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11

Después de pocas semanas, parecía que todo había vuelto a la normalidad. Eggman no daba señales de vida y todo estaba calmado.

Eso causaba mucha incertidumbre entre los héroes de Mobius, quienes ya tenían todo listo para cualquier ataque imprevisto, pero mientras tanto, la vida sigue.

Amy aprovechaba la poca afluencia de clientes para limpiar las mesas, cuando la campanilla sonó, llamando su atención. Su cara se iluminó al ver una cara conocida.

Y no, no era Draco.

—¡Tails!

—¡Ey, Amy! —saludó moviendo la mano.

—¿Qué haces por aquí? —inquirió, curiosa, acercándose a donde él estaba. Apareció por detrás Rouge, rodeándolo con un brazo.

—Encarguitos ¿No Tails? —Él asiente, ya familiarizado con la cercanía de su compañera de equipo. Ella sonríe feliz de haberle podido acompañar.

—He venido a buscar un regalo para Zooey; pronto será su cumpleaños y quería tener un detalle con ella. —un rubor pintó sus mejillas de color rojo, lo que enterneció el corazón de las muchachas.

—Seguido de mi consejo —añadió orgullosa.

—Rouge, deja al crío elegir lo que quiera. —apareció el equidna con varias bolsas de ropa.

—¡Oye, que tengo catorce!

—¡¿Te saco diez años?! —Se lleva la mano al corazón— ¡Van a pensar que soy una pederasta por juntarme con niños! —Knuckles se da una palmada en la frente. La eriza se empezó a reír.

—Ahora hemos venido a descansar un rato ¿Tienes mesa? —dice el zorro intentando disuadir a su amiga de la escena, la cual no era la primera vez que pasaba en la tarde.

—¡Claro! Venid conmigo. —Sentó al trío en una mesa con sitios acolchados, lo mejor para sus amigos— ¿Queréis algo?

—Lo dejamos a tu elección, cielo. Después de tantas compras tengo el cerebro hecho puré. Empiezo ya a ver estampados por todas partes —indicó mientras se ponía los dedos en la sien.

—Yo también —completó el vulpino poniendo su mejilla contra la mesa,  cansado. El equidna soltó las bolsas y se dejó caer agotado en su asiento.

—¿Ha sido una tarde larga, Knux?

—Y que lo digas... —respondió suspirando.

—Exagerado... —murmuró la albina, cruzándose de brazos.

—¿Qué hay en las bolsas, piedras? —Se masajea un hombro.

—Si las hubiera, te habrías quejado más —El joven rodó los ojos. Amy miraba con gracia la situación: parecían dos padres con su niño en la cafetería.

—Ahora vuelvo con vuestro pedido.

—¡Sin prisas, cielo, lo mejor se hace esperar!

—¡Aunque no mucho, que hay hambre! —La ladrona le echa una mirada de reprimenda al joven equidna.

—¡Serás bruto...!

—¡Y tú una derrochadora! —El joven zorro baja las orejas y hace una mueca; se prepara para lo que viene. Ambos se miran molestos y eso da comienzo a la sinfonía de insultos y griteríos entre ellos. Cuanto más hablaban, más se tensaba el joven, hasta que ya no pudo más.

—Si seguís así, me voy —interrumpe el adolescente, harto del comportamiento de sus compañeros—. A no ser... Que os beseis. —dijo sin rodeos. Los adultos se miraron entre ellos con los ojos muy abiertos y las mejillas teñidas de un tono rojizo. Enseguida apartaron la mirada por vergüenza.

—¿Q... Qué dices, Tails? —titubeó su amigo.

—Ya sabes lo que dicen: Del odio al amor hay un paso. Y parece que ese paso ya lo ha dado alguno. —Pasa la mirada del uno a la otra varias veces, incomodándoles.

—Aquí tenéis. —La eriza trajo una bandeja con tres batidos y distintos tipos de bollería. En menos de lo que canta un gallo, Knuckles y Tails se pusieron a comer, olvidándose todos del tema.

O eso parecía.

Rouge le daba vueltas a su bebida reflexionando lo dicho. Se quedó ensimismada mirando el líquido fluir.

Antes de que Amy pudiera comentar algo acerca de eso, la campanilla volvió a sonar. La camarera se giró y vió a una repartidora agitada con un paquete entre sus manos. La eriza se acercó veloz a donde ella estaba.

—Paquete para Amy Rose.

—Soy yo. —La mujer le tendió la caja.

—Firme aquí, porfavor. —La eriza hizo lo mandado— Muchas gracias ¡Qué tenga un buen...

—Un momento, —interrumpe, haciendo que la mujer la mire curiosa— parece cansada ¿Qué tal si se queda un rato hasta que se encuentre mejor?

—Oh... Es muy amable, pero...

—Insisto, esto corre a mi cuenta, no se preocupe por el dinero.

—¿De verdad? —Se le iluminaron los ojos; los pasteles de Vainilla tenían muy buena reputación y eso se sabía por toda la ciudad.

—¡Por supuesto! Ahora sígueme—La acompañó hasta una mesa también acolchada— Aparte, le pondremos algo a tu jefe para que no se enfade contigo por esto.

—Eres muy amable...

—Lo hago por placer. —Le sonríe de forma genuina; le encantaba ayudar a los demás —¿Algo en especial? —Saca su boli y libreta.

—Una tarta de queso con una tila, por favor —La camarera asiente.

—¿Algo más?

—No...

—¿Qué le ponemos a tu jefe?

—Lo que sea que no lleve chocolate; es alérgico.

—¡De acuerdo, ahora lo traigo todo! —respondió entusiasta y en menos de cinco minutos la repartidora estaba degustando su trozo de pastel con una porción de tarta de manzana para llevar.

Amy había vuelto con sus amigos. Todos observaban el paquete que estaba en la mesa.

—¿Qué es?

—Eso vamos a averiguar. —Sacó un cúter y rompió el celo que cerraba el cartón. Quitó todos los envoltorios y descubrió que era una sudadera de la universidad.

Tenía sus iniciales grabadas en rosa en la parte superior posterior de la prenda. Hacía buen contraste con el azul marino de la prenda y el blanco del emblema de la uni, bordado donde estaría situado el corazón—Vaya... —Tails dió un silbido en respuesta.

—Apesta a dinero —opinó el de color carmesí mientras se llevaba comida a la boca.

—Qué considerados al mandártela —dijo su amiga.

A Amy aún le producía vértigo toda esta situación.

«Voy a ir a la universidad... ¡Voy a ir a la universidad!», estaba que aún no se lo creía. Uno de sus sueños que nunca esperaba que se cumpliera, se ha vuelto realidad.

La euforia se apoderó de su cuerpo. Su boca se ensanchó y empezó a dar brincos. Sus amigos la miraban felices; se alegraban mucho por ella, sabían de sus otras pasiones como la moda y creen que ella llegará lejos en el sector.

Ahora Amy estaba tomando las riendas de su vida, y lo estaba haciendo a lo grande.

—Enhorabuena, Amy —le dijo el vulpino.

—Gracias, Tails.

—¿A ti también te llegó lo de la universidad esa, no? —inquirió Knuckles.

—¡Sí! Nos lo has dicho ahora comprando, cariño.

—¿Cómo? —Amy estaba confundida.

—¿No te lo dijeron? Eché plaza para una universidad de gente superdotada especializada en la robótica y me han aceptado.

—¡Eso es genial! —Lo estrechó fuertemente entre sus brazos— Por fin valoran lo que hay dentro de esa cabecita. —Le revolvió el pelo de forma cariñosa. Tails se rió feliz.

—Los dos universitarios... Ya os puedo ver con el birrete graduados —indicó la albina encuadrándolos entre sus dedos. Tails y Amy se juntaron y posaron sonriente, después se carcajearon. Rouge esbozó una sonrisa, orgullosa por ellos. Enseguida se le ocurrió una idea —Oye... ¿Por qué no organizamos una fiesta?

—¿Eh? —dijeron los futuros estudiantes.

—Por vuestro gran logro. No todos vamos a poder lo que vosotros vais a hacer. Además de que os váis fuera de Central City a Soleana y a Empire City y no nos veremos muy pronto —la eriza y el zorro se miraron apenados —Aw... No os pongáis tristes —se levantó y les rodeó el cuello, apegandolos a ella—. Esto es parte de crecer, queridos. Aunque parezca duro, es lo que hay que hacer para vivir. Además no es el fin del mundo —Rouge se separó y Knuckles se puso al lado de ella. La ladrona lo rodeó con el brazo—. Siempre nos tendréis para lo que queráis.

—Siempre —remarcó el equidna. Los miró y le entró la nostalgia; habían crecido tanto... ¿Cuándo había pasado el tiempo tan rápido? Notó como en sus ojos se acumulaba el agua. Se pasó rápido el dorso de la mano por sus ojos, pero todos le cazaron.

—Aw... ¡Knuckles! —Todos se juntaron en un enternecedor abrazo.

Todos, muy en el fondo, tenían miedo de lo que podía pasar en el futuro. Pero, como ha dicho nuestra querida murciélago, esto es parte de hacerse mayor. Y aunque dé miedo, todo se pasa y puede llegar a ser una de las mejores etapas de la vida. Saben que son oportunidades que se dan muy pocas veces, pero eso no quita que no les apene distanciarse de su hogar y amigos.

Sin embargo, saben que su amistad es más fuerte que nada, y que eso sí que no iba a cambiar.

El momento fue interrumpido por la llegada, ahora sí, de Draco, ya que era su descanso. El trío miró a la eriza con una sonrisa pilla a la vez que ella apartaba la mirada avergonzada.

—Oh... ¡Hola! ¿Interrumpo algo?

—¡Para nada, cariño! Es más, —Rouge se acercó a él, contoneándose— estábamos planeando una fiesta por Amy y Tails, y cómo eres tan cercano a Amy, pues pienso que sería buena idea invitarte —La rosada se quería morir de la vergüenza; estaba roja, Tails y Knuckles se burlaban de ella, no obstante se miraron entre ellos algo preocupados; a saber cómo va a reaccionar Sonic a esto, porque él aún no sabe que ni Tails ni Amy se van.

—Si a Amy le parece bien... ¡Por mí perfecto!

—¿Pinky...? —Todos la miraban expectantes.

—Claro que me parece bien que venga. —La idea de que Draco viniera le parecía fantástica; ya era hora de que sus amigos conocieran a otra parte importante de su vida, aparte de ellos. El periodista sonrió agradecido, se acercó a ella y la abrazó.

—¡Va a ser una gran noche! —Todos asintieron ilusionados.

Desde luego lo iba a ser; una noche que no van a olvidar.

La sala de reuniones de la Resistencia estaba entera decorada; guirnaldas por el techo, globos por doquier y mesas repletas de comida. La música amenizaba el evento donde todos los amigos de Sonic estaban presentes, vestidos apropiadamente para una fiesta.

Amy iba preciosa, con un vestido tipo cocktail con reflejos metalizados dorados de color morado. Llevaba el pelo recogido en un mono algo despeinado.
Hablaba animadamente con María sobre su ingreso.

—Van a ser los mejores años de tu vida, Amy, te lo aseguro. —Ella asentía mientras la mujer hablaba— Vas a aprender un montón y vas a conocer personas maravillosas; yo aún sigo teniendo amigos de la carrera y de vez en cuando quedamos.

—¡Eso es genial! —Ambas sonríen.

Eso ocurría en una parte de la sala.

En otra zona, Tails se encontraba en una esquina dándole su regalo de cumpleaños a su novia.

—¡Flores de LEGO! —reveló al abrir el envoltorio de la sorpresa. Miraba la caja con un brillo en los ojos. El zorro la miraba contento de que le hubiera gustado.

—Era para que durasen más que unas de verdad.

—¡Me encanta! —iba a abalanzarse contra su novio pero este le paró.

—Queda un regalo más. —Le tendió una cajita— Ábrelo. — Obediente, ella lo hace y se encuentra con un hermoso collar con un pequeño trozo de lo que parecía ser azulejo— Son los restos del edificio donde nos conocimos. Ayudé en la reconstrucción de la ciudad y pues pensé que sería un bonito detalle. Pese a que fue un día triste para muchos, para mí fue feliz porque te conocí a ti —A la joven vulpina se le saltaban las lágrimas. No merecía a su novio— ¿No te ha gustado? —preguntó preocupado porque la vió llorar. La zorra abrazó a su novio y le plantó un beso en los labios.

—Son los mejores regalos del mundo. No te merezco, Miles... Te amo... —Tails le correspondió el abrazo tembloroso después de esa declaración.

Se limitó a estrecharla entre sus brazos y acercarse a su oreja para decir:—Yo también te amo Zooey. Vendré a verte todos los días que pueda.

La chica asintió y se fueron a por bebidas agarrados de la mano.

Por otro lado, Knuckles miraba a Rouge hablar con Blaze; estaba indeciso entre sacarla a bailar o no.

—Hazlo. —Le dijo alguien. Se giró hacia donde habían hablado y encontró a Silver— No le tengas miedo al éxito, amigo. Aprovecha, ella también está loquita por ti.

—¿De verdad?

—¿A quién si no iría a ver todos los días con la excusa de robar una Esmeralda? —Le guiñó el ojo y fue hacia su novia para irse a por algo de comer.

«Claro y me lo dice el que tiene novia. Será...», estaba tan ensimismado poniendo verde a Silver que no notó cómo cierta albina se posicionaba a su lado.

—Dan diabetes ¿Verdad? —dijo mientras daba un sorbo a su bebida, asustando al equidna.

—Por Caos, mujer. Qué susto... —Se llevó la mano al pecho. La ladrona se limita a rodar los ojos.

—Qué delicadito... —murmuró. Knuckles decidió no pelear, sin embargo soltó un sonoro suspiro. A veces lo exasperaba.

—Sí... No sé ni cómo han acabado juntos.

—El amor... —Rouge lo miró de reojo. La camisa morada con los pantalones blancos que llevaba le sentaban especialmente bien, y eso no había pasado desapercibido ante sus ojos.

—Sí... El amor —apoyó con cierto tono soñador. La murciélago sonrió —Rouge... ¿Te apetece bailar? —Esa pregunta la pilló desprevenida. Ella abrió mucho los ojos y se empezó a reír.

—Vaya, vaya ¿Y ese cambio de actitud? Cualquier diría que te intereso... —Se mira el esmalte de uñas, intentando esconder su nerviosismo.

—Pues a lo mejor sí me interesas.

Silencio. Rouge lo miró sin poder creerselo y él se sonrojó a más no poder.

—¿Qué...?

—Nunca pasaste desapercibida para mí, Rouge. Es cierto que me pones de los nervios y que me das más dolores de cabeza que otra cosa, pero no podría vivir sin ellos —Se gira hacia ella— Porque me los causas tú, como las taquicardias cuando te veo. Has embrujado a mi corazón y has hecho que baile a tu compás.

—Knuckles... —El equidna se giró hacia ella y la agarró de las manos.

—Aunque parezca que te odie, no lo hago ni por un segundo, Rouge the Bat. Es más... Me gustas mucho.

—Yo...

La conversación se vió interrumpida por los gritos de Sonic y Amy. Knuckles miró la escena y dió un suspiro.

—Mierda ¿Es qué no pueden comportarse? —Se dispuso a irse cuando ella le agarró del brazo.

—Knuckie... —le besó en los labios. El de color carmín se quedó estático— Ve a calmarlos. Luego hablamos —el comandante asintió mirándola enamorado. Dió unos pasos, pero de forma veloz besó los labios de la murciélago.

—Desde luego que hablaremos.

Mientras se daba la confesión, Sonic acababa de llegar junto a los Babylon Riders. Sonic hablaba con Jet cuando divisó a Amy.

Casi se le salió el alma del cuerpo al verla. Estaba hermosísima ¿Qué clase de pacto con el diablo había hecho para estar siempre guapa? Porque su belleza de este mundo no era.

Iba a ir a hablar con ella, pero se chocó contra alguien.

—Uy, perdona.

—No pasa nada; no miraba por dónde iba —Al no reconocer el tono de voz, levantó la mirada y se encontró con el periodista.

—Tú... —Era la última que esperaba encontrarse en la fiesta. Su cuerpo se tensó de forma involuntaria.

—Buenas, Sonic the Hedgehog —sonrió cortés.

—¿Qué haces aquí? —intentó poner una pose más relajada. No podía dejar ver que él le importaba; que lo veía como un rival.

—Pues lo mismo que tú; Rouge me ha invitado a la fiesta de despedida de estos dos.

—¿De estos dos? ¿Cómo qué... —Bajó la mirada a las manos del contrario, donde había una pancarta con los nombres de Tails y Amy en ellos, con birretes y libros —¿Qué es eso?

—¿Acaso no sabías que Tails y Amy han entrado en la universidad? Vaya... —Sonic se quedó en shock ¿Cómo que Amy también se iba? Si ya le sentó mal que su amigo se fuera y se lo había dicho en persona... Esto era como una fuerte patada para él.

Esto no podía estar pasando.

Su amor se iba.

Y lo peor es que no le había avisado, como si ya no fuera importante para ella.

—Tails me lo dijo, pero Amy... —balbuceó sin aún poder asimilarlo.

—La primera que entró fue ella —Se le encogió el corazón al escuchar eso— ¿No te lo dijo?

—Pasa tanto tiempo contigo que al parecer soy inexistente para ella —sonrió con suficiencia.

—Qué puedo decir, soy afortunado de poder pasar tiempo con ella —respondió feliz —. Y además se va a una de las universidades con más prestigio de todo Mobius.

—¿Cómo...? —Parecía que con cada palabra que salía de su boca, también lo hacían sus fuerzas.

—Yo eché por ella la solicitud a la universidad de Spagonia.

—¿Spagonia...? —dijo como si fuera un lamento. Otro continente. Cada vez se hacía esto más grande.

—La universidad más prestigiosa de alta costura está allí. —Draco visualizó a Sonic, quién se encontraba al borde de un ataque de nervios— Pero no te preocupes, Sonic, yo estaré allí con ella —dijo para consolarlo.

—¿Eh?

—He pedido el traslado allí a propósito.

—¿Todo esto... Lo has hecho tú? —dijo con un hilo de voz.

—Bueno, a ver: yo era consciente de que Amy dependía mucho de ti y que necesita algo que le dé sentido a su vida de nuevo después de haberte dado la patada. Pensé que la universidad sería una gran idea... —Sonic abrió los ojos en respuesta. La rabia se apoderaba de su cuerpo y cada vez era más complicada controlarla a medida que el zorro hablaba.

—Lo que estás haciendo es quedártela para ti solo —escupió enfadado.

—¿Qué? ¡No! El traslado ha sido luego de echar la matrícula.

—¡Esto lo tenías planeado!

—¡¿Qué dices?!

—No me mientas. —Lo agarra del cuello de la camisa, amenazante.

—¿Qué hay de malo en querer hacer algo bueno por una persona? Podrían no haberme dado el traslado y aún así Amy se habría ido.

—¿Seguro? ¿O es que acaso quieres volverte mi sustituto? ¿Te crees que no supe tus intenciones desde que te vi por primera vez?

—No sé de qué me hablas.

—Dilo, o te lo saco de otra manera —replicó separando su otra mano del cuerpo.

Se quedaron mirándose fijamente. La tensión envolvía el ambiente. Draco suspiró resignado, dándose por vencido.

—Bien, me enamoré de Amy tan solo viéndola en las noticias y yendo a la cafetería de Vainilla porque investigué donde trabajaba ¿Feliz?

—Acosador...

—¡No inventes! ¡Nunca la acosé! Podría haber hasta sabido qué ropa interior usaba y nunca lo hice, porque quería hacer las cosas bien por ella, aunque mi corazón me dijera lo contrario.

—¿Y quieres un premio? ¡Eso es lo que hacen las personas normales, respetar la privacidad de los demás!

—¡Y lo hice!

—¡Pero no querías!

—¡¿Y qué si no? Lo que importa es ella!

—¿Qué pasa aquí? —la discusión se vió interrumpida por la llegada de Amy. Ambos la miraron y se separaron rápidamente.

—No ocurre nada, déjanos hablar Amy.

—Sonic, no me mientas. Draco ¿Qué pasa?

—¿No le contaste que te ibas? —Señaló al velocista con extrañeza. Amy se quedó con los ojos como platos; Sonic ya lo había descubierto y de la peor manera posible.

—Eso ¿Por qué no lo has hecho? —Sentía cómo las miradas de los jóvenes taladraban su frente. La eriza no sabía dónde meterse.

—Lo iba a hacer pero...

—¿Cuándo estuvieras en el avión lo ibas a hacer? —bufó— Esto parece un programa de cámara oculta...

—Sonic, no es fácil contarte las cosas...

—Claro, después de distanciarte de mí, normal que no lo sea.

—¡No es fácil porque reaccionas así! ¿Y por qué me echas esto en cara? Dijiste que ibas a respetar mi decisión. —Se cruza de brazos.

—Y la respetaba hasta que se convirtió en "Sonic, he cambiado de opinión; al final te voy a echar de mi vida" —Se mofó. Ya estaba harto de que le tomaran el pelo, de ser el bueno y callarse todo. Ahora sabrían lo que piensa.

—Yo no...

—¿No qué? Amy, si no me quieres en tu vida dilo y ya.

—Claro que quiero que lo estés.

—Pues no lo parece.

—¿Y aún así te extraña? —añadió Draco, mirando al erizo— ¿Después de cómo la has tratado? —Sonic se calló— No tienes ningún derecho de quejarte.

—Ni tú de meterte en donde no te llaman —sentenció serio—. Esto te ha venido perfecto ¿Verdad? Amy con el corazón roto a curarse en tus brazos, aprovechándote de ella. Animal rastrero... —Se iba acercando cada vez más al vulpino, pero la rosada se puso en medio, extendiendo los brazos.

—¡Quieto!

—Apártate, Amy. No quiero hacerte daño.

—Sonic, tú no eres así...

—¡Já! ¿Ahora estamos jugando al Quién es quién? tú tampoco das la espalda a tus amigos, Rose —La joven hizo una mueca de desagrado.

—Necesitaba mi tiempo, no vale recriminarme esto ahora...

—Tú los has dicho, necesitabas ¿Qué te impedía hablarme en estas semanas? —Amy se mordió el labio, avergonzada— Nada... —el otro sonríe triste— No viniste porque no querías. Y llevas así desde quieres intentar superarme Caos sabe por qué. —La heroína apretó los puños con una recién aparecida ira. Todo lo que se había estado guardando para no hacerle daño amenazaba con salir.

—¿Quieres saber por qué, eh?

Si Sonic quiere ver la parte viperina de su lengua ¿Por qué no dejar que vea su error?

—Sí. —La joven hace una mueca, dejando a su parte irracional salir.

—Porque descubrí que tan amigo mío no eras.

—¿Qué...

—¿No qué soy pesada, marimandona y un gran grano en el culo? ¿Que siempre voy y te digo "Oh Sonic cásate conmigo"?— dijo con voz aniñada. En la cabeza de Sonic algo hizo click. La casa de Tails. La mirada del erizo se agrandó.

—Amy...

—Ahora sí ¿No? Que te den, Hedgehog. —Pretendía irse, pero el héroe fue más rápido agarrándole el brazo.

—Amy, eso no iba en serio ¿De verdad te lo creíste?

—Si lo dices a mis espaldas ¿Cómo no me lo voy a creer?

—Pero por eso...

—Claro que no ¿Crees que sólo fue por eso? —se rió amargadamente— Fue por todo, Sonic. Todo lo que hiciste y todo lo que hice yo.

—¿Eh?

—Tantas noches en vela llorando, todos esos comentarios venenosos de la gente y de ti, cada vez que me hacías quedar como una loca, cómo no valorabas lo que yo hacía por ti. Y sobretodo, cómo pisoteadas mi autoestima con cada rechazo y cada ignorada tuya, sin importarte un mínimo cómo me sentía. —Cada confesión era un puñal que se clavaba en el pecho del erizo. Nunca se había puesto a pensar en cuánto daño le había hecho a Amy ¿Tanto había sido?— Y Draco ha sido la persona que ha hecho que yo vuelva a resurgir después de todo. A él sí que le debo mi vida, no a ti. Tú ya no la mereces. —Notaba cómo su corazón se hacía cada vez más pequeño.

—Ames, lo siento yo...

—Amy Rose para ti, Sonic the Hedgehog. No te disculpes si vas a seguir haciendo la misma mierda de siempre. Discúlpate cuando vayas a cambiar de verdad porque estoy cansada de que siempre arruines mis ilusiones contigo, pensando que has madurado por fin. —Dio sin piedad la puñalada final.

Silencio, pero ahora era sepulcral. Todos habían escuchado el conflicto.

El joven estaba temblando. Amy no puede dejarle ¿Verdad? Su Amy nunca haría eso. Algo le ha hecho cambiar. Draco le había lavado el cerebro seguro.

Pero su mirada lo decía todo. Tanto era que tuvo que bajar la cabeza para que su corazón no sufriera tanto. Se giró a Draco y la ira se apoderó de él.

—Pedazo hijo de... —Lo agarró de la camisa y preparó el puño para lanzar un golpe.

—¡NO...! —rugió la eriza. Intentó parar al cobalto estirando el brazo, pero no iba a llegar a tiempo.

Sin embargo, la pelea no se produjo gracias a que Knuckles agarró con fuerza el brazo de su amigo. Sonic se giró sorprendido.

—Vosotros dos a hablar fuera, ya —requirió autoritario.

—No hay nada de... —intentó decir la rosada.

—¡Ya! —gritó. Amy se fue dando pisotones. Sonic seguía en su sitio, con una explosión de emociones dándose en su pecho. Miró de nuevo al zorro, que lo observaba asustado. Lo soltó y se quedó mirando sus manos como si estuviera ido.

«¿Qué me ha pasado?», se preguntaba, iba a azotar a alguien indefenso; ese no es su estilo y nunca lo sería. Empezó a temblar al darse cuenta de la influencia que poseía Amy sobre él.

Verdaderamente, el amor era una fuerza poderosa que transformaba a las personas. Por eso lo rehuía tanto, aunque nunca lo vivió en su máxima expresión. Hasta ahora.

—¿Sonic? —formuló su amigo, que lo miraba preocupado. El erizo salió de su trance al oír su nombre y, rápidamente, pilló puerta y se fue detrás de Amy.

Él aún no había terminado de hablar.

Él aún no daba todo por perdido.

Knuckles dió un suspiro y meneó la cabeza. Rouge se acercó a él y le puso la mano en el hombro, animándolo.

«¿Estáis bien, chicos? ¿Qué habéis hecho para estar así?» pensó mientras veía a Sonic salir gritando el nombre de su amiga.

༺༻

Y explotó la bomba. ¡Muchas gracias por leer, votar y comentar! ¡Os adoro!

Pensaba subir la parte más tarde porque quería que llegase a más personas, pero una no puede aguantar tanto jajaja.

Estaré leyendo vuestros comentarios y respondiéndolos cuando pueda.

¡Besos!

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