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15

Los meses pasaron. Como siempre, el verano se hizo muy corto.

Oh, verano ¿Por qué siempre tienes tanta prisa por irte?

Nunca cambias: eres tan efímero como lo usual. Pero cada año te calientas más.

Quedaba menos de una semana para que Amy se marchara.

Su relación ahora estaba menos tensa. Además de que poco a poco la joven había ido mejorando, pese a que a veces tuviera etapas de tristeza.

Pero era normal en el duelo.

Sonic estuvo, más lejos o cerca, apoyándola: trayéndole comida, invitarla a planes, pasando tiempo en su casa cuando ella no tenía ganas de salir... Siempre respetando cuando ella quería estar sola o no.

Pasaron momentos entrañables, con muchas risas y situaciones donde se demostraba su complicidad.

Se veían tan bien juntos...

Sin embargo, el destino era caprichoso, y no les pondría tan fácil estar juntos.

—Ha sido una gran idea venir a la playa. —Amy se sentó en la tumbona, al lado de Sonic, que estaba en una toalla.

—Era uno de los pocos lugares en donde sabía que todos estaríamos contentos —La pareja de erizos miraba a sus amigos entretenerse con el agua, haciendo esculturas de arena o jugando a distintos juegos de cartas o de playa.

El erizo observa a la rosada, la cual miraba con una sonrisa cómo sus amigos se divertían.

Por una vez quería que el tiempo pasase lento, para seguir viendo esa sonrisa que le suministraba la energía a su corazón para funcionar.

El erizo se incorpora y le tiende la mano.

—¿Damos un paseo?

—Prefiero ir a jugar al voley playa con los demás. —Y era comprensible, quedaban pocos días para que se fuera. Ambos lo sabían: Amy estaba aterrada y el dolor aumentaba cada vez más en el pecho de Sonic. Pero no comentaban nada al respecto; sería empeorarlo todo.

—Entonces yo también voy. —Ambos sonríen y van donde estaba montada la red.

—Vaya, vaya. Mira quién se digna a venir —habló Knuckles secándose el sudor de la frente.

—¿Listos para perder? —inquiere la murciélago con el balón a la cadera.

—Deberías hacerte la misma pregunta. —La dos achicaron sus ojos y fruncieron el ceño: su rivalidad volvía cuando se trataba de competir.

El partido estuvo muy reñido, pero al final, ganaron la pareja conformada por el equidna y la murciélago. Los erizos miraban, con la respiración alterada, cómo ellos celebraban la victoria con bailecitos.

—¡Bien jugado! —pese a haber sido derrotada, ella seguía feliz— ¡Pero la próxima vez ganaremos! ¿Verdad, Sonic? —Se gira hacia él con una sonrisa. Él asiente de la misma manera que ella.

—Disfrutad de la victoria mientras podáis, porque el equipo Sonamy os pateará el culo. —La pareja alza una ceja y la rosada lo mira curiosa.

—¿Sonamy?

—"Son" de Sonic y "Amy" de, bueno, tu nombre. —Se rasca la nariz mirando hacia otro lado, sonrojado. La eriza reaccionó igual.

«Se van a casar, yo lo sé», el dúo se miró y pensaron lo mismo.

—Le debo dinero a Silver, y a Tails también. —La albina suspira resignada.

—Te advertí que no lo hicieras.

—Siempre mirando por mí. Qué mono eres —El joven aparta la mirada, avergonzado. Como respuesta, su novia empezó a reír. Adoraba molestarlo.

—¿Alguien quiere limonada? —Cream y Blaze aparecieron con una jarra y vasos. Los cuatro corrieron hacia ellas sedientos.

Las horas pasaron hasta que llegó la noche. Todos estaban juntos mirando las estrellas.

O todos los que pudieron ir.

—Es una pena que Shadow no haya podido venir —dijo Silver.

—Al parecer María ha empeorado —respondió la murciélago, dando un suspiro; veía a su amigo con mala cara, siempre alerta por si lo llamaban. Le daba pena.

Para distraerse de esos malos pensamientos, gira la cabeza y se encuentra a la pareja de erizos callados, mirando el conjunto de constelaciones. Estaban con la misma posición: con las piernas abrazadas y la cabeza alzada, con asombro.

—Somos hormigas...

—Sí... —decían embobados. Rouge niega divertida.

«Tal para cual»

—Oye, Sonic ¿Qué harías si no fueras un héroe?

—Hmm... —pone su mano en su barbilla, pensativo— Algo que me permita ver mundo... ¡Como un explorador! —respondió con ojos brillantes. Amy sonríe por la declaración.

—Serías un gran explorador. Pero eso implicaría estar mucho tiempo fuera...

—¿Y?

—Si tuvieras una relación ¿No crees que la otra pero se acabaría cansando?

—Si de verdad te quiere no lo hará —dice tajante.

—No tiene por qué. —agacha la cabeza y empieza a hacer figuras en la arena con su dedo— A veces la distancia es más fuerte que el amor...

—¿Intentas decirme algo?

—Te vas a cansar de mí, Sonic, no me esperes. Haz tu vida como todos. Déjalo: así ambos estamos tranquilos.

—Eso lo decidiré yo.

—¿Y si me enamoro de otro?

—Te volveré a conquistar.

—¿Y si no funciona?

—Te dejaré ir, aunque me duela, como está pasando ahora. —Ambos se miran a los ojos— ¿Crees que quiero que te vayas? Por supuesto que no. Pero si eso hace que vuelva la Amy de antes, entonces me aguantaré.

—¿Y si nunca vuelve? —se miran de manera intensa; las inseguridades de Amy están saliendo a la luz. Sonic esboza una sonrisa.

—Volverá.

—¿Cómo estás tan seguro?

—¿Desde cuándo eres tan insegura? —La joven apretó los labios.

—No sé... Fue llegar la adolescencia y ¡Puf! Todo al traste —apoya las manos en la arena mientras da un suspiro— Cómo me gustaría volver atrás... —Baja las orejas en señal de decepción sobre sí misma. Sonic pone su mano en el hombro de la contraria.

—Pero hay que avanzar: no puedes estar eternamente pensando en cómo no disfrutaste lo suficiente o si podrías haber actuado mejor. La vida pasa muy rápido, y te lo dice alguien que va más veloz incluso. —La joven sonríe— Disfruta de estos años, Amy, y vívelos al máximo. Ya me contarás cuando vuelvas. —Guiña el ojo, dándole ánimos. Amy lo abraza; era justo lo que necesitaba oír. Su amigo le acaricia el pelo mientras cierra los ojos, deseando que esté momento durase para siempre.

Esa aura de intimidad sólo era visto por las estrellas, que lo atesorarían como si se tratara de una piedra preciosa.

Porque el amor siempre es el protagonista en las grandes historias de las personas.

Las hojas empezaron a marchitarse. El otoño entraba de manera lenta, pero sin pausa. Eso se observaba desde la ventana de la casa de Sonic.

—Venga, Sonic, hay que llevar a Amy al aeropuerto —dice su amigo zorro, terminando de comer galletas. El cobalto suspira a la vez que se incorpora y va a por las llaves del coche de su amigo. Tails lo miraba irse, preocupado.

En pocos minutos llegaron al hogar. Durante el trayecto para ir al aeropuerto todos estaban en silencio; sólo se escuchaba las canciones de la radio que amenizaban el ambiente. Sonic y Amy iban sentados juntos, pero no se miraban; no se atrevían a hacerlo, porque sería enfrentarse a la cruda realidad.

Montones de ruedas se deslizaban por el pavimento. La megafonía sonaba cada cierto tiempo acompañada por las pisadas apresuradas de las personas. Se respiraba un aire agitado y de lo más variopinto.

Amy agarraba la manilla de la maleta con fuerza, aunque pareciera tranquila por fuera.
Fueron todos a acompañarla a facturar las grandes maletas que llevaba.

Cómo se notaba que se iba.

Estaban ya en donde había que pasar los billetes: era el momento de decir adiós.
A Tails y a Knuckles se le saltaron las lágrimas.

—Si necesitas algo, sólo llámanos —ambos la abrazaron uno detrás de otro.

—Te vamos a echar muchísimo de menos —Tails le arregló el pelo como había aprendido a hacer con ella. Amy agarró las manos de su amigo y les dió un apretón.

Cream y Vainilla empezaron a llorar mientras la rodeaban entre ellas.

—Te mandaremos los jerséis que siempre hacemos cuando entra el invierno y cada diadema bonita que veamos. —Amy intentaba mantenerse fuerte, pero era muy difícil.

Rouge y Blaze la rodearon con fuerza.

—Si vuelves antes, ni se te ocurra pasar por nuestro lado porque que te quedas calva, Rose— amenazaron a la vez. La eriza se rió bajito.

Amy se apartó y miró a la última persona que le quedaba.

Los dos se quedaron en silencio: llegó su despedida.

No sabían qué hacer: se miraban a los ojos pero ninguno hacía nada. La joven iba a articular palabra, pero el contrario se adelantó abrazándola de forma veloz.

—Sé feliz —dijo con los ojos cerrados, apretándolos con fuerza, intentando despertar de lo que creía que era una pesadilla. El labio de la rosada empezó a temblar. Le correspondió el abrazo de forma temblorosa y se separó sin mirarlo. El cobalto sintió un vacío en su pecho y la vió irse sin mirar atrás.

No era el momento de arrepentimientos.

Ya pasada la barrera, se giró hacia el grupo una última vez. Y con ojos llorosos sonrió, moviendo la mano en forma de despedida.

«Hasta pronto, familia»

La universidad no dejaba nada que desear. Era preciosa: decorados mediterráneos cubrían la fachada y contrastaban a la perfección con la modernidad y vanguardia del edificio recién construido.

La extranjera miraba asombrada cómo la gente iba de aquí para allá con caras felices y con buenos tonos de piel. Era un gran contraste con su querida Central City, donde todos van con prisa y siempre están de mal humor.

«Esto es lo que necesito», pensó aspirando el aire limpio del lugar.

—Qué espectáculo... —apuntó.

Inspiró fuerte, intentando darse ánimos y se dirigió a donde se suponía que era orientación. Una humana la recibió, presentándose como la psicóloga del centro de asistencia gratuita. Era de piel ligeramente morena, con rizos perfectamente definidos y con la cara llena de lunares.

—¡Bienvenida, Amy! Te estábamos esperando con ganas! —Detrás de ella apareció un leopardo con ropa excéntrica mirándolo curioso— Él es Leonardo.

—Leo para los amigos —Amy iba a estrecharle la mano, pero él besó el dorso de su mano— A tu servicio, princesa —le guiñó el ojo coqueto. Ante la cara de sorpresa de la otra, la mujer empezó a reír.

—Es así con todos, no te preocupes.

—Con los que se lo merecen, mi querida Luna.

—En fin, querida, toma asiento y demos comienzo a tu gran experiencia durante estos años —pidió con una sonrisa. Amy correspondía el gesto.

Se lo iba a pasar muy bien aquí.

La introducción acabó rápido. Sabiendo de la pérdida y la dura separación que estaba pasando la eriza, Luna se ofreció a darle terapia para ayudarla. Ella iba a rechazarla, pero el joven le insistió antes.

—Es muy buena en lo que hace. No te arrepentirás preciosa. A mí me ayudó mucho con mi relación con mis padres.

—¿Eh?

—Eso de que a tu hijo le guste lo que sea que se le pase por delante sin importar lo que tenga entre las piernas a ellos no les entraba en la cabeza. -Se encogió de hombros. La rosada asiente y mira a la castaña.

—Lo pensaré. —Las dos se sonrieron.

—Bueno, Leo te enseñará los alrededores, te ayudará con tu horario y te enseñará tu habitación.

—Y te diré con quién te debes juntar y con quién no, querida: Por mucho que aquí se respire glamour, no todo el mundo lo es. No todo lo que reluce es oro, se dice por aquí —Amy asiente. Leo le había caído bien. —Bueno, Lunita de mi corazón, nos vamos.

—Mi puerta siempre está abierta, Amy. No lo olvides. —Los animales se despidieron de ella y emprendieron su recorrido.

La facultad no dejaba nada que desear: Era una de las cosas más bonitas que había visto. Las aulas estaban muy bien equipadas, los pasillos decorados enteros con panfletos y fotos de conjuntos desarrollados por los alumnos. La cafetería servía menús variados y con opciones veganas con alimentos de la tierra.

Era el verdadero paraíso.

—Y por último, tú habitación. —Leo abrió la puerta y dejó ver una habitación con una cama de matrimonio con armarios empotrados, una mesa para estudiar y una puerta que daba a un baño completo— La lavandería está abajo donde te he dicho. Mi habitación es la que está al final de este pasillo, por lo que si necesitas algo, sólo llámame. Y aunque sea de segundo, puedes venirte conmigo en los descansos; no muerdo —indicó sonriente.

—¡Gracias por todo! Si no hubieras estado aquí, creo que hubiera acabado durmiendo en el césped. —Su compañero se rió. Sacó una tarjeta bien decorada donde aparecía su nombre y su número. La rosada la examinó curiosa y vió en la parte trasera unas letras en hindi.

Roshanee. Significa luz. Estas tarjetas os las enseñarán a hacer este año para poner sello a vuestra marca.

—¡Qué pasada! —El joven sonríe, pero seguidamente arruga la nariz.

—Qué básico... —La cara enseguida se le ilumina y agarra las manos de la recién llegada— ¡Oye! ¿Qué te parece ir hoy a buscar decoración para tu habitación?

—Eeeh... ¡Vale!

—¡Perfecto! Iremos a los mejores sitios. Tranquila que son baratos. Y si te parece, luego llamo a chicos de primeros para que los conozcas.

—¡Genial! —Leo rodeó sus hombros con su brazo.

—Me caes bien, Amy. Vamos a volvernos los reyes de este sitio, te lo garantizo por mis manchas. —Ella se ríe contagiada por su entusiasmo.

Al final todo iba a ser mejor de lo que pensaba.

Sonic se encontraba embalando cosas de su amigo, ya que él pronto también se iría a estudiar fuera.

—¡Sonic! ¿Mi caja de herramientas... ? —preguntó desde arriba.

—¡Ya la he guardado! —Guardaba y escuchaba la tele de fondo para no oír los pensamientos de su mente. Transmitían el encarcelamiento de Eggman y su abuelo después del largo juicio y los cargos por asesinato de civiles y de huidas de la cárcel.

El vulpino bajó y se sentó agotado en el sofá.

—Pobres, no han podido ir a ver a María al hospital por el arresto.

—Sí... Eso está feo. —Se sienta a su lado. Tails enciende su teléfono y ve que Amy le había enviado una foto con un mensaje. Sonríe al ver la foto y le pone el móvil en la cara a su amigo

—¡Mira! —El cobalto enfoca su vista y observa a Amy en una cafetería con personas que no había visto nunca. Ella estaba feliz, con un brillo de ilusión en sus ojos. Su sonrisa afloró sin que él se diera cuenta viendo la imagen. Su amigo lo miró feliz: desde que ella se fue estaba algo bajo de ánimos.

La foto iba con un mensaje:

¡Lo mejor que he podido hacer en mi vida Tails! Lo vas a pasar genial en la uni ¡Avisa para poder escribirte por la diferencia horaria!

—Se la ve feliz... —Lo dice con nostalgia; echaba de menos ver esa sonrisa en vivo.

Sin embargo, pronto también dejaría de ver otra sonrisa.

Se giró a su amigo que miraba la televisión y lo abrazó. Este sorprendido, le dió unas palmadas en la espalda.

—¿Todo bien? —Sonic no era el amigo de dar abrazos.

—Si alguien se mete contigo, me llamas y voy. —El zorro sonríe y ahora sí le corresponde el abrazo.

—Lo haré. —Aunque ambos sabían perfectamente que ya Tails podía sólo.

«Cuántos cambios en tan poco tiempo»

—Si necesitas lo que sea...

—Que sí, hermano mayor, que sí.

—Y olvídate de Zooey. Es duro que ya no os queráis como antes, pero la vida sigue.

—Y me lo dice el que ha estado... ¿Con cuántas? ¿Diez? —El héroe le dió un codazo— Menos mal que usaste protección, porque sabiendo como eres ya habría algún mini Sonic por ahí. —El erizo se tensó y Tails empezó a carcajearse. Sonic negó con la cabeza para quitarse la imagen de él soportando los gritos de la supuesta madre mientras él cambiaba pañales y encendió la consola de videojuegos.

—¿Jugamos? —extendió los dos mandos.

—No lo dudes.

Y así empezó una gran tarde para ambos, rascando tiempo de donde no había antes de que se separasen por un largo tiempo.

Sonic cada vez se quedaba más solo y no podía hacer nada para evitarlo.

No obstante sabía que sus amigos tenían que crecer lo que no pudieron lejos de él, por mucho que les duela.

Esto sí que era la entrada a lo grande a un nuevo capítulo de sus vidas.

Bienvenidos a la vida adulta, equipo Sonic.

༺༻

¡Hola, holaaa! ¡Vuestra escritora ha vuelto! Rodeada de papeles por todo su escritorio y con cara de zombi pero todo bien.

¡Perdón por la tardanza! Pero estoy en época de exámenes, por lo que se me dificulta la tarea de escribir. Parece que me he muerto pero sigo viva, no os preocupéis que esta historia se acaba.

¡Mil gracias por las 10k de leídas! Cuando lo vi casi no me lo podía creer ¡Cada vez somos más! Y eso me ayuda mucho a escribir, junto con los mensajes de preocupación ¡De nuevo mil perdones!

Estaré leyendo vuestros comentarios y respondiéndolos cuando pueda.

¡Besos!





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