El padre de Luna (Theo)

Theo miraba fijo la casa de Luna, hacía más de diez minutos que estaba allí, a unos pocos metros, bajo un árbol, estaba realmente nervioso.

Hacía unas cuantas semanas, muchas según Theo, que habían terminado el colegio. Él había estado bastante ocupado en las reuniones de los mortifagos... al menos podía agradecer que, todavía no le encargaban ninguna misión por ser demasiado joven, así que permanecía gran parte del tiempo junto a Draco, quien lo ayudo para poder escaparse unos días con Luna, tenían una buena excusa y con la ayuda de Narcisa, la madre de Draco, ambos tendrían unos días libres, él para estar con Luna, y Draco, bueno él también tenía sus planes, hacía tiempo que no veía a Granger, y en verdad necesitaba verla y saber cómo estaba, su humor era de los mil demonios... aunque el de Theo no era muy diferente, pues ambos estaban atrapados, tenían que estar siempre alertas, controlando y bloqueando sus mentes. Nunca pensó que llegaría a agradecer algo de lo que su padre le enseñó.

Volvió a centrarse en la casa, vio movimiento en la ventana, suspiró y decidió que ya había pasado demasiado tiempo mirando esa puerta, así que se encamino hacia allí, después de unos cuantos pasos ya estaba frente a la puerta, levantó su puño para golpear... y lo volvió a bajar, pasó la mano por su cabello, se reprendió mentalmente y suspiró... volvió a levantar el puño y cuando estaba a punto de golpear... la puerta se abrió... y allí estaba ella con su hermosa sonrisa, llevaba un vestido sencillo con algunos volados en amarillo y naranja que terminaba unos dedos por encima de la rodilla, el cabello suelto y sus aretes de rábanos.

─¿Me ibas a hacer esperar mucho más? ─preguntó mientras imitaba una de las expresiones de ceño fruncido de Theo, logrando sacarle una sonrisa al pelinegro.

─Lo siento... estaba a punto de golpear ─dijo con una de sus sonrisas de lado.

Luna tomo su mano y sonriendo lo jaló hacia adentro, Theo sintió como una bola de nervios se formaba en su estómago.

La casa era sencilla tanto por fuera como por dentro, parecía que no había nadie más allí, pero el sonido de unos pasos arriba le dijeron que no era así. Luna se acercó más a él y le dio un suave beso en los labios.

─Hacía rato que estabas afuera... ¿Qué esperabas? ─soltó una risita con la pregunta.

─Nada... solo...

─¿Acaso tenías miedo? ─preguntó sonriendo mientras levantaba una ceja... Theo la sujetó por la cintura y la pego más a su cuerpo, acercó su boca a la de ella, y susurró sobre sus labios.

─Estoy aterrado ─ella sonrío y él la besó, lo necesitaba, no había notado cuánto la extrañaba hasta que la tubo así frente a él, su beso se volvía cada vez más intenso... pero lo interrumpieron al escuchar unos pasos bajar la escalera, y sin soltarse ambos miraron hacia la escalera por donde bajaba Xenophilius, el padre de Luna, quien se detuvo el ver al muchacho que abrazaba a su hija.

El cabello blanco y largo de Xenophilius estaba desordenado y unos cuantos mechones le caían en la cara, entre ellos se veían sus ojos grises, sus ropas y sus manos tenían manchas de tinta y Theo supuso que estaría haciendo algo para su revista el quisquilloso.

─¿Luna?... ¿Quién es tu... amigo? ─para sorpresa de Theo, el hombre no parecía enfadado ni nada por el estilo, se notaba en él, el mismo aire distraído y soñador de Luna... Xenophilius esbozo una sonrisa y Theo sintió que la bola de nervios en su estómago se desvanecía.

─Es Theo papá... ¿Recuerdas que te dije que vendría por mí? ─él hombre asintió y le tendió la mano a Theo, quien soltó a Luna para estrechar la mano de su padre.

─Un gusto conocerlo señor Lovegood ─Xenophilius apretó su mano y sonrió.

─Igualmente... ¿Theo?

─Theodore... Nott ─dijo su nombre entero en un susurro, su apellido no era bien visto en estos tiempos por quienes no eran mortifagos.

Theo esperaba que el rostro del señor Lovegood se transformara cambiando su expresión alegre por una de terror, y probablemente le apuntara con su varita... pero para su sorpresa no fue así, aquel hombre seguía sonriendo mientras le soltaba la mano.

─Claro, Theo... Luna me ha hablado mucho de ti, al igual que Amelia ─Theo lo miró extrañado, ¿de quién le hablaba este hombre?, y noto que Luna le lanzaba una mirada llena de reproche a su padre.

─¿Amelia?

─Si la madre de Luna ─verdaderamente Luna tenía mucho de su padre, pues parece que a él le importo poco la mirada que su hija le lanzó hace unos segundos. Sonrió, miró a su hija y suspiró─, bueno... entonces ¿ya te vas mi Looney? ¿Vas a volver pronto, no?

─Solo serán tres días señor, le prometo que la voy a cuidar con mi vida y el lunes la tendrá aquí nuevamente.

Xenophilius miró a Theo con agradecimiento, besó en la mejilla a su hija, y volvió a estrechar la mano de Theo.

─Confió en ti muchacho, cuídala que es lo más importante que tengo ─Luna lo abrazó y le devolvió el beso en la mejilla─... bueno, ya, ya...voy a volver a lo mío tengo mucho trabajo... tengan cuidado con los narggles ─y diciendo esto volvió a subir las escaleras dejándolos solos. Luna se acercó a la mesa y agarró la mochila que descansaba en una silla.

─No le gustan las despedidas, y creo que no quiso robarnos mucho tiempo.

Theo se acercó a ella y le sacó la mochila de las manos para llevársela al hombro, le tendió la mano y Luna la aceptó sonriendo.

─Bueno... entonces ¿nos vamos? ─ella asintió y salieron de la casa, atravesaron la calle y se detuvieron en el campo lleno de pequeñas flores, en su mayoría blancas. Theo observó ese lugar, como si buscara algo, aunque no terminaba de saber que...

─Verbena ─susurró... Luna lo abrazó y él volvió a mirarla.

─¿Todo bien? ─él sonríe y asiente─ ¿A dónde nos vamos?

─Ahhh sorpresa... sujétate ─ambos se abrazaron fuerte y Theo se desapareció, deseando por dentro que a la rubia le guste el lugar a donde iban.