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24. Meter la pata se me da bien

―No lo sé ―dijo, respondiendo a mi pregunta―. Lo que tú quieras.

Reí.

―No tiene gracia. ―Él también rio mientras me apartaba un mechón rebelde y lo ponía detrás de mi oreja.

No quería destrozar el momento, pero me puse algo más seria.

―¿A dónde nos conduce esto, Mike? Aun sigues siendo un enigma para mí, con preguntas sin respuesta.

Él suspiró, aferrándome de la cintura.

―No tenía pensado que pasara nada así en esta cita contigo. La verdad es que venía, más que nada, a disculparme contigo, a hablar de lo de tu madre. No tenía más expectativas porque creía que me odiabas sobre todas las cosas. No sé qué me ha pasado, y te confieso que... pienso en ti más a menudo de lo que me gustaría reconocer. 

―Bueno, desde los globos, ha sido inevitable que yo no te olvidara.

Hizo una mueca, como recordando que no habíamos empezado con buen pie.

―Antes de eso, Nonni, yo ya sabía que existías.

―Y yo, ¿quién no conoce al gamberro de Mike Summers?

Lo había dicho como una broma, pero su gesto se había tornado un tanto oscuro.

―Lo sé. ―Se apartó de mí con la cabeza gacha.

―¡No! ―Me apresuré a seguirlo―. Quería decir que te conocía de antes.

Elevó una media sonrisa irónica.

―No me refería a eso por mi parte, Nonni. Cuando ocurrió lo de los globos, aunque no fuera obra mía, casi agradecí a Elián que me hubiera metido en ese lío, nunca me había acercado a ti tanto.

Oh. Vaya. Así que, Elena, después de todo, tenía razón, yo le gustaba de antes. ¡Qué fuerte, joder!

Nos dirigimos a nuestra mesa y me invitó a sentarme.

―No tenía ni idea de eso ―confesé mientras tomaba asiento.

―Lo sé, princesa sobresalientes, has dedicado tu vida al estudio. En todos los tablones se podían leer tus excelentes notas. Matrícula de honor en cuarto de E.S.O, poca gente consigue eso, cerebrito.

Compuse una mueca.

―No me llames así...

Además, estaba claro que ya no era una celebridad en el instituto, porque después de catear mi examen de Inglés, se me había estropeado el bingo de diez que llevaba años cosechando en todas las asignaturas.

―Tienes razón, me gusta más amor. ―Sonrió antes de darle un sorbo a su coca-cola.

Yo también sonreí a la vez que me se me arrebolaban las mejillas.

―Mike... No me gusta ser el rollito de nadie, te pido que no juegues conmigo ―quise dejarle claro.

―Te recuerdo que fuiste tú la que me besó en el Ático.

―Ya te he dicho que estaba...

―Lo sé, tranquila, era broma. ―Sonrió de nuevo y luego se centró en el tema―. Te lo he dicho antes y lo mantengo: no quiero eso contigo, Nonni. 

―¿Y qué quieres? No soy el tipo de chica con el que sueles... ―Me quedé callada, no sabía cómo abordar ese tema.

Frunció el ceño.

―Continúa, por favor. ―Se cruzó de brazos, a la expectativa.

―No quiero que me vuelvan a llamar putita ―concreté.

Mike masculló entre dientes.

―No tienes que volver a preocuparte por ese tipo ―volvió a decirme, pero no era solo a él a quien me refería.

―Lo digo por tu fama de... ―de nuevo, me detuve.

―¿Cabrón?, ¿mujeriego? ―sugirió como propuestas.

No quería contestar abiertamente a eso. Pero afirmé con la cabeza.

―Y tú, ¿qué piensas al respecto? Si te dijera que confiaras en mí plenamente, ¿lo harías? ―preguntó apuntando sus ojos marrones hacia mí.

¿Yo? ¿Confiar en él?

―No lo sé.

Eso pareció chocarle.

―¿Piensas que soy un cabrón?

Me quedé callada. 

No, no lo pensaba, pero a veces era tan... bipolar.

―Yo... Yo...

―No hace falta que respondas, ya lo has hecho ―dijo en tono hosco un segundo antes de levantarse―. Creo que será mejor que lo dejemos aquí. Mira, solo quería hablar contigo porque te noté mal por el tema de tu madre, y de paso, disculparme por todo lo que has pasado por mi culpa. Supongo que... debemos obviar todo lo demás.

Y se fue.

¡Me soltó todo eso y se fue! ¿Cómo era posible pasar de  besarse a discutir en apenas diez minutos? Apenas había saboreado los labios de Mike cuando ya se alejaban de mí.

Me sentía mal por haberlo acusado de algo que yo, personalmente, no había visto. Tal vez aquellos rumores sobre las supuestas chicas con las que andaba eran mentira. Incluso lo de Estefi... Quizás no fuera verdad que él arruinara su vida y por eso ella se marchara.


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