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16

Llevaba casi dos meses sin ver a sus queridos Tails y Amy y se estaba volviendo loco.

Ya no sabía estar solo desde que los conoció.

Probó a escribirles para saber cómo estaban, pero muchas veces no respondían o lo hacían muy tarde.

«La diferencia horaria. —se dijo— Qué tonto...»

Ahora había empezado a coger el hábito de cuando se levanta, desayunar e ir a entrenar con Knuckles. Después llamaba a Tails para saber de su día y chateaba con Amy. Luego iba con Cream y Vainilla a ayudarlas y defendía su querida Green Hill de distintos villanos que aparecían.

Todo era así desde que se fueron. Y eso causaba que se aburriera horrores. Lo bueno es que ahora Knuckles y él se habían vuelto más cercanos.

Se encontraba de camino a la casa de su amigo, cuando abrió los ojos con horror: se había acordafo de que hoy tenía un evento con la familia real y el alcalde de Central City.

—Joder, joder, joder... —subió rápido hacia su cuarto. Agarró un trozo de tela para limpiar sus zapatillas. Al acabar fue al baño para asearse. Todo en menos de cinco minutos.

Corrió veloz hacia la plaza central, ya que allí es donde se celebraría el evento. Todos sus amigos se encontraban allí.

O bueno, casi.

—¡Por fin! ¿Dónde estabas?

—En mi casa. —Soltó como si nada. Sally lo mira estupefacta a la vez que él se subía al escenario.

«Le voy a quitar las púas una por una», se decía mientras subía detrás suya a la tarima. El alcalde los recibió con ilusión.

—¡Oh, Sonic the Hedgehog y su majestad! ¡Todo Mobius le debe sus vidas!

—No ha sido nada —responde rascándose la nariz algo indiferente. No tenía nada de ganas de tener que ir a un evento donde irán personas que querrán caerle bien para dar su imagen a sus marcas y productos.

—Era nuestro deber. —La joven puso sus manos detrás de su espalda, poniéndose recta.

El discurso del alcalde dió comienzo. Ambos jóvenes luchaban por no quedarse dormidos.

Pese a que Sonic haya madurado, en algunos aspectos sigue siendo el mismo. Sally le tuvo que dar un manotazo para que se levantara para recoger el premio.

—Eh... ¡Muchas gracias por la medalla! Aunque creo que ya nos conocemos lo suficiente para saber que a mí estas cosas no me van mucho;me van más los regalos hechos de comida. —Los presentes se ríen. Sonic sonríe al acordarse de Amy— Pero las acepto con mucho cariño, porque sé que es la forma que tenéis de agradecer la labor que hago, una labor que la hago y la seguiré haciendo para asegurar la paz en nuestro adorado planeta. —Ahora piensa en las veces que voló con Tails en su biplano con rumbo desconocido. Su corazón se oprime.

Aunque haya pasado poco tiempo, esos momentos ya quedan muy lejos.

—La muerte y las amenazas siempre estarán, pero haré todo lo que esté en mi mano en asegurar un futuro para nuestros hijos, porque se lo merecen: un mundo al que amar y cuidar tanto como yo lo hago. —Y lo hacía. Mobius era el lugar que lo había visto nacer y evolucionar, daría su vida si fuera necesario— Pero esto no es sólo trabajo mío, sino de todos; cada uno de los que estamos aquí tenemos que poner nuestro granito de arena para seguir avanzando, porque ese es nuestro propósito: mejorar cada día para que quién llegue después se encuentre lo que has hecho mejor de lo que tú tuviste. Así hemos sido siempre y así seremos. —Todos asientieron conmovidos por sus palabras— Siempre podrán contar conmigo para lo que sea, Mobius. —Pese a que no estaban allí, los sentía con ellos— Siempre.

Él no lo sabía, pero ellos dos estaban viendo cómo daba su discurso.
Tails estaba con sus nuevos compañeros, mirando la transmisión desde su teléfono con una sonrisa.

—¡Qué envidia, Tails! ¡Ojalá conocerlo!

—¡Es el mejor!

—Lo es —respondió mirando con cariño al objeto.

Amy estaba en una cafetería con Leo sus compañeros. Miraba orgullosa a la persona en la que él se había convertido: un héroe ejemplar.
Leo la miró de reojo y se rió flojito mientras daba un sorbo a su café. Lucía cómo una niña que veía a su héroe en la tele, con ojos de ilusión y emoción, reflejando todo el amor que sentía hacia él.

«Ay, Amy. Date cuenta»

Todos estallaron en aplausos. El cobalto sonrió y disfrutó del momento.

—¡Hale, a comer!

Tails había venido de visita para acción de gracias. En Spagonia al no celebrarse, Amy no pudo ir.

—Es una pena que Amy no haya podido venir —decía Vainilla rellenando el pavo.

—Lo lamenta mucho. Me llamó hecha furia porque no la dejaban irse. —Tails sacaba la vajilla buena para la comida. Sonic ponía la mesa, apenado por lo que estaba escuchando.

—Qué egoístas ¿No que eran tan modernos? ¡Pues que dejen que venga! —Cream entró a la cocina y probó un poco del relleno que había hecho su madre— ¡Qué bueno!

—Hay que respetar su cultura también. Creo que, por ejemplo, también celebran el día de los inocentes el veintiocho de diciembre.

—¡¿En serio?! Qué raro... —La puerta sonó— ¡Voy yo! —La adolescente dejó pasar a los invitados, quienes contagiados por la felicidad de las fiestas, se sentaron a comer y disfrutar de las viejas tradiciones.

Aunque no todos estén.

—Amy tampoco viene por Navidad. Van Vainilla y Cream a verla allí —anuncia Knuckles mientras hacía ejercicio con unas mancuernas. Sonic cesó se entrenamiento con el saco de boxeo. Apoyó su cabeza en él intentando regular su respiración.

«Malditos rectores de mierda», fue a por su móvil y releyó la conversación que tuvieron ayer:

A saber si llego a Navidades de tantos exámenes que tengo que hacer (⁠ᗒ⁠ᗩ⁠ᗕ⁠)...

...Y en la fiesta Leo pilló un pedo impresionante que casi se lía con una camarera y el DJ
A LA VEZ

«Parece que ella está bien. Eso es lo que importa, aunque no me guste estar lejos de ella»

Decidió escribirle, pese a que lo leyera más tarde. Negó con la cabeza y abrió el teclado:

Heyyy Amy
Me he enterado q no vendrás x Navidades
Vaya mierda ¿No? Ps x si no t veo t deseo felices fiestas
Si hay q matar a algún profesor ya sabes cn quién contar ;)

Dudó si enviar el siguiente mensaje, pero igual, con algo de temor, lo hizo:

Te echo de menos

Dejó enseguida el móvil donde estaba y volvió a su entrenamiento.

«Yo tampoco me tengo que distraer»

Él también tiene que vivir. Y esperando que Amy volviera no era forma de hacerlo.

—Vamos a ir a tomar algo Jet y unos cuantos ¿Te vienes?

Se quedó en silencio, reflexionando qué decir, hasta que se decidió:

—¿Por qué no?

Eso era lo que necesitaba para quitarse a la joven de la cabeza. Su amigo le dió una palmada en la espalda.

—¡Eso, Sonic! ¡Anímate! —El mencionado le sonrió. Knuckles le rodeó con el brazo y subiendo arriba charlando y riendo.

Él ya por fin seguía con su vida.

Un año.

Había pasado ya más de año entero sin ver a Amy.

Nunca vino a Green Hill de visita ni a Station Square.

Los motivos por los que ella no venía al final se le hacían hasta repetitivos: Que si se va de viaje con unos compañeros, que si tiene muchos exámenes, que si tiene que ir a distintas galas, etcétera, etcétera.

Incluso vino sin avisar al cementerio de la ciudad en el aniversario de la muerte de Draco.

Al erizo ya ni le sorprendía que le diera excusas. Para él estaba claro que ella no quería venir a verle.

¿Por qué lo haría? No tiene sentido.

Pero ya lo estaba superando.

Ya ni siquiera se preguntaba si Amy estaba bien o no.

Al final puede que su vida estuviera mejor sin él de verdad.

Era la semana antes de Navidad. El espíritu navideño estaba en su apogeo. Caras llenas de ilusión y felicidad eran apreciadas por cualquier lugar, viviendo con ilusión la época más mágica del año.

Sonic y Knuckles estaban juntos en el sótano, entrenando, cuando les llegó un mensaje que les dejo petrificados, como si fueran estatuas.

—María ha muerto... —Ambos se miraron en estado de shock.

La fémina desde el día en el que ocurrió el accidente, empezó a encontrarse mal. Estos meses estuvieron llenos de pruebas que no daban explicación a lo que le estaba ocurriendo. La hipótesis final fue su enfermedad; un empeoramiento repentino que nadie hubiera podido evitar. En estas últimas semanas fueron a verla y tuvieron una despedida algo extraña:

Memento mori... —dijo mientras se quedaba dormida por el cansancio. Fue la última vez en la que se vieron sus ojos abiertos, como si supiera que le quedaba poco tiempo de vida.

Fueron enseguida a buscar a Shadow, pero se encontraron al erizo negro mucho antes de lo que esperaban

Iba andando sin rumbo por la calle. Lucía ido, estaba fuera de sí. Tenía los ojos muy abiertos. Sonic lo tomó en brazos, lo llevó dentro y lo sentó en el sofá.

—Shadow...

—¿Por qué...? —habló con un hilo de voz. El otro erizo puso su mano en el hombro del afectado; sentía mucha pena por él y por María— Ahora se ha ido de verdad... —Los amigos se dedican una mirada amarga. Shadow escondió su cara entre sus manos y empezó a llorar en silencio.

Ahora quién había partido era María.

Knuckles empezó a llamar a todo el mundo y empezó a organizar el funeral. El cobalto se quedó de apoyo moral.

—¿Por qué no la llevé antes al médico?

—Tampoco podrías haber hecho nada. Ella misma lo decía: era un milagro que hubiera llegado a la edad que tenía. —El azabache golpeó con fuerza la pared de la impotencia, haciendo que la casa temblase. Al equidna casi se le cae el móvil al suelo de la impresión.

—¡Bruto! —gritó después de pillarlo al vuelo.

—¡¿Pero qué...?! —La murciélago se dejó ver bajando las escaleras en pijama y con un rulo en el flequillo. Al reconocer a su amigo, su cuerpo se despertó por completo— ¡Shadow! —Rouge bajó corriendo hacia él— Cielo, lo siento mucho yo... —El invitado puso una mano en la cabeza de ella.

—Tú también la has perdido. —habló con la voz rota— El mundo entero la ha perdido. Otro ángel que se va al cielo. El ángel más bello de todos ha tenido que partir ahora de verdad —se limpia las lágrimas y suelta una risa— ¿De verdad que esto no es un sueño? Porque aún sigo sin creerlo —Rouge lo abrazó y él volvió a romper en llanto.

María era su amor platónico en su definición original. Era su alma gemela, su familia.

Ahora ya no la tiene.

Sonic vivió todo a partir de ahí como una nebulosa: Knuckles y Rouge hacían llamadas sin cesar, la gente entraba y salía de la casa dando sus condolencias; ya no sabía quién venía o no, sólo se quedaba sumido en sus pensamientos o mirando a Shadow, quién tenía las manos cubriéndole la cara.

El joven azulado gira su cabeza hacia el techo y pone sus manos detrás de su nuca, soltando un suspiro.

«Vaya mierda es crecer»

Ya no veía a sus amigos igual. Ese rastro de inocencia y puritanismo ya se había ido. Todos se habían vuelto conscientes de lo que pasaba a su alrededor y ahora valoraban esos años dorados donde no había preocupaciones ni problemas.

Pese a que Sonic era el que menos lo había notado por tener subvenciones del gobierno para vivir, se había vuelto más observador: se daba cuenta de las desgracias que ocurrían a su alrededor e intentaba ponerles remedio de cualquier manera.

Ahora entendía el por qué Amy le decía que no era maduro.

Porque no se hacía cargo de sus responsabilidades.

Y porque, muy en el fondo, sentía envidia de esa despreocupación que él tenía, la normal en una persona a la que todo le salía bien. La de una persona a la que aún no le había abierto los ojos.

Lo que todos sentimos al decir esas palabras. Palabras llenas de recuerdos jóvenes que cada vez quedan más lejos.

O que incluso quedan en el olvido.

Lejos quedan ya los días donde Amy perseguía a Sonic y el otro la salvaba una y otra vez de las garras de Eggman. Cuando las cosas eran sencillas para todos.

Ojalá volver para atrás y empezar de cero.

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¡Hola queridxs! Capítulo cortito esta vez con bastante narrativa. Qué duro es hacerse mayor ¿Verdad?

¡Gracias por todo vuestro apoyo! (Si no lo digo, reviento jeje) Cada vez sois más los que dais apoyo a esta historia y eso me alegra un montón. No sabéis lo que me animáis al ver vuestros votos y comentarios ¡Os adoro mucho!

Estaré leyendo vuestros comentarios y respondiéndolos cuando pueda.

¡Besos!

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