XLIII
<<¿Se puede volver a amar cuando se tiene el corazón roto?>>
Era mi cuestionamiento esa mañana cuando limpiaba una de las tantas habitaciones de la mansión, pensamiento que revoloteaba en mi mente junto con ese "te quiero Sebastian" que el idiota rubio susurró a mi oído en la mañana y de inmediato morder traviesamente el lóbulo de mi oreja, solo recordar su roce me estremece un poco.
Suponía que así son los primeros días de iniciar un romance, todo es tan nuevo, tan "mágico" cada detalle crea expectativas, todo es "hermoso" hasta cuando se aburren de ti y te dejan a un lado por alguien que quizás es mejor que tú. Tal vez solo me embargaba la amargura o tenía miedo de lo que comenzaba a sentir por ese hombre, me estaba ilusionando, sintiendo como los pedazos de mi corazón roto se emendaban con recelo.
<<¿Qué me aseguraba que él no rompería la fragilidad de mi corazón que apenas comenzaba a armarse?¿O yo le rompería el corazón a él?>>
Él se veía muy enamorado de mí, esa maldita sinceridad suya jugaba en su contra dándome la ventaja, porque bien podría aprovecharme de su amor por mi jugando con sus sentimientos, pero el idiota no lo sabía o si lo sabía solo se arriesgaba. ¿Él era más osado que yo? Creo que si...
—Señor Sebastian...
Escuchaba el llamado de una voz femenina nerviosa que interrumpía mis pensamientos.
—¿Qué sucede Meyrin?
Le cuestioné extrañado al verla de repente a unos pasos de mí, usualmente ella no buscaba el momento para estar a solas conmigo porque se moría de vergüenza. Podría atreverme a asegurar que quería hablarme sobre la noche anterior y su rara actitud al marcharse o quizás solo había cometido un error al lavar las sabanas.
—Señor Sebastian... Usted es muy importante para mí...
Me confesaba de forma inesperada estaba tan sonrojada que el tono de su rostro hacia juego casi con lo rojizo de su cabello, parecía que se desmayaría en cualquier momento porque temblaba cual hoja suelta al viento. Yo no sabía que responderle era muy incómoda la situación pero cuando me prestaba a rechazarla amablemente ella me interrumpió.
—Pero... Entiendo que haya escogido a Bard el también lo quiere hace mucho...
Murmuró avergonzada, la verdad no imaginé que solo con una invitación a cenar ella se daría cuenta de lo que pasaba entre nosotros.
—No entiendo de que hablas...
—No tiene que negarlo, no vengo a reprocharle algo porque usted nunca ha sido mío ni lo será. Pero yo sabía de los sentimientos de Bard hacia usted y me dolió un poco que anoche me lo confirmara cuando aceptó su invitación a cenar con nosotros.
Ya con esa respuesta me callaba, al parecer el muy idiota tenía su confidente, solo el podía confesarle algo así a quien estaba también ilusionada conmigo. No me sorprendía lo idiota que era ese hombre, solo desvíe la mirada.
—Yo lo lamento... No sé qué decir.
Murmuré porque realmente no sabía que decirle, para negar o confirmar lo que estaba sucediendo, aunque con esa respuesta creo que lo confirmaba.
—Yo los aprecio a los dos... Espero que sean felices.
Al decir aquello se fue corriendo entre tropiezos de sus propios pies que parecía caerse. Que confuso todo esto, ni una semana juntos y ya comenzaban las situaciones de este tipo, me dirigí a la cocina para regañarlo, pero al entrar no lo vi así que comencé a buscarlo aunque no sabía si era para regañarlo en si o solo necesitaba verlo.
—Ohh Sebastian... ¿Me extrañabas?
Se me burlaba en voz baja acercándose, finalmente lo encontré al otro lado del jardín a unos metros estaban Finny y Snake removiendo unas tierras para plantar nuevas semillas, él les había llevado una bebida para que siguieran trabajando, como siempre tan preocupado por sus compañeros.
—Claro que no... Vengo a regañarte.
Dije con molestia mientras lo miraba mal, él me regaló una sonrisa después de todo solo lo pasaba regañando no le era nada nuevo.
—Vamos a la cocina.
—Oh ya veo... Quieres tu bocadillo de mediodía.
En un susurro dijo con un gesto pervertido, una mirada lasciva que me inquietaba.
—No es eso, viejo lujurioso.
Le regañé mientras él no dejaba de sonreír entonces comencé a caminar en dirección a la mansión, escuchando como se disculpaba con los otros se retiraba y alcanzándome caminaba a mi lado.
—Yo si quiero mi bocadillo...
Insinuó sensualmente cerca del oído con una risita divertida cruzaba su brazo sobre mi hombro muy animado al caminar sin prisa alguna, me aparté de inmediato ya que podrían vernos, pero fue demasiado tarde porque sentí una mirada sobre nosotros desde una de las ventanas altas de la mansión, vi que esa silueta desaparecía de la ventana del despacho del joven amo.
<<Demasiado lío con esto del amor, pero sentía que así volvía a vivir... Que mi corazón volvía a sentir... Y eso me emocionaba.>>
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