Capítulo 2: Mi hogar
Pasaron muchos años desde aquél incidente, los testigos que ya eran ancianos o adultos decidieron olvidarlo siempre y cuando rezando para que aquél joven no volviera. Mientras tanto en ese mismo bosque
había un Reino llamado Ewigenacht, donde pocas veces se presenciaba el sol pero la luna abrazaba los hogares con su luz, era el lugar más odiado por los más religiosos debido a que allí se gozaba de una libertad que para ellos era la pesadilla misma, sus plebeyos no iban a la iglesia cristiana sino a una propia que habían fundado con la intensión de que ellos se consideraban sus propios dioses y lo único que procuraban era no hacerle daño a quien no se lo mereciera. Era considerado un reino prohibido emergido del infierno cuyo Rey llamado Angstvorgott fue un sacerdote judío que lo fundó creando su propia Biblia basada en su visión sobre la naturaleza y el balance del bien y del mal que necesita para prosperar, su salud fue debilitándose con el paso del tiempo sin embargo dejó como herederos a sus tres hijos; las pequeñas Festung y Glücklich y el joven Krieger, como lo haría cualquier rey sólo que ellos ejercerían el cargo después de su mejor amigo a quién nombró como sucesor al trono. Ese hombre fue elegido debido a que la vida de los príncipes corría peligro y eran muy jóvenes para concluir su vida de forma cruel pese a los fieles súbditos que juraron lealtad y protección hacia ellos, no eran suficientemente eficientes para gobernar el reino por lo que él fue quien los protegería con su presencia como un príncipe, como el hermano mayor de ellos.
Su nombre era Teulfesgott, un hombre alto y delgado, de rostro alargado y melena negra como la noche, su piel era blanca como la nieve y sus ojos de distinto color cada uno, azúl y negro y carecía de cejas. Al ser nombrado como príncipe y nuevo reverendo de la polémica iglesia procedió a aplicarse dolorosos y múltiples tatuajes en sus brazos y rostro que simbolizarían su avance en el poder, él decidió que fueran hechos por sus caballeros de confianza que al mismo tiempo eran sus mejores amigos para que sean más honorables.
—Teulfesgott, considera que cada puntazo es cada momento que pasaste aquí y el dolor disminuirá— Dijo Luzifer, un hombre con numerosas trenzas en el cabello y vistiendo una túnica negra, su apariencia física era similar a la del príncipe con la diferencia de que su rostro era más maduro y mediano, sostenía una aguja que clavaba levemente en la piel de Teulfesgott dibujando con numerosos pinchazos una ilera de triángulos y puntos en su brazo izquierdo, ese mismo proceso ocurría en el brazo derecho con la ayuda de Erzengel que era un joven de cabello negro hasta los hombros con vestiduras negras ajustadas a su esbelto cuerpo. El príncipe aguantaba el dolor de ambos brazos mientras que el tercer caballero limpiaba la sangre que emanaba de ellos, Gutschlecht un hombre de cabellos trenzados pero en pocas cantidades que resaltaban un brillo esmeralda, su vestimenta era simple como el de cualquier plebeyo solo que con similitud al de un príncipe lo que lo ayudaba a despistar a ciertos cristianos que buscaban la cabeza de su señor. El cuarto y último caballero era Teufel, un hombre con la cabeza calva y barba en forma de V colgada en una pequeña trenza de su barbilla, vestía siempre de trajes rojos y negros de seda, su apariencia era semejante a la del rey que se encontraba enfermo.
Una vez que ya terminaron Erzengel y Luzifer en marcar los brazos de su príncipe y Gutschlecht limpiara lo que quedó de sangre Teufel colocó sobre las heridas tinta negra que penetraba en ellas. Teulfesgott apretaba los puños y los dientes con toda su fuerza soportando el inmenso ardor que duró unos minutos.
Al terminar pasaría a la siguiente fase que sería tatuar los párpados y labios que era mas doloroso por lo que Gutschlecht y Teufel lo sostenían mientras Luzifer y Ergenzel realizaban los puntazos; a diferencia con estos tatuajes tuvieron un proceso mas largo debido a su total cuidado y detallismo. Una vez que terminaron y limpiaron los restos de sangre le dieron varias horas de descanso para después ir al salón del rey donde éste lo esperaba para colocarle la corona de oro y diamantes preciosos, Teulfesgott le hizo una reverencia y se inclinó ante él para recibirla con orgullo, el rey posó la extravagante corona sobre su cabeza y lo nombró finalmente el príncipe de Ewigenacht con su mirada reflejando felicidad cuando de pronto su respiración iba acortándose hasta sentir su garganta cerrarse por completo alarmando al príncipe que de inmediato se puso de pie a socorrerlo sentándolo en su trono mientras llamaba con desesperación a los doctores los cuales fueron por él a atenderlo. Cuando por fin se compuso vió a sus 3 hijos pequeños observándolo a pocos metros del trono con preocupación así que los llamó angustiado y ellos fueron hacia él brindándole un suave abrazo al rey.
Teulfesgott tenía un gran nudo en el cuello al ver a su señor consolando a sus hijos quienes lloraban sobre su pecho hasta que el doctor le pidió que fuera a descansar a la cama para aliviar mas su respiración por lo que el príncipe y Luzifer procedieron a apartar a los niños de encima suyo para dirigirlo a sus aposentos.
El rey yacía débil en su tibia cama rodeado de sus hijos junto al futuro heredero al trono, quien llamó con dificultad y pidió que se acercara.
—Teulfesgott... por favor... no desampares a mis hijos en ningún momento — Imploró el rey con la voz quebradiza a lo que Teufelsgott respondió con lágrimas en los ojos — No lo defraudaré mi señor, me encargaré de los principes hasta que sean capaces de portar su corona —.
— Ellos no deben ser desprotegidos... Quienes dicen que el señor es bondadoso no les tendrán piedad a mis hijos por mas que sean unos niños... Como lo hicieron contigo cuando... Tenías la edad de Krieger...—.
— Lo sé... Ese momento me hizo ver la clase de perros con los que convivía —.
— Y no solo fuiste tú, tus caballeros de confianza tuvieron el mismo motivo para venir aquí al ser tan jóvenes... Y ahora eres el príncipe de Ewigenacht — dijo el rey con una sonrisa paternal, algo que aliviaba a Teulfesgott después del desgarrador momento cuando de pronto un guardia entró a los aposentos desesperadamente con obvias señales de que corrió mucho.
— ¡¿Cómo te atreves a entrar a los aposentos del rey así?! — preguntó molesto Teulfesgott ante la notable falta de respeto.
— ¡Mi príncipe, llegó un mensajero del rey Jacob del reino de Strengthofchrist! — respondió el guardia con la respiración acelerada.
— Imposible, siempre nos desea la muerte — dijo Teulfesgott en tono de burla ante al asustado guardia.
— Deja de temblar, y... Que traigan a ese mensajero ahora — dijo el rey con tranquilidad acomodándose en su cama para sentarse mientras el guardia se retiró para meter a arrastras al mensajero junto a otros guardias que lo amenazaban con sus espadas ante cualquier ataque a sus nobles.
— ¿Qué es lo que quiere tu rey de nosotros? — preguntó el rey con su mirada penetrante que infundía miedo en el muchacho que con sus temblorosas manos sacó de sus vestiduras una carta con el sello del rey.
— Es... Para usted... — dijo tragando saliva invadido de miedo tanto por la mirada del rey como por los guardias amenazándolo. Teulfesgott se acercó a él para tomar la carta dándole la misma mirada asustándolo aún mas, le llevó la carta al rey a sus manos y éste la abrió comenzando a leerla.
Strengthofchrist era un reino de Inglaterra extremadamente cristiano, al punto de que con mucha frecuencia habían juicios de brujas con las muertes mas horribles y vomitivas, al rey Angstvorgott no le era necesario un traductor para leer la carta debido a que la cualidad de un habitante del reino Ewigenacht era saber varios idiomas lo cual era un detalle que asustaba mucho mas a los religiosos.
El rey quedó sorprendido pero su expresión cambió instantáneamente a una sonrisa sarcástica al leer que el rey cristiano precisaba de su ayuda para tirar una maldición alrededor de su reino para protegerlo ante cualquier adversidad. Al finalizar la lectura le explicó al príncipe y sus guardias sobre tal petición cosa que divirtió a Teulfesgott.
— Jajaja ¿un cristiano pidiendo ayuda a nosotros?— preguntó entre risas.
— Suena divertido pero es típico de gente así — alegó el rey riendo hacia sus adentros.
Los guardias se llevaron al mensajero fuera del palacio de regreso a su reino para comunicarle al Rey Jacob que el rey Angsvorgott aceptaba ir a maldecir los alrededores de su reino, por lo que se preparó para el largo viaje a Inglaterra a pesar de su enfermedad pero antes el reino festejó la coronación del príncipe, quien al día siguiente acompañaría a su rey al viaje mientras los príncipes se quedasen en Ewigenacht.
Mientras tanto el rey de Strengthofchrist contaba sus monedas de oro que le daría a cambio al rey Angstvorgott.
— Su majestad no puedo creer que se rebaje ante esta clase de hombres — manifestó el consejero del rey el cual fue sorprendido por la taza caliente de su amo impactar contra su rostro.
— ¡No te atrevas a cuestionarme! — exclamó el rey Jacob al hombre que frotaba su ardiente rostro con desesperación poniéndose sumiso ante él a pesar del dolor rogándole perdón mientras realizaba una reverencia.
— ¡Va a ser la primera y última vez que le pido ayuda a esos demonios! ¡El mal se metió en mi territorio! ¡Mis hijas huyeron con hombres iguales o peor que ellos, mis dos últimas esposas fallecieron muy jóvenes, cada día hay nuevas brujas y magos bajo la hoguera, mi única alternativa es enfrentar fuego contra fuego! — continuó gritando el rey inmerso en su cólera.
— Pero su majestad, cuando dije fuego contra fuego no me refería a meter a los hijos de Satanás en nuestro sagrado reino — replicó con miedo el consejero aliviándose de su ardor.
— He rezado por mi bienestar constantemente y no obtengo buenos resultados, no me queda otra mas que espantar lo malo con ayuda de esos hombres — respondió el rey con la voz quebradiza con la esperanza de que el rey de Ewigenacht aceptara ayudarlo, mientras que su mensajero emprendió su viaje de regreso con un carruaje del rey Angstvorgott.
— Me asesinarán por esto — dijo preocupado el mensajero, los guardias que lo acompañaban simplemente se reían de él avergonzadolo.
El rey y el príncipe se despidieron de los niños y emprendieron su viaje mientras que en un lugar lejano de Rusia otro mensajero del rey Jacob enviaba la misma carta en un castillo maravilloso donde lo recibía una majestuosa mujer de cabello largo, cobrizo y lacio lo recibía.
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