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<<Un amor a escondidas era a lo que estábamos destinados, amándonos en la clandestinidad era nuestro secreto... Nuestro deleite... >>
Había llegado ese ansiado fin de semana en que estaríamos solos donde nadie nos estorbaría, lejos de los problemas, las confusiones, los compromisos, de esa mansión a la que llamábamos hogar.
Ciertamente en los últimos días pensamientos más optimista cruzaban por mi mente al sentir que estaba como enamorándome de nuevo de mi joven amo ya no me sentía tan deprimido como antes ya que su actitud hacia mi era diferente... bueno como era antes.
<<No sabía hasta cuando duraría este idílico romance pero lo que durara yo iba a amarlo sin restricciones para que los remordimientos no me atormentaran después>>
Llegábamos a un pequeño poblado a varios kilómetros de Londres, donde alquilamos una modesta cabaña alejada de todos, propicio para albergarnos de nuestro escape.
—Al fin solos...
Me susurraba con su extraña coquetaria al oído cuando me abrazaba, sintiendo como sus manos acariciaban mi espalda deslizándolas de forma atrevida hasta la parte baja de la misma. Sonreí ante su atrevimiento mientras sus labios me robaban un beso, solo sabía que yo le regalaría todo lo que el quisiera me sometía a su voluntad.
<<Mi cuerpo, mi alma, mi corazón todo le pertenecía... Una caricia, un beso, una palabra me hacian suyo>>
Empezabamos bien nuestras pequeñas vacaciones, me recordaba a aquellos días cuando mi joven amo en su soltería nos permitiamos más seguido escaparnos sin darle cuentas a nadie, me parecía volver a esos felices días.
Agotados en la cama casi sin aliento terminábamos nuestra primera sesión amatoria, sentía como su lengua traviesamente jugaba en mi entrepierna que humedecida parecía serle un deleite, jugando. obvio mi hombría de forma pervertida; fui su maestro a la hora de amar no podia esperar menos de él, mi alumno favorito...
<<Nuestros cuerpos se volvían uno solo, en la libertad de amarnos uníamos nuestros corazones también>>
Aunque era delicioso y placentero tenerlo de esa forma, en el fondo no quería que nuestros días juntos se basaran solo en el placer físico, no deseaba que el pensara "Un fin de semana con Sebastian es igual a sexo desenfrenado" eso no sería muy romántico, no quería para nada que nuestra relación se basara en un impulso tan primitivo como ese, sino complementado con lo profundo de lo que sentíamos.
No sé si aquello era lo correcto o era una ridiculez de mi parte, era lo que pensaba mientras sentía su boquita jugando con aquella parte sensible de mi anatomía, quería ser todo para el que no tuviera la necesidad de buscar en alguien más lo que yo no pudiera darle.
—Ciel... ¿Puedo decirte algo?
Le cuestionaba varios minutos después cuando ambos jadeantes nos abrazábamos amorosamente, nuestros cuerpos aun tiritaban del placer que nos regalábamos de forma mutua e intensa, el asintió con duda en su mirada ya podía leer lo que esos hermosos ojos me parecían decir.
<<No te atrevas a decir algo que arruine el momento>>
Y es que ambos teniamos la rara manía de que abríamos la boca para decir tonterias que arruinaban los "mágicos" momentos, solo sonreí y deseaba no hacerlo.
—Tu esposa sospecha de una amante... ¿Ya lo sabías?
—Si ya lo sabía, últimamente es lo que más me reprocha... ¿Se atrevió a decirte algo de eso?
—Si, ayer...
No iba a entrar en detalles de nuestra conversación, el solo me miró y dio un suspiro como a manera de disculpa por ella.
—Lo siento... Espero no te haya hecho sentir mal con sus reproches.
—No, para nada... Si lo hubiera hecho no estaríamos aquí, tenlo por seguro... ¿Por qué crees que sospeche?
Le cuestioné de forma inocente solo para descubrir que actitudes tenía con ella que la hicieran creer en esa posibilidad.
—No lo sé... Según ella he cambiado pero creo que soy el mismo de siempre... Además si ha habido un cambio en mi es por tu culpa, tu que andas todo sentimental que me confundes... Es como si lidiara con una mujer y un demonio embarazados.
—Ohhh joven amo eso me ofende... ¿Me estás comparando con ella?
Dije en tono burlón mientras en un arrebato lo colocaba bajo mi cuerpo desnudo de forma posesiva.
—Eres un demonio lleno de raros sentimientos... ¿Cuándo te convertiste en un remedo de humano?
Me susurraba sobre los labios mientras me abrazaba, podía notar la confusión en su mirada pero la burla en su sonrisa, contradicciones tan hermosas en el.
~Cuando me enamoré de ti...~
Fue mi respuesta inmediata a su pregunta que no me ofendía aunque era cierta, el sonrío tomando mis labios de nuevo los besaba apasionadamente.
<<Era en lo que el me había convertido, su remedo de humano, una copia mal hecha que sinceramente lo amaba>>
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