—¡Yo lo pedí primero! ¡¿Por qué aún no me lo traen?!

—¡¿Qué cosas dices?! ¡Yo fui la primera en llegar y hacer el pedido viejo miserable!

—¡Basta los dos! ¡Se terminó! Les ruego que por favor vayan ambos a sus mesas, enseguida les llevaremos el pedido, solo dennos un poco de tiempo. ¿Entendido? —ambos asienten y hacen lo que les digo. Suspiro aliviada de que por fin me dejen en paz y esperen como todas las demás personas lo hacen. Levanto mi muñeca para observar el reloj que tengo en ella. Son las 16:17. Lanzo otro suspiro pero este acompañado de una sonrisa. Solo quedan trece minutos para que se acabe mi turno y podré salir al fin de este lugar. Uno de mis compañeros de trabajo se acerca y me sonríe.

—¿Cansada? —dice divertido cerrando los ojos en espera de mi respuesta.

—Si...y mucho —le digo moviéndome de un lado a otro buscando los envases para poder llenarlos de café y dárselos de una vez a esos ancianos impacientes. Él vuelve a sonreír sin abrir los ojos—. Y por lo que veo tu también —le comento y él abre sus ojos dejándome apreciar esas esferas celestes que lleva en sí. Asiente con una mirada agotada y vuelve a cerrarlos. Llevo los cafés a las mesas indicadas y vuelvo detrás del mostrador.

—¿A qué hora sales hoy? ¿Cuando termina tu turno? —dice mirándome de nuevo. Yo miro hacia el frente cuando escucho la campana de la puerta anunciar que alguien nuevo ha entrado; olvidándome por completo de la conversación que estaba teniendo con mi compañero de trabajo. Un chico joven de más o menos mi edad es el cliente que cruza por esa puerta. Un chico bastante guapo a decir verdad. Pero... algo cambia en mí cuando lo observo con más atención. ¿Alguna vez les pasó que sienten que lo que ven o hacen ya lo han vivido antes? ¿Que esas palabras que dijeron ya las habían escuchado en otro lado? ¿Que... vieron la cara de la misma persona en más de una ocasión? Eso mismo me estaba pasando ahora pero no tenía ni idea de quién era, sólo que lo había visto antes. Él se sienta en una de las mesas cercanas a la ventana. Lo miro ojear la carta para hacer su pedido, pero una mano se interpone en mi línea de visión y comienzo a pestañear repetidamente sin entender qué es lo que sucede.

—Mmm ¡¿Hola?! ¿Me escuchas? —enfoco la vista y me concentro en la chica que está delante mío moviendo su mano. Asiento sin entender del todo qué es lo que quiere— Así está mejor. Quería pedir un café latte y un americano. Estamos en aquella mesa —dice señalando la mesa en la que está el chico que observaba hace un rato—. Y tráelos cuanto antes —dice volteándose para caminar hasta su mesa. "Qué grosera..." pensé yo pero luego de dar dos pasos se vuelve a girar para encararme—. Y deja de mirar a mi novio o el café que me prepares irá a parar a tu cara... —dice yéndose casi corriendo a los brazos de su querido novio, moviendo las caderas de un lado a otro tratando de sacar culo. Ruedo los ojos divertida, "¿Cuál? Si no tiene..." pienso mientras empiezo a preparar el pedido y se me escapa una pequeña risa inocente.

Una vez termino, llevo en ambas manos los cafés que me pidieron. Al llegar a la mesa la chica me sonríe falsamente y mueve sus dedos en forma de saludo.

—Cuanto tardaste... pensé que tardarías menos. No creí que los trabajadores de esta cafetería fueran tan lentos —ruedo los ojos al escucharla. El chico que está en frente de ella le lanza una mirada reprobatoria y molesta mientras niega con la cabeza. Yo la miro a los ojos y sonrío.

—Se hace lo que se puede. Aquí tienen sus cafés. Un latte y un americano —les digo sonriendo amablemente. De pronto, siento una mirada fija en mí y miro hacia dónde siento esa mirada penetrante. El chico cuyo nombre aún desconozco me mira directamente a los ojos con una intensidad que logra hacerme apartar la mirada. "Tú, Idara Brown, ¿Acaso has apartado la mirada? ¿Que diablos te sucede? Tu nunca desviaste ni bajaste la vista por nadie, ¿Porqué lo estás haciendo ahora?" Me reto internamente. ¿Qué si soy orgullosa y soy de las chicas que no se arrodillaría ante nadie? Si, lo soy. La novia, al observar que me mira demasiado levanta su café y me mira sonriente.

—¿Quieres probar, cariño? —dice tontamente pero cuando le va a entregar su café, "accidentalmente" lo derrama encima mío. Cierro los ojos al sentir lo caliente que está— ¡Ay, pero cómo lo siento! No sé qué me pasó... —dice exageradamente cubriéndose la boca con sus manos. Aprieto los dientes con molestia y la miro clavándole estacas con mis ojos. Siento que el abdomen me arde y sujeto la remera despegandola de mi piel para que no me siga quemando.

—Está bien, no se preocupe. Pero tendrá que pagar eso de todas formas —le digo sonriendo satisfecha de que al menos lo que hizo tenga precio. Me doy la vuelta y voy al lavamanos para poder tratar de sacar la gran mancha que le hizo a mi remera. Trato con mucha fuerza y jabón de sacar la gigantesca mancha pero no sale. "Era mi remera favorita..." Pienso con tristeza. Luego siento una presencia detrás de mí y me doy la vuelta para encontrarme con el chico que venía observando desde que entró en esta cafetería. Lo miro con una ceja alzada y él me mira apenado.

—Lo lamento mucho, no pensé que Aldana fuera a hacer eso por sus estúpidos celos —me dice molesto. Tiene una voz un tanto gruesa pero melódica a la vez. Lo miré una vez más y volví a darme la vuelta.

—Tranquilo señor. Son cosas que suelen pasar.  Fue un accidente, eso es todo —él se acerca a mi y se para a mi lado.

—Los accidentes no existen; todo pasa por alguna razón. Y no me llames "señor", me haces sentirme 20 años mayor que vos y apenas debo llevarte un par de años —dice riéndose y yo dejo escapar una pequeña risa—. Mejor dime Lyan —sonrío de costado.

—Como vos digas... Lyan —trato de cerrar la canilla pero no lo logro—. Maldita sea, se atascó... —Lyan se acerca más y acerca su mano a la mía para ayudarme a cerrarla de una vez por todas. Pero al hacer su mano contacto con la mía, una imagen me nubla la visión y no puedo ver nada más que eso. Veo un campo lleno de pasto y muy bien cuidado. Me encontraba sentada en el suelo, así que me levanto. "¿Dónde diablos estoy?" Pienso un poco alterada. Comienzo a caminar en busca de alguien pero freno de golpe cuando siento que el suelo comienza a moverse. Retrocedo sin saber dónde meterme y veo emerger del centro de la tierra un hombre muy grande con enormes alas de murciélago. Su piel es de un color rojo muy fuerte y lleva puesto sólo un pantalón negro, corto y apretado con rajaduras por todas partes. Tiene dos cuernos gigantes de carnero, unas uñas muy largas como agujas y una cola larga y fina con un aguijón en la punta. Él eleva sus manos y todo el campo hermoso comienza a destruirse y volverse un lugar lúgubre y tenebroso. Veo ante mis ojos desmoronarse cada árbol lleno de hojas y vida que había hasta vaporizarse y volverse cenizas. Luego también comienzo a escuchar gritos de agonía en la lejanía que logran erizarme la piel. Cuando el monstruo por fin se gira, observo con horror como extiende sus enormes alas y empieza a volar en mi dirección. Trato de correr o retroceder pero mis piernas no ceden, simplemente ya no responden y se quedan inmóviles. Mis ojos se llenan de lagrimas y él me toma del cuello para luego elevarme en el cielo. Acerca su cara a la mía y me observa pacífico. Luego sonríe, enseñando feroces colmillos que me destrosarían de un sólo mordisco. Al principio no me percato de que tiene un tercer ojo en la frente y me espanto al verlo. Es de un color rojo como la sangre con una pequeña pupila blanca. En cambio, sus otros dos ojos son blancos sin ninguna pupila en el centro. Parecen los ojos de un muerto.

—Si llegas a venir aquí... te tocará el mismo destino que el de ellos... —dice antes de levantar una de sus enormes manos y apuntar con ella a mi corazón, como si con sus largas uñas tratase de sacarlo de mi. Lo siguiente que pasa después es que veo todo negro y empiezo a sentir un dolor insoportable en el pecho. Como si me estuvieran metiendo muchas cuchillas muy afiladas lentamente mientras grito del dolor...

Y despierto. Abro los ojos de golpe encontrándome con la misma escena en la que estaba antes de que apareciera en aquel lugar. Saco mi mano rápidamente de debajo de la suya y retrocedo como unos diez pasos lejos de Lyan.

—¡¿Qué me hiciste?! —le digo con la respiración agitada y el corazón a mil. Él frunce el ceño y luego sus ojos se abren en sorpresa. Traga fuertemente y empieza a negar con la cabeza.

—No estoy listo aún. Me tengo que ir —dice antes de salir corriendo de ahí. ¡¿Qué rayos acaba de pasar?!

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Bueno Wattpaders, aquí comienza la historia. La verdad es que tengo una gran idea en mente y me encantaría mostrárselas a todos. Que misterioso todo, ¿No es así? Ojalá les haya gustado este capitulo y les gusten todos los que vendrán después. Trataré en lo posible de actualizar lo más rápido y pronto que pueda, no se preocupen ;)

Estaría realmente agradecida si dejan sus votos y sus comentarios si es que les gustó.

Los amo muchísimo, Jime <3