionado para los invitados. Por su parte, Nicolás se encuentra tomando fotos para subirlas a sus historias de Instagram y luego se ofrece a ayudarnos a repartir las bebidas.

Sigo a Narel hasta la cocina y le ayudo a colocar los cupcakes en una bandeja.

—Los de color celeste son para los niños y los de color rosa para las niñas —me indica y asiento.

Antes de que continúe, tomo una de sus manos para acercarla a mí y rodear con mis manos su cintura.

—Agustín está muy feliz. Te salió todo perfecto, Narel —la felicito, pues ella pasó casi una semana organizando toda la fiesta.

—Me alegra que les haya gustado a todos —contesta, dándome una sonrisa de boca cerrada. Me acerco a sus labios y la beso tiernamente—. Te amo mucho, amor.

Siento que sus labios sonríen sobre los míos, en medio del beso.

Muchos piensan que ser adinerado es tenerlo todo. Pues no. De nada sirve tener mucho dinero si falta el amor. El amor es el sentimiento que unifica tantas emociones y termina siendo vital para las personas. El amor nace y no se compra con todo el dinero del mundo. 

Y yo lo acabo de encontrar junto a Narel.

—Yo también te amo, mi príncipe.

FIN