5
El Sol ya estaba en un punto alto cuando sus rayos despertaron a la heroína rosa. Fue abriendo los ojos lentamente para encontrase con una enfermera que le posicionaba el desayuno en la mesita al lado de su camilla.
La enfermera, al ver que se encontraba despierta, le dedicó una cálida sonrisa.
—Buenos días, señora Rose ¿Cómo se encuentra?
Amy se miró los brazos y vio que tenía un hematoma que indicaba que le habían hecho una transfusión. Tenía la boca pastosa y notaba un ligero pinchazo en la parte trasera inferior del cráneo. Estaba algo aturdida.
—Siento que la cabeza me da vueltas.
—Es normal, señora, no se preocupe. —La enfermera le ahuecó un poco la almohada— Tengo una buena noticia para usted: tiene visita. Se han quedado toda la noche esperando a que despertara.
La mirada de Amy se iluminó. De manera automática se incorporó. Abrió los ojos al darse cuenta del aspecto que tendría y, como si le hubiera leído el pensamiento, la auxiliar le tendió un espejo con un neceser.
—Muchas gracias —contestó amablemente mientras se acicalaba.
Cuando terminó, la señora salió y dejó entrar a sus amigas, Blaze y Rouge. Lucían algo agotadas, pero aún así se acercaron rápido a donde ella se encontraba.
—¿Cómo estás? ¿Te duele algo? —inquirió Blaze.
En sus ojos había una sombra de preocupación que combinaba con el ligero apretón que le dió a su mano.
—Me duele un poco la cabeza.
—Serán por los puntos. También a saber cómo habrás dormido —señaló la murciélago cruzándose de brazos.
Ella también estaba preocupada. Se notaba por el deje de nerviosismo que tenía en su voz. Amy les agarró la mano a las dos y sonrió agradecida.
—Gracias por haber estado aquí, esperando a que despertase. Pero ¡No deberíais haber dormido aquí; seguro que habéis dormido fatal!
Las visitas se miraron entre ellas divertidas por la actitud preocupada de su amiga; siempre poniendo a los demás antes que ella.
—Nos hemos turnado por la noche: una descansaba en casa y la otra aquí. Tampoco ha sido para tanto —informó Rouge al mismo tiempo que le restaba importancia al asunto moviendo la mano de arriba a abajo—. Lo que sí es importante es tu cabezonería —Amy cerró los ojos, preparándose para el regaño que se le venía— ¡¿Cómo se te ocurre pelear con una contusión importante en la cabeza?! ¡¿Estás loca?!
—Rouge tiene razón. Lo que has hecho ha sido muy imprudente.
—Oh, vamos, tampoco ha sido para tanto.
—¿Siete puntos no son para tanto? No sé ni cómo no te desmayaste antes.
—¿Siete? —preguntó sorprendida.
—Y da gracias a lo que sea que haya arriba que no son más... —acabó la ladrona.
—¿Sólo habéis venido a regañarme o qué? —La eriza se cruza de brazos con un mohín— Reconozco que he sido imprudente, pero ya pasó todo; no tenéis que darme el sermón; ya lo he aprendido sola... —Rouge dió un sonoro suspiro.
—Perdón... —respondieron a la vez la gata y la murciélago.
—Pero razón no nos falta. No vuelvas a hacer lo que has hecho; podrías haber acabado mucho peor —insistió la gata. Amy expiró ruidosamente por la nariz.
—Está bien. —Dió su brazo a torcer.
—Aunque también, tenemos que felicitarte. Estuviste genial —felicitó la murciélago.
—Has mejorado un montón. No era fácil derribar a un robot de tan enorme tamaño. Creo que te hemos subestimado, Amy.
Al oír esas palabras, el corazón de la eriza dió un brinco dentro de su pecho. La dicha se apoderó del cuerpo de la joven, haciendo que en sus ojos aflorara un brillo de emoción.
—N...No, osea, esto lo he logrado practicando mucho durante todos estos años —dijo sin poder aún creerse las felicitaciones que decían eran para ella—. Parece que eso ha dado sus frutos— añadió con una pincelada de orgullo en su voz.
Miró a sus compañeras y estas la miraban contentas. Veían a su amiga mucho mejor desde aquel día. Amy ahora era más independiente y quedaba más con ellas y el resto del equipo; es más, invitaba hasta los antiguos ligues de Sonic a tomar algo. La eriza parecía un ave que echaba a volar por primera vez; era una nueva versión mejorada de sí misma.
El momento se vio interrumpido por la llegada de una figura inesperada.
—¿Se puede? —preguntó cortés en el marco de la puerta.
Las tres féminas miraban atentas al joven que entraba: era un zorro del color del caramelo muy atractivo, con unos hipnotizantes orbes azules.
Rouge y Blaze se miraron entre sí cómplices y se levantaron.
—Os dejamos solos —anunció la gata.
Al salir, la ladrona le lanzó una pícara mirada a la eriza, quién aún no entendía lo que estaba pasando.
Los dos se quedaron solos, rodeados de una nube de incomodidad. Hasta que el joven decidió hablar.
—¿Cómo estás?
—Bien —respondió secamente.
No sabía quien era esa persona, pero decirle que se fuera sería algo violento, por lo que esperaría hasta que se marchara.
Nadie decía nada. Para desgracia de Amy, no se podía mover de ahí.
—Perdón por aparecer por aquí sin decir nada, yo... —Intentó calmarse al tomar una profunda inspiración—. Al no verte en la cafetería esta mañana me asusté; no pensé que te habías hecho tanto daño para estar en el hospital.
La joven entrecerró los ojos, intentando acordarse de él, hasta que algo en su cabeza hizo click.
—¡Tú eres el del café solo con galletas! —exclamó con sorpresa.
—Y el periodista que te cogió cuando te desmayaste —añadió él, feliz de que lo hubiese reconocido.
La eriza se llevó las manos a la boca avergonzada.
—¡Ay, no! ¡Perdón! Qué vergüenza... —El periodista se rió de manera suave.
—No pasa nada. —Se acercó hacia una de las sillas donde estaban sentadas sus amigas y tomó asiento— Pregunté a Vainilla dónde estabas ingresada y vine porque la verdad es que me preocupé bastante.
—¿Ah, sí?
—¡Por supuesto! Tú has sido mi alegría muchas mañanas que estaba de bajón antes de entrar al trabajo; los cafés que me preparabas me daban energía para pasar el día y... —Sus orejas se tiñeron de un color rojizo— Tus sonrisas hacían que me olvidase de todo lo malo. —La joven abrió los ojos al oír esa declaración— Perdón si la visita ha sido muy repentina, pero estaba preocupado por no volverte a ver y de no haber podido agradecerte en condiciones
El corazón de la eriza se enterneció. Nunca esperó que un admirador se plantase en un hospital para verla. Le gustaba esa determinación de él.
—La que debe dar gracias soy yo: estaba pasando unas malas semanas y esto me ha animado bastante. —Le dedica una sonrisa breve, para fijar su mirada en sus manos— Muchas veces he pensado que sin mi equipo no era nadie; que era alguien más, y los medios no ayudaban en el tema diciendo que si era un interés amoroso de Sonic, que si lamía el suelo por donde pisaba y más chorradas, mientras que destacaban las habilidades físicas y psíquicas de los demás.
Eso es algo que carcomía la autoestima de la eriza. Los medios hacían mucho incapié en las relaciones de la Resistencia y muchas veces se centraban en la relación de amor unilateral que tenían ellos, reduciendo a Amy a una simple fan del héroe sónico.
—Los medios pueden llegar a ser crueles e insistentes, sobretodo con los temas de amoríos, porque son los que dan morbo. No te lo tomes personal o vas a acabar mal.
—Y me lo dice un periodista. —Se cruza de brazos con una mirada divertida. El otro se ríe.
—Pues te lo digo porque lo sé de primera mano. Hay muchas celebridades que lo han pasado mal por el tema y no quiero que te pase lo mismo. —La rosada sonrió agradecida y el chico le devolvió la expresión.
—Puede que por eso Sonic no quisiera juntarse conmigo...—se dijo para si misma.
—Pero no todo el mundo pensaba eso de ti. O al menos yo; —Se rascó la mejilla tímido— si estás en la Resistencia es porque debes ser alguien fuerte tanto física como mentalmente, y desde luego que lo eres. Has llegado a ser inspiración para muchos, por lo que no te vengas abajo. Ya han empezado a apreciar más tu trabajo desde ayer, eso es bueno.
—Sí... —Aún no se podía creer que era el centro de atención por haber sido la heroína del día—. Gracias por haber venido.
—¿De verdad? —prenguntó sin creérselo.
—¡Sí! Eres una gran compañía eeeeh... —No le había preguntado su nombre. Qué desconsiderada; ahora va a quedar mal.
—Draco. Draco Sly —Para su alivio, se lo dijo.
—Eso, Draco —dijo con su sonrisa caraterística, haciendo que el corazón de su invitado se alterara y que este mirara hacia otro lado nervioso.
—Bueno, también quería darte esto. —De la espalda se sacó un ramo de amapolas. La eriza dió un grito ahogado— Pensé que las rosas o margaritas serían muy típico por lo que quise innovar.
Amy se quedó observando el ramo que estaba ahora entre sus manos, fascinada por la tonalidad de los pétalos amarillos.
—¡Son preciosas! ¡Muchas gracias! —Dejó el ramo a un lado y abrazó a Draco emocionada. Este se quedó anodadado pero lo correspondió nervioso de tocar donde no debía.
—De... De nada —respondió al separarse. La sonrisa que le dedicaba la rosada hacía que su ritmo cardíaco aumentase de manera rápida.
La puerta se abrió estrepitosamente interrumpiendo el momento, dejando ver unas grandes orejas conocidas con unas púas familiares entrando a la habitación.
—¡Amy! —chilla Cream emocionada, mientras que Sonic se queda en la puerta serio, mirando a la pareja mientras apretaba el ramo de flores, intentando calmarse.
—¡Vamos, señor Sonic, si seguimos así, no podremos ver a Amy!
—Cream, quedan como tres horas para que finalicen las horas de visita.
—¡Pero aún así, vamos! —Tironeó de él la joven.
El dúo iba de camino al hospital, ya en Central City. Cream iba andando con nerviosismo, mientras que Sonic caminaba más tranquilo. El erizo miraba con gracia a la coneja; comparaba a Amy y a Cream como si fueran hermanas que no podían estar separadas por mucho tiempo y estas escenas ayudaban a tener esos pensamientos.
Al pasar por una floristería, Cream no se lo pensó dos veces y mandó al héroe a comprar flores. A regañadientes lo hizo.
—¿No habrás cogido las flores al tún tún, no?
—Eeeeh... —La coneja le dedicó una mirada desaprobatoria— Oh vamos, Cream, son flores; todas son bonitas.
La preadolescente dio un suspiro.
—Ya que... —Le agarró la mano y empezó a correr— ¡Vamos!
—¡Ey! ¡cuidado con las flores!
En menos de lo que esperaban, llegaron al hospital. Entraron inseguros al lugar, inspirando el olor caraterístico de los productos de limpieza y toda clase de medicamentos. Los dos se acercaron al mostrador de información para que les atendiera un recepcionista.
—Buenas —dijo— ¿En qué les puedo ayudar?
—Estamos buscando a la paciente Amy Rose —respondió la niña sin vacilar. El encargado empezó a teclear en el ordenador para dar con la habitación donde se encontraba su amiga.
—Habitación 149. Tendrán que coger el ascensor que los lleve a la zona de cuidados intermedios y allí hablar con la administración para que les dejen pasar.
—Muchas gracias —Sonrió la coneja— ¡Que tenga un buen día!
—Igualmente y ¡Arriba la Resistencia! —le dijo a Sonic cuando se iba. Este le sonrió y siguieron con su trayecto.
En el ascensor, los nervios de Sonic aparecieron al recordar el estado en el que dejó a su amiga.
«Ay, Amy, espero que lo que tengas no sea grave ¿Por qué no me has dejado verte durante todo este tiempo? Así no me sentiría tan mal», reflexionó mientras zapateaba el suelo con insistencia.
Cuando llegaron a la planta, Cream paró a Sonic.
—Voy a buscar el baño. Busca tú a los encargados. —Sonic elevó el pulgar mientras veía cómo se alejaba su amiga.
El erizo se acercó al mostrador y pidió ver a su amiga.
—Tendrá que esperar, ahora tiene visita.
—Oh, de acuerdo.
«Seguirán estando Blaze y Rouge. Si me acerco a ver, seguro que me dejan entrar»
Sin que los enfermeros se dieran cuenta, fue hacia las habitaciones. El héroe se paró enfrente de la 149 y miró a través del cristal.
Lo que vió lo dejó en el sitio: era Amy riendo con el periodista. La risa del zorro taladraba los oídos del joven causando que tensara la mandíbula y que estuviera alerta. Cuando se abrazaron, sintió una opresión en el pecho que nunca había sentido, y que no le gustaba nada.
«Maldito periodista...»
—¿Está Amy ahí? —Cream apareció a sus espaldas causando que se asustara. La coneja miró por la barrera transparente que los separaba y soltó un grito ahogado. Abrió la puerta estrepitosamente interrumpiendo la conversación que los jóvenes tenían, causando que esto los miraran sorprendidos —¡Amy!— chilla Cream emocionada, mientras que Sonic se queda en la puerta serio, mirando a la pareja mientras apretaba el ramo de flores, intentando calmarse.
—¡Cream! —exclamó sorpendida de verla. La niña se acercó deprisa y la abrazó suavemente con miedo a dañarla.
—¿Te has hecho mucho daño? ¿Tienes que quedarte mucho tiempo aquí?
—No lo sé, aún no me han dicho nada —dijo mientras acariciaba su esponjosa cabeza— ¿Tu madre y tú estáis bien?
—Sí, por eso no te preocupes. —La coneja se giró hacia Draco que miraba curioso la escena. Sonic seguía sin moverse de la puerta, vigilando al zorro— ¡Oh, perdón! ¿Interrumpimos algo, verdad? ¡Lo sentimos!
El de color caramelo se limita a reír negando con la cabeza.
—No interrumpes nada, es más, —Mira su reloj— si no me doy prisa, puede que llegue tarde al trabajo— Se levantó y cogió sus cosas— ¿Puedo tener tu número?
Esa pregunta hizo que Sonic apretara más la mandíbula.
«¿La conoce desde hace menos de dos horas y le pide el teléfono? Rarito acosador»
—Claro. —Y la respuesta que dió Amy hizo que se quedara estupefacto. La joven le dió el número y este lo guradó rápido en su teléfono para irse.
—Espero que nos veamos pronto, Amy.
—Lo mismo digo, Draco.
El periodista le guiñó el ojo cuando salió del lugar, quedando los tres jóvenes.
—¿Quién era?
—Oh, un cliente frecuente de la cafetería.
—Ya decía yo que me sonaba su cara.
—Me ha regalado estas flores. —Señaló las amapolas, que descansaban en su mesita de noche.
—¡Son preciosas!
—¿A que sí? Nunca había visto un amarillo tan vivo.
Ellas seguían su conversación como si el erizo no estuviera ahí, el cual cada vez más se parecía a una rana negra de la cara que ponía. Estaba tan en las nubes que no las escuchaba.
—¿Vino para ver si estabas bien? ¡Qué mono!
—Estaba tan nervioso. Era tan tierno.
Sonic rodó los ojos al escuchar eso. Su conversación fue interrumpida por el teléfono de Cream.
—Dime, mamá... Oh ¿Enserio?... ¿Voy ahora?... Vale... Sí, Amy está bien... Vale... Okey, nos vemos —Colgó y miró a Amy—. Hay mucha gente en la cafetería, por lo que mi madre necesita ayuda. Vendré si no mañana a verte o cuando te den el alta. —Se acercó a ella y le dio un abrazo— Adiós, Amy, cuídate mucho.
—Lo mismo digo, Cream.
La niña salió, dejando a Sonic y a Amy solos. Se instaló una atmósfera de incomodidad al ver que ninguno quería articular palabra, Amy porque cuanto menos hablaran mejor y Sonic porque estaba algo resentido por ella por no haberle dejado estar estas semanas juntos y el estar con el periodista no había ayudado a apaciguar las cosas.
—¿Cómo estás? —dijo Sonic al fin.
—Creo que hasta arriba de analgésicos por todos los golpes y la cortada.
—¿Cuántos puntos?
—Siete. —El erizo puso cara de sorpresa— Podría haber sido peor.
—Menos mal que no.
Silencio de nuevo. Parecía que ya estaba todo dicho, aunque no hubieran hablado. Había mucho contraste con el día anterior. Parece que el efecto de la adrenalina tuvo su efecto, pero no duró lo suficiente.
—¿Y tú? ¿Cómo estás?
¿Que cómo estaba él? Confundido, preocupado, enfadado... Pero claro, esa nunca es la respuesta que se espera escuchar.
—Aliviado de que estés bien. —Sonic meditó la respuesta antes de decirla; lo dijo desde la más absoluta sinceridad.
Pese a que le molestó que tuviera al zorro como compañía cuando se asomó, una paz se instaló en su pecho cuando vió que su amiga se encontraba perfectamente. Amy le sonrió agradecida.
—¿No te quieres sentar? —Le indicó una silla a su vera. Sonic, con paso vacilante, se dejó caer al lado suya.
—¿Es cierto que la comida del hospital está tan mala?
—Creo que esa respuesta me la podrías decir tú.
—Hace tiempo que no piso uno. A saber si por arte de magia esto se ha convertido en restaurante con estrellas michelín. —La rosada soltó una risita por las ocurrencias de su compañero.
—Por ahora creo que no.
El cobalto no sabía si preguntar lo que rondaba su mente, pero la incertidumbre lo estaba matando.
—Ese periodista... ¿De qué lo conoces?
La pregunta pilló a la eriza desprevenida; Sonic nunca le había preguntado nada acerca de sus otras relaciones, eso le sorprendió.
—Lo he comentado antes con Cream, pero bueno. —Tampoco iba a reñirle por no haber escuchado una conversación de dos. Seguramente se sintió apartado— Fue el chico que me agarró cuando me desmayé. Resulta que también es cliente frecuente de la cafetería y se preocupó al no verme allí hoy.
—Parece que le gustas —soltó sin reparo. La joven se sonrojó ligeramente.
—Creo que sí... —apoyó sin aún creérselo.
—¿Por qué te sorprendes?
—¿Eh?
—¿Por qué te sorprende que le gustes?
—Porque nunca en mi vida le he gustado a alguien —confesó jugueteando con sus dedos—; Me pasé tanto tiempo intentando que yo te gustase que nunca se me pasó por la cabeza que existía gente a la que yo les resultase atractiva o agradable, sólo me centraba en ti.
Las palabras de la rosada sorprendieron al héroe.
—Pues... parece ser que sí.
—Es alagador... y un tanto incómodo ¿Cómo le hablo ahora?
Amy pidiéndole consejos sobre vida amorosa, lo nunca visto.
—Pues... eeeeeeh ¿Normal, supongo? Si le hablas diferente será más incómodo. —Ella asiente, dándole la razón.
—Cierto... ¿Eso te pasaba igual conmigo? —Muchas preguntas complicadas de una, querida Amy. De la boca de Sonic sólo salían balbuceos—. No hace falta que respondas, si no quieres —dijo para calmarlo; había sido mala idea hacer esa pregunta—. Perdón, Sonic —dijo al fin, después de tanto tiempo reflexionando sobre qué decirle.
—¿Eh?
—Perdón por todos los problemas que te he causado. Por todos los ratos incómodos que te he hecho pasar. Por haberte atosigado hasta el punto de casi ser una acosadora. Por haberte puesto en peligro más de una vez. —Se mordió el labio al decir eso.
—Amy...
—Y perdón... por querer hacer que me amaras —sentenció pausadamente—. No volverá a pasar, Sonic, te lo prometo.
Esto era lo que menos esperaba que ocurriese. Amy lo evitaba a propósito para sacárselo de la cabeza, por eso ha estado tan rara estos últimos días. Ahora todo tenía sentido, pero ¿Por qué ahora, después de tanto tiempo? ¿Acaso él había hecho algo mal con ella? ¿Es porque había otro? ¿Qué había pasado?
¿Lo peor? Que se notaba que era algo que hace mucho quería decirle.
—No te volveré a mencionar nada de mis sentimientos porque creo que es inútil; yo no te gusto, por lo que ¿Por qué seguir intentándolo? Si no has sentido nada después de habertélo dado todo, no lo sentirás nunca.
El erizo estaba digiriendo la información. Esto se supone que era bueno para ambos, pero ¿Por qué a los dos se les formaba un nudo en la garganta y se les encogía el pecho? ¿Por qué tenían ganas de llorar?
Pues porque estaban renunciando a tener un futuro juntos.
Porque esa posibilidad ahora se había convertido en remota.
—Perdón por no haberte podido corresponder —era lo único de lo que había sacado fuerzas para decir
—No pasa nada, tú no eliges qué sentir. —El dúo se miró a los ojos, en un intento de averiguar qué estaba pasando en la cabeza del otro. Lo que ambos sabían es que esto sería significativo para su relación— Es por esto por lo que no te he estado hablando estas semanas, necesitaba y necesito tiempo para superarte. No va a ser fácil porque te he querido desde los doce, por lo que te pido que seas paciente.
—Claro... —dice no muy convencido—. El tiempo que necesites, Ames. —Le agarra una mano— Lo importante es que estés bien. —La mira a los ojos y le da un pequeño apretón a su mano.
La joven lo mira en shock; no esperaba que se lo tomase tan bien. Enseguida lo abrazó fuertemente.
—Gracias, Sonic. Eres el mejor.
El cobalto se limitó a sonreír y esconder su cara en su pelo, mientras la estrechaba entre sus brazos.
Unos golpecitos en la puerta interrumpieron el momento.
—Disculpen... Pero el horario de visita va a parar. Luego sigue por la tarde.
—Solo un momento —pidió Amy. La enfermera asiente sonriente y sale de la habitación—. Perdón por la interrupción.
—No pasa nada. De todas formas, es cierto que debería irme. Pero antes que nada... —Sacó el ramo de sus espaldas y se lo entregó— Cream me ha obligado a comprarlas, pensó que te gustaría.
—Tú... ¿Las has comprado para mí?
—Sí... —Se rascó la nariz mirando avergonzado hacia otro lado. Amy lo miró enternecida aspirando el olor de los crisantemos morados.
—¡Son súper bonitas! ¡Gracias, Sonic! —dijo con su sonrisa única, que se la contagió al erizo.
—Bueno... —Se incorporó— Vendré mañana a verte.
—Eso espero, si no... —Hizo un gesto como si estuviera agarrando su martillo, Sonic se tensó y Amy se empezó a reír—. Es broma, —Puso una mirada seria y bajó su tono de voz— por ahora...
—¡Amy!—la eriza se rió y él también.
Fue hacia la puerta. Se giró hacia su amiga y le guiñó un ojo al salir.
Salió del hospital a paso lento, miró hacia atrás y soltó un largo suspiro.
«¿Estás bien, Amy? ¿Por qué ahora decides tirar la toalla respecto a nosotros?»
Negó con la cabeza al tener ese pensamiento; era una estupidez. La decisión está tomada y es un tema donde él no debe meterse. Amy es mayorcita para saber lo que quiere o no. Por lo que Sonic, para intentar ahuyentar esos pensamientos, se fue a casa de Knuckles; un buen entrenamiento no le vendría mal para distraerse.
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¡Hola! Espero que estéis tod@s genial. Gracias por todas esas lecturas, sois lo mejor de lo mejor.
Perdón por no haber actualizado tan seguido pero tengo clases, por lo que me va a costar. Aunque parezca que se me olvida actualizar, es mentira, sólo que no tengo tiempo 😭
En fin, espero que os esté gustando la historia. Se van poniendo las cosas interesantes 😼
Gracias por leer, votar y comentar. Estaré leyendo vuestros comentarios y respondiéndolos cuando pueda.
¡Besos! ♡
PD: adjunto foto de una rana negra por si alguien no sabe lo que es (que creo que mucha gente no ha leído el comentario y todos merecemos ver esta maravillosa obra de la naturaleza):
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