Capítulo 3: La condesa de las tierras rojas.
Transcurrieron muchos días desde el envío de los mensajes hasta que dieron aviso de la llegada de los invitados al reino. Mientras tanto el rey Jacob además de tener preparado el dinero para el rey separaba otro cofre de monedas de oro para dárselas como pago a una importante mujer de Rusia a cambio de mejoras para su reino.
Ekaterina Roxelana Ivanov era una condesa rusa de un condado llamado Krasnayazemlya sedido a su difunto padre como gratitud por haber eliminado a cientos de individuos considerados indeseables, lo bautizó con ese nombre debido a las múltiples guerras que tuvieron sus ejércitos cristianos contra los blasfemos rebeldes que se habían apoderado de esas tierras que pronto se tiñeron de sus sangres hasta dejarla permanentemente rojiza, muchos fieles que eran ignorantes a esa historia lo confundían como un lugar lleno de maldad y hasta incluso lo confundían con Ewigenacht cosa que molestaba a la condesa al haber oído sobre aquél reino. Era la mas amada gracias a su fiel creencia y considerada una mujer ejemplar, emprendió su viaje mas antes que el rey de Ewigenacht no solo por vivir tan lejos sino también para no encontrarse con él, nunca lo conoció, ni ha visto su rostro jamás; no tenía interés en absoluto de saber quién o cómo era, detestaba a ese reino tanto que deseaba verlo arder sin embargo llegó a Inglaterra justo el mismo día que el rey Angstvorgott.
Ambos carruajes se detuvieron en el palacio del rey Jacob, la primera en salir fue la condesa siendo recibida con mucha formalidad y respeto dirigiéndola al salón del rey a diferencia del rey y el príncipe de Ewigenacht que fueron recibidos con miedo disimulado y entre tartamudez al gritar sus nombres pero ambos no tenían paciencia y entraron al salón junto a los guardias.
La condesa se encontraba haciendo una reverencia al rey mientras éste la bendecía cuando de pronto Teulfesgott y el rey entraron desprevenidamente incomodando a ambos.
La condesa quedó perpleja al ver a ambos hombres de vestiduras oscuras y apariencias diabólicas que dejaban atemorizado al rey Jacob con su presencia.
-¡¿Quienes creen que son para irrumpir de esta forma el salón del rey?!- preguntó molesta la condesa Ekaterina, sin embargo su mirada se centró en el joven sintiendo que se perdía en su elegancia y seriedad que transmitía poder e incluso comodidad para ella. Se desataban sentimientos encantadores en la condesa que desafortunadamente se vieron interrumpidos gracias a la voz potente del rey Jacob.
- Sean ustedes bienvenidos a mi palacio - dijo con cortesía y con una inquietud notable, les estaba a punto de dar la bendición para disimular un poco mas y que la condesa no sospechase solo que al mirar a los ojos al rey Angstvorgott prefirió detenerse a lo que éste solo lo miró con lástima. Ekaterina notaba este comportamiento extraño pero por respeto al rey decidió no darle importancia sin embargo no podía evitar mirar disimuladamente al joven que junto con su acompañante le hacían una reverencia al rey Jacob, su formalidad cautivaba aún más a Ekaterina además de su oscura majestuosidad, el rey llamó la atención de uno de sus escoltas para susurrarle en el oído hasta que éste fue hacia la condesa interrumpiendo nuevamente su admiración.
- Condesa Ekaterina salga de la sala hasta nuevo aviso - pidió el joven cabizbajo, la condesa quedó anonadada de que el rey prefiriese atender a aquellos hombres que entraron sin previo aviso más no tuvo otra opción que acatar esa orden y retirarse del salón después de reverenciar al rey. Él no quería ser descubierto haciendo negocios con el amo de un reino prohibido lo que significaría que su propia vida y reputación se arruinasen por lo que decidió comenzar con los hechizos lo mas pronto posible.
- Es un placer conocerlo en persona, su alteza - dijo con cortesía el rey Angstvorgott con una plácida sonrisa. Él había recibidos amenazas de muerte y destrucción de su reino de parte del rey Jacob a través de guerreros que él enviaba los cuales perdieron sus vidas al entrar a Ewigenacht con esa intensión demostrando su inquietud ante el auténtico rey Angstvorgott.
- Deje de formalidades y haga lo que sea con su criado - replicó el rey Jacob inquieto.
- Él no es mi criado, es el príncipe Teulfesgott - respondió Angstvorgott mientras que el príncipe le hizo una reverencia a Jacob quién ahora se encontraba perturbado de descubrir al nuevo sucesor diabólico significando para él la perdición a la devoción a dios.
- Que dios nuestro señor me perdone por esto... - susurró con angustia.
- No se preocupe su alteza, al final esto fue su decisión, su dios no tiene que ver en esto - expresó el rey Angstvorgott tranquilamente preparando sus elementos para el ritual junto con Teulfesgott.
- No blasfemeis y continuad - dijo molesto el rey Jacob observandolos entre lamentos y miedo.
Afuera del salón Ekaterina esperaba frente a la puerta invadida de curiosidad por saber que importancia tenían esos hombres para que el rey los recibiera primero tanto que decidió preguntarle a uno de los escoltas de la puerta quienes eran sin embargo la única respuesta que obtuvo fue que no sabía sólo que el segundo escolta no estaba de acuerdo en mentirle, la virtud de un fiel a su dios es no mentir.
- El rey está encerrado con el rey y el príncipe de Ewigenacht - respondió el joven, despertando la desesperación de su compañero y la de la condesa al descubrir que el hombre que todo cristiano detestaba se encontraba encerrado con el rey mas alabado como ella y más aún por saber que había un futuro heredero a ese trono endemoniado. Ella quedó impactada ante esa respuesta que inmediatamente entró al salón solo para presenciar el ritual en el que el rey Angstvorgott recitaba una oración en un lenguaje en latín mientras que el príncipe dibujaba un pentagrama con un líquido oscuro, ambos se detuvieron al notar la presencia de la condesa la cual estaba sumamente aterrorizada que término soltando gritos que resonaban por todo el palacio alarmando a los guardias que se presentaron de inmediato al salón.
- ¡¿Quién la ha autorizado entrar aquí?! - preguntó con furia el rey para poder disimular lo despavorido que se encontraba al ser descubierto por la mujer que debía ayudarlo con los bienes de su reino, el disgusto de Ekaterina era tan grande que no tenía palabras, el rey y el príncipe se reincorporaron por respeto a ella quien finalmente después de un largo silencio incómodo logró expresar unas palabras.
- ¿Qué significa esto, su alteza? - preguntó con la esperanza de obtener una respuesta concreta y digna de un rey cristiano siendo víctima de dos diabólicos hombres.
- Condesa Ekaterina, desde que mi familia y mi reino sufrieron cambios catastróficos no solo le pediría ayuda a usted sino también a ellos con sus conocimientos sobre la maldad y el infierno - respondió el rey con un nudo en la garganta observando lo decepcionada que se encontraba la condesa.
- Condesa, por lo que mas quiera no le cuente lo que acaba de ver a nadie, ni siquiera lo mencione en su país - suplicó el rey Jacob, Ekaterina aún lo miraba decepcionada por esa hipocresía de haber sido el rey con mas juicios de brujas para poder detener el pecado a tener que pedirle favores a seres de los que los fieles y la iglesia reclamaban sus cabezas. Ella no decía ni una sola palabra hasta que el príncipe se dirigió ante ella para tomar su mano y posar sus oscuros labios en un suave beso sobre su piel que en un instante se erizó, no por miedo sino por satisfacción, no sintió repudio alguno, debió haber evitado un acercamiento como ese como buena mujer cristiana que era sin embargo olvidó por completo ese detalle al estar perdida en la belleza satánica del príncipe, quien ahora lo tenía mas cerca suyo.
- Es un placer conocerla, su excelencia - dijo con su suave y relajada voz cautivando aún mas a Ekaterina, el príncipe Teulfesgott nunca dejaba pasar por alto la cortesía y la caballerosidad hacia una dama, por mas formal o indecente que fuese ésta para él todas las mujeres con las que se encontrase merecen ser respetadas. Algo que sus enemigos detestaban ya que su rey tenía el mismo pensamiento, por mas que se encontrasen con una prostituta la respetaban de igual forma como a la condesa.
Ekaterina procuraba no mostrarse cómoda ante él y su caballerosidad a pesar de sentirse hermosamente admirada, como la mujer decente como la que todos sus súbditos ven no le dió respuesta alguna a su saludo mas que mantener su mirada baja.
- También es un placer conocerla, su excelencia - dijo el rey Angstvorgott que a diferencia de Teulfesgott decidió no tener un acercamiento como ese ya que notaba lo incómoda que se puso ante su presencia, él ya estaba enterado de quienes eran los nobles que lo detestaban y a quien tenía mas a su memoria era a Ekaterina Roxelana Ivanov, conocida como una mujer de cabellos cobrizos hasta la cintura y que siempre vestía elegantes tapados de piel sobre bellos vestidos bordados en oro.
Caía la noche y el rey Jacob no tuvo otra alternativa más que alojar a sus invitados lo que sería muy difícil para él mismo y la condesa Ekaterina sin embargo el rey y el príncipe decidieron continuar el ritual mientras todos durmieran. El rey Jacob aceptó pero prefirió desvelarse junto a ellos para mantenerlos vigilados junto a numerosos guardias.
Ekaterina fue enviada a una habitación luminosa y acogedora en compañía de varias criadas y escoltas en la puerta sintiéndose protegida solo que no dejaba de pensar en el príncipe Teulfesgott y sus suaves manos y labios; muchos contaban que la piel de un "salvaje" de Ewigenacht era helada, áspera y putrefacta como también le decían que al mirarlos a los ojos podían mirar el infierno, que para sorpresa de la condesa no fue así, incluso al mirar al rey Angstvorgott no sintió pánico alguno como creía todo el tiempo, reconocía haberse sentido bien especialmente por el príncipe.
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