13. Logro laboral
Dejar de hablar con Federico es algo que no contemplé desde que retomamos contacto; resulta ser una idea inverosímil, pero, parte de mí, logra entenderlo porque se ha enterado de la bebé de una forma inusual y sorpresiva, y yo no le he dado explicación alguna; no porque no quiera, sino porque he regado el asunto de Danilo entre mis conocidos y mi familia, uno más sería una catástrofe. El tema de la bebé ya no es un secreto y le he fallado a mi amigo; aunque parte de mí no se siente mal, el mundo debe saber la verdad, pero temo las repercusiones que tenga haber hablado del asunto, sin contar que probablemente la policía ya sepa de ello.
Decirle la verdad a Federico, haría que su confianza hacía mí se fortalezca; sin embargo, soy más nervios que persona, no quiero perderlo una segunda vez, eso dolería más que la primera porque, aunque pareciera que no, la verdad es que sí; cuando Esteban me rompió el corazón, me dolió darme cuenta lo tonta y confiada que fui, pero a veces así es el amor: se disfraza de buenas intenciones.
La reunión aplazada, se ha concretado. Federico está sentado al lado izquierdo de la mesa y el gerente de la Compañía Andina de Vidrios, está sentado al lado derecho, se ha presentado como Arturo Montes y se ve como un hombre rígido, por su apariencia, debe surcar los cincuenta, tiene el pelo blanquecino; además, está acompañado del abogado de su compañía; tan joven como Federico y yo, pero con una apariencia rígida como su jefe. Luce intimidante.
Debo mantener mi mente en el trabajo y no en otras cosas, pero es tan difícil... Federico se mantiene de brazos cruzados, mirando fijamente a Arturo que está con su abogado, leyendo los documentos en los que he trabajado en días anteriores y no ha volteado a verme desde que ha llegado. Luego, aquel anciano mira a Federico, y él cambia su semblante y posa sus brazos sobre la mesa.
—Entonces —dice Arturo y sus palabras me sacan de mi ensimismamiento—, las acciones se dividirán equitativamente y las ganancias se irán a sesenta y cuarenta, por lo menos, durante los primeros tres meses.
—Sí —le explico al gerente de la otra compañía—. Teniendo en cuenta que Megaglass es quien se adhiere, después de los seis meses las ganancias irán a la nueva compañía, esto teniendo en cuenta que la empresa del señor Rey está pasando por un proceso económico un poco complicado y la fusión significaría que ellos se estabilizarían y pondrían al día sus deudas.
—Que no son muchas —agrega Federico, mirándolo a los ojos—. Como puede observar en los documentos, ambas compañías se mantienen en el mercado, pero esta nueva ingresará al campo a pasos agigantados y estaremos al mismo nivel, generando ganancias para ambos y dejando de ser una competencia.
Arturo voltea a mirar a su abogado y, este último, asiente con su cabeza.
—Tal parece que la documentación está en orden, así que enviaremos todo esto inmediatamente a la Superintendencia de Sociedades y esperaremos lo mejor, de ahí sabremos cuál será el paso a seguir —indica el hombre canoso.
—Un honor trabajar con usted —indica Federico, levantándose de la silla y extendiendo su mano a los otros hombres.
Los dos aludidos se levantan al tiempo y estrechan sus manos, yo también me levanto y aprieto las manos de cada uno.
—Estaremos en contacto, doctora Castellanos —habla el señor Montes—. Ha hecho una excelente intervención representando a Megaglass.
—Muchas gracias —contesto con una sonrisa—. Por eso nos ha contactado el señor Rey, sabemos cómo llegar a los clientes.
Arturo se carcajea, como si le hubiese contado un chiste divertido y los demás se suman a ese gesto. Asiente con su cabeza mientras sale de la sala de juntas y su abogado sale con él, como un perrito faldero, los sigo con la mirada mientras se pierden por el pasillo.
—¡Paulina! —exclama Federico, haciendo que lo voltee a ver—. Has hecho un trabajo increíble. —Y me aprieta entre sus brazos, sin avisar.
Su cercanía me derrite y desprende de su cuello un olor que me recuerda al mar, es fresco y tiene un toque ácido; es bastante masculino. Cierro los ojos y me aferro a su abrazo, que dure lo que tenga que durar.
—Pensé... Pensé que estabas enojado —digo, realmente me siento confundida.
—Lo estoy, estoy feliz y enojado —sonríe mostrando sus dientes—. Lo de la fusión es un paso grande en mi carrera y eso no lo hubiera podido lograr sin tu ayuda, nuestro abogado no es tan experimentado en el área como tú; además, ya no tenemos un vínculo laboral, y..., estoy enojado porque ocultaras que tengas un hijo, ese bebé...
—Lo puedo explicar —lo interrumpo—, solo que no he encontrado las palabras correctas para hacerlo.
—¿Te parece si cenamos hoy para celebrar la fusión? —pregunta con una sonrisa—, y de paso me cuentas de dónde salió ese bebé, ¿es tuyo o...?
—La cena me parece perfecta —interrumpo, nuevamente—. Y lo sabrás todo en la noche.
—Bien, incluso puedes llevarlo si no tienes con quien dejarlo —me persuade, haciendo que suene como un hombre bastante comprensivo.
—Lo haré —digo, sonriéndole de vuelta—. Mañana tendré una entrevista con una chica que me ayudará a cuidar a la bebé, es una niña, y esa decisión será algo momentáneo, mientras pongo en orden mi vida.
—Te daré los detalles después de almuerzo, cuídate. —Federico me abraza una vez más y sale de la sala de juntas.
—Qué tengas un buen día —digo, antes de que desaparezca de mi campo de visión.
・・・★・・・
Aunque me ha sorprendido, Danilo se ha ofrecido a cuidar de Sofia. Mientras iba saliendo del apartamento —con la niña en brazos— él iba llegando al suyo, así que, con una expresión seria se ha acercado a mí y se ofreció a cuidarla mientras cumplo con la cita de Federico.
—¿Estás seguro? —pregunto—. Él ha dicho que no tiene problema en que vaya con ella.
—¿Le has contado, Paulina? —Danilo abre los ojos, histérico—. Dios, en qué lío me he metido y todo por no hacerle a Samantha la vida más difícil, a estas alturas ya debe saberlo toda tu familia y amigos, se te nota en la mirada ¿a cuántos le has contado?
—Lo siento, Dani —lo persuado—. Tienes razón, mis padres lo saben, mis dos mejores amigos, Federico y Rosita. Piénsalo, no puedes ocultar la existencia de un bebé, es como un grano en la nariz, todo mundo lo va a ver.
—Buen ejemplo. —Sonríe y afloja sus hombros, hace unos segundos se veía tenso—. Asumiré las consecuencias de ello como el adulto responsable que soy, y me puedo ocupar de la pequeña mientras estás en tu cita, y..., lamento lo del otro día, creo que fui...
—Un idiota —lo interrumpo—, no puedes juzgar la vida de alguien más sin mirar primero tus zapatos, no eres el mejor ejemplo, y, gracias por cuidarla, no te encariñes mucho con ella.
—Técnicamente soy su padre biológico, pero puedo lidiar con eso —dice, con un tono divertido—. Ahora vete, llegarás tarde.
Asiento con mi cabeza y lo abrazo, con cuidado de no lastimar a la bebé.
・・・★・・・
—Debemos dejar de encontrarnos de esta forma tan... Sorpresiva —dice MariaTe y sonríe.
¡Maldita bruja! Seguramente lo hace solo por amargarme la noche y, ahora que sabe que estoy frecuentando con Federico —y debe de está resentida porque sigo trabajando para Eleazar y Margarita—, no queda duda de que está haciendo una excelente jugada. Aunque debo reconocer que, si Federico estuviera interesado en ella, lo hubiese sabido de primera mano. Aunque no dejo de pensar que es una inoportuna.
—¿Acaso nos estás espiando? —le pregunto, viéndola con una mirada inquisidora.
—No, cariño, no lo hago —responde—. Tengo cosas más importantes que hacer, casualmente nos encontramos en el mismo restaurante, tengo una cita.
—Tienes suerte de que esté Federico presente, de lo contrario te pondría en tu sitio —la riño, apretando los dientes.
—Otra vez nos encontramos —dice Federico, acercándose a ambas—. ¡Hola, María!
—Hola, Fede —responde MariaTe—. ¿Recuerdas que me recomendaste este restaurante? Bien, pues vine con un viejo amigo y me he llevado una gran sorpresa; me encantaría quedarme a charlar contigo, pero debo irme, es una pena.
—Pierde cuidado, me alegra que te gustara mi recomendación. —Federico sonríe. Es tan dulce—. Sería genial que te quedaras, pero tengo una cita con Paulina, estamos de celebración, asuntos laborales, nada más.
Quisiera decirle a María Teresa que se meta su amabilidad por donde ya sabemos, pero en su defecto sonrío tontamente y le respondo lo que él acaba de mencionar:
—Me parece grandioso que sigas las recomendaciones que te dan, es una pena que ya te vayas, ¿no? Ten linda noche, Federico y yo celebraremos un triunfo legal, un triunfo a nombre de la firma Vélez y Posada abogados.
Le di donde le duele y ella intenta sonreír, pero solo forma una mueca con sus labios. Estoy segura de que dentro de su cabeza se ciernen un sinfín de insultos y respuestas, veo que toma aire de una forma dramática y luego se decide a hablar.
—Feliz noche para ambos y felicitaciones por el triunfo —dice al fin, con resignación en sus palabras.
—Feliz noche, María —se despide Federico y después centra su atención en mí—: te vi en la puerta y me dio curiosidad saber por qué no entrabas.
—Ya tienes la respuesta —contesto con una sonrisa—. Cosas de la vida, dirían por ahí.
—Así es —contesta—. Por favor, entremos.
La caballerosidad en su máximo esplendor. Federico extiende un brazo para indicarme el camino, yo atiendo al mensaje y comienzo a caminar, él me sigue y luego se sitúa a mi lado.
—He reservado un lugar —indica, sin dejar de caminar.
Yo camino a su lado, sin quitar mis ojos de él. No hay necesidad de pedir el menú, pues Federico ya ha pedido una comida especial para ambos y eso me llena de alegría, sin duda es muy atento y, si pidió por anticipado, estoy segura de que tuvo en cuenta mis gustos.
—Será algo que te encantará —dice él—. Por lo pronto, quisiera que me contaras lo del bebé, no puedo dejar de pensar en eso, tengo demasiada curiosidad.
Sin tiempo que perder le cuento todos los detalles, sin ocultar nada; si quiero ganarme su confianza, no debo guardarme nada. Él se ha mantenido atento a todo lo que he narrado, intrigado y sin interrumpir.
—¿Quieres decir que embarazó a la amante y no quiere dañar esa "relación"? —pregunta, simulando comillas con sus dedos en la última palabra. Tiene los ojos abiertos de par en par y puedo reafirmar que son unos ojos color chocolate bastante hermosos.
—Sí —respondo—, y para no dejarla a sus anchas o en un centro de acogida, la ha dejado en la puerta de mi casa, aunque la bebé se enfermó y tuve que llevarla al hospital, ahí la revisaron y llamaron a la policía, así que es cuestión de tiempo para que estalle la bomba y, tanto Danilo como su novia, respondan por sus acciones.
—¡Vaya! —exclama y bebe un poco del vaso de agua que tiene frente a él—. Y, supongo que tú siendo abogada, lo ayudarás en caso de que la policía decida enjuiciarlo.
—Después de la policía irá a la fiscalía, como sea, es lo menos que puedo hacer, ya es suficiente con que yo me encargue de la bebé, además lo estoy asesorando sobre un proyecto que tiene en mente, Dios no quiero ni imaginarme lo que pasará.
—Piensa en positivo —señala él con una sonrisa.
Asiento. Mientras llega la comida, nos han dejado una jarra de agua y eso nos ha mantenido distraídos, tenemos tiempo para abordar temas que se han quedado en el tintero.
Luego nos enfrascamos en una conversación sobre la semana de cada uno; ha tenido una semana tan pesada como la mía y, mientras habla, sus palabras me hacen rememorar la razón por la que me atrajo hace años. No, no solo por lo atractivo que es, sino porque no importan las circunstancias, siempre habrá un tema de qué hablar y nunca habrá silencios incómodos.
Como dato aclaratorio, la "Superintendencia de Sociedades" es una entidad colombiana que controla algunas empresas y es ante ella que se da noticia de este tipo de trámites empresariales. Tal vez en su país tengan una entidad similar con el mismo nombre o algo similar, pero debo aclararlo por si no lo preguntan.
Parte de que Federico cambiara su actitud con Paulina, es el hecho de que ella fuese parte de la fusión, pues eso representa un gran paso en el campo laboral para Fede ❤️
Esperemos que a MariaTe no se le ocurra volver a aparecer o Paulina estallará y la pondrá en su lugar jajaja
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