Volver a sonreir - Luna
La tensión continuaba entre Luna y Theo, ya se había vuelto casi imposible que hablaran sin terminar discutiendo, aunque, la rubia abría su corazón y todo volvía a estar bien por un rato, en verdad deseaba con todo su ser que esto terminara.
Ya faltaba una semana y media para el día de la batalla, y seguían practicando el hechizo, cuando la rubia se detuvo a plantear, la duda de Neville, y sin darse cuenta volvió a hacer lo de siempre... insistir en que ella podría hacerlo sola, lo que terminó de encender el latente enojo y mal humor de Theo.
―LUNA... ni lo digas, porque te juro que salgo de aquí directo a la mansión Malfoy a buscar a Narcissa y como sea la despierto... no presiones más sobre el tema, no puedes hacerlo sola y es la última vez que te lo digo ―y sin más Theo se dio vuelta, y comenzó a caminar hacia la casa, se lo notaba totalmente tenso y enojado.
―MIERDA... Luna ¿quieres dejar de hacer eso? ―Draco soltó la última frase entre dientes, mientras se daba vuelta y miraba serio a la rubia, la cual no sabía bien que hacer, lo único que podía pensar era en salir corriendo tras Theo―, ni se te ocurra ir tras él... todo lo que vas a conseguir es que en verdad cometa un acto suicida.
―¿Crees que en verdad haría semejante cosa como entrar en la mansión Malfoy? ―preguntó Neville, desviando cada tanto su mirada hacia la rubia que se había quedado helada en el lugar.
―En verdad... nunca se sabe cómo puede llegar a reaccionar Theo... es una de las cosas de él que dan miedo ―dijo Blaise mirando hacia donde se había ido su amigo.
―De lo que si puedes estar seguro es que nunca amenaza porque si ―agregó Draco sin dejar de ver a Luna.
―¿Luna porque insistes en eso? Sabes bien que Theo tiene razón es demasiado peligroso que lo hagas sola ―dijo Hermione acercándose más a la rubia.
―Yo solo, no quiero que les pase nada...
―Eso es una estupidez ―la voz de Pansy llamó la atención de todos― en una guerra es inevitable que las personas mueran o sufran, aunque lo intentes jamás podrás salvar a todos... y lo sabes, todos lo sabemos, pero hacemos esto por el futuro, para que ya nadie tenga que volver a sentir el miedo que ahora sentimos.
―Luna tienes que dejar que cada uno se preocupe por sí mismo... Pansy tiene razón, todos somos conscientes de lo que puede pasar ―agregó Hermione abrasando un momento a la rubia, que todavía estaba algo confundida.
―Sabes que lo único que le importa a Theo, es que tú estés bien... todos sabemos lo que le costó aceptar esto ―ahora Draco se acercó a Luna y la miró con algo de dulzura― deja que te cuidemos, por el futuro y por Theo... nunca fue tan feliz como lo ha sido a tu lado... ¿quieres volver a sonreír para deshacernos de ese desconocido ser que ocupa el cuerpo nuestro amigo? ―las palabras del rubio fueron muy dulces al igual que su sonrisa.
Momentos después todos estaban entrando en la mansión, después de un rato más hablando Luna ya no quería escuchar nada, había demasiadas cosas dando vueltas en su cabeza. Entró en su habitación, y tal como imaginaba Theo no estaba allí. Se tiró en la cama, sabía que sus amigos tenían razón. ¿Porque sentía que tenía que cuidar a todos?... y lo único que había hecho era descuidar a la persona que más ama. Miró el anillo en su mano y recordó la hermosa sonrisa de Theo cuando se lo dio, una sonrisa de completa felicidad... sonrisa que ya luego no se volvió a repetir, con todo lo de su visión, el hechizo y el plan. Unas lágrimas comenzaron a rodar por su rostro, las secó y se levantó, fue hasta la ventana y antes de salir al balcón, algo la hizo agarrar un paraguas. Estaba bajando las escaleras hacia el patio cuando comenzaron a caer las primeras gotas, abrió el paraguas... despejo su mente y dejo que sus pies la guiaran, de alguna forma ellos siempre encontraban a Theo. Después de un rato comenzó a llamarlo, estaba empezando a desesperarse... ¿y si en verdad se había ido? Volvió a gritar su nombre mientras lo buscaba con la mirada en cada rincón, entonces lo vio... venia caminando tranquilamente hacia ella y no necesito más que verlo, para soltar el paraguas y correr hacia él, las lágrimas que se habían estado acumulando en sus ojos comenzaron a caer sin control, la lluvia era fuerte pero no le importo. Salto a los brazos del pelinegro, que sin dudarlo la sujeto con fuerza y la pego a su cuerpo... el cuerpo de la rubia no dejaba de temblar.
―Luna ¿estás bien? estas temblando... no debiste venir por mí.
―Me asustaste mucho... creí que en verdad te habías ido ―las lágrimas no dejaban de caer y se mezclaban con las gotas de lluvia.
Pronto Luna estuvo completamente empapada. Hablo un rato con Theo y pronto se encontraron en una puja para ver si volvían o no a la casa, cosa que ella no quería hacer bajo ningún concepto. No le importaba el frio o que su cuerpo no dejara de temblar, solo quería quedarse allí entre los brazos de Theo y olvidarse de todo. Finalmente el pelinegro cedió, invocó el paraguas y con un hechizo los secó a ambos antes de apoderarse de su boca.
La lluvia era incesante y ahora se le sumaba un viento frio. Caminaron un rato y decidieron volver a su habitación, pues Luna no dejaba de temblar, entraron por el balcón, para evitar encontrarse con sus amigos y que la tensión y el mal humor volviera a apoderarse de ellos.
Theo cerró la habitación con varios hechizos y volvió a mirar a Luna. Los ojos de la rubia lo recorrieron de pies a cabeza, su ropa estaba algo desarreglada, su cabello todavía húmedo caía cubriendo un poco sus ojos, pero todavía podían verse muy bien esos ojos azul eléctrico cargados de deseo. Luna se mordió el labio inferior y antes de que pudiera hacer cualquier cosa, ya estaba acorralada entre la pared y el cuerpo del pelinegro, la boca de este comenzó a devorar la suya, mientras esas manos comenzaron a desvestirla, algo en lo que ella no se quedó atrás, intentó desprender los botones de la camisa, pero sus dedos casi no respondían por el frio, por lo que simplemente se aferró a la tela y tiró de ella haciendo que los botones saltaran y comenzaran a rebotar por el piso, lugar donde pronto se encontró el resto de la camisa... Theo sonrió ante la acción de la rubia y la levanto sujetándola de las nalgas sin despegarla de la pared ni dejar de besarla, rápidamente las piernas de Luna rodearon la cintura del pelinegro y al instante soltó un gemido al sentir el rose de la erección, de Theo, con su sexo.
Theo abandono esos labios y comenzó a bajar por aquel cuello, dejando besos y pequeñas mordidas a su paso, provocando un jadeo tras otro en la rubia. Una de sus manos se metió entre los cuerpos y comenzó a acariciar el sexo de la rubia, sobre la fina tela de encaje de su culotte azul, las manos de la rubia se aferraron a aquella enorme espalda, clavando las uñas, y recorriéndola dejando marcas en ella, y excitando cada vez más al pelinegro, que de un tirón rasgo la única prenda que la quedaba a la rubia. Sus dedos entraron en aquel húmedo sexo y con su pulgar comenzó a acariciar el clítoris de la rubia que gemía y se estremecía, con cada uno de sus movimientos.
Luna sintió la lengua de Theo jugando con su pezón derecho, los labios succionando cada vez más fuerte y luego pequeñas mordidas, antes de que hiciera un surco de besos hasta el otro pezón y volviera a comenzar, mientras esa mano seguía moviéndose en su sexo, haciéndola desear más.
―Theo ―la voz de la rubia fue un susurro, un ruego. El pelinegro la miró con el mismo, o quizás más deseo del que se reflejaba en los ojos de Luna... y con una sonrisa la penetro lentamente con su ya palpitante erección robando un suspiro tras otro. Luego comenzó con movimientos lentos, acompañados por besos que amortiguaban los gemidos de ambos, y poco a poco fue aumentando la velocidad. El orgasmo de la rubia llegó con un grito y una mordida al hombro izquierdo de Theo, para tratar de silenciar lo que este le estaba provocando.
Luna solo se quedó quieta sobre el pelinegro, sabía que no había terminado, todavía sentía la aun enorme erección de Theo en su interior, y de repente sintió algo mullido en su espalda, abrió los ojos y estaba sobre la cama. Theo encima de ella, la miró a los ojos y comenzó a moverse sin apartar la vista, los jadeos y gemidos volvieron a comenzar, acompañados de caricias y besos, mucho más dulces que los anteriores. Luna seguía el ritmo que Theo le marcaba, el placer llegaba a ella, incesante, como las olas del mar, hasta que esto ya no era suficiente, entonces ella comenzó a exigir más moviendo sus caderas, algo a lo que Theo respondió de inmediato aumentando la velocidad de sus envestidas hasta que ambos llegaron al orgasmo.
Volvía a estar en los brazos de Theo, ambos enredados en las sabanas y frazadas de la cama, su respiración ya se había normalizado, y los latidos del corazón de Theo rompían el incesante murmullo de la lluvia al caer. Una sonrisa se formó en sus labios, adoraba ese sonido.
―Lo siento amor ―susurró Luna, no sabía si Theo estaba despierto o no.
―¿Qué? ―la voz del pelinegro fue suave y algo adormilada. La rubia se movió un poco para verlo.
―Lo siento por todo... sé que tratas de cuidarnos y que yo realmente no lo hago fácil... es que todavía no termino de asimilar que hay una vida que depende completamente de mi ―los ojos de Luna se llenaron de lágrimas que no tardaron en salir, era verdad lo que acababa de decir, y era algo de lo que todavía no era plenamente consciente, una de sus manos fue a su barriga que apenas se notaba, pues no tenía más de tres meses― lo siento tengo que aprender a cuidarte ―las palabras salieron entrecortadas por el llanto, sintió la mano de Theo sobre la suya y como depositaba un besos en su frente.
―Sé que es parte de tu naturaleza preocuparte por todos, por eso yo cuidare de ti y nuestro bebe... no tienes que disculparte, yo te conozco y debo reconocer que tampoco lo puse fácil ―dijo el pelinegro mientras Luna se centró en sus azules ojos mientras algunas lágrimas seguían cayendo de los suyos― por favor no llores ―pidió haciendo un puchero, lo que le sacó una sonrisa a la rubia que rápidamente él le devolvió.
Allí estaba la sonrisa que ella tanto añoraba. Aquellos ojos le decían que la amaba y que sin importar lo que pasara, él seguiría allí a su lado, y ahora sí, sin importar nada haría lo que este en sus manos para vencer al señor tenebroso, aceptaría la ayuda que le ofrecían... y si ya una vez había logrado cambiar una de sus visiones, por su vida cambiaria esta también, esa loca mujer no le quitaría al amor de su vida.
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