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Capítulo 15.

La cena estuvo acompañada de una conversación amena y una que otras intervenciones de mi alocada hermana que en muchas ocasiones no pudo cerrar el pico al decir comentarios fuera de lugar, incluso la traidora de Sammy la apoyó en algunos casos y Theo no se quedó atrás. Stella o era una gran actriz o realmente se encontraba cómoda, se le notaba a leguas que era así. Reía con las ocurrencias de mi hermana, nunca dejó de sonreír y como siempre cuando andaba a su alrededor, no vi nunca un ceño fruncido cosa que me alegró de sobremanera.

Nos encontramos sentados en la sala, Marie en el sofá individual y los demás estamos ubicados en el sofá de cuatro puestos en forma de L. Las chicas han hecho buenas migas por lo que ellas mantienen una conversación aparte sobre un diseñador de zapatos, cosa que me sorprende por parte de Stella. ¿Quién iba a creer que era una fanática de los zapatos? La manera en que habla sobre ellos me da esa pista. Theo trata de tomar mi atención muchas veces pero mi mirada siempre es desviada hacia ella, como si de un hechizo se tratara.

—Tierra llamando a Blake Anderson—el chasquido de dedos que hace mi amigo frente a mi rostro pone toda la atención de los presentes en mí—. ¡Hasta que por fin! Mejor tómale una foto, Bam Bam, esas duran más.

Mis mejillas enrojecen al ver como Stella sonríe tiernamente, como si fuera el espécimen que más le llamara la atención. Sammy por su parte, le sigue a las risitas de burla de Marie Lou.

—¿Por qué tratas de avergonzarme?

—Me estoy cobrando cada una de las que me hiciste cuando salíamos con Sammy. Cada una, Bam Bam.

Si es así, es mejor que me prepare porque por esa época era demasiado intenso con las burlas que le hacía a mi mejor amigo para avergonzarlo frente a su ahora esposa.

—¿Quieres que tiemble?—finjo no estar atemorizado.

Señores, Theo sabe cosas muy oscuras sobre mí.

—Pues deberías. Ya que las chicas tienen nuestra atención, tal vez debería contarles esa vez en navidad...

—¡Cierra la boca!

—¿Qué tienes que ocultar Bam Bam?—la sonrisa sabionda de Sammy me pone de los nervios—. ¿Bam Bam tiene miedo de lo que nos enteremos sobre una anécdota?

—Yo creo que tiene miedo de que Stella se entere de que es un chico malo—mi hermana le sigue el jueguito.

—Dejen tranquilo a Bam Bam, si haber vamos yo también he sido una chica mala en un montón de ocasiones de mi vida.

Al ver como Stella sale en mi defensa le sonrío encantado, saber que me he ganado ese apoyo de su parte me hace sentir bien, cada día he ganado más puntos con ella y siendo Stella una mujer difícil según sus amistades, tener esos resultados es gratificante.

Nos enfrascamos en una conversación que hace énfasis en la luna de miel de los tortolitos. Sammy nos comentó una experiencia que tuvo Theo en un restaurante en donde solo hablaban español, él quiso hacerse el sabiondo y terminó pidiendo—a duras penas—, una hamburguesa con mariscos. Si, leyeron bien, una hamburguesa con mariscos, al parecer el español de mí mejor amigo está tan oxidado que pidió una cosa totalmente diferente a la que tenía en mente. Afortunadamente, el dueño del lugar les permitió cambiar el pedido sin problemas al ver que eran extranjeros y explicarles—finalmente en inglés—, que estaban en su luna de miel.

Nos carcajeamos con esa anécdota, tanto así que Marie Lou contó sobre una experiencia que tuvo con un uruguayo y yo explicando la vez que traté de coquetear con una cubana. Para simplificar, ambas salieron mal.

El reloj marca las diez cuando me levanto del sofá y me dirijo hasta la cocina dejando a los demás charlando en la sala. Me entra la ansiedad de comer algún bocadillo y un par de cervezas que anteriormente había comprado para el día de hoy. Cuando estoy bajando algunas frituras de la alacena de chucherías siento la presencia de una segunda persona en la cocina, me volteo encontrándome con Stella detallando con atención la pintura roja en una de las inmaculadas paredes blancas.

—¿Qué...

—Marie Lou tiene la costumbre de venir a mi casa sin mi consentimiento y cocinar aquí sus desastrosos platillos. Hace poco llegó demasiado lejos quemando mi pared y una de mis ollas.

El sonido angelical que sale de sus labios me hace sonreír, su risa es preciosa.

—Tu hermana es asombrosa.

—¿Crees que es asombrosa porque quemó la pared de mi cocina?

—No, pienso que es asombrosa porque su personalidad me hace sentir bien—La miro confundido por lo que ella me explica—. Te dije que no era buena haciendo amistades, pero ella podría hacerse amigo de cualquiera, te cede un poco de esa vitalidad, te hace sentir viva.

Inspecciono su rostro, esos comentarios de Stella encienden mi chispita de preocupación, ya van varias veces en donde me ha comentado el cómo se siente sola o mal.

—¿Cuál es tu historia?—pregunto sin más.

Ella toma una de las latas de cerveza que había sacado de la nevera y con una pequeña sonrisa la abre. Toma un sorbo de ella para después encogerse de hombros.

—Ya sabes, lo típico. Padre abusivo, madre alcohólica, ambos murieron antes de que cumpliera los quince años, no hermanos, no familia, simplemente Stella, una Stella que tuvo que hacer malas cosas para ser lo que ahora es.

Trato de no mirarla con lástima, sé cómo se sientes esas miradas y es un asco, te hacen sentir peor de lo que ya te sientes. Por lo que solo me acerco a ella y atrevidamente le doy un abrazo reconfortante.

—Pues ya no estás sola.

—Eso es cierto—se separa de mi dándole otro trago a su cerveza—. Recuerdo esa época en que los servicios sociales se hicieron cargo de mí, pasaba de orfanato en orfanato, algunas casas temporales en donde sus dueños solo se interesaban por el dinero que el gobierno les brindaba por cuidarme. Estuve sola por un tiempo hasta que escapé, no confiaba en nada ni nadie cuando viví en las calles o mejor dicho, cuando sobreviví en ellas. La primera persona en la que pude confiar era en Paulette, mi exjefa.

—¿En qué trabajabas?—ella se remueve incómoda en su lugar para después darle otro sorbo a su cerveza—. Si no quieres...

—No es que no quiera, solo creo que no es un buen momento para traer esos viejos recuerdos—Me mira con atención—. Siempre siéntete agradecido por tener una familia tan bonita.

—Lo estoy, amo a mi padre y a mi hermana, y amo a mi madre aunque ya no esté presente.

Tomo una lata de cerveza para acompañarla, doy un sorbo largo, mi cuerpo pedía un poco de alcohol en su sistema.

—Eso es lindo. Yo a las únicas personas que podría considerar como mi familia son Sammy y Penny.

—¿Tu secretaria, ¿no?—inquiero al recordar el nombre de la causante de que nuestra primera cita terminara más rápido de lo previsto.

—Secretaria, roomie[6] y una de mis mejores amigas. La conozco desde que tengo memoria, vivía en la misma calle que yo. Habíamos perdido el contacto después de que mis padres murieron y me mandaran al sistema. Lo más gracioso del asunto es que nos volvimos a reencontrar gracias a Sammy, ya para ese entonces tenía un año conociendo a la bonita esposa de tu mejor amigo.

—¿Cómo conociste a Sammy?—Pregunto, aunque el día de la boda se lo había preguntado, algo en ella me dijo que estaba mintiendo.

Stella se da cuenta de que esa pregunta ya se la había hecho, me mira fijamente y finalmente me contesta.

—El hospital, pasé un momento... desagradable. Ella estuvo para mí en todo momento, nunca se alejó de mí por más que le dijera que estaba bien. Nunca voy a terminar de agradecerle por no dejarme sola en ese lugar, no sabes lo triste y frío que se puede sentir un hospital cuando no tienes a nadie que te acompañe. Ahora, ¿qué piensas hacer con ese manchón rojo en la pared? Porque déjame decirte que se ve horrible.

Esta vez dijo la verdad. No paso por alto el cómo ella quería cambiar el tema de conversación. No quise seguir presionando, Sammy y Theo me habían advertido sobre cómo era Stella, más bien estoy gratamente sorprendido de que ella contestara mis preguntas.

—No sé. Aunque pensé que con aquel mensaje...

—Tú no enviaste ese mensaje—asegura ella señalándome con su dedo índice—, alguien más lo hizo por ti.

—¿Cómo sabes eso?

—Blake, siempre le das demasiadas vueltas a los asuntos cuando hablas conmigo—termina su cerveza y se acerca a la papelera para botar la lata—, además, todos los mensajes que había compartido contigo nunca habían sido enviados con tanto entusiasmo.

—Tal vez estaba feliz en ese momento—Ella me mira burlonamente por lo que al fin confieso lo que había sucedido—. Muy observadora, en realidad fue una amiga a la que le había hablado de ti.

—¿Le hablaste sobre mí?

—En la emisora no paran de hablar sobre ti—Stella me observa sorprendida—. Todos quieren saber sobre la mujer que ha despertado el interés en uno de sus superiores.

—¿Uno de sus superiores, eh?

—Cuando eres uno de los favoritos del jefe que despide a personas cada dos por tres tiendes a ser observado y tratado con respeto.

—Ya veo.

—Entonces, ¿en qué quedamos con la remodelación?—Siento un poco de esperanzas pero inmediatamente estas se van cuando ella me lanza la mirada de "lo siento".

—No soy decoradora de interiores, Blake. Lo de Meredith es otro asunto, estaba pagándole un favor.

—¿Eso significa no?

—Eso significa que no es mi área por lo que no tengo idea de que hay que hacer para remodelar un lugar, de hecho, con la casa de Meredith necesité un poco de ayuda.

Siento que son excusas y unas muy tontas, por lo que sonrío con efusividad para declararle un—: Voy a convencerte—ella levanta su ceja inquisidora.

—¿A sí?

—Aceptaste mi cita...

—Gracias a que Sammy me convenció—porfía ella pero la ignoro.

—Te hice sonreír en más de una ocasión y dejase ese ceño fruncido atrás....

—Bueno, me agradas.

—Y no me has salido con ningún otro mal gesto.

—Bueno, Bam Bam, eso puede cambiar si algo me hace molestar.

—Ya tengo dos ítems en mi lista por realizar—comento en voz baja.

—¿Tu lista?

Al verla confundida le asiento.

—La lista de Stella.

—Una lista que lleva mi nombre, ¿sobre qué trata? Debe ser interesante solo porque se llama Stella.

Y aquí vemos a la Stella juguetona, otra fase de ella recién descubierta.

—Trata sobre asuntos pendientes contigo. Mi primer ítem ahora será que aceptes ser mi decoradora de interiores.

—¿Y el segundo?

—Simple, hacerte sonrojar.

Aunque es más fácil decirlo que lograrlo. Stella me sonríe animadamente, como si le agradara que me propusiera estas cosas para mi propia satisfacción. Ella va a hablar pero es interrumpida por mi pequeña hermanita que ahora entra a la cocina mirándonos pícaramente.

—La parejita recién casada me mandó para acá al ver como ustedes dos estaban tardando.

—Estoy seguro que quien te dijo eso fue Theo y no fue para vigilarnos a nosotros sino fue para tener un momento a solas con su esposa y no tenerte a ti siendo ese mosquito en el oído de cualquier persona que esté intentando dormir.

—Tu analogía sobre el mosquito siempre tiene que ver conmigo—mi hermana se queja haciendo su estúpido puchero.

—No es mi culpa de que actúes como uno.

—Eres malo, Bam Bam, y como solo quieres hacerme sentir mal—aleja su atención de mi para posar sus ojos malvados y vengativos sobre Stella—. Stellita, ¿te puedo decir así? No importa, en fin, ¿sabías que mi hermanito mojó la cama hasta los catorce?

Quiero estrangularla, apuñalarla y luego sacar sus malditos sesos. Prometió que nunca diría eso, es algo tan vergonzoso. Stella por su parte ríe descontroladamente por el comentario malintencionado de mi hermana.

—Le decíamos el Bam Bam meón.

—¡Marie Lou!

—¿Qué?—se hace la inocente—, yo solo estoy contando algo tierno sobre ti.

—Estás. Tan. Muerta.

—Sí, sí, lo que sea.

Muchas risas incontroladas de Stella después, nos dirigimos a la sala. La parejita dijo que ya era algo tarde—efectivamente, eran las once de la noche—, y todos tendrían que hacer algunas cosas para la mañana del día siguiente por lo que tenían que partir. Theo se había comprometido de dejar a Stella en su casa así que ella se iría con ellos.

Primero me despido de un abrazo y un beso de Sammy, después de Theo y por último con Stella, envolviéndola en mis brazos con fuerza.

—Gracias por venir.

—Gracias por invitarme, me la pasé bomba.

—Espero que otro día te animes... y, ¡Ah, claro! Seas mi decoradora de interiores.

—Mi respuesta sigue siendo no, Bam Bam meón—susurra en mi oído, cuando veo su rostro puedo notar que está conteniendo la risa.

—Nunca lo vas a superar, ¿verdad?

No responde. Intercambiamos un par de sonrisas más hasta que ellos finalmente se marchan dejándome de pie en la sala junto a mi mocosa hermana.

—¡Stella es un amor! Más te vale que no lo arruines, hermanito, porque me gustaría verla como una cuñada.

La miro, la miro, la miro, sin quitar mi atención sobre ella. Marie Lou lo nota por consiguiente se encoge en su sitio por la aniquiladora mirada que le estoy dando.

—Eres un demonio, Marie.

—Uy si, una muy bien vestida y que en vez de vestir rojo, lo hace con el color hermano, rosado.



[6] Roomie, es una persona que comparte departamento o habitación. La palabra es abreviación de roommate, que es de origen anglosajón, y se traduce como compañero de cuarto.

¡Holaaaaaaaaaaaaaaa!

Para los que no saben, cambié los días de actualización para los viernes, por motivos personales. Pero actualizo hoy porque por fin ya he terminado el capítulo. Así que disfrútenlo <3

Hoy hablamos sobre un poquito más de la historia de Stella... ¿Algunas conclusiones por parte de ustedes? ¿Alguien más piensa que Marie Lou es Bart con vagina? xD Cuando escribía el capítulo me pude dar cuenta de eso, la amo <3

Este capítulo va a dedicado a Isa <3 Espero que te haya gustado.

Nos leemos el próximo viernes :)

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