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20

Los pitidos incesantes de coches y el tráfico, como siempre, eran comunes en Central City. Amy miraba por la ventana, observando como la polución abandonaba el tubo de escape del coche de al lado, aburrida en el bus. Pero no solo ella estaba así, también todos los que no podían volar o correr rápido también. Maldito tráfico.

—¡Menos mal que hemos salido antes! —dice Vainilla, sonriendo y teniendo a Amy abrazada de lado. Como buena madre, ella siempre queriendo estar cinco horas antes de embarcar.

Si nos vamos con los otros suertudos, Sonic y Shadow seguían a Rouge; en vez de ir por la ciudad, iban a tomar un desvío para que ellos pudieran correr mejor.

—Bueno, azulón ¿No vas a decir nada de Navidad? —dice la albina desde los cielos, con una sonrisa de chismosa.

Sonic simplemente suelta un bufido mientras miraba al frente, incómodo por ser el centro de atención de un tema tan íntimo y delicado, porque ahora estaban en un punto muerto. Panda de cotillas...

Faker, como le rompas el corazón a Rose, te juro por las esmeraldas del Caos que...

—¡Ya vale! —interrumpe el cobalto con un ligero color carmesí sobre sus mejillas— Ni siquiera la he besado...

Aún —dijeron los otros dos a la vez. Sonic se puso más rojo y casi se tropieza con una piedra.

No sabía de dónde, pero el impulso que le dio en Nochebuena... Joder, no se le puede dejar beber. ¿No que quería olvidarse de Amy? ¿Entonces por qué mierda la había intentado besar? ¡Había pasado de él durante un año! Ya no era como él que, al menos dejaba que ella estuviera con él ¡Lo había apartado de su vida por completo!

Tails va a tener razón sobre los picos de testosterona que sufren los mamíferos macho. Aunque se había burlado de ella, era cierto lo que le había dicho en el hospital: la uni le estaba sentando bien a Amy, se la notaba más suelta, más atrevida...

Sin embargo, el precio a pagar para que eso siguiera evolucionando era que ella lo dejase ir, al parecer.

—Y ella quiere, hazme caso —aseguró su compañera, recordando cómo les admitió el día del funeral de Draco que ella, aunque lo había intentado, no había podido superar del todo al erizo.

—¿De verdad podemos hacerte caso? —dice Silver, llegando un poco apurado al lado de la murciélago. Ella lo mira mal pero sonríe de forma chulesca.

—Tú no lo viste porque tenías más alcohol en vena que sangre esa noche, pero dos erizitos estaban haciendo manitas en el techo de la casa... —explica, mirando de reojo al animal aludido, con una sonrisa de satisfacción.

—Y que el Faker es virgen —añade ese tan importante dato el azabache, contento de tener algo sustancial para meterse con su rival.

Sonic casi se atraganta con su saliva cuando escucha esa afirmación de nuevo salir de la boca de Shadow, para después arremeter contra él:— ¡Tú has estado cincuenta años criogenizado, también lo eres! —contraataca, haciendo que Shadow ahogue un quejido de autoconciencia.

—¡¿Y tú qué sabes?!

—¿Y qué hay de malo en serlo? Ponéis como si tener sexo fuera una ascensión divina —replica el albino. Rouge lo miró como si estuviera loco y los erizos extrañados.

—¿No lo es? —preguntaron ambos, haciendo que la murciélago se diera una palmada en la frente.

—Pobre de la mujer que os toque... —lamenta la joven, pensando en la futura incomodidad que sufrirían sus potenciales amantes en el futuro, ya que estos dos no tenían pinta de saber mucho de anatomía femenina.

—Si es que os toca alguna —remarca el erizo volador con una sonrisa burlona, mirando al frente, haciendo que los erizos veloces le gruñeran.

—¡Cállate hippie!

—¡Baja a repetirlo si te atreves, cabeza de marihuana! —amenazó el erizo mayor, apretando el puño hacia el cielo. Silver le sacó la lengua y después se rio, mientras la mujer soltaba un suspiro de exasperación, arrepintiéndose de querer ahorrar dinero y no ir en el bus con el resto.

Después, bajó la mirada a su nueva más preciada joya, su anillo de compromiso. Ay... Qué bonita fue esa noche: Knuckles estaba tan nervioso, no dejaba ni que lo abrazara para que no notase la caja en su bolsillo, porque sí, había dejado la tan tediosa tarea de vigilar la Esmeralda para llevarla a cenar y bailar a uno de los restaurantes más vanguardistas de Central City, vestido de traje. Todo por ella. La quiróptera se mordió el labio al recordar sus púas rojas recogidas en una coleta, su camisa morada con botones desabrochados, el pantalón que hacía que se marcase todo...

Tampoco duró mucho la ropa puesta para apreciarlo arreglado, todo también había que decirlo porque, después de la pedida, la cual fue a la vuelta, pasando por una colina donde se veían las estrellas, se enredaron en las sábanas de su dormitorio para perderse en la lujuria y la emoción de ser futuros esposos.

Ella soltó otro suspiro, pero esta vez uno enamorado, ya que estaba tan perdida en sus pensamientos no aptos para todos los públicos que no recordaba que estaba aún con los tres erizos, los cuales la miraban extrañados.

Si ellos supieran...

El aeropuerto, como siempre, estaba bullicioso, con maletas rodando por el suelo sin cesar y la gente yendo de aquí para allá.

De nuevo, Tails y Amy estaban listos para irse.

Rouge estaba abrazada a su prometido, viendo a ambos estudiantes revisando que tenían toda la documentación necesaria y que llevaban todo lo que se habían traído de vuelta. Sus niños queridos...

Blaze revisaba con la eriza que estuviera todo. El vulpino hacía lo mismo con la coneja pequeña, la cual sacó para sorpresa del joven, unos marcapáginas hechos con flores disecadas. El zorro la mira sorprendido mientras la joven se sonroja, mirando hacia otro lado.

—Para cuando se encuentre estudiando, señor Tails —explica la adolescente, tímidamente. El joven universitario asiente mientras los guardaba con sumo cuidado en su mochila.

—Gracias, Cream. Siempre que los use, me acordaré de ti —dice, con una sonrisa sincera, ajustándose la bolsa en el hombro. La coneja asiente, pero no parecía aún satisfecha.

La joven inhaló, cerrando los ojos, para después mirar con determinación al zorro amarillo—: ¿P-por qué cree que yo me interesaba tanto en sus habilidades mecánicas, eh? —confiesa, con las manos a la espalda. Su amigo la mira extrañado hasta que cae en la cuenta de lo que se refería, sonrojándose con la boca entreabierta, sin saber qué decir.

—Aún Zooey... —confiesa el joven, intentando no herir a su amiga.

—No importa —asegura, con una pequeña sonrisa.

—La distancia...

No importa. Simplemente... Te lo quería decir. No esperaba que me correspondieras, era... Para aliviar mi ansiedad y mis nervios —admite, aún mirándole con esa sonrisa. Cream sabía que la madurez entre ellos era muy grande, ya que ella estaba en el instituto y él en la universidad, que tal vez era demasiado inocente ya para sus gustos. Pero a veces para seguir adelante había que quitarse cosas del pecho.

Vainilla suelta un grito ahogado, ya que esto era lo último que se esperaba de su hija, pero luego sonríe y deja que Vector la abrace por detrás. Cheese le dio un pañuelo, ya que se había puesto sentimental, mientras se apoyaba en la coronilla de la coneja mayor, mirando también emocionado la escena.

Espio sonrió al ver a su amigo y novia enternecidos y miró de reojo a los tres erizos, quienes miraban a la pareja de niños sorprendidos. Al final Tails va a tener razón y todo acerca de que ellos no saben hablar a las mujeres, ya que todos saben que Blaze es la que llevaba los pantalones en la relación con Silver.

Cuando vieron que las puertas de facturación de su vuelo abrieron, ambos viajeros se miraron y asintieron, ajustando sus mochilas y girándose a ver a su grupo de amigos. A su familia.

Las despedidas no tardaron en suceder. Aunque iban a volver para verano, parecía que se iban por años.

Pero así se siente cuando te marchas fuera. Te vas a perder momentos en las vidas de tus seres queridos, a la vez que ellos también se perderán los tuyos. Es el precio a pagar.

De repente, todas las miradas se posaron en el erizo azul. Él los mira extrañado, pero fue momentáneo, ya que enseguida se sonrojó y entendió qué querían que hiciera.

«Maldita sea, Cream... ¿No pudiste haber hecho esto en privado?», se lamentó en su mente, mirando hacia otro lado nervioso.

¿Qué hacía ahora? O más bien ¿Qué podía hacer? Se iban a besar en Navidades, sí, pero en fin de año cada uno estuvo por su lado, hablando con sus amigos, porque después del Día de Reyes, Tails y Amy se iban de nuevo para estudiar los exámenes finales de cuatrimestre.

Y bueno... No han vuelto a hablar del tema. Han hecho como si no hubiera pasado nada. Que en verdad era así ¡Pero la intención estaba! Ay... ¡Qué complicado! Porque ahora si intenta besarla puede que se aparte, pero también puede que no y quedaría como un momento sacado de comedia romántica total como las que le gustan a ella.

Pero... ¿Qué mierda, Sonic? ¿Por qué te preocupas por esto? Un momento... ¿Verdaderamente qué quería él con Amy? Tenerla a su lado estaba claro, besarla al parecer también ¿Pero una relación? ¿Tener que estar atento a alguien mientras él estaba pendiente de que no lo matasen?

Eso no iba a durar.

¡Maldita sea, no había cambiado nada! ¡No había madurado lo suficiente! ¡No sabía lo que quería!

¿Pero no era una cosa normal a su edad? Recién ya era considerado un joven adulto, sin embargo, el prefijo joven se usa porque, en verdad, se es un adolescente con preocupaciones adultas. El lóbulo frontal aún no está desarrollado, la personalidad sigue cambiando y los gustos también.

El joven erizo tragó saliva mientras se enderezaba, acercándose lentamente a Amy, escuchando su corazón latir con fuerza en sus oídos y las palmas sudorosas.

La rosada levantó la mirada al notar a alguien yendo hacia ella, y al ver que era su amigo azulado se puso recta de inmediato. Ambos se miraron nerviosos, sin saber qué decir o hacer.

—Espero que esta vez si me escribas, Ames —dijo, intentando bromear, pero había sonado a que le estaba recriminando algo. La eriza lo miró con los labios entreabiertos y después apartó su mirada, frotándose la parte posterior de su cabeza con vergüenza, con una sonrisa temblorosa.

Parece que estaba esperando algo diferente.

¿No se os hace antigua la escena?

—Sí... A ver si no me mandan tantos portfolios para entregar —replica con risa nerviosa, haciendo que el joven se ría de la misma manera y que la incomodidad del momento aumentase.

Ambos parece que recordaron que se estaban despidiendo, por lo que se dieron un abrazo corto, dejando patidifusos a todos, ya que estaban esperando que por fin confesaran sus sentimientos.

Pero hay cosas que aún no están resueltas. Hay problemas nuevos en sus mentes: la seriedad y la importancia a las amistades. A que ahora se estaban dando cuenta de lo valiosas que son y cómo de duro es un duelo por tensiones en ella o directamente... Cuando ya está rota.

Los dos erizos tenían miedo de arriesgar por no querer sufrir, por no querer irse de la vida del otro si todo acababa mal.

Habían vuelto a sus roles originales.

Tails miró su reloj y vio que la puerta de embarque acababa de abrir para su vuelo, y para el de Amy quedaban quince minutos. Él no quería interrumpir la escena, pero ya era hora de irse.

—Chicos... El avión ya va a salir —recuerda, con vacilación. La fémina rosada salió de su trance y asintió, inquieta. Ella recogió sus cosas y con un último movimiento de mano, junto a una sonrisa de añoranza, desapareció junto a su amigo zorro por las puertas de seguridad.

Sonic sintió una opresión en el pecho viendo cómo ambos se iban, recordando lo mal que lo había pasado este último año.

No quería volver a eso. En el fondo, tenía ese deseo infantil de que todo volviera a ser igual que antes.

Maldita sea ¿Por qué había que crecer? ¿Por qué la vida tiene que ser tan difícil? ¿Por qué se tiene que complicar con el paso de los años?

La pérdida de la inocencia, enfrentarse a las represalias y responsabilidades de la sociedad que poco a poco caen sobre los hombros. Eso es lo que causa conmoción; el darse cuenta que el mundo no es tan colorido, tan alegre. Con los niños siempre se tiene precaución, o en general se intenta, para que no crezcan desganados, para que no crezcan y sientan que no merece la pena pasar por esto.

Parece que, cuantos más años tienes, la sociedad te castiga. Y cuando por edad ya estás al borde de la muerte, no importas.

Los grandes traumas de la vida: saber que sólo tenemos una y que no se sabe qué hay después, que muchas veces pasarla bien o mal depende de nosotros... Y que el mundo, siendo bello y horrible a partes iguales, muchas veces influye más de lo que queremos en ello.

El erizo quería llorar, pero era ley de vida ver cómo a veces los amigos se distancian para seguir su camino y no poder hacer nada.

«Por favor que no se den la vuelta, porque no me voy a poder contener», pensaba Sonic, sintiendo un nudo en la garganta a la vez que le picaban los ojos. Cómo dolía.

Y no se estaba dando cuenta, pero todos miraban lo acojongado que estaba. Knuckles decidió intervenir, rodeando su espalda con un brazo para sujetarlo.

A veces no se pueden afrontar las cosas solo. Por eso es importante tener amigos de verdad, para que te sujeten antes de que te caigas o que te ayuden a levantarte cuando ya has caído.

—¡¿Pero qué mierda, erizo?! —regañó la murciélago mientras Knuckles recogía la mesa después de comer. Shadow miraba aburrido a su compinche, sentado al lado de su rival en el sofá de la casa de los prometidos.

Sonic simplemente soltó un bufido mientras enterraba la cara en sus manos, arrepentido de cómo había actuado en el aeropuerto.

Soberano idiota. La estaba confundiendo de nuevo.

Y Rouge molestándolo con el tema lo abrumaba más.

—Ya, lo sé... —replicó quejumbroso. Ya había sido lo suficientemente humillante el haberse quedado como pasmarote sin saber cómo despedirse de ella. ¿Debería haberle hecho caso al impulso de besarla? No lo sabe, porque con todos mirando... La incomodidad lo había frenado, el miedo se había apoderado de él.

Sonic se fue a casa; quería regodearse de su tristeza solo y no escuchar cómo debería de haber actuado.

Se tumbó en su hamaca de lado, en total silencio, menos el de su cabeza; ese nunca cesa. El erizo sonría levemente al ver a sus pies una manta que Amy tejió para él como regalo de Navidad; le llegó por correo porque se fue de viaje con amigos de la facultad a esquiar.

Sin pensarlo mucho, agarró la manta y la rodeó con su cuerpo, encogiéndose mientras se aferraba a ella. A esa idea de Amy que él conocía, pero que poco a poco dejaba de existir.

¿Ha sido completamente su culpa que ella se vaya? Pero también, ¿Era egoísta el pensar que todo seguiría igual entre ellos para siempre, que en el fondo eso era lo que él quería?

Tal vez era él el que tenía el problema. El no aceptar algo tan natural como las nubes en el cielo; que los seres vivos somos cambiantes y nunca estables. Casi nada lo es de todas formas.

Y lo cambiante asusta, por supuesto. Tal vez por eso se animó a volver a por Amy. Para sentirse de nuevo a gusto, que todo iba bien. Que todo seguía igual.

Qué iluso.

Como esas lágrimas que rodaban por sus mejillas sin que él se diera cuenta.

Tails en la universidad becado, teniendo un futuro brillante. Amy cumpliendo un sueño frustrado. Y Knuckles a punto de casarse mientras seguía cumpliendo su deber.

Todos avanzaban menos él. Qué ironía; el erizo más rápido del mundo quedándose atrás en la vida, en lo que al final verdaderamente importa.

¿Qué ambiciones tenía aparte de luchar contra el mal? ¿Aparte de vaguear y de comer como un cerdo?

Nada. No se le venía nada a la mente aparte de ser un héroe.

Inmaduro. Inmaduro. Inmaduro.

¿Tal vez ese es el motivo por el que lo abandonan, porque seguía siendo un niño, porque había pasado de ser una niña madura a sólo ser un casi hombre infantil?

Tenía miedo al compromiso. No se aclaraba con lo que quería. Sus relaciones amorosas consistían en idas y venidas ¿Qué tipo de novio sería para Amy, para esa chica que siempre llevaba en corazón en la manga?

No podía hacerle eso. Nunca se lo perdonaría; ni ella a él, ni él a sí mismo.

Tal vez fue hasta bien comportarse de forma tan... Rara en el aeropuerto. Explicaba cómo su mundo interno estaba. Y las mujeres se comunicaban a base de indirectas con los chicos ¿No?

Mierda, esto no le había pasado con ninguna chica. Pensar cómo debe actuar; ir con cuidado en vez de ser un casanova como siempre. Casi besarla por impulso estando borracho. Se daba hasta miedo.

Qué emoción tan complicada y poderosa es el amor.

El cobalto se incorpora de la cama, meneado la cabeza y abofeteándose a así mismo.

«No, Sonic. No te derrumbes, ahora justo cuando se van todos no puedes permitirte bajar la guardia», se intentaba autoconvencer.

Pero el nudo en la garganta decía lo contrario. Su respiración pesada y la opresión en el pecho también se unían.

Sa tapó la cara y empezó a sollozar. De dolor, de angustia, de resignación, de frustración.

—No quiero, no... ¡No es justo! —se lamentaba en voz alta, acojongado. La seguridad del pasado se deslizaba entre sus dedos y no había nada que lo pudiera evitar.

Pero tal vez no tenía que cargar con todo eso él solo; el héroe estaba tan ensimismado en su desgracia que no oyó a casi su verdadera figura paterna abrir la puerta de su casa y encontrarle destrozado.

—¿Sonic? —preguntó el tío Chuck. El casi anciano se sorprendió al verlo llorar y tan vulnerable; casi nunca se dejaba ver así. El mayor aceleró y tomó a su sobrino en brazos, acariciándole la espalda para intentar calmarlo, causando que el joven se aferrara a él y se dejara consolar mientras seguía llorando. El adulto quería preguntar qué pasaba, pero no era momento.

Chuck se quedó toda la noche con su sobrino, cuidando que descansase bien, aunque con el lote de llorar que se dio, probablemente hubiera dormido bien sin él. Las crisis existenciales no son fáciles y eso a su edad lo sabía bien.

Pero oh querido Sonic. Dudar es símbolo de madurar. Has empezado la senda de tu camino de nuevo, e ir a tu ritmo no significa ir tarde. 

«Amy... Lo siento mucho. Es me»

En el avión, una eriza rosada miraba por la ventana de forma melancólica, perdida en sus pensamientos. Había sido todo tan... Incómodo.

¿A lo mejor era porque consideraba que la noche de Navidad fue un error? Ya de por sí fue suficientemente vergonzoso cuando ella admitió de forma indirecta sus sentimientos antes del accidente... Los celos eran suficiente prueba, ¿No?

O tal vez porque estaba presionado por sus hermanos para dejar de ser virgen y el alcohol le había ayudado a perder la vergüenza.

Sí, seguro que era eso. Era lo único que tenía sentido. Había actuado por impulso y no le había salido bien.

Eso hizo que ella frunciera el ceño y soltase un bufido. Será cabrón... No había cambiado ese imbécil.

Amy sorbió por la nariz y fue rápida hacia los baños; no quería hacer una escena para que el resto de pasajeros la mirasen. Cerró la puerta y puso el pestillo para luego apoyarse en ella de nuevo y empezar a llorar, intentando controlar el volumen.

Pero dolía mucho. El pecho lo tenía como si alguien le estuviera apretujando el corazón, como si le estuvieran presionando las costillas.

«¿Por qué tienes que ser tan tonta, Amy Rose? Le has dado miles de oportunidades y no cambia ¡El cabrón no cambia! Y tú como tonta aún le perdonas y tienes esperanza de que sí», se regañaba a sí misma mientras se tiraba de los pelos «¡Tonta, tonta, tonta! No has dejado de ser esa niña tonta lameculos de esa copia barata de Speedy González...» La joven gruñó y, con una tira larga de papel higiénico, empezó a forcejear del coraje para soltar tensión hasta que hizo trizas el papel, respirando de forma agitada para reanudar el llanto.

Qué duro es tener el corazón roto por una relación que difícilmente se puede arreglar. Porque por mucho que se perdone, la confianza nunca será la misma.

¿Qué habéis hecho, chicos?

༺༻

Vaya capítulo más pedorro me ha quedado, lo editaré en un futuro. 

Para que veáis que lo prometido es deuda y que no me he olvidado 😡

Dije también que esto está acabando, pero que aún queda (no sé cuánto porque me gusta enrevesar las cosas y que todos los cabos acaben bien atados)

Estaré leyendo vuestros comentarios y respondiéndolos cuando pueda.

¡Besos!

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