Sus ojos estaban llorosos. Estarossa se la había pasado llorando toda la tarde, pero tu estabas allí para consolarlo. Eras su mejor amiga y siempre tenías las palabras adecuadas para sacarle una sonrisa a pesar de lo terrible y triste que se veía. Tú te morías de ganas de decirle lo que sentías, pero ese no era el momento adecuado. No querías aprovecharte de la situación, no querías confundir su corazón... No querías que te correspondiera sólo porque tenía el corazón roto.
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