Capítulo 3: Sorpresas inesperadas
Me levanto lentamente de la cama. No volví a conciliar el sueño desde aquella pesadilla. Todavía estoy un poco desorientada y asustada. Voy a pasos lentos al baño. Entro con cuidado de no hacer mucho ruido para que mi hermano no se despierte. Cierro la puerta y me acerco al lavamanos. Abro la canilla y mojo mis manos para luego mojar mi cara.
«Si no puedo dormir, lo mejor será mantenerme despierta... No quiero tener otra pesadilla, ya fue mucho por hoy» Pienso con cansancio.
Al pasar mis manos por mi cuello, comienzo a sentir un líquido espeso y pegajoso en ellas. Las bajo con curiosidad y abro los ojos sorprendida al ver un líquido rojo en mis dedos. Es sangre. Observo mi reflejo en el espejo y giro mi cabeza. Al hacerlo, noto varias marcas y rasguños en mi cuello, como si lo que sucedió en aquel sueño hubiera ocurrido realmente. Mi respiración comienza a acelerarse y mi corazón empieza a ir cada vez más rápido, el miedo parece burlarse de mí al haber creído que solo fue un sueño y ahora mismo me tira un balde de agua fría para que reaccione. Un mareo inesperado me obliga a sentarme en el inodoro del baño. Toco con mi mano mi frente y siento como el sudor frío baja por ella. Mi cabeza da vueltas y ni siquiera sé cómo es que he podido formular las siguientes palabras.
— ¡Matthew! ¡Llama a la ambulancia! —grito con mis últimas fuerzas. Siento como si me faltara el aire y mi corazón bombeara en mi cabeza y oídos. Sufro cada uno de mis latidos atropellados y desiguales en cada parte de mi cuerpo.
Mis ojos comienzan a cerrarse por la pesadez y aunque intente lo más que puedo en abrirlos, mis intentos resultan ser fallidos y se cierran, dejando que la oscuridad me consuma.
(...)
Pasos. Es lo único que logro escuchar cuando siento que me sacuden de un lado a otro en una camilla de hospital. No logro ver nada, pero el sonido chirriante de las ruedas y las voces preocupadas de los médicos me lo confirman. Entre todas las voces puedo escuchar una que es la que realmente me importa.
— ¡Es mi hermana! ¡Necesito verla! —oigo a mi hermano suplicar que lo dejen verme y el corazón se me parte en dos cuando escucho que comienza a sollozar.
—Lo lamento mucho mi niño, pero no podemos dejar que entres. Te prometo que tu hermana va a estar bien y cuando ella se sienta mejor, podrás pasar a saludarla...
— ¿Saludarla? ¡¿Saludarla?! ¡¿Cómo esperan que la salude si los médicos no pueden ayudarla y ella llega a estar muerta?! —en estos precisos momentos tengo ganas de correr a él, abrazarlo y decirle que todo va a estar bien. Quizás mi hermano esté haciendo mucho drama, pero sé lo que se siente no saber qué le pasa a alguien que quieres y temer que sea la última vez que veas a esa persona... con vida. Mi hermano y yo ya pasamos por esto una vez y todavía sigue en nosotros ese espantoso recuerdo. Él teme que vuelva a pasar lo mismo conmigo y lo deje solo. Pero eso nunca pasará. Lucharé contra lo que sea para seguir a su lado y cuidarlo como se debe. Soy la única familia que le queda, no puedo dejarlo. Trato con todas mis fuerzas posibles de abrir mis ojos, por más que esté cansada o adolorida tengo que hacer algo para explicarle a Matt que no me pasará nada malo. Tengo que hacerlo por él. Utilizo toda la fuerza que me queda para abrir mis ojos y ver a mi hermano en la distancia. Él deja de forcejear cuando lo nota y nuestras miradas se conectan. «Estoy bien» Le digo de una forma muda siendo él el único que entiende al instante lo que digo. Asiente lentamente aún con los ojos cristalizados dándome a entender que captó lo que le dije. Miro hacia el techo suspirando.
—Todo va a estar bien... —susurro de forma que solo yo pueda escucharlo y convencerme de eso para calmar mis nervios. Nuevamente me siento agotada y cierro mis ojos con fuerza cuando el dolor en mi cuello vuelve a presentarse. Dejo que me lleven a una de las habitaciones y me apoyen sobre una camilla más cómoda que la anterior. El que parece ser el doctor pregunta por mi pulso y demás cosas, a los que supongo serían sus ayudantes.
—Muy bien, ¿Cómo está el cuello? —pregunta observándolo también. Siento todas las miradas en esa parte de mi cuerpo.
—Está bien, el corte no es muy profundo, por suerte no ha llegado a la yugular —contesta otro con una voz mas aguda. Siento que alguien se mueve y escucho pasos aproximarse—. Pero necesitaremos coserle de todas formas —abro mis ojos por inercia. Un terror profundo se instala en mí y le empiezo a suplicar con la mirada que no lo haga cuando lo veo acercarse con la jeringa en la mano.
—No, no, no, no, no, por favor. No me gustan...y-yo... les tengo p-pánico —comienzo a decir suplicante.
—Tranquila señorita, esto evitará que le duela... —me explica amablemente. Mis ojos comienzan a aguarse y niego repetidamente con la cabeza— Será rápido, usted solo respire hondo —dice y me trago las palabras haciéndole caso a lo que me dice. No creo que llegue a convencerlo. Trato de contener la respiración cuando lo veo acercar la jeringa a mi. Mis ojos se cierran y abren desesperadamente sin saber qué hacer. La aguja traspasa de forma lenta la piel desnuda de mi cuello y el recuerdo de aquel trauma viene a mí como una visión placentera y escalofriante.
«—No, por favor... no lo hagan, haré lo que quieran... no quiero esto, no quiero olvidar... —suplico a las personas que se encuentran frente a mi. Mi mentón comienza a temblar y las lágrimas caen como cascadas por mis mejillas. A ellos no les importa lo que les diga, ya es tarde para eso...»
Una lágrima traicionera escapa de uno de mis ojos. La siento rodar dulcemente como una caricia por mi mejilla.
Un suave toque doloroso que esconde un millón de sentimientos y recuerdos jamás contados.
Cuando clavan la próxima aguja con hilo y todo, vuelvo a la realidad. Miro hacia otro lado tratando de evitar mirar mucho cómo me cosen la herida. Siento un calor extremadamente insoportable apoderarse de esa zona de mi cuello. Cierro los ojos aguantando, o al menos eso es lo que intento. Pero vuelvo a abrirlos al darme cuenta de que ya han terminado de zurcir los cortes y todavía sigue allí aquel fuego que me quema. Miro la silla que se encuentra en el fondo de la habitación y lo veo.
Ahí está él, serio como jamás pude verlo en mis sueños. Lentamente eleva su mano y la acerca a su garganta. Uno de sus largos dedos lo mueve de un extremo a otro a lo largo de su cuello, indicándome el simple mensaje de lo que sería cortarle la cabeza a alguien. En este caso, su amenaza es dirigida a mi y un escalofrío me recorre de arriba abajo. Luego de eso, exhibe su característica sonrisa aterradora y sin quitar por un segundo sus ojos de mi; desaparece, sin dejar rastro alguno, como si jamás hubiera estado ahí observándome.
El doctor nota mi mirada llena de terror y me observa preocupado.
—¿Qué sucede? ¿Está bien? —pregunta confundido y su ceño se frunce al mirar hacia donde yo miro y no encontrar nada relevante— Perdone mi atrevimiento, ¿Pero acaso sufre alguna enfermedad como la esquizofrenia? —vuelvo de inmediato mi vista a él y lo observo indiferente. Tratando de cerrar mis sentimientos ante él que ahora mismo se encuentran como en una montaña rusa.
—No, y le aseguro que no debe preocuparse. Si sufro algún daño psicológico es problema mío, no suyo —contesto fríamente.
—¿Y si le pregunto amablemente cómo es que se hizo aquellas marcas? —pensé por un segundo qué responderle y una idea alocada vino a mi mente.
—Fue mi gato —respondo con simpleza. El doctor parece pensárselo por unos largos minutos, en los que observa mis cortes y luego a mi.
—Eso no lo haría un simple gato —repone él con suspicacia. Examina mi rostro tratando de encontrar algún indicio que le demuestre lo que me pasó en realidad. Lo miro desafiante y él me mira desconfiado pero pronto eso cambia cuando ambos paramos de mirarnos para observar a la secretaria en la puerta.
—Disculpen, lamento interrumpir. Pero su hermano quiere verla y no sé qué decirle ya... —el doctor asiente y le indica que vaya a buscarlo. Luego se vuelve para mirarme.
—En casos como este, tendría que llamar a la policía sin siquiera dudarlo. Puede llegar a estar sufriendo por un novio golpeador o simplemente siendo acosada por alguien malo. Así como también podría estar teniendo daños psicológicos que implican hacerse daño a uno mismo —me dice severamente. Yo niego lentamente con la cabeza.
—No sufro ninguno de esos, se lo aseguro. Por favor, no llame a la policía, mi hermano se pondría como loco y pensaría que pasó algo malo, no quiero verlo sufrir —le digo yo suplicante para que me entienda y no recurra a llamarlos de todas formas. Algo en él se ablanda y veo comprensión en sus ojos.
—La dejaré salirse con la suya sólo esta vez. Pero si vuelve a venir aquí con alguna otra marca como esa, tendré que llamarlos —me dice y asiento. Dejo salir un suspiro aliviada y sonrío en el momento en el que Matthew entra a la habitación corriendo para abrazarme.
— ¿Estás bien? —le pregunto con dulzura.
—Si... —gimotea con su rostro pegado a la parte de arriba de mi cabeza— ¿Y tu? —pregunta alejándose para observarme mejor. Mira con lástima y dolor mi cuello herido. Parece abrir la boca para decir algo pero vuelve a cerrarla cuando se da cuenta que no estamos solos aquí y que debe ser más resguardado con lo que dice.
—Ahora sí —le contesto suavemente—. Y es gracias a ti, hermanito —digo al borde de las lágrimas. «Si él se hubiera quedado paralizado y no hubiera actuado a tiempo ¿Qué habría pasado conmigo?»
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¡Hola Wattpaders! Lamento lo de los guiones. La computadora se rompió. En fin, es lo que hay. De todas formas luego lo cambiaré ;p
También vengo a comunicarles que este hermoso Moodboard que se encuentra en multimedia fue hecho por QueenCleopatra1_ de la editorial CaveCrew ¡Muchísimas gracias! Me ha encantado completamente😁💖
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