
XIX
~¡Sebastian… Sebas… Despierta, ya llegamos!~
Era el llamado algo molesto de mi amo haciéndome reaccionar, lo escuchaba refunfuñar mientras yo miraba confundido mis guantes en los cuales no tenía ni una salpicadura de sangre como había mirado segundos atrás, al parecer solo fue una ilusión que reflejaba una realidad que deseaba. ¿Cuando había empezado a soñar?
<<Efímero y tormentoso sueño que reflejaba mi más profundo anhelo… Un anhelo que podría cumplirse si la sangre corría de por medio.
¿La sangre de quién se derramaría al final de este juego? Dónde se apostaba también la vida mía…>>
Se suponía que no soñaba, soy un demonio al que no se le permite este privilegio tan humano… Mis egoístas anhelos eran reflejados en un maldito sueño porque en mi cobardia no podía expresarlos de otra manera, o era mi naturaleza demoníaca que me gritaba porque permanece casi ahogada en mis estúpidos sentimientos humanos.
<<Anhelaba con todas mis fuerzas verla morir, era lo que mi ser reclamaba… Pero disfrazaba ese sentir con mis tontas restricciones casi humanas.>>
Hay muchas cosas que no se me permiten pero sin embargo las he realizado, la que se nos prohibía más era no despertar sentimientos y heme aquí más enamorado que nadie, amando confusamente a quien no sé si me ama. Ahora entiendo porque se nos era prohibido, para nosotros esto del amor es como una terrible infección en nuestro miserable ser que nos enferma, nos debilita, como una pequeña luz que alumbra en la oscuridad nos hace ver lo horrible que somos y no queremos ser.
<<Este tormentoso amor me tenía enfermo, afectaba mi razón me sentía al borde de la locura, jugando con mi corazón>>
—¡Sebastian…!
Ahora su voz me sacaba de mis pensamientos, de mi dilema existencial sentía su mirada molesta sobre mi mientras el carruaje se detenía frente a su residencia en Londres. En silencio solo bajamos y nos dispusimos a entrar mandando al cochero a regresar unas horas después.
—Olvida lo que te pedí… Yo solo estaba enojado y no sabía lo que decía, al menos te tengo a ti para que me hagas entrar en razón.
Murmuraba mientras me tomaba de la mano me guiaba a su habitación al subir las escaleras, no se atrevía a mirarme suponía que era sincero en sus palabras.
<<Que patético humano del que me había enamorado… Convirtiendo a un vil demonio en la voz de su conciencia>>
Era mi vago pensamiento cuando llegamos a la habitación, vi como el se recostó sobre la cama en medio de un suspiro y cerraba los ojos.
—Hazme el amor… Sebastian…
Me pedía casi como un ruego mientras abría sus piernas para que me acomodara entre ellas, no sabía como sentirme, mi cuerpo anhelaba hacerlo gemir alto al invadir su interior pero mi mente y corazón no querían obedecer la tentadora petición.
Me recosté a su lado devotamente lo abrazaba dándole a entender que solo quería tenerlo así, el como el niño que aun lo sentía por momentos correspondía a mi abrazo. No quería sentirme como un objeto de su desfogue, por lo menos ahora no estaba de humor para ser utilizado.
—¿Recuerdas cuando eramos solo los dos?
Me susurraba sutil cerca del oído, no entendía que trataba de insinuar con ello, ¿Acaso intentaba persuadirme para cumplir su petición de antes? Yo no iba a cumplirla, no por ahora con ese niño que era parte de el.
—Si, lo recuerdo… Esos dulces recuerdos son los que me mantienen a tu lado todavía.
—Solo por eso… ¿Ya no me amas entonces?
Me refutaba con enojo mientras se separaba de mi, yo no sabía que decirle porque esas palabras las dije casi de forma inconciente sin pensarlas tanto, solo su reclamo me hizo darme cuenta de lo que pronunciaron mis labios.
—Si ya no me amas… ¿Qué haces aquí conmigo? Te obligas a estar a mi lado es por… ¿Lástima? ¿Nostalgia?
Yo callado sin saber que responderle le escuchaba mientras sentía sus firmes manos darme unas bofetadas, tal vez solo quería desquitarme, que sintiera la confusión que el me provocaba porque no había duda que lo amaba. Casi de inmediato sentí sus labios sobre los míos besarme con ansiedad, con tal intensidad que le correspondí de igual manera.
—Solo tú… Tú no me dejes… El mundo alrededor puede dejarme no me importa, pero tu no lo hagas…
Escuchaba su ruego desesperado cuando sus labios sobre los míos me hablaban, me satisfacía verlo de esa humillante forma me hacía sentir que tenía de nuevo el control.
<<Esta clase de amor… Este dañino amor que nos hacía dependiente uno del otro, era nuestra perdición que aceptamos para estar juntos como una cruel condición>>
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro