XVII
<<Tonto amor egoísta, cuando sabes que alguien no te pertenece y aun así deseas conservarlo a tu lado aunque los dos sean infelices>>
Sus lágrimas me confundían no sabía cómo sentirme, debería alegrarme al ver su desdicha o tristeza porque yo comprendía un poco ese sentir. Vi como se levantaba de la mesa y se marchaba sin hacer un reproche o reclamo alguno, su sirvienta iba tras ella tratando de calmarla mientras mi joven amo no tuvo ni la más mínima intención por detenerla.
—Eres algo rudo con ella…
Murmuré cuando nos quedamos solos en el comedor, el solo dejaba de comer y a manera de berrinche lanzó el plato contra una de las paredes con enojo.
—Estoy harto de ustedes, si complazco a uno la otra se resiente y viceversa, para ustedes todo lo que hago está mal.
No podía reprocharle algo ahora para no hacerlo sentir peor, no quería parecerme a ella así que solo me acerqué tomando su rostro lo acariciaba cariñoso para calmarlo, el suspiraba y me miraba triste.
—Yo estoy bien con lo que quieras y puedas darme…
En un leve susurro le hablaba mientras mi mano enguantada no dejó de acariciar ese bello rostro malhumorado, el solo desviaba la mirada dejándose consentir. Yo trataba de convencerme de mis propias palabras porque eran una vil mentira, claro que no me conformaba solo con las migajas de su amor lo quería solo para mi, solamente dije aquello para animarlo.
—Bésame Sebastian…
Me ordenaba con seriedad halándome de la corbata quedando tan cerca que podía percibir su dulce aliento sobre el mío, yo dudaba en cumplir su petición no porque no quisiera sino porque estaba prohibido las muestras de afecto en un espacio donde pudiéramos ser descubiertos.
—Ciel… Podrían vernos…
Le di un pequeño beso y me alejé rápidamente antes de sucumbir a sus labios, eso le molestó un poco lo pude notar aunque sabía que lo que hacía era lo correcto.
—No me importa si nos descubren, ya estoy harto de todo esto…
Suspiré mientras oía su queja no evitando sentirme algo ofendido por ello, me le acercaba de nuevo tomando su mano depositaba un devoto beso en ella.
—Espero tenerte menos harto que ella
Le susurré muy bajito con una sonrisa burlona, a la vez que soltaba su mano por si alguien entraba no nos viera en una comprometedora escena.
—De ti nunca me cansaré… Eres tan comprensivo con todo esto y ella se pone de ese modo, últimamente anda más dramática que de costumbre, no sé si sea el embarazo o qué pero ya me tiene harto.
Lo escuchaba desahogarse mientras agachaba la cabeza y parecía contener su enojo, mientras yo pensaba que también en los últimos días había estado comportándome raro con él… Acaso… ¿no lo había notado?
—Pero yo también he estado “dramático” contigo…
Le dije con una falsa sonrisa porque si no lo había notado, me molestaría al ignorar mis estúpidos sentimientos.
—Ahhh Sebastian… Mi tonto demonio… Contigo es diferente, hasta tus berrinches se me hacen tiernos… Patéticos pero tiernos…
No sabía si debía tomarme eso como un halago o una ofensa, solo desvíe la mirada e hice una pequeña mueca de inconformidad.
—Gracias querido señor… Siempre es tan grato recibir sus dulces palabras hacia mi humilde persona…
En sus labios se perfilaba una pequeña sonrisa al menos ya estaba menos tenso y eso me alegraba, ser yo quien provocara sus sonrisas.
—Michaelis… ¿Por qué no me casé contigo?
Me cuestionaba un poco burlón, levantándose de la mesa parecía darse valor para ir a su habitación y enfrentar a su esposa, quien seguramente le haría todo un drama: primero por sentirse no amada, segundo porque no salió tras ella cuando se fue.
—Porque los humanos y demonios no se casan es un pecado mortal, condenaríamos nuestras almas por la eternidad.
El sonrío sutil ante mi descarada respuesta acercándose me daba una pequeña bofetada, mirando alrededor que nadie estuviera cerca me besaba con firmeza, perdiéndome en ese dulce beso lo correspondía de igual manera. Pensando que tal vez esta era la oportunidad de recuperar lo que era mío no importándome si ella sufriera sonreía entre el beso.
—Mi alma ya está condenada… Todo mi ser está condenado ha pertenecerte…
Me susurraba cuando nos separamos y yo como idiota enamorado estaba sonriendo mientras lo veía alejarse a paso firme en dirección a su habitación.
Entonces me comencé a cuestionar internamente si mi amo era sincero o solo me manipulaba para tenerme cerca por qué sentía perderme. Aquel pensamiento tristemente borraba mi sonrisa enamorada de antes.
<<Porque lo conocía tan bien que sabía cuando mentía pero el amor me cegaba tanto que ya no discernía si cada palabra suya era una vil mentira>>
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro