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Capítulo 8.

Marie Lou no había parado de escribirme desde ayer por la noche luego de que hubiera escuchado la transmisión del programa. Sabía que aquello que había dicho Liam traería consecuencias, no solo con Stella—quien milagrosamente no había cancelado la cita—, sino con mi pequeña hermana entrometida. He tratado de evitarla todo el día, pero sé que en cualquier momento aparecerá por mi puerta.

Hoy es miércoles y por ende no debo ir a la emisora, algo que agradezco porque estoy completamente seguro de que si me hubiera encontrado con el idiota de Liam, lo hubiese golpeado como se lo merece. Además, no podemos dejar atrás a Richard, quien según dijo—antes de ayer irme a casa—, que el rating de la noche anterior fue tres veces más grande que el del mes pasado; estoy seguro que le pedirá a Liam que siga con el misterio de aquella mujer en el programa, para que el rating siga aumentando.

Consecuencias de tener como jefe a un hombre que solo le importan los números.

No me malinterpreten, yo sería igual si tuviera un negocio, más si eres socio mayoritario de una estación de radio y lo importante son los radioescuchas. Pero Richard a veces—Por no decir siempre—, se sobrepasa, aún más conmigo por ser su trabajador favorito. Estoy seguro de que le dice lo mismo a Ron o Tribault, otros multifunciones [2] de la emisora.

Recostado en mi cama le echo un vistazo a la lista de música que colocaré la noche de mañana, a parte de prepararme mentalmente para lo que será mi almuerzo con Stella, hace meses que no comparto con una mujer y solo espero que no me comporte como un tonto frente a ella.

Mi teléfono vuelve a sonar con el tono de mensaje que escogí para mi hermana. Tuve que hacer aquello, así sabría en que momento tengo que evitar revisar la pantalla del móvil. No soy malo por evitarla, si ustedes tuvieran ese chicle pegado las veinticuatro horas del día también harían lo posible por dejarlo pasar. Marie es como un molesto mosquito que sobrevuela tu oreja cuando estás durmiendo; si eso no es molesto, no sé qué lo será.

El móvil emite el particular tono y yo concentrado en la pantalla del computador lo ignoro, sé que lo lamentaré más tarde.

El sonido del timbre resuena en el apartamento.

Retiro lo dicho anteriormente, quizás lo lamente ahora.

Dejando el computador a un lado salgo de mi habitación con mis pantalones de yoga colgando sobre mis caderas, una camiseta blanca manchada de pintura, el pelo despeinado, descalzo y mis gafas de lectura sobre el puente de mi nariz, mi vestuario típico cuando estoy en horario de inspiración con la música. Me detengo frente a la puerta mirándola con irritación, el timbre vuelve a sonar en repetidas ocasiones, Marie no puede ser más que molesta, sin esperar más tomo el pomo y lo giro encontrándome con la figura molesta de mi hermana. Ella entra empujándome a un lado, sin esperar mi invitación, como siempre.

—Tienes que dejar esa mala costumbre de no contestarme el teléfono, Bam Bam—se mofa ella colocando ambas manos sobre sus caderas—.Puede que algún día tenga una emergencia y tú no me contestes el teléfono.

—Me arriesgaré a que eso suceda—me encojo de hombros luego de cerrar la puerta. Ignorándola, vuelvo a mi habitación arrojarme sobre el colchón posando de nuevo el computador sobre mi regazo. Eso la molesta demasiado.

—¡Blake Steven Anderson, no me ignores!

—Estoy trabajando, Marie.

—¡Eso lo puedes hacer después, si quieres luego te ayudo a escoger las canciones o escribir el guion!—Yo la miro incrédulo, esa niña lo único que escucha es música pop y su habilidad para redactar un guion es tan nula que podría llevar a la emisora a la quiebra en tan solo unas horas. Al menos mi hermana es hábil con los números—. No me veas así, Bam Bam.

—¿Cómo te estoy mirando?—pregunto inocentemente.

—Tú sabes cómo me estás mirando.

—No lo creo.

—Son tus ojos, obvio que sí.

—¿Realmente estamos discutiendo por mi mirada, Marie Lou?—Típico, nuestras discusiones son estúpidas.

Ella suspira sentándose sobre mi cama, volviéndola a ignorar me concentro en la selección variada de música que colocaremos mañana por la noche. Creo que eso es algo que ha ayudado con el programa—aparte de la carisma de Liam—, la buena música que suena, me gusta que todos los géneros pasen por el tablero, para todos los gustos y, que la gente sepa disfrutar y respetar los géneros musicales que a otras personas les gustan. Principalmente eso, enseñamos el valor del respeto y la tolerancia en ese programa, así lo veo yo, así lo ve Richard y por supuesto así lo escribe la gente de publicidad en las páginas web.

—No me gusta que me ignores, Bam Bam.

—No te estoy ignorando—digo distraídamente adjuntando las pistas en una carpeta en la cual llamo jueves especial.

De repente la pantalla del ordenador es cerrado fuertemente a punto de pisar mis dedos, miro fulminantemente a la autora de aquello, mi hermana. Pero les aseguro que ella me mira peor.

—Sí, lo haces, Blake.

—Pregunta lo que quieras y luego déjame trabajar—Como si fueran unas palabras mágicas deja su ceño de lado y una gran sonrisa surge en sus labios.

—Escuche la transmisión de ayer...

—Ajá.

—Liam dedicó, de tu parte, el programa a una mujer...

—Lo sé, estaba ahí.

—Y luego dijo que tú estabas ansioso por verla el jueves...

—Eso también lo escuché.

—¡Bam Bam!

—¿Qué quieres que te diga Marie Lou?—inquiero algo fastidiado.

Ella golpea mi hombro con su puño, hago una mueca y la miro mal. Cada vez más parece una niña pequeña.

—¡Quiero detalles! ¿Quién es la chica? ¿Por qué le dedicaste el programa? ¿Dónde la conociste? ¿Cómo se llama? ¿Qué edad tiene? ¿Es castaña? Dime que no tiene los ojos claros. ¿Tiene cara de lagarta? ¿Es...

—¡Detente!

—¡Diiiime, hermanito!—Si, niña pequeña.

—Es alguien que conocí en la boda de Theo.

Ella suelta un pequeño grito, está emocionada, se puede ver a leguas y en cierta manera la entiendo.

—Ahora más que nunca me arrepiento de no haber ido a esa boda—forma un pequeño puchero—. Debí faltar a los parciales.

—Ahora ya que te lo conté, ¿puedo seguir trabajando?—hago un además de abrir el ordenador nuevamente pero Marie coloca su palma sobre ella con fuerza—. ¡Hey! Si llegas a dañar mi computadora tú la pagarás, ¿te queda claro?

—Sí, sí, ahora, cuéntame más. ¿Al menos me podrías decir cómo se llama la chica?

Me voy a arrepentir sobre esto.

—Se llama Stella.

—Tiene nombre de vieja.

—Marie...

—Ya, ok, suelta la sopa.

—No soltaré ninguna sopa—quitando su mano del computador, vuelvo a abrirlo para seguir trabajando—. Tengo que terminar esto ahora si quiero tener mañana mi tarde libre.

—¡Mañana saldrán juntos!

—Eso fue lo que dio Liam anoche...

—¡Mi hermanito va a volver a salir con mujeres!—ella prescinde de oírme para seguir festejando desde su lugar. Luego su rostro cambia, a uno de que conozco muy bien. La chica planea algo malo—. ¿Theo puede recibir llamadas desde dónde está?

—¿Por qué quieres hablar con Theo?

—Si conociste a la chica Stella en su boda es porque él la conoce. Y como tú no me quieres contar nada, tal vez deba hablar con el Theo bonito.

—No—niego rápidamente con la cabeza, alarmado. No quiero recibir otro maldito sermón de mi mejor amigo.

—Entonces dame cada detalle sucio de lo que pasó en esa fiesta.

Contra la espada y la pared, literalmente estoy así. No me queda de otra que contarle los más sucios detalles sobre el cómo conocí a Stella. Por supuesto, después de que le conté lo que sucedió ese día, Marie estuvo reacia a creerme, ella solo pensaba que me había enrollado con la organizadora de bodas de Sammy y Theo.

—¿Solo bailar?—cuestiona incrédulamente.

—Sí, solo bailar.

—¿Y...?

—Y nada más. La hermana de Sammy fue la que me proporcionó el número de Stella. La llamé un montón de veces pero era tan cobarde que cortaba. Hasta que papá llamó.

—No me hables sobre el donador de esperma, sigo molesta con él.

Y sé notaba. Marie Lou le tenía el apodo especial de donador de esperma a papá cada vez que se molestaba con él. Al principio a papá lo hería profundamente que la niña de sus ojos le llamara de esa manera, con el tiempo lo dejó pasar y de hecho se había convertido en una broma privada entre ellos.

—Pues gracias a él tomé el valor y pude invitarla a salir—finalizo la historia.

—Es raro.

—¿Qué cosa?

—Te trató como una mierda en esa boda, Bam Bam, ¿y ahora como si nada ella acepta salir contigo?

No quería formularme aquella pregunta pero debía hacerlo. ¿Qué hizo cambiar de opinión a Stella Foster?

—No quiero hacerme más preguntas de las que tengo, Marie—negando con la cabeza, dejo el ordenador sobre la mesa para dirigirme a la cocina. Como sé que ella me sigue yo continúo hablando—. Solo quiero tener una buena salida con ella. No puedo negarte que Stella me llama la atención.

—Y yo sé por qué lo hace—la miro confundido antes de servirme un vaso con agua. Ella rueda sus ojos—. Es obvio, Bam Bam, eres atractivo, no como André Hamann o uno de esos integrantes de Four Chips, pero tienes lo tuyo y las mujeres ven eso. Quizás te agradó que ella no estuviera atraída por esa fachada bonita que tienes.

—Fachada bonita, ¿eh?—tomo un sorbo de mi vaso. Ya había escuchado esas palabras antes y no me traían muy buenos recuerdos.

—Lindo por fuera, pero un grano en el culo por dentro.

—¿No te estarás describiendo a ti, Marie Lou?—la ironía brota en mis palabras ocasionando que mi hermana me lance una de sus particulares miradas fulminantes—. Sea lo que sea, mañana sabré si vale la pena arriesgar de nuevo mi corazón.

—Una cita no es suficiente, además, con tu historial de zorras arpías de ojos azules tal vez debas presentármela en la segunda cita.

—¿Estás loca? No cometería tal crimen. Podía considerarse un suicidio.

Marie Lou, cada vez que tiene oportunidad me recuerda a Alana, claro, de una manera despectiva. Le encanta llamarla zorra manipuladora de ojos azules y sí, siempre recalca los ojos azules ya que cuando la conocí no podía dejar de hablar del color de sus ojos.

—¿Dónde almorzarán?—pregunta indiferente. Sé que es una de sus jugadas, conociéndola sería capaz de aparecerse por allá y si Stella le diera mala vibra, fingiría ser mi novia embarazada con cuatro niños en casa. No exagero, lo hizo una vez con Walter y solo porque odiaba a su novia desde entonces—. ¿Qué? No me mires así, no haré nada.

—No te creo—digo con vehemencia.

—¡Me ofendes!

—Pues oféndete, tan solo recordar lo que le hiciste al pobre Walter me hace querer correr de nuevo a mi habitación y sumergirme en mi trabajo.

Marie se sonroja a más no poder. Arma secreta; si, tal vez ella me hable sobre Alana pero yo puedo sacar en la conversación a su amor platónico: Walter Brown.

—Te odio, Bam Bam.

—Me amas, pequeña MarieLou.    

¡Jueves de #EAA!

¿Que les pareció el capítulo? Ya en el próximo vermos la tan esperada cita de Blatella o Steke xD

Nos leemos el otro jueves 

Disfrútenlo :)

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