Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

14. Discusiones

No había podido más con las miradas implacables de Elena. Solo había durado un día y medio guardando mi secreto hasta que, por la tarde, después de regresar del instituto, había invitado a comer a Elena en casa y, prácticamente, me había obligado a desembuchárselo todo.

―¿Que te arrojó al suelo? ―Elena no salía de su estupor. Me había hecho la pregunta dos veces con esa.

Asentí.

―¿Y quién era ese hombre?

Negué con la cabeza.

―No tengo ni idea, pero en cuanto llegó, Mike me trató como si fuera un trapo sucio. Sé que no debería afectarme tanto, pero lo hace ―confesé.

Recordarlo me dio un escalofrío. No me gustaba cómo me habían mirado sus ojos oscuros.

Mi amiga y yo estábamos en mi habitación. Yo abrazada a mi osito de peluche, sentada sobre la cama, y ella daba vueltas cual loca en un psiquiátrico. Llevaba en ese estado de nervios desde que le había empezado a relatar lo ocurrido en el parque.

―¿Y si vamos a la policía?, ¿a un hospital? ―sugirió ella, un poco fuera de sí.

―Oye, para ya de caminar, me estás poniendo nerviosa ―le pedí.

―¡Nonni, te ha agredido! ―gritó, deteniéndose, por fin, enfrente de mí, con los ojos como platos.

―Lo sé ―respondí sin más.

―¿Y el otro hombre no hizo nada?

Compuse una mueca irónica.

―Me llamó putita. Pensaba que era una de las zorras con las que suele ir Mike.

Elena se sentó a mi lado y puso una mano en mi brazo.

―Nonni, estoy empezando a tener miedo. Más después de los rumores que circulan por ahí sobre él.

Dejé el osito a un lado y la miré con interés.

―¿Cuáles?

―No te lo iba a contar porque creía que bastante tenías ya de tu dosis de Mike, pero he indagado un poco y parece que... consume drogas. Ese hombre podría ser su camello.

―Siempre he pensado que Mike era un gamberro, pero no de ese estilo ―murmuré sorprendida.

―Todo en torno a él es bastante hermético. Solo se oyen rumores, pero no me negarás que es un poco sospechoso. Falta mucho en clase, nadie conoce a sus padres, y solo tiene esos dos amigotes suyos, que tampoco es que tengan buena fama.

―Mi hermano me dijo algo parecido... Por lo visto, tampoco es que esté en el anonimato sea lo que sea que esconda.

―En serio, Nonni, me estoy preocupando. Deberías contarle esto a alguien.

―¡No! ―Puse una mano sobre la suya, un tanto exaltada―. No, por favor. Si es verdad lo que dices, no quiero tener problemas.

―¡Pero tu padre es abogado! Puedes incluso denunciarlo, él podría decirte cómo debes actuar ―me imploró.

La miré seria.

―No, Elena, quiero a mis padres fuera de esto, ya te lo he dicho muchas veces. ―Me levanté de la cama y le di la espalda, un tanto molesta.

Elena resopló.

―¿Por qué eres tan cabezota? ―preguntó enfadada―. ¿Por qué lo proteges?

Esa pregunta hizo que me irguiera como si me hubiera dado un calambre. Me giré para mirarla con la boca abierta.

―Sí, ¡protegerlo! Sé que no lo denunciaste al director por no ir al castigo el lunes. El mismo Mike me lo dijo antes de que me mandara a traerte el móvil. Y ahora también lo estás protegiendo incluso después de que te tirara al suelo y te lastimara el brazo y la pierna. No lo entiendo.

Puse los ojos en blanco, aunque interiormente yo también me lo preguntaba: ¿por qué no hacía lo que ella me pedía? Debía de hablar con el director y con mis padres.

―Tú eras la que decía que estaba como un queso y blablablá. Y has alabado mil veces sus cualidades de macizorro y tío bueno. E incluso me dijiste que yo le gustaba. Qué pronto has cambiado de versión ―ataqué con cierto resentimiento en la voz.

Ni yo misma me entendía. Ella solo estaba preocupada, ¿por qué arremetía contra mi mejor amiga? Era como si quisiera defender a Mike; defender lo indefendible.

Con toda la razón, Elena se cabreó conmigo.

―¿Pero tú qué problema tienes? ¡Eso era antes de saber todo esto! Y, además, pensaba que pasabas de Mike.

―¡Y paso! ―exclamé haciendo un aspaviento con las manos, como si estuviera loca solo por insinuar lo contrario.

Elena se levantó de mi cama; sus ojos azules echaban chispas. Se puso cara a cara conmigo.

―Pues no lo parece.

Entonces el móvil que me había regalado Mike comenzó a sonar.

Elena y yo desviamos la vista hacia él, que se hallaba sobre mi mesita de noche.

―Es él ―afirmó con odio.

Cruzamos la mirada un segundo; leyendo las intenciones de la otra. Nos abalanzamos sobre el aparato. Ella fue más rápida que yo: tomó el teléfono y descolgó bajo mi mirada atónita.

―¡¿Qué haces?!

―Oye, grandísimo hijo de la gran puta, como vuelvas a tocar a Nonni ¡te perseguiré hasta el resto de tus días! ―sentenció ella con rabia―. ¿Cómo te atreves a hacerle daño?

Siguió diciendo algo más mientras yo luchaba por arrebatarle el teléfono de las manos. Al final, lo conseguí; estaba sudando por el esfuerzo. Corté la llamada lo más rápido que pude y luego puse mis ojos verdes en ella.

―¿Te has vuelto loca? ¡Puedes meterte en un lío con él!

―¡Que se atreva a ponerme un dedo encima! ―bramó ella decidida.

De verdad que envidiaba esa osadía suya que a mí muchas veces me faltaba, pero esa no era la ocasión de que la sacara a relucir. Debía de estar muy enfadada como para que amenazar a Mike Summers no la intimidara cuando hacía poco me había dicho que no había sido capaz de negarse a sus peticiones.

―¡Elena! Te prohíbo que vuelvas a hacer una cosa así, ¡jamás! ¿Te das cuenta de lo que has hecho? ¿Y si envía a ese tío raro a asustarte o algo así? ―dije un poco inquieta con la idea.

Mis palabras parecieron serenarla un poco.

―Tienes razón, no debería haber hecho eso, pero, Nonni, si esto se sale de madre, hablaremos con tus padres o con la policía.

Alcé las manos en son de paz.

―Vale, vale. Si la cosa se pone fea, avisaremos a los adultos.

―Prométemelo ―exigió.

―Sí, vale, te lo prometo. Pero solo si tú te quitas de su camino también. No quiero que se centre en ti tampoco. Espero que no haya reconocido tu voz.

En realidad no lo creía. Yo siempre estaba con Elena, prácticamente a todas las horas del día, durante el instituto y fuera de él. Sin embargo, esperaba que, al igual que parecía haberse hartado de mí, no la tomara con ella.

―No te preocupes por mí. ―Sonrió un poco tensa.

Seguramente, se estaba arrepintiendo de lo que acababa de hacer.

Y, por mucho que ella quisiera, yo no podía evitar preocuparme por ella. ¿Por qué era tan impulsiva? Solo era cuestión de tiempo que se metiera en algún problema, pero no quería que se metiera exactamente en MI problema. Valoraba demasiado a Elena como para que saliera mal parada porque un chico me hubiera tomado por conejillo de indias para sus estúpidos juegos.

Cuando Elena se marchó de casa, solo podía pensar en el hecho de que, por mi culpa, aquella historia con Mike le iba a salpicar.

Abrí el primer cajón de mi mesita de noche y cogí un papelito arrugado: era la nota que Mike me había dejado junto al Smartphone nuevo.

Odiaba reconocerlo, pero me gustaba ese Mike. La nota había hecho que mi corazón vibrara pensando en su sonrisa. La había leído unas cuantas veces en esos dos días que llevaba conmigo. Secretamente, en mi interior, deseaba volver a ver al Mike socarrón y dulce, al que había acusado a María, la limpiadora, de haberme enviado a hacer una tarea peligrosa cuando las grapadoras se habían precipitado sobre mi cabeza. Incluso echaba de menos al Mike irritante que se había acercado a mí de forma seductora dentro de aquella piscina.

Pero ese no era el Mike que había machacado como si fuera una hormiga en el parque.

Mis labios temblaron. Las lágrimas acudieron a mis párpados.

No. No podía llorar por él. Ese chico no era nada mío. Debía estar enfadada; debía proyectar toda mi rabia en él, como había hecho Elena. Sin embargo, no podía, me sentía triste. Quería, de alguna forma, recuperar al Mike que había conocido antes de eso. Al que se había dirigido a mí con sonrisa altanera antes de entrar en despacho del señor López.

Era hora de que lo reconociera, Mike Summers, después de todo, me estaba volviendo loca.

Cogí el móvil con sentimientos encontrados. Por un lado, sabía que debía dejar de tener contacto con él, por mínimo que fuera. Por otro, necesitaba saber que el atrevimiento de Elena al hablarle de aquella forma, no iba a traerle consecuencias.

Abrí el WhatsApp en la única conversación que había.

Bomboncito cañón: Hola.

Sonreí involuntariamente al ver el nombre con el que se había inscrito en mi agenda.

La foto que se podía ver era la de un chico, aparentemente sencillo, que esbozaba una sonrisa sincera, sin mirar directamente a cámara. Sus ojos miel se estrechaban un poco, confiriéndole un aire despreocupado y feliz, mientras su pelo ondulado bailaba con la brisa. La imagen captaba a la perfección a un chico dichoso, como otro cualquiera.

Y guapo, por descontado. Pero no solo eso era lo que me llamaba la atención. Los rasgos de tipo duro se habían evaporado; en su lugar la candidez y la dulzura brillaban en su semblante.

Si aquella hubiera sido la primera impresión que hubiera tenido de Mike, seguramente hubiera caído ante él en el minuto uno. Incluso hubiera podido enamorarme...

Agité la cabeza. ¡No! Pero ¿en qué cuernos estaba pensando? ¿Cómo se me había ocurrido materializarlo en palabras, aunque solo fuera en mi mente?

A mí no me podía gustar Mike. Ni en este ni en ningún otro universo.

Centrada en mi objetivo, empecé a teclear sobre la pantalla táctil.

Yo: Hola. Me gustaría hablar contigo.

***

¡Hola a todos! Nunca dejo notas, pero hoy voy a hacer una excepción, ya que he actualizado con dos capítulos. Espero que los disfrutéis.

Me gustaría, si no es molestia, que me dejarais vuestros comentarios sobre qué os va pareciendo la historia. Siempre son bienvenidas las opiniones de todos, y a mí me haría ilusión saber qué opináis los que vais leyéndola.

Espero actualizar pronto, pero, por si estos días no puedo, ¡disculpadme!

Un beso a todos, y gracias por darle una oportunidad a Mike, a Nonni y compañía. :)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro