Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

18. El dilema de tomar ciertas decisiones

Tener ese momento de privacidad y camaradería con Federico se sintió como haber ganado la lotería, había dejado en mí una estela de alegría, la cual se asimila a despertar de un sueño reparador.

El sofá fue testigo de nuestros bajos instintos y de toda la pasión que aguardaban nuestros cuerpos por ser liberada. Y, unos minutos después, continuamos en el mismo lugar; abrazados y hablando de un montón de cosas. Siento que Federico es ese refugio seguro en donde puedo encontrar paz después de una fuerte tormenta, tal y como me sentí a lo largo de los días cuidando a la bebé; era una sensación similar.

Es sábado y tengo a Sofia en mis brazos, veo a la gente que madruga a trotar o aquellos que sacan a sus mascotas a estirar sus patas, también a aquellos que deben trabajar un día como hoy. Un déjà vu se hace presente y sonrío. Me llena de una sensación de sobrecogimiento, como el ave fénix va resurgiendo de sus cenizas.

Cuando estuve en Medellín, le conté a mis padres que tenía grandes deseos de vivir con ellos. No quisieron opinar en el momento y desviaron el tema hacia otro lugar, tal vez, era temor o alguna otra razón, sin embargo, lo dejé pasar y no quise indagar en ello. Ahora pienso en ese tema.

¿Qué rumbo tomaría vivir en Medellín? Tendría que conseguir un nuevo trabajo, hacerme a un nuevo apartamento —uno pequeño como este—, y, Federico... Federico estaría fuera del radar, al igual que mis amigos. Sé que la bebé necesita una familia, porque estoy comprometida en desempeñar el rol de madre y hacer el mejor esfuerzo para que crezca en un hogar lleno de amor y comprensión, donde pueda aprender y, sobre todo,  que todo el proceso sea agradable; después vendrá el jardín, el colegio... Suspiro.

Han pasado tantas cosas desde la llegada de la pequeña. No hay que buscar un culpable o una razón por la que ahora está conmigo. Eso debe quedar en el pasado. Pronto, le encontraré un padre sustituto y seremos esa familia que estaba por fuera de mis propósitos, pero que lo acojo como un regalo del universo; sea por las malas decisiones de Danilo y su amante, o por el rumbo que le estaba dando a mi vida; también, está la posibilidad de criarla sola, aunque ese panorama hace que piense en que será una dura travesía, una compañía nunca está de más.

«No tienes marido ni hijos, ni siquiera un perro o un gato, tómalo como una lección de vida».

Las palabras de Danilo retumban en mi cabeza. No tengo nada de eso porque mi vida se resume en el trabajo, el poco tiempo con el que cuento, se divide entre mi familia y mis amigos, no tengo mascotas porque la única persona que permanecía en casa era Rosita y no habría forma de darle un buen cuidado, y dentro de su contrato no estaba el cuidado de mascotas; aunque tampoco el cuidado de Sofia, y aun así, ella me ayudó sin rechistar. Cuánto la extraño.

Me libero de ese sentimiento negativo, tomo el teléfono y la llamo. Los pitidos van pasando uno tras otro y finalmente contesta:

—Hola, Paulina —responde—. Ha pasado mucho tiempo.

—Buenos días, Rosita —contesto con alegría—. Lo sé, he estado atendiendo muchas cosas, lamento no haber llamado antes, ¿Cómo estás?

—Bien, mijita. Ahora me dedico a cuidarme como me dijo el médico, así que no es mucho lo que hago en el día, quisiera hacer más, pero no puedo hacerlo, ¿Cómo estás? ¿Qué tal está Sofia?

Le cuento todo lo que ha sucedido a la fecha y se alegra porque finalmente se haya convertido legalmente en mi hija, me dice que añora mucho verla, y yo le digo que algún día la visitaremos. También le cuento lo sucedido con Raúl y la situación actual con Federico.

—Te dije que ese hombre me daba mala espina, afortunadamente ya no será un problema para ti —señala con firmeza.

—Así es, infortunadamente tuve que hacer eso, de lo contrario, me hubiese seguido acechando y... —Gruño al recordar lo sucedido—. Me duele que Federico se haya enojado por eso.

—Pero con justificación —me interrumpe—, lo importante es que ya están bien los dos.

—Sí, estamos bien y eso es todo lo que importa —digo—, y haré lo necesario para que se mantenga así.

—Me alegra haber charlado contigo, Paulina. Espero que me visites pronto.

Sus palabras me llenan de nostalgia, no me atrevo a decirle que estoy pensando en vivir en Medellín, no sabría cómo tomarlo cuando me ha confesado que está ansiosa por verme.

—Gracias por contestar mi llamada, Rosita, seguiremos en contacto.

La llamada se corta y vuelvo a estar sola con Sofia, quien mira con curiosidad hacia la ventana. El sol poco a poco se va manifestando, añorando un día precioso.

Ante mi inminente decisión, dejo a la bebé en la cuna, mientras llamo a Sara y Mateo para que me aconsejen sobre el tema, debo hacerlo antes de llamar a mis padres y tomar una decisión definitiva, estoy seguro que iluminarán el camino hacia una buena solución que favorezca a todos los involucrados. Hago uso de videollamada para que todos podamos hablar al mismo tiempo.

—Hola, chicos —anuncio.

—Buenos días, Pau —responde Sara con una sonrisa—. Estaba durmiendo, más te vale tener una buena excusa.

—Ay, no me digas que esto es una alerta rosa —se queja Mateo, tan dramático como siempre.

—Casi, pero no lo es —respondo—. Los llamo para pedir un consejo.

—¿De qué se trata? —pregunta Mateo, bastante ansioso.

Les cuento lo ocurrido en los últimos días porque no estaban enterados de lo sucedido con Raúl y Federico, Mateo abre la boca trágicamente, mientras que Sara escucha atentamente con una mirada felina, como analizando cada palabra que digo. Les hago saber mis deseos de vivir en Medellín, que dicha decisión radica en la nostalgia que me dejó visitarlos después de tanto tiempo y las posibles proezas que me esperan si me decido a vivir allá, les hago saber todas las emociones que me inundan y la indecisión que embriaga a mi mente.

—Todo tiene solución —dice Sara—, es lo que les digo a todos mis clientes y te lo digo a ti como una gran amiga.

—Sí, no olvides que yo también soy tu gran amigo —le interrumpe Mateo—. Por eso me llamaste, ¿no?

—Cierra la boca, ya llegará tu turno de hablar —lo regaña Sara y eso me hace reír, sigo escuchando atentamente—. Lo que decía es..., sí, afortunadamente pudiste lidiar con ambas situaciones, pusiste en su sitio al acosador loco y recuperaste la confianza que tenías con Federico, de manera épica, por cierto. —Y se ríe.

—Como la diva que es —habla Mateo nuevamente y vuelvo a sonreír.

Cuando están juntos parece que estuvieran en un concurso para comprobar cuál de los dos es mejor amigo que el otro, a veces, terminan peleando y rememoran gestos del pasado que han hecho por mí;  Mateo no tiene grandes hazañas por presumir, ya que lo conocí hace poco; no obstante, sus múltiples dramas entre ambos, hacen que me llene de alegría. Ambos son increíbles.

—Respecto a lo otro —retoma Sara—. Dame un minuto para pensarlo.

—¿Tú qué opinas? —le pregunto a mi amigo.

—Yo siempre me dejo llevar por el corazón —contesta.

—Eso explica porque tus ligues no duran más de una semana —se burla Sara.

—En un certamen de ser la más perra, tú no participarías porque no admitirían profesionales
—contraataca Mateo y hace que suelte una carcajada.

—Chicos, por favor —los interrumpo.

—Ah, sí —vuelve a hablar él—. Como decía, soy más emocional, así que mi consejo es que sigas a tú corazón, ¿Qué dice el tuyo, amiga? —pregunta, mientras Sara termina de encontrar las palabras correctas, estoy segura de que vendrá con una intervención típica de ella, como si yo fuese un paciente más. 

Suspiro.

—Dice que vaya a donde está la felicidad, pero mi felicidad está divida en dos: en ustedes, par de cotorras —los señalo con un dedo y ellos sonríen—, y, en mis padres, pero también está el asunto de Federico, no puedo irme después de haberle confesado mis sentimientos y de haber arriesgado el pellejo solo por no tomar las mejores decisiones en momentos cruciales, ya saben de qué hablo.

—Pensándolo bien, estoy de acuerdo con la cotorra número dos —espeta Sara.

—Yo soy la número uno, ¿cierto Pau-Pau? —pregunta Mateo.

—Como sea —le ignora ella—. El caso es que, tu mente puede tomar ciertas decisiones y está bien hacerlo, pero debes ponerlas en contraste con lo que sientes tú, ya sabes, contrastar mente y corazón, así tendrás respuesta a todas tus dudas, busca encontrar el balance.

—Es cierto —digo finalmente—. Eso pensaba, pero siempre está bien un poco de ayuda extra y, para que quede claro, Sarita es la número uno, ella llegó primero.

—En tu cara, perra —dice Sara—. Ahora, debo dejarlos, tengo un dolor de cabeza espantoso.

Mateo gruñe ante sus palabras y no dice nada, sabe que ha perdido la batalla.

—Gracias, chicos —exclamo—. No olviden que los adoro y, tú, Sara, deja de parrandear los viernes, ya deberías saber que es horrible.

—Lo pensaré, no lo aplicaré, te amo —habla Sara y suelta un beso al aire.

—Cuídense, niñas, este mes es de muchas lluvias —dice Mateo y, al igual que mi amiga, lanza besos al aire para cada una.

La llamada se corta y vuelvo a mis pensamientos. Si hay alguien que puede quitar tantas dudas de mi mente, es mi mamá; de alguna forma, tiene una respuesta para cada pregunta y me alegra tanto su sabiduría que, sin duda, hace que todas las inquietudes se disipen después de llamarla.

Un pitido.

Dos pitidos.

Y al final, contesta.

—Buenos días, hija —me saluda—, tomaste la costumbre de llamar más temprano de lo usual.

—Buenos días, mamá —respondo—. Por alguna razón, hoy desperté muy temprano.

—Seguro tiene que ver con esa pequeña criaturita.

—No, yo desperté antes de que ella lo hiciera —le aclaro—, mi llamada es para pedirte un consejo, quisiera ir a Medellín y vivir cerca de ustedes, pero están mis amigos y... Federico...

—No tienes que venir, mi vida. Toda tu vida está allá, todo lo que siempre soñaste y construiste con esfuerzo, no puedes renunciar a eso; sabía que hablarías sobre el tema —confiesa, sus palabras me sorprenden, pero espero a que termine de hablar—. Y, antes de qué preguntes por qué, la respuesta en sencilla, porque soy tu madre y conozco a mis hijas.

—Pero..., los extraño tanto —digo—. Sé que fue mi decisión venir a la capital y no me arrepiento de eso, pero el tener que viajar constantemente; además, ahora tengo una hija, no sé qué hacer.

—Tenemos una solución para eso; llámalo previsión, si quieres —retoma su idea—. El caso es que, sabemos que esta casa es donde crecieron y seguro eso genera en ti mucha nostalgia; también, es el lugar donde viví gran un buen tiempo con tu padre, y ambos sabemos que parte de tu vida está acá, pero, tanto Édgar como yo, tomamos la decisión de ir a Bogotá y conseguir una casa para estar cerca de ti, tenemos unos ahorros y podemos darle un uso; eso sí, tomará un poco de tiempo, pero estoy seguro que eso será una gran alivio para ti.

Busco en mi mente las palabras correctas, podría decir que no deben hacerlo, pero eso sería inútil, ella insistiría. Así que opto por agradecerle y extiendo un monólogo más allá del simple gracias, es lo menos que puedo hacer.

—No tengo problema en que vivan conmigo mientras se concreta el negocio —explico—. Solo quiero tener todo lo que más quiero cerca de mí: ustedes, mis amigos y Federico.

Ella entiende, sabe cómo me siento; después de ello, me pone al corriente sobre lo que ha sucedido después de que regresé a la capital; aunque no es mucho, realmente.

Los dilemas de Paulina fueron un tema recurrente en la historia, pero en este capítulo se hace más intenso por la visita de sus padres. Afortunadamente ellos son comprensivos y la apoyan siempre, al igual que sus amigos ❤️

El final está cada vez más cerca, cualquier cosa puede pasar, hagan sus apuestas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro