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17

Amy miraba las nubes a través de la ventanilla del avión. Se lleva los dedos al puente de su nariz, resoplando.

«Qué mala época para que te vayas, María», pensaba, porque tenía muchos proyectos que entregar y también porque al estar tan cerca de las vacaciones de Navidad, tendría que ponerse a estudiar; estaban a finales del primer cuatrimestre del segundo año, por lo que los exámenes estaban a la vuelta de la esquina.

Sacó su cuaderno de bocetos y se puso a dibujar para distraerse de esos pensamientos y avanzar algo de lo que tenía que hacer.

«Maldita sea. Además de que ellos después no hacen nada en vacaciones y tardan la misma vida en revisar los exámenes y trabajos. Cabrones...», daba trazadas agresivas, aunque poco a poco bajaba la intensidad porque se le pegaban los párpados.

Al final la pobre eriza se quedó dormida con su cuaderno abierto; había estado estudiando muy duro estas semanas y tener que asistir a un funeral le rompía los esquemas; no sabía de dónde sacaría tiempo para repasar entre tanta lágrima y tristeza.

«Ay... Lo fácil que era mi vida antes»

La joven apretaba la mandíbula al verse enfrente de su casa, su hogar. Todos los recuerdos se agolparon al verla; se sintió mareada por tanta información repentina en su cabeza.
Seguía tal y como se fue: luminosa, acogedora y rodeada de plantas. Dió gracias mentalmente a Vainilla y a Cream por haber venido de vez en cuando a echar un vistazo a la casa.
Rodó su maleta por las baldosas, sacó su llave y abrió la puerta, dejando ver el interior del hogar.
Sus muebles estaban en su sitio, los cuadros y fotos relucientes y la cocina impoluta. Era como si nunca se hubiera ido.

«Todo sigue igual»

Bueno, todo no, Amy. Tú ya no eres igual.

Fue a dejar su maleta en su cuarto. La nostalgia la inundó al ver las cosas que no se pudo llevar con ella al inicio de primer año. Agarró con cariño la foto que estaba en su mesita de noche donde aparecían sus amigos y ella.

«Qué pequeños... », apreciaba con añoranza.

Sin embargo, su mirada se congeló al ver la foto de ella con Sonic.

Su Sonic.

Ay, Sonic ¿Cómo habrás estado?

El corazón de la muchacha se aceleró al pensar en él. Llevaba tanto tiempo sin verle en persona que ya ; sólo lo veía por la televisión.
Se puso a imaginar el cambio que habría dado, haciendo que su corazón se pusiera impaciente por verlo.

«Y ni siquiera me ha dado tiempo a llamarle ¡Tonta, tonta, tonta!», se dio varios golpecitos en la frente.

La vida de adulto la tenía muy ocupada para preocuparse por él.

Sin embargo el enfado nubló su mente por un pensamiento que su mente había hecho aparecer: Hace unos días vió en una revista del corazón rumores de que el héroe de Mobius estaba saliendo con Honey the Cat, una amiga en común de ambos —diseñadora de fama mundial—, porque fueron vistos saliendo juntos de la suite del hotel donde ella se alojaba temprano por la mañana.

Pero ella tampoco tenía derecho a cabrearse. Ella fue la que le dijo que no la esperase, que mirase hacia el futuro.

¿Por qué le extrañaba que no le hiciera caso? ¿A lo mejor porque creía que él podía cambiar?

Pero estábamos hablando de Sonic; rara vez pasaba eso.

«Él deber ser feliz también»

Antes de salir a la casa de Knuckles, se miró al espejo que ella tenía. Ya no había nada que se asemejara a la Amy antigua, tenía el pelo algo más largo recogido en una coleta, llevaba pantalones, un top que dejaba ver su abdomen de la forma de un polo de vestir y llevaba calentadores en las manos.

«Vamos allá», inspiró profundo y fue abajo.

Era temprano en la mañana. Sonic se había quedado en la casa de Knuckles con Shadow y Rouge. Ya no tenía más ganas de dormir, y eso era raro en él.
Fue a la cocina a por un vaso de agua, cuando llamaron a la puerta.

«¿Quién mierda quiere algo a las nueve y media de la mañana?», bostezó y fue arrastrando los pies a abrir la puerta, frotándose los ojos.

—¿Qué pa...?

Ambos se quedaron sin palabras al verse.

—Sonic...

—Amy...

Los dos pares de ojos parecían que iban a salirse de sus cuencas.

«Mierda», pensaron.

Estaban petrificados como estatuas. Sólo se miraban de arriba a abajo sin aún creer lo que veían.

El cobalto, si no fuera porque reconocería su cara en cualquier parte, no sabía que era ella. Llevaba ropa que nunca se la había visto y su mirada se había vuelto distinta. Estaba enfrente de una joven adulta en su máximo esplendor.

Amy miraba esos ojos que tanto añoraba. Sonic seguía como siempre, pero con otra aura que no reconocía.

Puede que en verdad si haya cambiado algo.

El otro, sin embargo, no estaba tan contento de verla.

«Ahora vienes ¿no? Cuando ya puedo estar sin ti»

—¡Ah! —El joven fue el primero en salir del trance— Qué grosero... —murmuró a sí mismo— ¿Quieres pasar?

—Claro...

Ambos se sentaron en el sofá, uno en cada esquina. No se atrevían a mirarse.

No esperaban tener que enfrentar esto tan temprano.

—¿Estás viviendo ahora con ellos? —preguntó la recién llegada mirándolo de reojo. Su voz hizo que el joven enderezase su espalda de manera inconsciente, poniéndole nervioso en el acto.

—¿Eh? ¡Ah, no! Es momentáneo... Hasta que veamos que Shadow pueda estar bien solo.

—Ajá...

Silencio de nuevo. La rosada movía la pierna mientras se mordía el labio. Sonic miraba atento al suelo, como si estuviera comprobando que no estuviera hecho de cualquier cosa que no fuera suelo.

Llamaron de nuevo a la puerta y el erizo se levantó de una a abrir, para evitar la incomodidad.

Había llegado otra persona que nadie se esperaba ver.

—¡Tails! —Amy estaba sin creer ver a su amigo allí. Hacía tanto que no lo veía...

—¡Amy! —ambos corrieron a abrazarse con emoción. Sonic sonrío al verlos juntos de nuevo. La añoranza se hizo presente en su pecho.

Ya no había ningún rastro de inocencia en ellos, incluso en el vulpino aunque fuera más joven. Su lenguaje corporal había cambiado y sus estilos de vestimenta también; Tails usaba un gorro negro con unas gafas que eran para trabajar en sus proyectos junto a un cinturón de herramientas. Sus voces se habían vuelto graves y sus caras estaban más matificadas; cosas propias de la edad. 

Lo que cambian las personas en tan poco tiempo ¿Verdad?

—Sonic ¿Por qué estás haciendo tanto ruido por la...? —Knuckles iba bajando las escaleras adormilado. Miró hacia donde estaban ellos y se quedó patidifuso. Fue rápido a abrazar a los recién llegados con fuerza, quienes soltaron un grito por la sorpresa.

El ambiente se había vuelto cálido de repente. Las risas y sonrisas inundaban la sala.
Poco a poco volvían ellos y los tiempos felices. 

Pero qué pena que lo hicieran ahora.

Todos los que estaban en la casa se levantaron a ver qué ocurría abajo. Ahora conversaban animadamente con los invitados.
Amy no se separaba de Shadow y el otro tampoco quería separarse de ella, aunque apartaba la mirada para ver de vez en cuando para ver a Sonic. Lo veía más sensato y sereno, aunque seguía teniendo esa chispa de picardía en los ojos que tanto le gustaba.
El erizo la pilló mirándolo y ella giró la cabeza avergonzada y se metió de nuevo en la conversación con Tails y Shadow. Sonic sonríe, aunque después hace una mueca.

¿Cómo puede actuar como si nada hubiera pasado?

Sonic aprieta el puño y se muerde la mejilla.

«No es justo»

Muchas figuras importantes de Mobius vinieron a despedir a María. El funeral se celebró en la catedral cerca del castillo Acorn, donde se celebraban los eventos importantes de las personas con alto prestigio.

El equipo Sonic fue llegando poco a poco. Cuando llegó el cobalto, los periodistas casi se le tiran encima.

—¡Sonic! ¿Los rumores de la relación con Honey son ciertos?

—¿Qué opinas sobre qué los Robotnik encarcelados hayan venido al evento?

—¡Aquí Sonic!

Sonic llegó primero para que los periodistas no atosigaran tanto a Shadow. Los esquivó de manera hábil y fue a buscar su sitio en la iglesia.

«No es momento de responder esas preguntas en un funeral ¿No tienen tacto o qué?», pensó con mosqueo.

Se dejó caer en el banco a la vez que daba un suspiro. Admiraba el contraste de la decoración áurea recargada con la ropa negra de los invitados a la ceremonia.

«Un sitio donde se celebra la felicidad también puede mostrar las desgracias»

No se dió cuenta de la presencia que tenía a su vera hasta que escuchó a alguien llorar. Él giró la cabeza y abrió los ojos con sorpresa.

La última persona que pensaba que le iban a poner al lado.

—¡¿Eggman?! —Ivo sorbe la nariz y le mira algo tímido.

—Hola, Sonic... —mueve la mano en forma de saludo, haciendo que las cadenas que llevaba en sus muñecas retintineasen. El héroe lo miró con pena; no lo estaban tratando como a un ser humano que ha perdido a un ser querido, sino como a un monstruo. Buscó en su bolsillo del traje y le otorgó un pañuelo—. Gracias... —Lo agarró y se soñó la nariz.

—¿Cómo estás?

—Bueno... Pues... No muy bien.

—Ya...

«Gran acierto, Sonic», se dice a sí mismo. Abre y cierra la boca como un pez, sin saber qué decir; nunca había estado en la situación de hablar en un ambiente tranquilo con la persona que había jurado que iba a ser la causa de su muerte.

—No se separan de él ni a palos —sonríe al ver entrar a Shadow con Amy y Rouge en cada brazo. Sonic se gira y los ve: Shadow mira al frente, mostrándose impasible como siempre, aunque todos sabían que estaba sufriendo. Las féminas estaban fuertemente agarradas a él, algo apenadas—. Es ciertamente adorable.

—Sí...

—¿La Rosita se queda?

—Volverá a Spagonia para acabar el grado.

—Guau... Y yo que creía que su mayor objetivo en la vida era ser tu mujer y madre de tus hijos. Parece que me equivoqué. —Sonic hace una mueca y se muerde la mejilla por dentro.

—¿Por qué ahora te comportas bien? —soltó casi como si hubiera sido un acto reflejo; nunca lo había visto tan de bajón y tan tranquilo al mismo tiempo, era algo digno de ver.

Eggman se quedó callado. Seguía mirando a donde estaba sentado Shadow. No apartó la mirada mientras seguía hablando:

—Porque al enfrentarte a la muerte de cerca, cambias. Tú también has cambiado, Sonic; todos lo han notado, aunque no digan nada. Todos cambiamos por experiencias traumáticas; eso es lo que nos hace fuertes. No sabes lo que es el dolor que vive una persona hasta que pasas por lo mismo. Es jodido. Quien diga que la vida es un camino de rosas vive en una fantasía para no herirse en el camino. Nada es fácil de sobrellevar; se vuelve "fácil" porque ya nos ha pasado más de una vez y ya se puede vivir con ello. —El joven se quedó en silencio reflexionando sobre las palabras que el doctor acababa de decir.

—¿Planeas escapar de la cárcel?

—¿Debería decírtelo?

—Sólo quiero saber qué va a ser de tu vida después de esto.

—Necesito pensar sobre ello. —Sonic asiente y mira al frente; veía los asientos más llenos y el murmullo se había vuelto más ruidoso—. Parece que la misa va a comenzar.

Fue un evento bastante formal, poco íntimo, pero es lo que Shadow ha querido:—Todos merecen despedirse de ella. Estoy seguro de que esa sería su voluntad, aunque a mí no me guste.

Por eso Eggman estaba aquí.

—¿Y tu abuelo? —susurró el erizo mientras el cura daba el sermón.

—No se atrevía a venir. Sería mucho para él verla así en el ataúd como está ahora. —El contrario asiente, viendo el cuerpo inerte de la humana, con una expresión serena, tal y como la vió la última vez.

«Tú sabías que esto pasaría ¿Verdad, María?»

A la hora de trasladar el cuerpo sólo fueron las personas del círculo cercano. Se dijeron unas palabras y se la enterró debajo de una estatua encargada por Sally para ella. Poco a poco se fueron retirando los invitados en silencio, después de mostrar sus respetos, hasta que quedó el equipo Sonic. Ellos poco a poco también se iban, hasta que quedaron Eggman, Sonic, Amy y Shadow.

—Bueno, creo que ha llegado mi hora —dijo Eggman viendo a la policía llegar— Hasta otro día, Sonic.

—Cuídate, Ivo. —El humano sonrió. Nunca le había llamado por su nombre antes. Sonic vió su marcha hasta que se fue el coche donde el criminal volvía a la cárcel por tiempo indefinido.

Amy pasaba de mirar la estatua a Shadow. Ella no se iba a mover si él no lo hacía.

—Rose, puedes marcharte; quiero estar solo.

—Pero...

—Estaré bien, no te preocupes. —Se gira hacia ella y le dedica una pequeña sonrisa. Amy asiente sonriendo de la misma manera y se gira hacia Sonic, quien miraba en la dirección por donde se había ido el furgón.

—¿Vamos? Shadow quiere estar solo y... Quiero visitar a alguien más. —Sonic se gira y asiente sabiendo de quién se trata.

—Claro. —ofrece su brazo con una sonrisa.

Se fueron alejando a paso lento del lugar. Amy se giró por última vez al azabache, el cual miraba de forma seria la estatua hecha en su honor donde debajo descansaban sus restos.
Fueron en silencio hacia donde yacían los restos de Draco, sin romper el silencio característico de los cementerios y mirando al frente para no pasarse de sitio.

Al llegar al lugar, Amy se arrodilló y admiró las rosas marchitas. Sonic miraba a la chica y a la lápida sin hacer ruido; la piedra estaba como nueva, indicando que hacía poco que se había puesto.

A Sonic le agobiaban en cierta manera estas cosas ¿Ese iba a ser su final? ¿Ser usado prácticamente como abono para el césped? ¡Y una mierda! El final de Sonic the Hedgehog iba a ser mejor que esto.

Tenía que serlo después de todo lo que ha pasado.

Sus reflexiones se vieron interrumpidas por el sonido del móvil de la eriza. Ella sacó el teléfono para apagar la alarma y meter de nuevo el dispositivo en su bolso. Antes de no verlo más, el cobalto apreció la palabra "pastilla" en grande.

—¿Tomas medicación? —habló, pensando en voz alta. Supo que había tocado un tema complejo cuando Amy ni se atrevió a girarse.

—Sí.

—¿Desde cuando?

—Hace como unos dos meses.

—¿Y para qué?

La joven no habló hasta que se armó de valor:—Tengo depresión.

Una corriente de aire se levantó, haciendo que el héroe sintiera un escalofrío.

¿Amy? ¿Depresión? ¿Cómo era posible?

EL enfado que tenía hacia ella se había disipado por completo; ahora entendía muchas cosas que antes no. Sintió como si un yunque hubiera aterrizado en su pecho.

No había podido ayudarla lo suficiente.

No había sido su bastón.

Ahora ella estaba mal, tan mal que necesitaba antidepresivos para estar bien.

Y todo por su culpa.

Al no oír respuesta ninguna, la rosada se giró y vió la cara descompuesta de su amigo.

—¿Sonic? —sonaba preocupada— ¿Estás bien? —el aludido la mira con la boca semiabierta.

—Tú no estás bien...

—¿Cómo...?

—No te he podido ayudar.

—Sonic ¿Pero qué...?

—Tú que siempre me has ayudado ahora está mal y no he podido hacer nada para evitarlo...

—Sonic, pero esto no es tu culpa...

—¡Sí lo es! —Amy abrió los ojos, sorprendida por la subida de tono— Soy un maldito héroe que siempre salva el mundo, pero que no ha podido evitar que ahora tú estés mal, que estés enferma...

—Sonic... —la joven se incorporó y fue a donde él estaba.

—Soy un desastre, una completa mierda... —Se tapó la cara con las manos. Amy se las apartó y las entrelazó entre las suyas.

—Nada de lo que ha pasado es tu culpa.

—Sí lo es.

—¿Y por qué?

—No estarías así si Draco estuviera vivo. —el silencio habló por ambos. El erizo miraba al suelo y la otra apretó los labios— Y... Y... —El nudo en la garganta le impedía hablar bien.

—Eso no lo podrías haber evitado...

—Soy un héroe; claro que lo podría haber hecho.

—Fue un accidente, no te martirices Sonic.

—Él era tu amor, Amy; te veías feliz con él y no pude hacer nada para pararlo. Incluso estaba cabreado con él porque hacía que no estuvieras conmigo, aunque estuvieras mejor.

—Tampoco te culpo, no debí haberme alejado tanto de ti. —El joven eleva la vista para encontrarse a su compañera, que apartaba la vista algo tímida—Al final tenías razón. En ese tiempo no sabía gestionar las cosas.

Eso se supone que sienta bien; que te den la razón suele ser gratificante. Pero aquí no lo estaba siendo.

—Yo también habría hecho lo mismo que tú; fui un gran imbécil. —Ella le da una mini sonrisa.

—Tantas peleas y tantas muertes, pero al final seguimos siendo unos niños —dice con cierta nostalgia. El viento le había movido el pelo, por lo que Sonic se lo acomodó detrás de la oreja. El roce de sus dedos con su lóbulo hizo que se le erizara la piel. 

—Te he echado mucho de menos.

—Yo también.

Ambos se miraron, sus pupilas se fueron poco a poco agrandando. El mundo se para a su alrededor.

Se fusionaron en un abrazo, uno que necesitaban desde hace mucho. Se estrecharon fuertemente, mostrando cuán necesario era este momento. El héroe aspiró su aroma que casi se había vuelto desconocido para él. Se instaló una paz automática en su cuerpo cuando su olor llegó a sus fosas nasales. Y, para sorpresa de alguno, a Amy le pasó igual.

Es como si el tiempo no hubiera pasado entre ellos, aunque fuera por al menos en ese momento.

—¿Vamos a casa?

—Claro ¿Cocinas tú?

—Si pones la mesa.

—Trato.

Aunque aún hubieran temas que tratar, hoy no iba a ser el día; demasiados disgustos que digerir.

Ambos erizos, unos días después, estaban en un parque junto a Tails y Knuckles. Habían salido a comer para conmemorar el tiempo perdido y ponerse al día.

—¿En serio os dejaron colaros en ese sitio?

—Leo tiene contactos. 

—Se ve, se ve. —El zorro le da un sorbo a su bebida— Nosotros los de robótica robamos parte de las botellas de champagne que sobraron de la celebración del concurso al que fuimos y pillamos un pedo impresionante. 

—¿Cuántos años tienes? —dice la rosada para picarlo.

—E... Eso no importa. —se sonroja y aparta la mirada avergonzado. Los otros tres se ríen— Bueno ¿Y eso de que Rouge viva contigo?

—A... Ah bueno... Es por comodidad. —El equidna remueve su bebida sin elevar la mirada.

—Sí... comodidad. —Sonic empezó a dar aplausos acompasados y la fémina le dio un codazo, mientras que el menor de todos empezó a reír. 

—Tú no rías mucho ¿Qué mierda hacías en la habitación de Honey el otro día, eh? —ahí el erizo calló. Tails se giró a él, interesado y la rosada se mantuvo callada. El erizo lo mira con una sonrisa altanera.

—¿Quieres que te dé todos los detalles? Tails está delante, cabrón. —dijo bromista; ambos sabían que él no estaría con Mina; se había dado cuenta que él tampoco estaba listo para entregarse por completo a una relación después de haber hecho voluntariados y haber sido un héroe de verdad, dicho por él. Eso en cierta manera rompió el corazón de la eriza, quién permaneció en silencio desde entonces.

Días más tarde, Amy y Tails se encontraban estudiando en la casa de ella. Ambos estaban que se tiraban de los pelos con tantas cosas que tenían que hacer. 

—No sé si llego vivo a fin de curso.

—Yo tampoco —estaban que se morían por un descanso, pero no sé lo podían permitir; tenían responsabilidades que acatar.

Gracias al cielo, su salvación llegó. El timbre sonó, sacándolos de su estado de concentración. Los jóvenes se miraron con cierta incertidumbre al no esperarse visita. La dueña de la casa fue a abrir la puerta, arrastrando los pies, no tenía mucha gana de relacionarse hoy con la gente. La persona desconocida entró como Pedro por su casa de un bandazo y apareció sentado en el sofá, apoyando su mejilla en su puño en el brazo del sofá, con las piernas cruzadas, sin haberse despeinado.

Tails sonríe al reconocer a la persona en cuestión.

—¿Qué tal, hermano?

—Pringando.

—Cómo no. —El erizo se levanta y se chocan las palmas en forma de saludo. Amy se quedó en la puerta aún con la mano en el pomo. Aspiró profundo y se dirigió al salón, donde los otros estaban enfrascados en una entusiasta conversación. La joven se sentó en el mueble donde estaba Sonic y encendió la televisión, donde aparecía un canal de cotilleos:

—Bueno, Lydia, vamos contigo ¿Qué nos puedes contar sobre la relación de nuestro adorado erizo azul y la empresaria Honey? —La eriza aprieta el mando.

Pues Sam, sólo sabemos que se han visto un par de veces, pero las fotos que tenemos de ellos demuestran que hay pasado tiempo de calidad. —Varias secuencias de imágenes fueron apareciendo, haciendo que a Amy le empezará a doler la cabeza; entre los estudios y esto, estaba que no daba más— Lo curioso es que Sonic no empezó a mover ficha hasta que Amy Rose, su compañera de equipo, se marchó a estudiar al extranjero ¿Acaso querrá tener a dos chicas comiendo de su mano? ¡No me extrañaría para nada! Con lo rompecorazones que es... —Apagó el aparato y soltó un sonoro suspiro. Se masajeó las sienes para intentar relajarse. 

Sonic y Tails la miraban atentos; se la veía cansada y estresada. Ambos se miraron preocupados.

¿Estás bien, Amy? —preguntó el erizo— ¿Necesitas algo?

—No... Me voy a arriba a dormir un rato. —subió las escaleras hasta su dormitorio— Si salís, cerrad con un portazo. 

Después de que la eriza cerrase la puerta de su cuarto, la casa se quedó en silencio mientras los dos jóvenes se quedaban un poco desconcertados por su cambio de humor repentino.

—¿Qué bicho le ha picado? —Se preguntó en voz alta el erizo.

—A saber, pero no podemos quedarnos aquí ocupando su casa —añadió Tails mientras asentía con la cabeza.

—Pero no quiero dejarla sola... ¿Puede ser el medicamento?

—Lleva ya un tiempo acostumbrada. Esto es por otra cosa.

—¿Desde cuándo lo sabías tú?

—Hace un mes más o menos —Sonic abrió los ojos sorprendido— ¿Por?

—Yo me enteré el día del funeral. —Ahora el sorprendido era su amigo.

—Joder...

La mente del héroe empezó a tener pensamientos intrusivos bastante angustiosos:

«Me odia, está claro, por eso no me ha querido ver en tanto tiempo— pensó mientras se tiraba de las púas— Pero ¿Ahora yo qué he hecho? ¡Si la que no me hablaba era ella! —resopla amargado— Esto se arregla de una vez»

Se incorpora y va hacia las escaleras

—¿Adonde vas?

—A terminar esto de una vez por todas. —Al ver que se avecinaba una buena pelea, Tails salió por patas de allí.

—¡Knuckles me llama, luego nos vemos! —Mentira, pero él ahí no se queda.

 El erizo llama a la puerta varias veces.

—¿Amy? ¿Puedo pasar? —No oye respuesta— Amy. —Llama de nuevo, con el ceño fruncido— ¡Amy!

—¡Me duele la cabeza, vete! —se oye decir a la fémina con voz amortiguada.

—No —dice tajante—. No me voy hasta que me digas que te pasa conmigo.

La puerta del dormitorio se abre, dejando ver a una eriza en ropa cómoda con cara de pocos amigos.

—¿Qué? —dice seca. Su tono denotaba que no estaba de buen humor.

—¿Qué coño he hecho ahora para que estés mal conmigo? —sonaba exasperado — No he hecho absolutamente nada que pueda haberte molestado ni cuando has llegado aquí ni cuando estabas fuera, por lo que deja de actuar como una niña y dime qué pasa.

La joven abría y cerraba la boca como un pez, atrapada con la guardia baja. Odiaba que tuviera razón.

—Pues... —Sonic se apoya de brazos cruzados en el marco de la puerta, esperando su respuesta. Notaba como la sangre subía a sus mejillas— Por Honey... —murmuró, mirando hacia abajo avergonzada.

—¿Qué? —La chica suelta un quejido.

—Honey —habla bajo.

—Amy, aún no entiendo Parsel...

—¡Honey! ¡Estoy así por Honey, joder! 

El erizo parpadea varias veces.

Esto era broma, ¿No?

¿Ahora Amy quería estar con él, después del esfuerzo que hizo para olvidarse de ella?

Osea, recapitulemos: Amy decide superarle, haciendo que Sonic se dé cuenta de los sentimientos muy, muy escondidos que tenía por ella. Y cuando ahora creía que él ya la había superado, Amy le viene diciendo que está celosa por Honey, después de haberle mandado a la mierda ya que casi que no le escribía.

—Hay que joderse... —Sonic empezó a bajar las escaleras de la casa, meneando la cabeza con ardor en el pecho. Amy fue detrás suya.

—¡Sonic, espera!

Llegaron al jardín. La rosada no paraba de repetir su nombre mientras intentaba alcanzarlo. El erizo se gira, con una cara que mostraba su enojo.

—¡No, no y no! —daba énfasis en lo que decía con sus manos— ¡Hasta aquí, Amy! ¡Yo ya no puedo más! Sigue con tu vida porque yo estoy hasta la coronilla de todo!

—¡Sonic perdóname! ¡Yo...!

—¡No! —se fue alejando hacia la calle andando hacia atrás— ¡Sé feliz Amy! ¡Cumple tus sueños o lo que quieras pero a mí me dejas!

—¡Sonic, por favor razona!

—¡Hasta los huevos de razonar! —Se para en medio de la carrera —¡Que te den Amy Rose! ¡Que te den!

Y justo al acabar la frase, un coche, que venía a más velocidad de la que debía, impactó contra él. Salió volando e impactó contra una valla del jardín de la eriza.

—¡SONIC! —se acercó corriendo a donde estaba a socorrerlo. Por suerte, seguía consciente; la hierba también ha frenado el golpe. La cabeza del erizo daba vueltas.

—¿A... Amy...? —No conseguía enfocar la mirada. Se encontraba muy perdido.

—Oh, Sonic... —Puso su cabeza en su regazo, temblando por el susto que se habían llevado— Te vas a poner bien, no te preocupes...

Los tripulantes del vehículo salieron. Un conocido erizo verde se lleva las manos a la cabeza horrorizado al ver su automóvil mientras su novia, con la que había vuelto hace poco, se llevaba los dedos al puente de la nariz.

—¡Mi coche! — Scourge se gira hacia la pareja de erizos echando humo por las orejas— ¡Maldita seas Sonic! —Amy levantó la mirada. Por como lo miró, el erizo verde tragó duro.

—¡Ven aquí a decirlo, animal! —rugió mientras sacaba su martillo con cara asesina— ¡Si quieres vivir, llama a la ambulancia! 

Por temor a perder la vida, el joven saca el móvil y teclea nervioso el número de emergencias. La mujer zorro se acercó de manera lenta a donde ellos estaban.

—Vaya novia que tienes, azulito.

Eso fue lo último que escuchó antes de desmayarse.

Oh Amy, la que has liado con tu vuelta, cariño.

༺༻

*Suena música épica de entrada* ESTOY VIVAAAAA. NUNCA ME MORÍ
Aunque pareciera que sí 😩
¿¡Qué tal!? Espero que os vaya todo super bien. Ya queda poco para que acabe este tortuoso curso por fin, por lo que la creatividad puede volver a mí.

Por el tiempo sin actualizar, os he publicado un capítulo largo ¡Espero que os guste! Ya vamos acabando y estoy preparando futuras historias 🫶🏻

Estaré leyendo vuestros comentarios y respondiéndolos cuando pueda.

¡Besos!

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