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8

El erizo no dejó de correr hasta llegar a la orilla de un pequeño lago. Allí, se sentó bajo un árbol abrazándose las piernas. En su cerebro estaban pasando tantas cosas a la vez que parecía que no estaba pensando en nada; sus ideas eran como música de fondo.

Se pasó las manos por la cara. Intentó controlar su respiración; había sido un acto bastante irracional el haber salido corriendo como cobarde. Además de que había preocupado a Amy.

«Soy una mierda...», se dijo mientras ocultaba su cabeza entre su torso y piernas. 

¿En qué momento tocó fondo? ¿Y por qué todo se había desencadenado por Amy? 

«¿Qué siento por ella? ¿Por qué es tan complicado responder a eso? —suspira mientras se tumba— Ella es alguien importante en mi vida; es amiga mía desde los quince, hemos pasado por un montón de cosas que han hecho que seamos quienes somos ahora. Pero entonces ¿Por qué hemos dejado que nos distanciemos? ¿De verdad que somos esenciales en la vida del otro? Porque no lo parece, o la menos de su parte. Porque para mí sí lo es; ella es... —Se puso a pensar en todos los momentos desde los últimos meses: lo adorable que se veía con un niño en brazos, lo linda que estuvo cuando la ayudó a levantarse en la cafetería y, sobretodo, lo alegre que se ve siempre que sonríe, especialmente cuando le di las flores en el hospital...»

Dejó de pensar. Algo había encajado en su cabeza.

De repente todo tenía sentido.

Sintió que su corazón alteró su ritmo cuando llegó a una conclusión.

Y lo peor es que ha estado delante de él todo este tiempo, pero él no lo quería admitir.

—¡Al fin te encuentro! —grita la rosada, lo que hace que él pegue un brinco— ¡Te he estado buscando por todas partes! No sabía que la isla esta era tan grande... —Se sentó al lado suya para descansar —¿Estás mejor?

—¿Eh?

—Me has dejado claro cuando has empezado a correr que no querías hablar del tema, por lo que ahora que te veo más tranquilo te pregunto si estás bien. 

—¡Oh! Em, sí, perdón. —Se soba la parte trasera de su cabeza avergonzado— No sé por qué lo he hecho, me salió solo.

—No sabía que te afectaba tanto que te vieran mal.

—No me gusta que me vean mal.

—¿A quién le gusta? —El cobalto se quedó en silencio. La eriza le agarró la mano, lo que hizo que él la mirase por el roce inesperado— Mira, te conozco desde hace tiempo y sé que te haces el tipo duro que se cree el mejor y que es indestructible. Pero yo sé que en el fondo tienes la cabeza llena de inseguridades y de malos pensamientos, como todos, y eso no es malo. —Lo mira a los ojos— Es totalmente normal sentirse mal porque todos lo hacemos en algún momento. No tienes por qué avergonzarte de tener sentimientos. Te recomiendo que hables de lo que te pasa con alguien porque si no, te va a explotar en la cara. —Aparta la mirada un momento— lo digo por experiencia... —Sonic asiente, atento a ella. Ella le sonríe sin enseñar los dientes— Me tienes aquí para lo que sea ¿Lo sabes cierto?

«¿Entonces por qué ya no pasas tiempo conmigo? ¿Por qué parece que sólo somos amigos después de todo lo que hemos pasado? ¿Por qué ya no tengo un lugar especial en tu corazón?»

Sonic arqueó las comisuras de sus labios en una sonrisa falsa.

—Claro que lo sé, Ames.

—Bien. —Se incorpora y le tiende la mano— ¿Vamos, Sonikku? —Abrió los ojos cuando dijo ese apodo. Hacía años que no le llamaba así porque le pidió expresamente que no lo hiciera porque le deba vergüenza. Sonic la miró con ojos brillantes y un ligero rubor se instaló en las mejillas del joven. Amy se rió de manera angelical— No sabía que te afectara tanto el nombrecito. Que mono eres.

—Amy para. —el erizo se sonrojó más. La fémina dejó salir sus carcajadas angelicales lo que causaron que él sonriera. Ella se había convertido en su calmante pero a la vez en su dolor de cabeza. El cobalto le aceptó la mano y, como si se hubiera tratado de un reflejo la apretó contra su pecho— Gracias, Ames —susurró de manera melosa a su oreja, pero que para los oídos de la fémina sonase seductora, haciendo que un escalofrío recorriera su espina dorsal.  

—De... De nada. —Correspondió el abrazo apoyando su cabeza en su pecho, alterada. Su amigo empezó a acariciar su cabeza mientras ella aspiraba su aroma, mar y hojas. Notó como el corazón de su amigo incrementó su ritmo— Tu corazón va rápido... ¿Es que acaso ahora te gusto? —dijo para aliviar su nerviosismo. Sonic se puso rígido y la rosada se limitó a soltar una carcajada— Era una broma, hombre. Aunque sería gracioso ¿Verdad?

Ciertamente, sería una risa que ahora él se hubiera enamorado de ella.

Porque no lo ha hecho ¿Verdad?

—Sí... ja, ja...

Oh, Sonic...

—¡Bueno! —Se separa abruptamente; su cercanía estaba trastocando sus pensamientos— Creo que los demás se estarán preguntando dónde estamos ¿Vamos yendo?

—Claro... —dijo algo apenado de que se hubieran separado. 

Emprendieron la caminata: Amy iba delante mientras que Sonic iba con paso vacilante detrás. 

«No me lo puedo creer... —A ver, tampoco es una sorpresa para los que estamos leyendo esto; es más, lo esperábamos desde el capítulo cuatro cuando la viste con el niño en brazos y después de tus escenitas de celos. Pero sí, tampoco aún nos lo creemos nosotros— Soy imbécil, el erizo más imbécil que ha podido existir en la faz de Mobius. Ahora tiene que ser ¿no? Por todas las esmeraldas... —Miró a la joven y soltó un suspiro— ¿Y ahora qué? No puedo hacerle esto, no puedo. Primero porque me mata, segundo porque la voy a herir y tercero, porque estoy harto de pasarlo mal.»

El erizo salió de sus ensoñaciones cuando notó como unos dedos se entrelazaban con su mano.

—No sabía que el erizo más rápido del mundo pudiera ser tan lento —replicó con voz burlona— Anda, vamos. —Tironeó de él hasta ponerlo a la par suya. Él no soltaba su mano y parecía que a ella no le molestaba. Eso lo alegró bastante.

—Ni yo que pudieras ser tan pesadita —respondió en tono de broma. A Amy se le pasó por la cabeza lo que pasó hace meses atrás. Soltó su mano para hacer como que se rascaba y siguió andando sin decir nada. El erizo se golpeó mentalmente por lo que acababa de decir.

Cuando llegaron al campamento, Knuckles los esperaba impacientes.

—¡Por fin! Ni que la isla fuera el Sahara. —se quejó al verlos llegar— En fin, hemos repartido los equipos, van a ser en parejas; ya las tenía organizadas y vais juntos —ambos abrieron los ojos en sorpresa.

—¿Tú con quién vas? —pregunta su compañera.

—Con Tails, monitoreando que todo vaya bien. 

—Pensaba que el primero que quería tirarse de cabeza a la base eras tú —añadió Sonic cruzándose de brazos.

—Eso te lo dejo a ti, erizo. —Lo que dijo hizo que el héroe azulado abriera los ojos como platos.

—¿Cómo?

—No estarás hablando en serio ¿No?

—Y tan enserio. —Su amiga se empezó a poner inquieta; no esperaba estar a la cabeza de esta misión tan importante y riesgosa. 

—Osea, dejas que nos perdamos por la flora durante nosecuánto tiempo y, sin haber empezado a entrenar, quieres que seamos los conejos de indias que van a entrar a ese corredor de la muerte ¿Tus padres eran primos o que? —dijo Amy severamente. Knuckles, acostumbrado a la ira de su amiga, no le tomó importancia y siguió optimista.

—Fe en el plan, Amy. Fe en el plan —dijo.

—¿Cómo quieres que tenga fe en el plan con él como compañero? 

—¡Hey! ¿Y ese ataque tan gratuito? —Sonic la miró molesto.

—Hombre, con tu historial previo, no sé si eres clínicamente inestable o clínicamente insoportable cuando te pones modo arrogante y sin pensar en lo que haces.

—Hmm... —Puso su mano en su barbilla— Visto así, no lo sé. Seguramente ambos.

—Y pretendes que él sea mi compañero. —Mira al equidna alzando una ceja. 

—Sois iguales, os entenderéis bien; siempre lo habéis hecho.

—¿Iguales?

—Igual de quejosos. Haber venido antes, fin del asunto —ambos lo miraron mal y empezaron a hablar a la vez argumentando el por qué la decisión que había tomado estaba mal. Knuckles se fue alejando dejando a estos dos hablando como si fueran una jauría de perros ladrando. 

—Te recuerdo que tu fuiste quién insistió que yo viniera. —paró de quejarse.

—Porque te necesitamos.

—¿Entonces de qué te quejas? 

—Porque también puedes llegar a ser molesto a veces.

—Habló. No te desquites conmigo porque a mí tampoco me hace gracia que con nosotros se desgaste primero la hoja de la guillotina. —Amy frunció el ceño y se mordió el labio. Se estaba empezando a asustar de verdad. Su amigo la miró de reojo y se relajó a propósito al verla atenorizada. Dió un suspiro mientras se ponía en jarras, sacando pecho orgulloso— Pero somos buenos, vamos a poder salir de esta.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Porque somos nosotros. Quiero pensar que Knuckles no nos ha puesto así porque hayamos llegado los últimos, sino porque somos los más capacitados para esto. Amy, haces buenos planes y yo improviso bien. Hacemos una buena combinación. —La joven elevó la mirada con los ojos brillantes.

—¿De verdad lo crees?

—¡Claro! Podemos con esto. —Puso sus manos en los hombros de la fémina— y con mucho más.

—No sé yo... 

—Mírame. —Le eleva la mirada a la joven— Yo sí lo sé: eres una mujer decidida y valiente; no todos han pasado por lo que tú y han sabido sobrellevarlo: todas esas veces secuestrada, golpeada, humillada, subestimada... Aún no me creo que hoy estés aquí con la misma sonrisa de siempre. —El corazón de Amy pegó un brinco al escuchar esa declaración— Por lo que como tu amigo y compañero te garantizo que, si no te has hundido con esto, puedes con lo que sea. —Ella intentó creérselo, pero sacudió la cabeza.

—¡Soy una carga! ¡Voy a estropearlo todo!

—No eres una carga. —Le puso un mechón detrás de la oreja, acariciando su mejilla en el proceso. Amy se sonrojó ¿Desde cuando era tan detallista?— Estoy muy orgulloso de la persona en la que te has convertido. Eres muy fuerte.

—¿De verdad? —sonó como una niña al decir eso.

—De verdad.

—¿De verdad, de verdad?

—De verdad, de verdad. —Sonrió sincero, causando que ella se calmara.

—Gracias, Sonic. —Sus palabras habían hecho que la autoestima de su amiga subiera.

—A ti Amy, por ser un gran ejemplo a seguir.

Los dos se fusionaron en un abrazo. Uno que les transmitía fuerzas para lo que se venía. Porque eran conscientes de que era posible que no volvieran vivos a sus hogares y que puede que esta sea la última vez que se pudieran ver.

Una pantalla se encontraba emitiendo la emotiva escena. Un hombre se acariciaba el bigote con una sonrisa maliciosa.

—Perfecto, simplemente perfecto. Tontos animales ¿Qué se creían, que no me veía venir que vendrían a por mí? —se empezó a carcajear— Imbéciles, no saben lo  que les espera. —Se gira al escuchar pasos resonando en el lugar— ¿Listo para mostrarte al mundo?

—Cuando tú digas, Ivo. —Era una voz impostada demasiado humana para que la emita una máquina pero sin emoción alguna, como si hubiera hablado algo programado. El científico empezó a reírse como un loco, saboreando ya la victoria.

Resistencia mucha suerte, porque la vais a necesitar.

—¡Ames! ¿Vamos? —Llamó desde arriba.

—¡Voy! —Se oyó desde el interior. Él zapateó el suelo insistente hasta que vió a su amiga salir.

—¡Por fin! —Miró lo que llevaba en sus brazos— ¿Una chaqueta? ¿Para qué?

—Por si hace frío ¿No llevas una?

—No lo va a hacer.

—Como te congeles... —advirtió, viéndose venir a un Sonic malo al día siguiente.

—Que no, ya verás —respondió altanero, él nunca se pone malo.

Más tarde, estaban en la playa. Sonic estaba tiritando y Amy lo miraba burlona.

—"Que no, ya verás" —se refirió de forma socarrona. Sonic frunció el ceño y la miro enfadado.

—Te odio.

—¿Por qué? Si soy encantadora. —Estaba disfrutando mucho el meterse con él.

—Te estás volviendo chulita ¿Eh? —Se intentó calentar creando fricción con sus manos en sus brazos.

—Aprendí del mejor.

—A veces me odio a mí mismo. —La joven empezó a reír. Sacó de su bolsa, porque era previsora, una manta. Se la puso en sus hombros y empezó a frotar sus manos por los hombros del contrario para crear calor.

—¿Mejor?

—Sí... Gracias —dijo tímido. Amy cogió un extremo y se lo enrrolló en su cuerpo, haciendo que acabase pegada a él. Los dos se miraron y apartaron la mirada rápido, con las mejillas ligeramente coloreadas de rojo. 

Ambos miraron al cielo. Observaron el mar de estrellas que se volvía más claro cuanto más tiempo lo veían.

—Se ve la osa mayor.

—Y la menor.

—Ojalá haya estrellas fugaces. —Pasa un veloz destello. La joven suelta un grito ahogado, como cuando le das un regalo sorpresa a un crío— ¡Mira, antes lo digo, antes pasa! —El cobalto empieza a reír por lo mona que se veía Amy; el brillo de su mirada contrastaba con el de las estrellas, haciendo que en sus ojos hubiera una gran estrella rodeada de muchas pequeñas que se proyectaban en su córnea. La chica lo miró y él apartó la mirada de manera rápida, mordiéndose el labio.

—¿Por qué tan nervioso?

—Sólo me pongo nervioso cuando hablo con chicas guapas.

—Awww...

—Supongo que por eso me resulta tan fácil hablar contigo. —Se llevó un zape en la cabeza de una Amy mosqueada. Él empieza a reír.

—Serás... —Al final se contagia de la risa de su amigo. Ambos se echan para atrás para admirar mejor el cielo— ¿Sabes? Te echaba de menos.

—¿Ah, sí? —respondió coqueto para meterse con ella.

—No de esa forma, tonto. Hace mucho que no teníamos un momento a solas en condiciones.

—Sí... Hace mucho...  —confesó algo melancólico. Le salió así sin querer, el amor le había trastocado la cabeza.

—Siempre serás mi amigo ¿Verdad? —soltó de repente.

—¿Eh? —Estaba confundido ¿A qué venía esa pregunta ahora?

—Dime ¿Lo serás? —Se veía insegura, sea lo que sea que le dijera, le iba a afectar.

—Claro ¿Por qué lo dudas? —La mira extrañado.

—Por nada... —Parecía que se estaba debatiendo entre tomar una decisión u otra ¿Qué se estará preguntando? Él apoya una mano en su hombro, atrapando su mirada.

—Hagas lo que hagas, siempre estaré a tu lado de cualquier forma —remarcó las últimas palabras, lo dijo así para que tuviera doble sentido.

El amor le estaba afectando a la cabeza.

Ella sonrió cortés y miró hacia el horizonte.

La joven se imaginó la infinidad de posibilidades que podrían darse en momentos no muy lejanos, tanto buenos como malos. Lo que hizo que frunciera el ceño al ver varios con Sonic a su lado.

 «¿Estás bien, Amy? ¿No que lo habías superado ya?» se mordió el labio. Giró su cabeza y vió a su compañero con la mirada perdida en el paisaje. Dió un suspiro y volvió a sus pensamientos.

Esto se va complicando cada vez más.

Se sobresaltó cuando sintió que la pegaban contra algo.

—No quiero que pases frío tampoco —se excusó sin apartar la mirada del mar. Amy sonrió y se acurrucó en su pecho.

Sonic bajó la mirada cuando sintió una respiración pausada chocar en su pecho. Amy se había quedado dormida. Se rió internamente al verla con la boca completamente desencajada. Le cerró la boca suavemente y la cogió en brazos, yendo lentamente de vuelta a la base.

«Oh, Amy ¿Estás bien? Lucías preocupada y eso me inqueta ¿Qué te pasa?» pensó mientras la miraba dormir. 

La dejó con cuidado en su cama, la arropó y le echó un vistazo antes de irse.

Sonrió al verla tan tranquila. Deseaba que esa imagen se repitiera a menudo, como había pensado en la playa.

«Se merece tener un futuro feliz, sea conmigo o sin mí» 

Sonrió amargadamente y salió de la habitación.

༺༻

¡Holii! Creo que este capítulo me ha quedado algo pocho, pero lo arreglaré (soy mi versión futura, creo que lo mejorado). Nunca me esperaba recibir tanto apoyo en tanto tiempo ¡Sois de lo mejor!

Por ahora me despido. Gracias por leer y comentar. Estaré leyendo vuestros comentarios y respondiéndolos cuando pueda.

¡Besos!

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