No vuelvas - Theo
No vuelvas (Theo)
Se habían escapado tres días de Londres, él los hizo aparecer en Francia, sabía que a ella le encantaría, y lo mejor era que no tendrían que preocuparse de ser vistos por alguien, allí nadie los conocía, la antigua casa de su madre estaba bastante aislada y muy bien protegida… además de vacía, los únicos seres en ella eran dos elfos domésticos que se ocupaban de mantener el lugar.
Habían pasado unos días maravillosos, correteando de un lugar a otro en los jardines y la casa, buscando criaturas mágicas que solo Luna conocía, y quizás su padre también, horas tirados bajo un árbol leyendo o hablando, habían enchastrado toda la cocina, tratando de hacer el almuerzo, cosa que termino en un juego donde ambos acabaron totalmente mojados y pegajosos… cosa que los llevo a tomar una ducha que concluyo con ellos en la habitación, saltándose el almuerzo algunas horas.
Esa mujer lo hacía muy feliz, en verdad Theo no recordaba haber sido nunca tan feliz, y temía que todo fuera un sueño… Luna parecía hecha para él, simplemente perfecta, con todas sus cosas narggles, neelas, y todo lo que se le ocurriera.
Con todo su corazón Theo deseaba que esa estadía en aquel lugar alejado de todo no acabara, pero en unas cuantas horas más, después de que saliera el sol, deberían volver, ella a su casa y él… a su martirio.
La casa se veía algo lúgubre por la noche. En la habitación la luz tenue del amanecer entraba por las enormes ventanas, que tenían las cortinas abiertas, iluminando los dos cuerpos desnudos sobre la enorme cama. Ella tenía medio cuerpo sobre él, su cabeza descansaba sobre su fornido y musculoso pecho, le gustaba escuchar el latir de su corazón, mientras él acariciaba su cabello, ahora algo enredado, por la noche que habían pasado.
Su mundo estaba cambiando y cambiaria mucho más, ambos sabían que debían aprovechar cada instante que pudieran estar juntos… esto y el amor que sentían el uno por el otro, los llevaba a entregarse completamente.
Luna trazaba círculos con su dedo índice sobre el abdomen de Theo, y sintió como la respiración de él cambiaba de repente.
─Luna… por favor ─hizo silencio por un momento, meditando sus palabras─… no vuelvas a Hogwarts ─ella lo miro extrañada.
─¿Qué?... ¿Por qué no habría de volver? ─él suspiró.
─Amor… soy un mortifago, y sé cosas que tu no.
─¡¿Cosas?! ¿Qué cosas Theodore Nott? ─dijo imitando su mirada seria. Él se restregó los ojos con una mano.
─Luna… el señor tenebroso va a tomar el poder… pronto… y Hogwarts ya no será un lugar seguro ─los ojos de la chica se ensombrecieron por un momento.
─¿Tú estarás allí?
─Supongo, si no me piden que haga alguna otra cosa ─ella lo abrazó y suspiró.
─Theo, nada en este mundo va a hacer que me quede en casa ─apoyo la barbilla en el pecho de Theo y lo miró con sus ojos cargados de decisión y fuerza, algo que a él le encantaba, porque fue una de las cosas que hizo que él se fijara en ella, sonrío y la acerco más a él.
─Me encanta tú decisión, pero este año no será para nada como los anteriores, puede ser peligroso en verdad… y no quiero que te pase nada ─ella besó su hombro.
─No me va a pasar nada… sabes bien que se defenderme…
─Amor… por ─ella lo calló con un suave beso...
─No me voy a quedar en casa a esperar… metete eso en la cabeza Nott ─dijo sonriendo, Theo cerró los ojos y suspiró… ya la conocía y no la haría cambiar de idea.
─Ahh que voy a hacer contigo… tendré que ir a Hogwarts para asegurarme que estés bien ─ella sonrío, volvió a depositar un beso en su hombro y comenzó a subir por el cuello de Theo dejando un camino de besos, él gimió cuando ella lo mordió suavemente─ Luna ─soltó en otro gemido, luego giró sobre sí mismo dejando el suave cuerpo de ella debajo del suyo, aquella piel le encantaba, sus curvas eran perfectas. Sostuvo su peso con su brazo izquierdo, para no aplastarla, mientras su otra mano acariciaba ese cuerpo que lo enloquecía. Jugo con uno de sus pezones hasta hacerla gemir, la beso y mordió su labio inferior, sus ojos se centraron en los de ella y dijo─ me vuelves loco, no sé cómo voy a hacer para verte y no abalanzarme sobre ti para comerte esa boca ─volvió a besarla─ no sé qué hare si alguien te hace algo ─su voz fue un susurro.
Luna sabía que él tenía razón, volver ese año a Hogwarts no era buena idea, pero no podía dejar solos a sus amigos y menos a él, aunque su vida corriera peligro.
Lo miró con dulzura y sujetó su rostro con las manos.
─Theodore Nott, te amo, soy tuya y siempre va a ser así… esto nos costó mucho, y no estoy dispuesta a perderlo… prefiero estar cerca aunque no te pueda tocar, pero saber que estas bien… tú y mis amigos ─él sonrío y la besó suavemente…
─No vas a cambiar de idea por nada ¿verdad? ─ella asintió─ ok… ya veremos que hacer… te amo ─la besó, y así volvieron a perderse entre sus cuerpos, la felicidad y el placer… en esa cama no había espacio para otro sentimiento.
No volvieron a discutir el tema, y aunque Theo no lo reconocería jamás, en el fondo estaba feliz de que ella volviera a Hogwarts, al menos allí podría verla y asegurarse de que este bien.
Tanto Draco como él habían hecho todo lo que la orden del fénix les había pedido, pero nada les aseguraba que en verdad ellos pudieran proteger a las personas que ellos querían. La orden no podría hacer nada en el colegio, cuando estuviera controlado por el señor tenebroso… y después de pensarlo un rato llego a la única conclusión, tendría que tomar las cosas en sus manos, él sabía que era mejor que muchos mortifagos, su padre se aseguró de eso… seguro no sería fácil pero podría ayudar a algunos.
Por la tarde volvieron a aparecerse frente a la casa de Luna… no querían separarse pero debían hacerlo. Se despidieron con un beso que les dejo un sabor dulce en los labios, la misma dulzura de la promesa de volver a verse.
Theo la vio alejarse y abrazar a su padre que la esperaba en la puerta, el hombre le sonrío y lo saludo con la mano. Sintió que su corazón se encogía antes de desaparecerse y aparecer frente a la reja de su casa, cerro su mente y volvió a llenarse con el odio de siempre hacía ese tétrico, lúgubre y horrible lugar llamado casa y sobre todo hacia el hombre que en ella habitaba… por un momento rogo porque no estuviera allí, que estuviera cumpliendo algo para su “amado” señor.
Miro el cielo antes de entrar y sonrío, era el mismo color de los ojos de su Luna, volvió a cerrar su mente y entró en aquel lugar.
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