XLII
XLII
<<Mi mente divagaba en pensamientos menos deprimentes, todo parecía irse aclarando lentamente en mi interior como la luz de la aurora que nos sorprendía esa mañana juntos>>
Cuando empezaba a amanecer lo llamaba en voz baja, al parecer no estaba acostumbrado a dormir acompañado porque prácticamente tenía una de sus piernas sobre mí, como su brazo que ya me había manoteado varias veces en la madrugada y yo casi al filo de la cama parecía caerme.
—Bard... Ya levántate, debes irte antes que se levanten los otros y no te vean...
—Ahhh Sebastian... ¿Qué haces en mi cama?
Me cuestionó entre dormido, definitivamente no estaba acostumbrado a dormir con alguien más en la misma cama, porque en lugar de ponerse cariñoso solo me empujaba para acurrucarse en la sábana, en mi sábana...
—¡Que te levantes pedazo de idiota!
Le hablé alto mientras lo empujaba haciéndolo caer de la cama, mucho alboroto mañanero para la noche tranquila que pasamos, él me miraba desde el suelo resentido al acariciarse la cabeza.
—Ahh Sebastian... Tenme paciencia, no estoy acostumbrado a dormir con alguien, no al menos en la misma cama. Eres malo...
Murmuró más resentido mientras se levantaba del suelo.
—Estás molesto ¿Por qué me quedé dormido? Si es por eso lo siento mucho... Ni cuenta me di de cuando me dormí.
Un poco apenado se ponía de pie buscaba escabullirse en mi cama mientras yo solo lo miraba seriamente sin hacer caso a lo que decía, tal vez solo quería que me consintiera un poco antes de que se marchara.
—Buenos días... Aunque tú me saludes tan salvaje yo te saludaré bonito.
—Cállate...
Pero más bien era él quien me callaba con un beso, ese apasionado beso que a manera de saludo correspondí ansioso, me gustaba la forma en que lo hacía tan impetuoso que era imposible resistirse. Ya sabía a que llevaría ese beso no en vano lo desperté unos minutos antes de lo que era.
—Hazlo rápido...
Murmuré excitado sobre sus labios mordiéndolos un poco, debo admitir que apenas entraba en confianza para mostrarle todo mi lado seductor, tanto así que ninguno todavía habíamos probado con la boca la "intimidad" del otro, ni habíamos probado otras posiciones, aunque hacerlo en la mesa del invernadero podría contar como una.
Yo mismo bajaba mis pantalones ante él con prisa ya habían pasado algunas horas desde que estuvimos juntos sentía que mi cuerpo lo extrañaba sumiso abría mis piernas para él.
<<No podía dejar de besarlo, ni quería que sus firmes manos dejaran de acariciar mi piel, aferrándome a su cuerpo quería sentirlo solo mío>>
Pronto estábamos bajo las sabanas entregándonos al placer, esa sensación que nos unía a la vez que nos condenaba a necesitarnos. Entre gemidos sentía como mi interior era corrompido con fuerza, tratando de no hacer mucho ruido mordía mis labios. El agitado entre mis piernas se esmeraba por satisfacerme a cabalidad, como queriendo llevarme al borde del delirio y lo estaba consiguiendo, su rudeza combinada con el afecto que me tenía era irresistible, minutos después llegábamos al clímax.
—Me hizo bien dormir temprano, estoy lleno de energía...
Él mismo se vanagloriaba de su hazaña un poco después al recuperar el aliento, maldito presuntuoso que estremecía mi cuerpo. Separándonos dábamos por terminada esa entrega, ya que estaba aclarando más el día.
—Vete... Es tarde... Por tu culpa me ando atrasando en mi itinerario estos días.
—Ahh Sebastian, que quejumbroso eres... Para que tanto detalle si igual nadie lo nota solo tú... Deja de ser tan temático. Como si por cinco minutos que te atrases en algo el mundo explotará.
Me hablaba burlón mientras me abrazaba cariñoso no dejaba de mostrarme esa idiota sonrisa suya.
—Pues así temático me conociste y te gusté... ¿O no?
—Debo admitir que sí, tu y yo somos como polos opuestos. Tú tan afanoso por la perfección y yo tan despreocupado porque sí. Hasta flojera me da pensar terminar mis frases.
—Si ya lo noté... Tal vez deberíamos aprender un poco uno del otro.
—Yo no quiero ser como tú...
Me dijo con un gesto un poco peyorativo, eso me ofendió mínimamente solo le daba una bofetada para disimular mi molestia.
—No te enojes... No me dejaste terminar, yo no quiero ser como tú porque luego me enamoró de mí mismo...
—Eso es lo más idiota que he escuchado.
Murmuré con una sonrisa, aunque debo admitir que fue algo dulce que lo dijera.
<<No había duda que me estaba enamorando su estupidez, me inquietaba el alma sus palabras idiotas dichas con tanto cariño para hacerme sonreír>>
Él no dejaba de mirarme mientras recostados en la cama nos resistíamos a levantarnos, el tomó una de mis manos en la cual pretendía quitarme el guante que la cubría. Cuando pasamos la primera noche juntos me los quité porque estábamos bajo las sábanas y estaba oscuro, así no notaría mis uñas teñidas en negro y el sello de contrato que me unía a mi amo, luego en el invernadero fue tan rápido todo que él no se fijó que los llevaba puesto pero apenas si se dio cuenta ahora.
—Deja... No me quites los guantes...
—¿Por qué no? Es extraño que pueda ver todo tu cuerpo desnudo y no tus manos.
Me hablaba receloso dejando de intentar sacar mi guante esperaba mi respuesta, no era tan tonto al parecer.
—No me gusta que me las vean... Es una manía mía y ya...
—¿Me dejarás ver algún día?
—Tal vez...
Murmuré seriamente mientras me sentaba, ya se estaba haciendo tarde además quería acabar con esa conversación, el también en silencio se arreglaba al otro lado de la cama pensé que se había enojado pero no fue así, porque sentí que se me lanzaba por la espalda y enredaba sus brazos a mi cintura.
—Te quiero Sebastian... Con tus misterios y todo...
Me susurraba dulcemente al oído, ese hombre era toda una contradicción, nadie imaginaría lo dulce que era tras esa apariencia de viejo gruñón, él era todo un misterio para mi también.
<<Que hermosa sensación embargaba sutil en mi ser al estar con alguien que no se resentía con cada palabra que torpemente se me escapaba, era simplemente reconfortante>>
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro