Capítulo 9: Fama
Luego de la victoria del rey y el príncipe, la hija del canciller a pesar de haber sido deshonrada por un rey cristiano, no se detenía al hablar de Teulfesgott, su nombre era Lady Laraina Burke, hija del canciller Lord Edrad Burke, ella recuperandose del trauma se sostenía en el recuerdo del rey Angstvorgott quien le ayudó a recoger mugre y el Teulfesgott quien la salvo de acabar con su vida al borde de un precipicio, ella esparcía ese rumor a todo el mundo; angustiando a su padre de que se hubiera enamorado de uno de ellos, para Laraina era mágico hablar de la bondad de ambos hombres considerados demonios pero no para Rosa Messina, la hija del sumo sacerdote del reino de Italia. El rumor se esparció desde Irlanda a los oídos de la ambiciosa Rosa alarmando tanto al sumo sacerdote Renato Messina como a sus fieles llegando a especular de que el rey y el príncipe embrujaron a la lady quien no paraba de mencionarlos y hablar mal del rey Jacob que era igual de respetado como el sacerdote, sin embargo nadie esperaría que al llegar a los oídos de su hija se despertaría el interés mas desvergonzado en ella. Desde la alcoba de su padre la cual tenía que asear, harta de seguir órdenes y en especial de que todo el mundo solo hablase de él exclamó lo mas decepcionante:
-¡Ya estoy harta de ser recordada gracias a mi padre!-
Exclamó la joven dejando atónita a una novicia que la ayudaba a guardar la sotana de su padre, por lo que le reprodujo.
-No digas eso, ser la hija del sumo sacerdote de Sicilia sería el orgullo y el sueño de todas las jóvenes de por aquí, su padre es un hombre respetado- la novicia iba a continuar con sus halagos pero Rosa la interrumpió aventando la sotana al suelo. Ella con una mirada llena de ira que inquietó a la pobre muchacha le replicó.
-Es que ese es el motivo, soy y seré recordada por los logros de mi padre, por mas que haga presencia en sus eventos o sea bondadosa con las campesinas me siguen nombrando "La hija del sumo sacerdote Renato Messina". ¡Debo hacer algo de inmediato para dejar de ser alguien inferior!- exclamó angustiando a su compañera que simplemente bajó la mirada disimulando su desaprobación ante la desconsideración e inmadurez de la joven que caminó hacia el balcón contemplando el paisaje cuando al mirar al exterior alcanzó a ver el carruaje negro y rojo que había oído que pertenecía a los pecadores, llamó a la novicia para que lo observara también.
-Hermana Monica ¿Sabes de quién es ese carruaje?- preguntó curiosa, la hermana Monica miró con atención y poco a poco su expresión cambió a una llena de horror.
-¡Rosa volvemos adentro! ¡En ese carruaje vienen el rey y la reina de Ewigenacht! ¡Esto es una desgracia! - exclamó jaloneando a la muchacha intentando alejarla del balcón sin embargo ésta le quitó las manos de encima volviendo a admirar el carruaje, ignorando la desesperación de la novicia y continuó observando con curiosidad el carruaje que pasó por la calle Siciliana.
-¡Dios mío acaban de entrar aquí!-
Gritó lleno de pánico la novicia mientras Rosa salió de la sala para acercarse a los visitantes por lo que la hermana Monica la siguió de inmediato.
Rosa dispuesta a llamar la atención de los reyes estaba a punto de cruzar la inmensa puerta de la iglesia cuando de pronto su padre apareció a unos milímetros delante suyo, la joven con los primeros escalofríos recorriendo su delicado cuerpo tartamudeaba al no saber qué aclarar al sacerdote hasta que la hermana Mónica confesó cual fiel cierva la bajeza de su hija - Ella quería acercarse al carruaje de los demonios de Ewigenacht - , la expresión del padre se convirtió en una mirada llena de odio enfocada a Rosa resaltando en ella el miedo en sus ojos sellándolo en una bofetada lo bastante fuerte para aventarla al suelo, la novicia la socorrió mientras que el sacerdote recalcó lo que realmente vieron.
- Eres una asquerosa puerca, sin embargo tus deseos perversos se verán apagados, el carruaje no es de nadie de Ewigenacht, allí van el canciller irlandés y su hija para bendecirla y quitar la maldición que le tiraron esos demonios - esas palabras fueron suficientes para que a la joven se le cayera la cara de vergüenza y tristeza las cuales se incrementaron cuando su padre la sujetó del cabello sin compasión arrastrándola hacia la sacristía ignorando los ruegos de la hermana Mónica para que dejara de dañar daño. Él la tiró a los pies de la escultura de cristo obligándole a rezar numerosas plegarias para después propinarle golpes de castigo.
La hermana Mónica después de limpiar las heridas de Rosa el sacerdote la dejó como vigilante de su hija mientras él quitaba la supuesta maldición de la joven Laraina, su hija lo vio marcharse desde la ventana con odio mientras que la novicia no podía si quisiera decirle algo , llena de culpa siguió con sus quehaceres dejando sola a Rosa quien momentos después salió a ver una vez mas a los adoradores de su padre rezar en su iglesia sintiéndose inferior, pero entre el silencio de ellos oyó ciertos murmullos que fueron de gran ayuda para su sed de reconocimiento.
— Los bárbaros están buscando esclavos, no dejaré que mis hijas salgan de casa mañana — Fueron las palabras de una angustiada señora a otra, Rosa ya tenía la solución para cumplir su descarado destino que anhelaba.
La hija del sumo sacerdote desapareció al día siguiente, ordenando a varios hombres a buscarla y torturando a la pobre hermana Mónica con ayuda de dos hombres todo el mundo era testigo de la ira del ser más bondadoso y justo mientras que Rosa vagaba por los descampados de su reino esperando la de los esclavistas, a la joven realmente no le interesaba ser concubina del rey o el príncipe de Ewigenacht, le bastaría con ser incluso la esposa de algún sultán con tal de obtener mas reconocimiento; sin embargo resaltar como un ser nefasto le convendría aún mas.
Sus sentimientos eran fríos y sus intensiones malévolas a diferencia de la condesa Ekaterina quien no sacó de su mente al príncipe a quién lo consideró mayor soporte, su corazón palpitaba al recordar o solo sentir la suavidad de las manos de Ziel; tampoco olvidaba su sencillo nombre que escondía un significado importante para ambos según ella, el cual significaba "destino" en el idioma de él, la condesa al quedarle poco tiempo para regresar a la fría Rusia no dejaba ni dejaría en el olvido el amor que contempló en el supuesto infierno, al darse cuenta de ello la angustia volvió a su corazón y esta vez por la pronta separación de ambos.
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