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Despertaste asustada en la madrugada y Estarossa te envolvió entre sus brazos para que tu miedo se disipara. Él siempre te abrazaba para hacerte sentir segura y no le importaba interrumpir su sueño con tal de velar por el tuyo.
La calidez de su cuerpo era agradable y en pocos minutos te quedaste dormida acurrucada a él, sin pensar que todo era un sueño y que en realidad te encontrabas en los brazos de su hermano mayor, quien ahora era tu esposo.
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