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Capítulo 6

Ese día paseamos de la mano, nos dedicamos miradas cómplices cada cierto tiempo, reímos de cosas estúpidas, huimos juntos de nuestra cruda realidad. Nos hacemos fotos para el recuerdo, brindamos con los helados, jugamos tiro al blanco y ganamos un delfín rosado hermoso. Saltamos como niños pequeños cuando compramos llaveros de medias lunas y nos abrazamos luego de haberlos personalizado con nuestras iniciales.

Quiero pasear junto a él por Madrid, Roma, Venecia o uno de esos lugares escondidos del planeta. Quiero ir a por un café a las afueras de la ciudad, pasear por las ferias locales como ahora, ir a los conciertos de mis cantantes favoritos de su brazo.

Vamos sumando primeras veces juntos, y me gusta, y por el brillo de sus ojos puedo apostar que a él también.

Soy consciente de lo revuelto que a sido nuestro inicio. Ya nos hemos besado, hemos pasado la noche juntos, y recién ahora estamos en nuestra primera cita.

Y es la mejor primera cita de toda mi vida.

Me quedo estática al caer en cuenta del rumbo que están tomando mis pensamientos. De pronto, la definición de estar enamorado que me dio hace un par de semanas hace eco en mi cabeza. No puede ser.

¿Primera cita? Me pregunto, justo al tiempo que sus ojos encuentran los míos.

"Los amigos no tienen primeras citas". Recuerda mi subconsciente. "Esta no es una primera cita, es... es..."

Es solo un primer paseo entre dos amigos que comparten la mala suerte de haber viajado como ocho veces en la última semana.

Es un paseo de amigos que ya se han besado, que ya han pasado la noche juntos, y que...

Suelto su mano como si quemase, lo miro un instante y me alejo sin darle oportunidad de preguntar. Algo se siente vacío al ya no tener su piel rosando la mía, mi corazón late sin ritmo, mis piernas tiemblan.

Ya estamos en la parte final de la feria, justo al lado de un puesto de algodón de azúcar. Hasta hace un par de segundos me moría por comprar uno, sin embargo, el trasfondo de mis deseos junto al rumbo absurdo de mis pensamientos me han dejado insegura.

En primer lugar, ¿por qué lo invito precisamente a él a pasear, teniendo a Cristian, a Anahí o a Maite?

En segundo lugar, ¿por qué ya estoy pensando en hacer más cosas a su lado?

En tercer lugar, ¿por qué no hago nada por frenarle cuando se acerca y me estrecha entre sus brazos?

Para finalizar, ¿por qué el mundo se me para al tenerle tan cerca?

«Porque es tu mejor amigo, Dulce. Te quiere, tú lo quieres y...»

Un mejor amigo con el que me beso, con el que ya he pasado muchas noches y con el que quiero hacer muchas más cosas.

Un mejor amigo que pone mi mundo de cabeza con tan solo una mirada ¿no?

Christopher solo es ese mejor amigo con el que he soñado estos últimos días.

–¿Estás bien, Dul?

«La voz de un "mejor amigo" no te eriza la piel ni te hace cerrar los ojos».

–Creo que tuve una descompensación –no miento, puesto que sí he sufrido una pero mental.

–¿Quieres que nos sentemos un momento?

–No es necesario, ya se me ha pasado.

–¿Estás segura? –sus ojos sobre los míos me paralizan, no obstante, logro asentir–. Bien, entonces iré por el algodón de azúcar.

No sé de que manera me mira, pero me encanta.

Y no sé de qué manera le miro yo a él, pero se pone nervioso. Intenta disimular ese tic de sus ojos sonriendo, y me derrito por dentro.

"No hagas eso, Christopher" –quiero decirle.

Lo que hago en cambio, es bastante cobarde y poco aceptable. Desvío la mirada, sonrío y me sonrojo. Él no se mueve, así que finjo estar buscando algo entre las bolsas.

Vamos a ver. Con él me cuesta ser la actriz de mi propia vida, lo he intentado, y no puedo fingir.

Chris vuelve con el algodón un rato después. Los colores del dulce me hacen una invitación a probar, tiene un olor suave que consigue que deje de lado mis problemas existenciales. Permito que me agarre la mano luego de haberle entregado las bolsas, y un cosquilleo agradable se instala en mi piel, haciéndome suspirar.

Estoy tan sumida en el momento, que termino ignorando el aviso sutil de mi mente. A pesar de que está totalmente mal vuelvo a sonreír y a caminar como si en realidad fuéramos algo más.

No llamamos la atención debido a que él lleva un gorrito y yo un pañuelo. Por primera vez desde que salió la novela al aire, disfruto al caminar por la calle. No somos Dul y Ucker, los que todas las noches se suben a un escenario, ni los actores de una de las series más exitosas de hoy en día.

Somos simplemente Dulce y Christopher, dos personas normales que pueden caminar entre toda la gente sin captar miradas. Dos locos que se besan sin razón aparente en una calle vacía y que luego pelean por el pedacito de algodón que queda.

–Para que veas que te quiero, te lo invito.

Él me mira risueño, yo sonrío nerviosa. Es mi amigo ¿no? es normal que lo quiera.

–¿Me quieres?

Levanto la mirada al cielo y tomo aire antes de mover la cabeza en señal de asentimiento.

Mi corazón se salta un latido al ver sus ojos más brillantes y dejo de respirar en cuanto me pierdo en ellos.

–Quiero que lo digas –me reta sin apartar la mirada.

Maldigo entre dientes, nunca pensé que decir "te quiero" me cueste tanto.

¿por qué me cuesta decírselo?

¿por qué, si somos amigos y es algo natural?

–¿Ya te lo he dicho, ¿no? –levanto ambas cejas.

–Quiero volver a escucharlo.

–Te quiero...

"Y creo que me estoy enamorando de ti", el pensamiento solo pasa una vez, pero lo desecho casi de inmediato.

Prefiero hacerme a la idea de que se trata de un reflejo, un... una simple confusión.

–Yo también te quiero, Dulce –lo dice bajito, y me besa.

¿Por qué me está pasando esto?

¿Por qué me besa, y le correspondo? ¿por qué, si tengo claro que solamente somos amigos?

En palabras crudas, Christopher solo debería ser mi pasatiempo ¿no?

No quiero, ni debo, ni puedo enamorarme de uno de los hombres más mujeriegos e inestables del medio. Ya he aprendido suficiente con Poncho, y no es coherente que vuelva a repetir ese patrón.

Además, por ética profesional, ya no puedo tener algo con alguien más del grupo. No porque se va a armar un escándalo, la gente va a pensar mal, armarán teorías estúpidas y...

Simplemente, no puede ser.

En ese momento decido que ya he cruzado suficientes límites y que no voy a volver a cruzar uno más. A lo mejor después de esto nuestra amistad se fracture un poquito, porque no me creo capaz de verle a la cara, ver sus labios y no recordar todo lo que hicimos juntos.

–No puede volver a pasar.

–¿Perdona? –pregunta desorientado.

–Esto, tú, yo, besos –intento gesticular con las manos–. Los amigos no se besan, Christopher.

–¿Es que no te has dado cuenta? –ríe y me desubica–, hace mucho tiempo dejamos de ser simplemente "amigos".

La última palabra suena mal, lo dice tan brusco que me descoloca.

–No te equivoques, Chris. Esto se nos ha salido de las manos y no podemos seguir jugando. Porque nos vamos a lastimar.

–Yo no estoy jugando, Dulce.

–No encuentro otra palabra que defina lo que estamos haciendo ¿sabes?

–Quizá...

Que no lo diga, porque no quiero escucharlo. Que ni siquiera lo intente, porque no lo voy a soportar.

–Somos amigos. Yo necesitaba distraerme y no sé, sabes que estoy muy sensible luego de lo que pasó con Poncho y... por favor, entiéndeme. Esto me da miedo, no quiero volver a equivocarme y no quiero perder tu amistad.

–Yo tampoco quiero perderte –el tono de su voz me congela un momento.

–Entonces no más besos, no más... actuemos como amigos de verdad –susurro lo último.

No le permito decir nada más, pues me doy la vuelta y comienzo a caminar. El viene atrás, ya no hace nada por tomarme la mano y aunque algo se siente extraño en mi estómago, mi mente me repite que es lo mejor.

Es lo mejor porque acabo de terminar una relación y no me puedo aventurar a empezar otra nueva.

Es lo mejor, porque yo no me quiero enamorar de Christopher y porque lo que estoy sintiendo por él me asusta.

Es lo mejor si queremos conservar nuestra amistad.

Pero a mi corazón parece que le duele. Y a Chris también, porque cuando me despido de él en las escaleras su sonrisa no les llega a los ojos.

Presiento que nada será como antes, que algo se acaba de romper y que solo es el inicio del dolor. Pero decido no hacer caso a las advertencias.

Ese día no solo es nuestro primer paseo como "algo más", también es la primera vez que pongo las cosas claras, y duele.

El resto de viaje que nos queda juntos intentamos actuar normal, sin embargo, algo se siente extraño e incómodo cada que nos miramos. No volvemos a salir juntos, ni pasamos la noche en la habitación del otro. Solo reímos de vez en cuando, y hacerlo duele un poquito.

Lamentablemente, no dejo de pensarlo, ni de alborotarme siempre que le tengo cerca, ni de soñar con su sonrisa. Anhelo volver a sentir sus labios, tomar su mano y...

Y me asusta tanto, que el viernes, cuando ya estamos otra vez en casa, acepto la invitación de unas amigas para ir a una fiesta. No estoy feliz, porque mi corazón a aceptado que siente algo especial por Christopher, pero lo ignoro.

Esa noche, en medio de mi intento de escapar de mis nuevos sentimientos, mi confusión y el miedo que me carcome por dentro, conozco a Memo.

Me parece interesante, divertido... pero no es Christopher.

Y aún así, bailo con él, brindamos por nada en específico y acepto ser su novia. Así, si más.

Sin primeras citas, sin preámbulo, sin sentir absolutamente nada por él.

Se suponía que iba a encontrarme conmigo misma, que iba a dejar de lado esto de las relaciones. Pero el sentir cosas nuevas por Christopher me asustó tanto, que encontré como única salida estar con alguien más.

Así podría dejar de pensarlo, dejar de soñar con él, besar a alguien más para intentar...

Todavía no lo sé, pero en medio de mi confusión, del miedo que me invade y de mis sentimientos irracionales hacia mi mejor amigo, tomo mi primera mala decisión.

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