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Luna llena

Ese fin de semana volvería a verse la luna llena, y dos semanas después volverían a Hogwarts, y allí estaba, esta pareja que tanto ha sufrido, nuevamente ante las rejas que daban acceso a la mansión Delannoy.

Theo pensó que sería bueno pasar un fin de semana solo con Luna, y que mejor que Francia, además el diario de su madre todavía estaba en la habitación que él usaba en aquella mansión.

―¿Sabes que me encanta este lugar? ―dijo la rubia con una sonrisa en su rostro girando sobre sí misma.

―Algo me decía que Francia te gustaba.

―Mi mamá siempre me hablaba de Francia y de su amiga, Anne, tu mamá ―sonrió y se acercó a Theo, pasó sus manos alrededor de su cuello y se puso de puntitas para besarlo, él la sujeto por la cintura y la pego más a su cuerpo.

―Te digo algo... por ella estamos aquí hoy ―susurró Theo y Luna lo miró extrañada― se supone que tenemos que ver su diario esta noche con la luna llena.

―Y... ¿Cómo sabes eso?

―La verdad no lo sé con seguridad, es algo que me dijo Marcus antes de morir... pero creo que no perdemos nada con intentarlo ¿no? ―la sonrisa de Luna se amplió.

―No, no perdemos nada ―susurró sobre los labios del pelinegro.

La mansión seguía como la habían dejado, la biblioteca estaba más repleta de libros que lo normal, todo estaba limpio, pero todo aquello que habían movido seguía donde ellos lo dejaron. La elfina apareció sonriente ante ellos.

―Bienvenido amo, ¿Cómo ha estado? ―dijo mirando a Theo, luego su mirada paso a Luna, y ni bien sus ojos se posaron en ella, la criatura se tapó la boca con ambas manos y sus ojos se llenaron de lágrimas...

―Bien Flora, ¡¿por qué no empiezas a preparar la cena ahora?! ―dijo Theo lo más rápido que pudo, no quería que la elfina le dijera nada del bebe a Luna, sin más la criatura desapareció en el acto y Theo miró a Luna que ya tenía los ojos algo tristes― amor, todo está bien ―dijo abrazándola, después hablaría con la criatura.

Ya eran más de las once de la noche, y Theo estaba jugando con Luna en la cama, habían empezado con un juego de palabras que continúo con un correteo por la casa y termino con cosquillas en la cama.

―Theo basta, basta por favor ―suplicó la rubia haciéndose un bollito, para reducir el espacio donde el chico podía hacerle cosquillas, Theo se detuvo, la miró y se acostó a su lado, todavía con una sonrisa en su rostro, y espero un poco a que la respiración de Luna se normalizara.

―Bien, creo que gane, te atrape y te acabas de rendir, yo elijo lo que haremos mañana

―Heee eso no es justo ―dijo la rubia haciendo puchero.

―Claro que es justo ―agregó el pelinegro acercándose y besando a Luna― si yo gano es justo ―y con eso ambos rieron, y volvieron a besarse.

―¿No teníamos que ver el diario de tu madre?

―Tienes razón, aunque no se mucho de eso... Flora ―se sentó en la cama y al instante apareció la elfina domestica con un pequeño PUFF.

―Llamó el amo.

―¿Sabes algo del diario de mi madre relacionado con la luna llena? ―la criatura dudo un momento y luego dijo.

―La ama dijo algo de un hechizo que solo ella podría ver bajo la luna llena, pero no se mucho más.

―Gracias flora, puedes irte ―la criatura desapareció al instante― puede que sea una de esas cosas que solo las brujas de la luna pueden ver ―Luna que estaba sentada en la cama se levantó y fue hasta el escritorio donde estaba el diario de Anne Claire, lo tomó y lo observo un momento sin abrirlo, luego caminó hasta la enorme ventana que daba paso al balcón y la abrió.

―¿Vienes Theo? ―dijo con una sonrisa, saliendo al balcón. Theo rodeo la cama y también salió al balcón, la rubia ya estaba bajando las escaleras al jardín y sin decir nada él solo la siguió, tomó su mano y se dejó guiar por la rubia, que solo se detuvo al llegar a una de las fuentes, se sentó en el borde de la misma y le indico a Theo que haga lo mismo.

―Puedo preguntar, ¿por qué aquí?

―Porque el libro así lo quería ―dijo como si nada y abrió el libro, las hojas se movían solas y se detuvieron a la mitad, donde se separaban el diario de los hechizos, no había nada escrito allí, pero poco a poco comenzaron a aparecer las palabras, o mejor dicho los símbolos, eran algo que Theo no había visto nunca y no comprendía, Luna comenzó a leerlo en voz alta, era el dialecto usado por las brujas de la luna, el mismo que uso para abrir el círculo del juicio, cuando termino solo levanto la vista, Theo siguió su mirada y noto dos formas plateadas que comenzaban a aparecer ante ellos. Las dos figuras llevaban vestidos largos y el cabello con ondas, suelto y adornado con flores, las conocía, las había visto en sus sueños y en alguno de Luna, eran su madre y la de Luna.

―Hola mi vida... ¿Cómo estás? ―hablo su madre mirándolo con una sonrisa en su rostro.

―Looney, estas hermosa.

―¿Cómo, cómo, cómo? ―dijeron los dos al mismo tiempo, se notaba la sorpresa en el rostro de la pareja, a lo que las dos siluetas plateadas sonrieron.

―Es un hechizo muy especial que nos permite volver por un rato durante la luna llena ―dijo Anne Claire mirando la luna en el cielo.

―Es algo que solo una bruja de la luna puede hacer ―Amelia le regalo una sonrisa llena de dulzura a Luna.

―Entonces ¿en verdad le dijiste a Marcus eso? ―la pregunta se escapó de los labios de Theo.

―Si ¿te preguntaras porque no me aparecí en tus sueños y te lo dije a ti? ―Theo solo afirmo con la cabeza― porque es mucho más fácil comunicarse de esa manera con quien está a punto de morir o que ya acepto su muerte y no tiene nada más por que seguir, además tu padre lo necesitaba.

―¿Entonces si eran ustedes las que se aparecieron en aquel sueño?

―Sí y no, teníamos que decirte algo, pero no salió tan bien como esperábamos, es mucho más difícil de lo que creíamos hacer eso con una bruja de la luna.

―Bueno pero solo estamos aquí para felicitarlos por lo que han hecho el uno por el otro, sabemos que lo hacen con verdadero amor...

―Lamentamos todo lo que han tenido que pasar, en verdad habríamos deseado poder hacer algo más para ayudarlos ―Amelia les mostro una sonrisa un poco triste.

―¡¿Más?! Gracias a ustedes seguimos aquí, y no solo porque nos hayan salvado de niños ―las palabras de Theo hicieron sonreír a las dos figuras plateadas.

―Queremos darles algo que les quitamos hace mucho, los recuerdos de cuando se conocieron ―Luna y Theo se miraron y les sonrieron a sus madre― en algún lugar del segundo piso hay una esfera de cristal que los contiene, deben encontrarla ―Anne Claire sonrío ante la expresión de sorpresa de Luna.

―Esta casa es enorme, es imposible... esa vez que Theo se enojó pase horas buscándolo, y lo encontré porque se me ocurrió mandar a mi patronus.

―No te preocupes Looney, deja que tus instintos te guíen, después de todo, son tus recuerdos y quieren volver a ti ―dijo Amelia entre risas, mientras Luna hacia un puchero.

―Theo también encontraras algo que te va a ser muy útil, es un orgullo volver a tener un Djinni en la familia ―dijo en un suspiro Anne Claire.

―¿Qué es un Djinni? ―preguntó el chico con curiosidad― Marcus también lo mencionó.

―Es un hechicero o mago con habilidades muy especiales que se destacan en sanación... deberías de saberlo ya, siempre fuiste más que bueno con esos hechizos ―dijo Amelia llamando la atención del muchacho.

―Y por eso, no pudiste matar a Marcus ni a Ivonne, el Djinni en ti tomó el control en ese momento ―Anne Claire y Amelia, comenzaban a desvanecerse, por lo que solo sonrieron― es poco tiempo, lo sabemos, siempre estaremos con ustedes, Theo, te amo... Luna gracias.

―Looney todo estará bien, van a ser felices, muy felices, Theo gracias por cuidarla ―termino Amelia en un susurro, mientras las dos siluetas plateadas terminaban de desaparecer dejando en el lugar donde habían estado unas pequeñas flores blancas, Luna tomó una de ellas la olio, y con una sonrisa en su rostro se la ofreció a Theo, quien hizo lo mismo, conocía ese perfume y le encantaba.

―Verbena, mi favorita ―dijeron al unísono en un susurro, ambos se miraron y soltaron una carcajada

―¿Te gusta la verbena? ―preguntó la rubia abrazando la cintura de Theo.

―¿No te he dicho que me encanta tu perfume? ―dijo colocando la pequeña flor sobre la oreja de Luna― me provoca sensaciones extrañas y siempre me hace sonreír ―susurró casi sobre los labios de la rubia, para luego apoderarse de ellos, el beso se volvió cada vez más intenso y apasionado, hasta que tuvieron que separarse en busca de aire.

Después de pasar un rato en ese lugar, decidieron comenzar en ese momento a buscar la dichosa esfera.

La casa era realmente enorme, el segundo piso debía de tener al menos veinte habitaciones todas enormes y repletas de objetos y lugares donde esconder algo, más de una estaba hechizada, la realidad era que Theo nunca se había molestado en revisarlas todas, siempre usaba la planta baja, su habitación, la biblioteca, la sala, la cocina y la sala de pociones.

Cada uno revisaba una habitación, después de al menos tres horas de búsqueda, Theo entró en una habitación que le resultó familiar, encendió las luces, a diferencia de las otras habitaciones los muebles estaban cubiertos con enormes telas, y las cortinas estaban corridas, y lo recordó, allí fue donde se refugió para tranquilizarse, hacia unos cuantos meses atrás, aquella vez que se enojó porque Luna debía ser quien abriera el círculo del juicio. Con un movimiento de su varita todas las telas terminaron en el suelo, revelando unos elegantes muebles de madera, de un tono claro, casi natural, un ropero, unos cuantos estantes adosados a la pared, mesitas de noche, un escritorio, tres sillones, una cama enorme y dos puertas. Theo se centró en la cama, más que nada en los muñecos de peluche que había sobre la misma, un oso azul y un perro amarillo, se le hacían muy familiares, volvió a mirar a su alrededor prestándole más atención a las fotos mágicas que había en el lugar, cosa que no había hecho en un principio, en ellas estaba su madre con un bebe en brazos, era él, se notaba la felicidad en el rostro de la mujer, se acercó al estante, levanto el portarretrato y una enorme sonrisa se formó en su rostro, no tenía fotos con su madre, Marcus se había encargado de destruirlas todas, de repente un ruido llamó su atención, era como si algo rodara, miró el lugar donde acababa de levantar la foto y allí estaba la esfera de cristal a punto de caer, por suerte tenía muy buenos reflejos y la atajo en el aire. El cristal se veía verdaderamente frágil y una pequeña nubecilla plateada giraba en su interior. Escuchó los pasos de Luna entrando en la habitación.

―Amor, es muy tarde, me muero de sueño, dejémoslo para mañana ―la voz de la rubia en verdad sonaba cansada, y al girarse a verla no pudo evitar sonreír, Luna estaba apoyada en la puerta haciendo puchero― vamos a dormir.

Theo volvió a dejar la foto donde estaba y se acercó a Luna sonriendo.

―Lo que tú quieras hermosa... igual, creo que ya la encontré ―diciendo esto le mostro la esfera que sujetaba, una sonrisa se formó en el rostro de Luna― como te dije... como tú quieras, ¿lo dejamos para después? ―la rubia solo asintió y le dio un dulce beso en los labios, lo tomo de la mano y jalo de él, dirigiéndolo a la habitación que usaban.

Ya en la habitación, se acostaron a la par y por un momento ambos miraron la esfera de cristal, que Theo aun sostenía.

―¿Qué se supone que debemos hacer con ella? ―Luna acercó su mano y la rozó con la punta de los dedos, al instante la esfera empezó a desvanecerse y una especie de humo plateado comenzó a rodearlos, sintieron que el sueño los vencía e instantes después ambos estaban profundamente dormidos.

Estaba ante la reja de la mansión Nott, su madre, hermosa como siempre le tiende la mano y él sin dudarlo la sujeta, ella lo acerca más a su cuerpo y lo abraza, instantes después siente como si un gancho lo jalara desde el estómago, y al abrir los ojos estaba en un campo repleto de pequeñas flores. Allí conoció a una mujer rubia, Amelia, y a su hija, lo primero que pensó al ver a esa niña que le sonreía fue, su sonrisa es muy bonita... le pareció extraña la forma de actuar de la niña, pero algo en su interior no le permitía dejar de mirarla, y sin darse cuenta había sonreído más de una vez ante ella.

La neblina lo rodeo y la niña desapareció.

―Mamá ¿volveremos a ver a esa niña? ―preguntó Theo mientras caminaban devuelta hacia la mansión Nott.

―¿Quieres volver a verla? ―preguntó su madre deteniéndose y agachándose para estar a su altura y poder mirarlo a los ojos, el solo asintiópor un momento pensé que no te había agradado Luna ―dijo con una enorme sonrisa y el rostro de Theo se puso completamente rojo.

Todo volvió a estar borroso a su alrededor y ahora estaba sentado al pie del enorme roble en la mansión, ese que tanto le gusta a su madre, los suspiros se escavan de su boca mientras miraba como el viento se llevaba las nubes.

―¡Qué manera de suspirar! ¿Estás bien cielo? ―la dulce voz de su madre lo devolvió a la tierra e hizo que sus mejillas tomaran colortu padre volverá en una hora ―esto hizo que todo su cuerpo se tensara. Su madre se sentó a su ladono es bueno que te vea así... ¿Qué te pasa?

―Na... nada.

―Theodore Nott soy tu madre, nadie te conoce mejor que yo.

―Mmm... no sé porque, pero he estado pensando en Luna ―los ojos de Theo buscaron los de su madrecreo que la extraño, con ella me siento bien, como cuando solo estamos tú y yo... ¿eso es malo? ―Anne Claire no pudo evitar sonreír y acariciar el rostro del niño.

―No, no es malo, Luna es encantadora ¿Cómo no vas a quererla, como no vas a extrañarla? Aunque a Marcus no le va a gustar nada, ya sabes que tiene que ser nuestro secreto ―Theo solo asintió con una sonrisa, y la niebla volvió a rodearlo...

Veía a la pequeña Luna correr entre las flores y él a su lado... ella recogiendo un pajarito que se había caído de su nido, él trepando un árbol para devolverlo a su lugar... la sangre que caía de la rodilla de la rubia y él la curaba como su mamá le había enseñado... Luna dándole un beso en la mejilla y despidiéndose con una sonrisa triste porque él ya se iba.

―No estés triste, nos veremos pronto Looney, prometo que estaré siempre para ti ―y diciendo esto se acercó a la pequeña y de dio un suave beso en la mejilla, Luna sonrío y él la imitó, luego se acercó a su madre y ambos desaparecieron.

Volvía a estar en su habitación, por la ventana veía la lluvia caer, escuchó a su madre entrar y se giró para verla.

―No volveré a ver a Luna ¿verdad? ―la tristeza se notaba en su rostro y en su voz.

―Lo siento amor, pero por ahora no es posible... algún día se van a volver a encontrar ―dijo tratando de sonreír, cosa que no le salió muy bien.

―¿La voy a olvidar?

―Por un tiempo ―Theo volvió a mirar la lluvia y sintió que unas lágrimas caían por su rostrotienes que entender que es lo mejor para ti y para ella ―él solo asintió, sin moverse para mirar a su madre, y solo escucho un susurroObliviate.

La tranquilidad se apodero de ambos, mientras dormían, ya no había nadie que pudiera lastimarlos, ya nada faltaba en sus vidas. Sus cuerpos se fundieron en un abrazo, y en la mano de Theo donde había estado la esfera de cristal ahora descansaban dos anillos, esperando a que ambos abrieran los ojos y los aceptaran como símbolo de su amor... ese era el último regalo de sus madres, aquellas que lo dieron todo para que sean felices.

FIN

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