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3

El Sol salía por el horizonte, iluminando las flores y distintas plantas que recibían gustosas sus rayos. Esta vez era una eriza la que despertaba perezosamente gracias a su alarma, deseando con un quejido que los días tuviesen más horas para que ella pudiese descansar. Descendió a la cocina a preparar su desayuno, cocinando uno digno de los mejores banquetes gracias a sus entrenadas habilidades culinarias. Se acicaló y salió a la calle disfrutando, como las plantas, los primeros rayos del día.

Varias personas la saludaban por la calle, mientras iba en dirección al centro. Era una persona muy querida por los niños y ancianos por ser tan amable con ellos; era una persona querida en la ciudad.

El tintineo de una campana resonó en la cafetería de Vainilla, la madre de Cream. Amy consideraba a Vainilla como su madre después de tantos años junto a su hija. Incluso la señora también la consideraba parte de su familia.

—¡Buenos días, señora Vainilla!

—Oh, buenos días, mi dulce flor. —En el rostro de la coneja afloró una sonrisa cálida. La eriza se acercó al mostrador y la abrazó animosa— ¿Lista para trabajar?

—Nací lista. —La coneja se rió ligeramente por el entusiasmo que desbordaba la joven. Le tendió su uniforme de trabajo y dejó que pasara al almacén a cambiarse.

Ya lista, empezó su jornada laboral haciendo una de las cosas que más le gusta: cocinar, y si eso incluye crear cosas lindas y helado, mejor que mejor. Empezó preparando unos mochis rosas, relleno de helado de fresa con tropezones de la misma fruta. Estos enseguida volaron en cuanto Amy sacó la bandeja.

Cream y ella se iban alternando entre cocinar y atender a los clientes en las mesas.

—¡Buenos días, chicos! —saludó a Charmy, Espio y Vector al verlos sentados en una mesa—¿ Qué os pongo?

—Lo que sea, Rose, total: va a estar bueno de todas maneras —dice Vector guiñando un ojo cómplice a su amiga.

—Enseguida —responde sonriendo—. Por cierto, —se acercó a la ojera de su amigo— a Vainilla le encantaron tu flores. Sigue así, casanova. —Eso hizo que su amigo se ruborizara y que ella se echara a reír.

Así era un día normal laborable en su vida.

Estaba limpiando las mesas, cuando sonó la campanilla del lugar.

—¡Bienvenido! ¿En qué puedo ser...

La rosada enmudeció al ver que se trataba de Sonic. Sus manos empezaron a sudar y su corazón comenzó a acelerarse.

—Hey, Ames... ¿Hay mesa para mí?

Se apoya en el marco de la puerta despreocupado, sonriéndole, expectante a su respuesta.

A los ojos de la joven, lucía demasiado atractivo; ese aire despreocupado, esa mirada con un atisbo de picardía... Tuvo que contener un suspiro para no quedar como tonta enamorada.

—P...por supuesto, sígueme. —Empezó su caminata. El sonido de las suelas de los zapatos del cobalto provocaba que no pudiera mantenerse centrada. Le indicó la mesa a su amigo y este se sentó. Dió una leída rápida al menú y la miró— ¿Ya sabes lo que vas a pedir?

—Una copa de helado de chocolate, por favor. —Lo apunta rápido en la libreta. Al ver de reojo que él la seguía observando, su letra se movió un poco.

—¿Algo más?

—Nop, eso es todo.

—Enseguida te lo traigo.

Tal como se giró, se fue corriendo al baño del personal de la cafetería. Sonic se quedó extrañado, pero no le dio importancia.

«Tonta, tonta, tonta ¿No que iba a ser nuestro amigo? ¡Pues entonces cálmate!» pensó al poner las manos en el lavabo, mirándose al espejo. Seguidamente, se echó agua en la nuca y en la cara para calmarse.

Salió más relajada del lugar, pero se quedó helada al ver a Sonic hablando con Sally, su amiga en común.

«Por Caos...»

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por Cream, que le ponía en una bandeja el pedido del erizo.

—¡Marchando, Amy!

«Respira hondo... —Lo hizo mientras cerraba los ojos— Vamos. —Se dirigió de manera pausada a la mesa—. Curioso, Sally en la ciudad. Qué raro que no haya avisado, o bueno, que no me haya avisado, porque al parecer Sonic sí sabía que venía. —Apretó la bandera fuerte— No, no, no. Celos fuera. Sally es nuestra amiga y Sonic... También. —Se puso triste al pensarlo— Pese a que Sonic sintió algo por ella hace años, ya no lo siente. Además, Sally está demasiado ocupada para mantener una relación...»

Salió de sus pensamientos al reconocer las risas de sus amigos. Elevó la mirada y los encontró charlando entre risas y sonrisas. Amy da un suspiro entristecida.

«Se ven tan bien juntos...»

Estaba tan ensimismada que tropezó con la pata de una silla, haciendo que la copa de helado volase y se rompiera en el momento que chocó con el suelo. Ella frenó su caída poniendo las manos, pero no pudo evitar que el helado le manchara la cara y parte de su uniforme.

—Ay... —se quejó por el dolor de la caída. Relamió su labio para probar el helado—. Qué desperdicio...

—Ya no te puedo pedir dos cucharas. —levantó la mirada y se encontró con Sonic, quien le extendía la mano para que se levantase.

—Sonic... —Se la aceptó y se quedó mirándole sin saber qué hacer, porque se perdió en el verde de sus ojos. Se quedó tiesa cuando este le quitó un poco de helado de las mejillas con el dedo, para seguidamente probarlo.

—Hmm ¡Tan bueno como siempre el helado, Vainilla!—felicitó a la coneja que asentía sonriente desde el mostrador. El corazón de la eriza palpitaba tan fuerte que creía que podría explotar—¿Te ayudo a recoger esto?

—¡Ah! ¡No! Lo hago yo. —Puso sus rodillas en el suelo a recoger los pedazos de cristal, mientras que Sonic iba a por una fregona. En menos de dos segundos, el suelo estaba reluciente junto a los trozos rogidos sobre la bandeja que traía Amy— ¡Sonic! —se quejó— ¡No deberías haberlo hecho, ese es mi...

—Lo he hecho porque he querido. Ahora, ve a saludar a Sally, que se muere de ganas de verte. —Miró hacia las espaldas del erizo para ver cómo su amiga se abalanzaba contra ella.

—¡Amy! —Su amiga la abrazó con fuerza. La eriza al principio se quedó en shock, pero al final ¿En qué estaba pensando? Era su amiga; una que hacía meses que no veía, una con la que pasó buenas anécdotas, por lo que le correspondió el abrazo con la misma ilusión— ¿Qué tal?

—Eso debería preguntarte yo, su majestad. —Hizo una reverencia para que Sally se molestara. La ardilla alzó una ceja y Amy empezó a reír.

—Qué graciosa, Rosie. —Rodó los ojos.

—¿Qué haces por aquí?

—Tenía algo de tiempo libre, así que decidí pasar para ver a mis queridos amigos.

—No te has olvidado de nosotros —imitó un tono de sorpresa irónico.

—Ni aunque pudiera os olvidaría. —Le dió un apretón a su amiga. Los dos empezaron a reír.

—Veo que sobro —contesta Sonic al apoyar su mandíbula en su mano desinteresado.

—¿Acaso interrumpo algo importante? —replica la eriza— Tal vez... ¿Una cita?

Rezaba porque no fuese así. Sonic se sonrojó mientras que Sally empezó a reír.

—No, no. Simplemente me he cruzado con este al andar por las calles y por pura casualidad hemos acabado aquí. —Miró a su amigo, esperando alguna reacción que lo delatara, pero nada, era la pura verdad. Eso la relajó— No te pongas celosa, también pasaré tiempo contigo. —Pasó un brazo por los hombros de su amiga.

—Lo estoy deseando. —Se guarda la bandeja debajo del brazo—. Bueno tengo que... —Le sonó una alarma en el móvil, lo miró y su cara pasó a ser una de pavor, como cuando te enteras de que había examen el mismo día— ¡Ah! ¡El boxeo! —Miró de nuevo a sus amigos— ¡Y aún no he acabado el día! ¡Y no he recogido el helado! —Se lleva las manos a la cabeza—. Ay, ay, ay...

—Vete —dijo una voz por detrás. Era su jefa.

—Pero, Vainilla...

—Vete, no te preocupes ¿Acaso nos subestimas a Cream y a mí?

—¡En absoluto! —Movió las manos nerviosa, intentando no empeorar la situación—. Es solo que... Me siento mal por no haber cumplido hoy y...

—Has cumplido todos los días. Andando. No me valen excusas. —Le tendió su bolsa de deporte y la empujó hasta la salida.

—Pero...

—Sin peros, disfruta. —A la coneja, cuando se ponía testaruda, no la ganaba nadie.

Dándose por vencida, se giró a sus amigos, se despidió moviendo la mano sonriente y salió corriendo hasta la casa de su amigo.

Golpeaba varias veces el saco de boxeo rojo, mientras Knuckles le indicaba los movimientos que tenía que hacer.

—Derecha... Izquierda... Agacha... Golpea... Para. —Dando bocanadas de aire y con gotas de sudor recorriendo su cuerpo, cesó su actividad en posicion de ataque— Muy bien, Rose. Descanso. —La rosada se dejó caer en la banca. Pasaron unos segundos hasta que sacó su botella de agua y empezó a beber. El equidna la miró dudoso de formular la pregunta que rondaba su mente desde hace unos días— Oye, Amy...

—Dime —dice sin mirarle, mientras seguía recuperando el aliento.

—¿Qué pasa con Sonic?

—Es...—Amy se quedó reflexionando sus palabras, sin saber qué decir— complicado.

Era la palabra adecuada para definirlo, para que nadie quisiera ahondar en el tema, aunque también se podrían añadir: confuso, incómodo, agobiante...

—¿Y eso? ¿Que te guste alguien es complicado? —Amy se entristeció. Knucles se golpeó mentalmente por lo que acababa de decir.

—Al parecer sí —Sonrió triste— ¿Cómo dejas ir a alguien, Knux?

—¿Eh?

—¿Cómo se saca a una persona de tu cabeza? —El de color carmín empezaba a entender por dónde iban los tiros.

—Bueno... —Apoyó las manos en el banco y se incorporó. Empezó a recoger un poco el lugar—. Nadie nunca dice que sea fácil: el amor desde luego que es un sentimiento complicado, uno que cuando te llega, trastoca tu cuerpo por completo haciendo que te vuelvas irreconocible, porque pasas de tener tu cabeza ocupada con millones de cosas a una sola; una que te quita el sueño y que hace que todos tus sentidos estén atentos a ella. Si lo miras desde fuera, parece que nos hemos vueltos locos... —Se ríe de su propia broma mientras enrolla varias vendas que protegen los nudillos al golpear— Hacer que esa emoción se vaya no es algo que se haga de la noche a la mañana: es un proceso duro y doloroso, que puede tardar mucho o poco; depende de la persona. En tu caso, creo que deberías estar separada de él por un tiempo: —Amy lo miró sorprendida— Has estado cada día pegado a él como una lapa. Estos días has estado alejada de él, por lo que puedes hacerlo. —La joven no se veía muy segura. Su amigo notó cómo se le ponían los ojos llorosos.

—No me veo capaz... —Mira de nuevo al suelo. El equidna levanta su cabeza después de sentrase a su lado.

—Eres capaz de esto y mucho más.

—Pero él... —Su voz tembló. El agua empezó a bajar por sus mejillas. Desde luego dejar ir a una persona que amas con toda tu alma no es fácil. Knuckles la abrazó y dejó que se desahogara en su hombro— No es justo, no es justo, no es justo... —dijo contra su piel con voz ahogada.

—Lo sé, Amy, lo sé... —Le acaricia la espalda para que se calme. A él también le afectaba verla así.

Después de un rato, la rosada se calma y se separan. Amy se limpia las lágrimas y sorbe la nariz.

—¿Y qué hago para no pensar en él?

—Haz distintas cosas: leer, cocinar, ve de compras, sal con tus amigos; lo que te apetezca que te mantenga distraída. —La joven bajó la vista al suelo. Su amigo  le puso la mano en el hombro, lo que hizo que ella dirigiera su atenció a él— Para lo que necesites nos tienes, Amy. Incluso si estás muy desesperada, a Shadow. —Eso causó que la fémina se riera. Knuckles sonrió al ver a la eriza más animada.

—¿Entonces puedo venir más veces a entrenar?

—¡Las que quieras!— Amy le sonrió. Se levantó para guardar sus cosas en su bolsa.

—No sabía que sabías tanto sobre estos temas. Eres un verdadero celestino. —El equidna se rascó la cabeza algo avergonzado.

—¡Ah! ¡Bueno! Pues no sé; cuando me da por pensar sobre estos temas pues pasa esto.

—Deberías hacerlo más a menudo entonces.

—¿Tú crees?

—¡Por supuesto! Además, te recomiendo escuchar tus consejos, pueden que te ayuden con cierta murciélago. —Se giró y le guiñó el ojo. Un ligero rubor cubrió las mejillas de su amigo.

Amy cerró la bolsa, se la echó al hombro y empezó a caminar hacia el exterior.

—Amy. —La nombrada se giró— Esta es sólo una etapa dura. No te comas la cabeza mucho; no te hará bien—ella asintió y se fue a su casa.

La conversación con Knuckles le había dado que pensar, y un baño relajante podría ayudar a aclarar sus ideas.

—No ha cambiado nada —dice Sally, sonriendo nostálgica, mientras se sentaba de nuevo.

—Ni un poco —añadió Sonic.

—¿Sigue enamorada de ti? —preguntó interesada.

Su relación había sido bastante turbulenta desde sus inicios, aunque siempre se había llevado bien; eran buenos amigos, se querían mucho.

—Eso creo.

—Y tú seguro que seguirás huyendo de ella como siempre haces. —Le pegó un tirón de orejas al cobalto.

—¡Ay! ¡¿Pero qué...— Alterado, se sobó su oreja dañada.

—¿Acaso no te importan sus sentimientos? ¡La de veces que habrá ido ilusionada a verte y le habrás partido el corazón! —protestó cruzándose de brazos.

—¡No es mi culpa que no sienta nada por ella! —Sally lo miró entecerrando los ojos— Como si yo pudiera controlar lo que siento... —dijo entre dientes.

—Pero tienes que reconocer que deberías ser más amable con ella —le remarcó su amiga.

—Otra igual. —Sonic rodó los ojos, harto de que le repitieran lo mismo una y otra vez.

—Hombre, es que tienes veintiún años y te sigues comportando como si tuvieras quince.

—¡Oye!

—¿Acaso miento? —El erizo no dijo nada, se limitó a mirarle mal con un mohín—. Vamos. Amy es una gran chica, sólo te pido que le hables como una persona normal.

Sonic seguía sin cambiar su cara, pero enseguida dio un suspiro, dando su brazo a torcer.

—De acuerdo, lo intentaré —anunció resignado.

—¡Muy bien, estás creciendo! —Sally dio unos breves aplausos.

—¡Que no soy un niño!

—Eso ya lo veremos.

—¡Sally! —La joven se rió.

Lo malo, es que Sonic no pudo hablar con su amiga por varias semanas, porque cada vez que le decía de quedar, ella le daba largas diciendo que tenía otras cosas que hacer o que estaba ocupada.

—Perdón, Sonic; es que ya he quedado con Knux. Otro día ¿Vale?” Eso fue el lunes de hace dos semanas.

Ay, Sonic. —Lo mira con cara de pena— Vainilla me ha pedido que la ayude en la cafetería porque Cream se encuentra mal.” El jueves de la semana pasada, sabiendo que había visto a la coneja esa misma mañana con Tails en el centro.

Pero siempre tenía tiempo para ver al resto de sus amigos. A todos menos a él.

Y él tenía que estar bien con eso.

Él tenía que soportar cómo ella lo pasaba bien con los demás y cómo poco a poco ya no era parte esencial de la vida de su amiga.

¿Acaso lo odiaba? ¿Por qué no quería estar con él?

¿Qué había pasado para que ellos no estuvieran juntos?

El erizo suspiró, tirando su móvil a su almohada, después del enésimo intento de haber intentando pasar tiempo con su amiga.

«Estás bien, Amy? ¿Por qué ya no pasas tiempo conmigo?», caviló cuando intentaba conciliar el sueño. Se puso a rememorar los momentos en los que la eriza lo perseguía para pasar unos pocos minutos con ella o para convencerlo de tener citas juntos.

Sonrió melancólico al recordar la sonrisa y miradas ilusionadas y su tono de voz emocionado cuando se la encontraba. Formaba un gran contraste con las miradas de sorpresa y las sonrisas forzadas que esta le dedicaba mientras rechazaba pasar tiempo con él. Los papeles se habían cambiado y ahora el erizo podía empatizar más con Amy.

«Con que esto es lo que se siente... Vaya mierda —pensó al sentir cómo su corazón se hacía más pequeño, sintiendo así una opresión en el pecho— ¿Qué he hecho para que no quieras hablarme, Ames?»

Se quedó rumiando gran parte de la noche acerca de qué pudo haberle pasado a su amiga, hasta que sin darse cuenta, se quedó sumido en un profundo sueño.

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