Luna Lovegood
Tenía cinco, seis años, corría y saltaba, en un campo frente a su casa, entre el alto pasto repleto de flores, su cabello rubio jugaba con el viento. Comenzó a girar sobre sí misma, mientras ríe y abría los brazos, de repente siente que alguien la sujeta y la levanta, la pequeña grita y ríe más fuerte. Mira y abraza a la mujer rubia que la tenía en brazos y esta se recuesta sobre el pasto sin soltar a la niña, juegan un momento y la niña comienza a juntar flores, mientras la mujer realiza con ellas una corona, que deposita en la cabeza de la niña.
─Mi princesita... luces hermosa Luna.
─Tú también mami ─dice la niña colocando una florcita blanca sobre la oreja de su madre, enredándola un poco en su cabello y luego deposita un sonoro beso en la mejilla de esta.
De repente se escuchó un fuerte CRAC, ambas se voltearon y allí estaban a unos pocos metros de ellas, una bella mujer alta y delgada, de cabello negro enrulado hasta la cintura, que caía enmarcando su rostro y resaltando sus ojos celestes, sujetando su mano se encontraba un niño de no más de siete años, delgado y alto, de cabello negro y ojos azul eléctrico; pero a diferencia de la mujer su expresión era seria, al punto de que casi no parecía un niño.
Luna y su madre se pusieron de pie y esta última se acercó a la mujer.
─Hola Amelia ─su sonrisa se ensanchó y ambas se abrazaron.
─Anne Claire querida… ¿cómo estás? ─se separan y se miran a los ojos.
─Bien… te extrañaba y aquí estamos ─mueve un poco la cabeza y mira a la niña con la corona de flores, y vuelve a sonreír─, ¿ella es tu niña? ─Amelia gira la cabeza hacia Luna y extiende su mano para que esta la sujete.
─Si ella es Luna ─ambas mujeres se agachan para estar a la altura de la niña─, Luna, cielo… ella es Anne Claire, una vieja amiga de mami… salúdala.
─Hola ─dice en un tono muy alegre dándole un beso en la mejilla a la mujer, luego mira hacia la izquierda de esta, al niño que la miraba sin cambiar su expresión─ Hola… soy Luna, ¿y tú? ─él la miró con algo de desconfianza.
─Theo ─Anne Claire lo miró frunciendo un poco el ceño, él vuelve a ver a la mujer y la niña.
─Mi nombre es Theodore Nott… un placer ─dice haciendo una pequeña reverencia, a lo que ambas soltaron una pequeña risita.
─El placer es nuestro Theodore… ¡pero cuanta formalidad para un niño tan pequeño! ─Amelia miró al niño y luego a su madre─ Es muy lindo ─al escuchar esto las mejillas de Theo se tiñeron un poco─, se parece mucho a ti, excepto los ojos, los sacó de su padre me imagino ─su expresión cambió un poco.
─Sí, así es… Amelia… necesito hablar de algo importante contigo ─su expresión se tornó más seria. Amelia miró a Theo, luego a Luna y sonrío.
─Looney… porque no juegas un rato con Theo mientras su mamá y yo hablamos… ¿sí? ─la pequeña sonríe y le tiende la mano al niño, quien solo la mira.
─Theo… vamos, juega un rato con Luna… él no se va a enterar, te lo aseguro ─el niño mira a su madre y dibuja una leve sonrisa en su rostro, vuelve a ver a la niña y sujeta la mano que esta le tendía.
Luna tira de él y se alejan unos cuantos metros, ambas mujeres los miran alejarse y se sientan en el pasto entre las flores silvestres.
─He estado teniendo visiones y sueños Amelia… y es malo.
Ambas se miran un momento y vuelven a centrarse en los niños que jugaban. Luna corría, saltaba y arrojaba flores al aire, mientras Theo corría un poco y la miraba, cuando ella comenzó a rodar en el pasto él solo se sentó a observar.
Theo se preguntaba porque estaba allí con esa niña, miró hacia donde estaba su madre, ella no se había movido del lugar, al volver la vista a donde estaba la niña hacía un momento se encuentra con una pequeña flor blanca delante de él, casi pegada a su nariz, sostenida por la pequeña, quien ahora se encontraba muy cerca de él y le mostraba su mejor sonrisa, la cual hizo que Theo se sonrojara.
─Toma… para tu mamá
─¿Por qué ella querría esa flor?
─No lo sé, parece triste
─¿Y de que le serviría esa flor? Entrégasela tú si quieres ─dijo alejándose un poco de la niña.
─Es un regalo pequeño, pero siempre alegra a alguien, a mi mami le gustan, quizás a la tuya también… yo le puedo dar alguna, pero creo que sería mejor si lo haces tú ─diciendo esto se encamina hacia donde estaban las dos mujeres.
Luna se alejó del niño y caminó hasta Anne Claire, le ofreció la pequeña flor junto con una de sus mejores sonrisas, la cual fue devuelta por la mujer, luego se alejó de ella y se sentó junto a su madre, miró al niño que ahora caminaba hacia su madre y le ofrecía una flor, la niña no pudo evitar sonreír al verlo, la mujer se había puesto muy contenta, le dio un beso en la mejilla y ahora lo abrazaba, y él la miró con una sonrisa entre los cabellos de su madre. Luna no pudo evitar pensar que ese niño tenía una hermosa sonrisa, la más linda que alguna vez haya visto…
─Luna, Looney, despierta cielo, tienes que alistarte hoy te vas a Hogwarts ─esas palabras hicieron que se despertara y saltara de la cama con una gran sonrisa─, buenos días hija.
─Buenos días papá ─dijo antes de depositar un beso en la mejilla del hombre algo despeinado que le sonreía.
─Estas muy contenta esta mañana ¿un buen sueño? ─la niña lo miró y pensó por un momento.
─Si… aunque no lo recuerdo, hizo que me sintiera muy feliz.
─Ahhh eso significa que soñaste con una persona a la que amas… seguro mamá te visitó hoy en tu sueño para desearte suerte en Hogwarts.
Después de hablar un rato con su padre se preparó y bajó a desayunar, luego irían hasta la plataforma 9 y ¾ para que ella tomara el tren a Hogwarts. Ya en el lugar su padre le dio muchos consejos antes de despedirse, los cuales ella casi no escuchó, estaba muy preocupada por lo que vendría, la ceremonia de selección, donde la asignarían a una casa, ¿podría hacer amigos? Esa era una de sus mayores dudas, por algún motivo la gente pensaba que ella era extraña.
El viaje pasó sin nada memorable que contar, se ubicó en un asiento y leyó el quisquilloso, la revista de su padre, durante todo el viaje. Cuando llegaron se acomodó para bajar y en el camino hacia una salida se chocó con varios alumnos y uno de ellos, mucho más grande que ella, que usaba verde y plateado, la miró verdaderamente enojado, le dio un empujón, la metió en un compartimiento y lo cerró con magia ella solo suspiro y comenzó a golpear la puerta, después de unos minutos otro chico abrió la puerta, este usaba rojo y dorado… Luna solo le dio las gracias y siguió su camino. Cuando estaba a punto de bajar sintió una mano en su espalda que la empujó. Cerró sus ojos al caer, esperaba sentir el duro piso, pero no, era blando y comenzaba a moverse, abrió sus ojos y se vio sobre el cuerpo de un niño, con una leve expresión de dolor, sus ojos eran de un azul eléctrico hipnotizante, su cabello totalmente negro y su piel algo pálida, ella se puso de pie tan rápido como pudo.
─Lo siento no era mi intención ¿estas bien? ─escuchó unas risas a su alrededor, pero no hizo caso de ellas y le tendió la mano al niño para ayudarlo, pero este no la aceptó y se puso de pie por sí solo, entonces Luna notó que también llevaba los colores verde y plata, el ceño del chico estaba fruncido y miraba a su alrededor como si buscara a alguien, por lo que Luna decidió no retrasarlo más─
... en verdad lo siento, adiós ─y sin más se alejó de él saltando, pero no pudo alejar esos ojos de su mente, era extraño, pero ese choque la había hecho sentir muy contenta, una sonrisa había aparecido en su rostro y no podía explicarla, de alguna forma sentía que conocía a ese chico, pero eso no podía ser… algo era seguro, unos ojos así no se olvidan. Se reunió con el resto de los niños de primero y entre ellos se encontró con alguien a quien si conocía, Ginny Weasley, ambas niñas se saludaron y compartieron bote para llegar al castillo.
Ya en el gran comedor, no podía dejar de mirar todo a su alrededor, cuando llamaron su atención.
─Luna Lovegood ─la profesora le hizo una seña para que se ubicara en el taburete, una vez lo hizo le coloco el sombrero seleccionador y este habló en su cabeza…
─Mmmm ¿Dónde te pondré? Déjame saber más de ti… pero aquí falta algo importante… y verdaderamente no creo que sea buena idea colocarte donde están esos ojos, pero lo que hay aquí me dice que eres brillante, ves el mundo con otros ojos y hay un gran poder dentro de ti que debe ser cultivado de la mejor manera y eso solo lo conseguirás en ─y ahora si habló para todos─… RAVENCLAW.
La profesora le quitó el sombrero de la cabeza y se escucharon las palmas en el salón, en su mayoría desde la mesa azul y bronce, Luna se ubicó, saludó a los que estaban más cerca de ella, y como si nada siguió mirando el lugar, pero en un momento tuvo una sensación extraña, como si la observaran, bajó su mirada y sus ojos al instante chocaron con esos azul eléctrico, que todavía no habían salido de su cabeza y una sonrisa se formó en sus labios, pero al notar esto el chico esquivó su mirada.
Los días iban pasando, y cada vez eran más los alumnos que se burlaban de ella, pero como decía su padre “no dejes que te afecten, ellos ven el mundo de otra manera, aburrida y triste” eso en cierta forma la animaba, nadie veía el mundo en todo su esplendor como ella, pero a pesar de todo, sentía un poco la soledad, hacer amigos era algo que le costaba, y parecía que en aquel lugar iba a ser más difícil todavía.
Ella vivía a su manera, a su ritmo y sí en más de una ocasión se chocaba con alguien por andar distraída, pero que podría hacer, si ellos no prestaban atención para poder esquivarla, no era su culpa… pero si debía decir la verdad había alguien con quien si le gustaba chocar, aunque casi no intercambiaban palabras, ella se sentía realmente feliz después de chocar con el dueño de esos hermosos ojos azul eléctrico… y de alguna forma parecía que el destino estaba empeñado en que ella chocara con él. En un momento el comenzó a hacer lo que los demás no, prestar más atención, por lo que si se redujeron sus choques con él.
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