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Ojos de cielo - Theo

Ojos de cielo (Theo)

La cama estaba completamente revuelta y ellos dormían abrazados entre las sabanas. En realidad ya hacía un buen rato que Theo se había despertado, pero no quería moverse para no despertar a esa rubia de hermosas curvas que dormía abrazándolo, sonrío al pensar en lo que habían hecho, al fin se habían entregado completamente el uno al otro. Nunca pensó que sentiría todo lo que le hizo sentir Luna esa noche, le encantó verla disfrutar con él, y sus gemidos lo excitaban muchísimo.

Sintió la mirada de Luna sobre él y como comenzó a moverse muy despacio, supuso que no quería despertarlo, así que se quedó quieto con los ojos cerrados. La sintió sentarse a su lado y de repente sus dedos se deslizaron por su costado derecho, sus costillas y abdomen, recorriendo aquella cicatriz, se detuvo unos cuantos centímetros antes de llegar a su pierna, sintió cosquillas solo con ese roce y no pudo evitar reír.

─¿Entretenida? ─preguntó con una sonrisa en los labios, abriendo un ojo, ella sonrío y se acercó para besarlo.

─Diría más que nada curiosa ─respondió la rubia y luego se recostó dejando parte de su cuerpo sobre el pecho de Theo.

─¡Curiosa… que raro! ─él la abrazó y ella sonrío.

─Si… me preguntaba ¿qué es esa enorme cicatriz en tu lado derecho? ─el rostro de Theo cambió por un momento, eso era algo de lo que definitivamente no le gustaba hablar.

─No es… nada ─trató de quitarle importancia, cerró los ojos, pero todavía sentía la mirada inquisidora de Luna. Theo comenzó a preocuparse, ya le había sucedido en más de una ocasión que le habían preguntado y el al negarse a hablar terminaba discutiendo… y en verdad no quería que eso le pasara con Luna.

─No hay problema, cuándo estés listo para contarme aquí estaré ─su voz era muy dulce, dejo un beso en su pecho y acomodo su cabeza sobre él, mientras sus dedos jugaban dibujando círculos en su hombro izquierdo.

Después de un rato había vuelto a quedarse completamente quieta, Theo supo por la respiración de su rubia que se había vuelto a dormir. Pero ahora él no podía dormir, nunca le había pasado eso, se estaba sintiendo mal, culpable… ella no era como las otras, sabía que podía confiar en ella ¿porque no se lo conto? su respiración comenzó a agitarse un poco, y Luna se movió entre sus brazos.

─¿No puedes dormir? ─la voz de la rubia sonó algo somnolienta, él no respondió, ella espero unos instantes y luego lo pico con un dedo en el hombro─. Sé que estás despierto Theodore Nott… ¿Qué te pasa? ─insistió sin dejar de picarlo.

Theo sonrío, abrió sus ojos y se encontró con los de Luna viéndolo con decisión, ella se movió y volvió a sentarse al lado de él, su mirada volvió a posarse por un momento en la cicatriz y devuelta en su rostro, él suspiro y se sentó, tomo aquellas pequeñas manos entre las suyas.

─Eres tan dulce… ¿Por qué te preocupas tanto por mí? ─ella suspiró, retiró una de sus manos y acarició la mejilla de Theo.

─Porque desde hace mucho tiempo sé que eres muy importante para mí y… si tú estás bien, yo también ─él sonrío triste, sin despegar sus ojos de los de ella.

─Tú también eres importante para mi… por eso sé que debó contarte sobre esta cicatriz ─pasó su mano derecha sobre la larga cicatriz─ solo te pido que me escuches sin decir nada, porque si me detengo no sé si seré capaz de seguir ─los ojos celestes de Luna lo miraron con dulzura…

La claridad del amanecer entraba por las grandes ventanas, de la enorme habitación, Luna se estremeció, tomó la camisa de Theo y se acurruco en ella, él se acercó un poco más y la abrazó antes de volver a acostarse en la cama con ella a su lado. Sentir su respiración lo tranquilizaba.

─Como tú quieras amor ─dijo con su característica dulzura, Theo le dio un beso en la frente y suspiró mientras comenzaba a recordar y hablar…

“Tenía nueve años, mi padre me estaba enseñando una maldición para herir, hacía al menos una hora que estábamos intentando y a mí no me salía, sin importar cuanto me esforzara, cada intento fallido era una cachetada, un  “golpe”, patada, empujón… hasta el momento no había usado su varita, pero si una fusta, mi espalda ya tenía al menos cuatro franjas rojas que la atravesaban.

Mi madre estaba arriba, sabía bien que no era conveniente que se metiera cuando él intentaba “enseñarme” algo, si lo hacía, se la agarraba con ella también… en más de una ocasión ella terminó con un ojo negro o algún vendaje, curando alguna herida en mí.

A ese hombre nunca le tembló la mano a la hora de golpearnos, a mí o a mi madre. Con el tiempo aprendí que solo debía soportarlo, porque si gritaba o algo, seguía golpeándome hasta que perdía el conocimiento. Yo le pedía a mi madre que no se metiera, no quería verla herida, pero eso para ella era casi imposible.

Cuando volví a intentar hacer aquel hechizo, quizás por décima vez, no lo sé, y el conejo, que él había traído para practicar, ni se mosqueo… vi como la furia  estallaba en sus ojos, saco su varita y me lanzó un crucio, el primero de mi vida… el dolor era terrible, era como miles de cuchillas tratando de abrir mi piel desde adentro, los gritos de dolor comenzaron a escaparse, no lo podía evitar… cuándo el dolor seso estaba tirado en el piso, casi no podía respirar, y sabía que tenía varios cortes, los sentía escociendo en mi piel, y la sangre emanando de ellos… al abrir los ojos la vi junto a la puerta, cubriéndose la boca con las manos, y sus ojos, del mismo color del cielo, estaban totalmente nublados por las lágrimas, que comenzaban a caer por sus mejillas…

─¿Cómo puedes ser tan inútil? Es un hechizo sencillo ─la voz de ese hombre salía cargada de desprecio si no puedes hacer esto ¿Cómo vas a  hacer un crucio?

─¿Qué le has hecho? ─ella se apresuró hacia donde yo seguía tirado, se arrodilló a mi lado, sacó su varita y murmuró un hechizo para curarme, las heridas comenzaron a cerrarse rápidamente.

─¿Cómo te atreves a interferir? Ya te dije lo que te podría pasar ─la tomó con fuerza del brazo e hizo que se ponga de pie, para darle una bofetada tan fuerte que ella casi termina en el pisosi tú haces eso él no aprenderá nunca… “el dolor es el mejor maestro” ─esa era su frase… y diciendo eso volvió a golpearla, esta vez sí termino en el suelo, y antes de que pudiera levantarse también le lanzó un crucio, luego otro y otro…

Yo estaba allí a unos pasos de ellos sin saber qué hacer, y casi sin darme cuenta levante mi varita lo apunte y le lance ese hechizo que él estaba tan empeñado en que realizara, lo vi caer y pasarse la mano por la mejilla, donde ahora tenía un corte. En verdad estaba aterrado, tanto que la varita se resbalo de mi mano, esa mirada nunca se quitó de mi mente.

Se puso de pie, se acercó a una de las paredes, que estaba llena de dagas y espadas, la gran mayoría malditas… tomó una daga, luego se acercó a mí y la clavo profundo, pero no tanto como para matar, en mi pecho y comenzó a bajar suavemente en forma vertical… dolía como los mil demonios, pero de alguna forma logre no gritar. Su sonrisa era aterradora, realmente lo disfrutaba y yo sabía que si gritaba, él lo disfrutaría aún más.

─Eso te va a recordar como en verdad puedes hacer las cosas ─quitó la daga y se acercó a mi madre que seguía en el suelo, tenía varios cortes sangrando… se agachó a su lado, con una de sus manos la sujetó por la nuca, la acerco a su boca y la besó con furia, mientras le clavaba la daga en el corazón. Cuando la soltó ella respiraba con dificultad, él se puso de pie y salió de la habitación.

Corrí hacia ella, con las lágrimas cayendo por mi rostro, no sabía que hacer la daga seguía allí clavada en su corazón y de su cuerpo comenzaba a emanaba mucha sangre… ella tomó mi mano, veía mi desesperación, sonrío y me dijo…

─Tú no serás como él… vive y se feliz… recuerda lo que te enseñe ─con dificultad tomó la varita que estaba a su lado y me curó… la herida se cerró, pero esa vez sí quedo cicatrizvive Theo… su sonrisa te guiara… te amo eres lo mejor de mí vida…

Y dejo de hablar… dejo  de respirar y sus ojos se apagaron, ya no eran como el cielo, ahora eran oscuros y vacíos. Sentí como él me jaló del brazo y tiró de mí hasta mi habitación, solo me miró con desprecio y me encerró. Cuándo me dejo salir el cuerpo de mi madre ya no estaba, y simplemente nunca supe que hizo con él, no sé dónde están sus restos”

Theo estaba en una especie de trance, al terminar de hablar sintió las lágrimas en sus mejillas. Luna temblaba entre sus brazos, podía sentir su respiración entrecortada y sus lágrimas en su pecho. El la abrazo un poco más fuerte y deposito sus labios en su frente…

─Ya, ya… lo siento, no debí contarte esto ─ella solo escondió un poco más su rostro en el pecho de él y su voz salió algo ahogada por el llanto.

─No, Theo… es terrible… jamás creí que ─tomó aire pero no pudo continuar…

Theo se separó un poco para que ambos pudieran verse a la cara, vio sus ojos llenos de lágrimas, y sintió que volvía a ver un cielo nublado ante él.

─Luna, amor no llores… ya pasó y aprendí a vivir con ello…

─Pero Theo… tú viste morir a tú madre…

─Y tú también ─ella asintió mientras él secaba sus lágrimas delicadamente─… tú aprendiste a vivir con ello… yo también… trató de honrarla cumpliendo las promesas que le hice… y creo que ahora estaría muy feliz de verme contigo… porque tú me haces feliz ─él sonrío y ella lo imitó.

Después de permanecer un buen rato en silencio, sin separarse, ambos se durmieron.

Theo despertó por el canto de los pájaros, la habitación estaba completamente iluminada por la luz del día… sintió que Luna todavía lo abrazaba, y al mirarla la vio sonreír entre sueños, lo cual fue demasiado tentador para él y decidió meterse un momento en su mente y ver que soñaba.

“Estaban en la biblioteca, él hablaba con Crabbe y Goyle, y ella invisible para ellos no despegaba sus ojos de él y se sentía completamente feliz… de repente le quito el hechizo que la escondía y se despidió… la sonrisa de Luna era inmensa mientras lo veía alejarse y susurró…

─Gracias… es una lástima que no sonrías más seguido Theodore Nott.”

Salió de su mente y su sonrisa era igual o más enorme que la de Luna en el sueño. Sabía que esa rubia lo había sacado del pozo en el que vivía, y estaba totalmente convencido de que esa sería la sonrisa que lo guiaría en la vida… ya era la dueña de su corazón y no quería que nada le pasara, tendría que hablar con  ella, pero tendría que ser luego, les quedaban dos días para disfrutar y no iba a arruinarlos discutiendo en ese momento.

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