🥂Capítulo 28🥂
Jungkook caminaba hacia el salón cuando fue arrastrado por un par de manos frías a un cuarto de servicio del hotel; Era Fransesca.
Sin decir nada se soltó de su agarre sacudiendo sus brazos a medida que trataba de acomodar la manga de su traje, con desprecio la miró de arriba a abajo. Iba vestida como una empleada del hotel, sonrió a medida que negaba con la cabeza ante la aparente locura de la mujer.
—¿Qué planeas? ¿Impedir la boda? —Cruzó los brazos.
—De hecho... Sí.
—Pierdes tu tiempo —contestó tajante.
Jungkook se dio la media vuelta tomando el pomo de la puerta del cuarto de servicio, pero se detuvo cuando Fransesca gritó:
—¡Jimin miente, él es un estafador! —Jungkook suspiró furioso ante las aparentes mentiras que escupía la pelirroja.
—Ya déjalo, no lograrás ponerme en su contra. Es muy tarde, además tú y yo no tuvimos nada nunca y te recuerdo que querías casarte conmigo para tener lujos ilimitados. ¿No le dijiste eso a tus amigas en la empresa?
—¡Jungkook, escúchame! —suplicó aferrándose al saco oscuro del hombre.
—¿Qué veneno vas a soltar? Porque nada de lo que digas podrá eliminar lo que siento por Jimin.
—Ya te dije que él miente, —dijo al soltarlo del saco y él se recargó en la puerta para escucharla.
—Te doy cinco minutos, no más.
—Su verdadero nombre es Park Jimin, se dedica a estafar hombres millonarios. Tú no eres el primero en caer es sus mentiras, él fue entrenado en el arte de la seducción con un grupo de expertos.
»Ha tenido varios nombres: Doyun, Ijun, Jiho, Eunu, Yujun. Pero te repito, su verdadero nombre es Park Jimin.
»Se le conoce como La medusa de ojos púrpura, o el ángel de ojos púrpura porque los hombres por alguna extraña razón caen bajo sus encantos y quedan en la ruina total. Además se dice que asesino a su madre, de nombre Ágata.
»Alexander, el canadiense ¿Lo recuerdas? ¡Es su medio hermano! Todo ha sido actuando y temo que al casarte con él también te arruine... Jungkook, reconozco que soy una hija de puta, una perra que quería llegar a ser de la alta sociedad gracias a ti.
»Aún así no soy ni la mitad de malvada que Jimin, yo te llegué a apreciar y estoy aquí después de las humillaciones que me hiciste para ayudarte a abrir los ojos. No caigas bajo su hechizo, todavía estás a tiempo.
Jungkook apretó los labios mientras escuchaba las palabras de Fransesca. No podía creer que se atreviera a inventar tales cosas de Jimin. Con fastidio se tocó el puente de la nariz tratando de contenerse para no gritarle a la mujer, tratando de seguir siendo el hombre caballeroso que era.
—Jimin está esperando un hijo mío. —Al decir eso Fransesca amplió los ojos dando un paso hacia atrás—. Ahórrate tus mentiras que él no es cualquier hombre; es el padre de mi hijo.
—¡¿Qué clase de hechizo ha puesto sobre ti que no puedes ver la red de mentiras?! —gritó desesperada.
—Ningún hechizo, nos amamos.
—Entonces ve como cordero al matadero. Y no vengas llorando arrepentido cuando te quedes en la ruina.
—Tranquila, sé cuidarme solo.
Dicho eso salió como alma que lleva el diablo del cuarto de servicio. No podía creer hasta donde fue capaz Fransesca de llegar con tal de impedir su boda.
Al llegar al salón de eventos saludó con carisma a los pocos invitados, el lugar estaba decorado de manera sencilla, no fue extravagante, pero sí elegante. Jimin le había dicho que no le gustaba gastar en cosas banales, además le había demostrado en el poco tiempo que lo conocía que el dinero era lo menos importante en la vida. ¿Cómo podría ese hombre ser un estafador? Si Fransesca iba a mentir tuvo que hacerlo mejor.
Instantes después llego Eunwoo, el hombre llevaba una sonrisa de oreja a oreja y palmeó a Jungkook en los hombros cuando llegó hasta donde estaba.
—Tenías razón, tu futuro esposo es hermoso.
—Te dije.
—Además se ve que tiene un buen corazón, con decirte que cuando supo que tu obsequio costaba millones de dólares dudó en usarlo. Para un hombre rico es muy importante que su esposo no sea interesado
—Aún así me gustaría enseñarle a ser celoso con las finanzas, después de todo será dueño junto conmigo de mis bienes.
—¡Ahí viene! —gritó Eunwoo al ver a Jimin entrar al salón.
Los presentes aplaudieron cuando lo vieron entrar.
Entre ellos murmuraban acerca de su hermosura y lo afortunado que era Jungkook al conseguir una belleza como él.
«Es imposible que Jimin sea un estafador», pensó Jungkook al verlo sonreír radiante a los invitados a medida que se acercaba a él. Aun así su corazón sentía un atisbo de tristeza al pensar que las palabras de Fransesca pudieran ser ciertas.
"Se le conoce como La medusa de ojos púrpura, o el ángel de ojos púrpura porque los hombres por alguna extraña razón caen bajo sus encantos y quedan en la ruina total. Además se dice que asesino a su madre de nombre Ágata."
Además de eso, recordó una de sus antiguas conversaciones en la intimidad. ¿Fransesca podría saber eso? No era amiga de Jimin y tampoco creía que le tuviera la confianza para contarle lo que sucedía entre ambos cuando nadie los veía.
—Jimin. ¿Crees en el destino y el amor? —preguntó Jungkook aquella noche mientras lo abrazaba.
—No soy de esos chicos. Todos los hombres se arrepienten de haberme conocido, incluso tú lo harás pronto —confesó en un murmuro.
—¿Por qué me arrepentiría?
—Porque... —Los ojos de Jimin se comenzaron a llenar de lágrimas.
—¿Mjm?
—Porque soy como las medusas, si me tocas mueres. O como la mítica medusa, cualquier punto de comparación es válido. Incluso mi madre, mis hermanos y... —Jimin comenzó a llorar.
—Pues te he tocado y sigo respirando. No eres tan mortal como imaginas... —dijo interrumpiéndolo.
Jungkook decidió apartar toda duda cuando lo observó reír con una de las empleadas que ofrecía mimosas a los invitados. ¿Cómo podría un ser tan bondadoso lastimarlo? No quería creerlo y estaba dispuesto a hacer de lado toda duda que le indicara que era un estafador. Aún así le comentaría lo que Fransesca le dijo para ver su reacción.
Luego de un par de minutos Jimin llegó ante Jungkook y este la abrazó efusivamente, todos los invitados aplaudieron cuando la feliz pareja se reunió.
—Estás hermoso... —susurró a su oído.
—Y tú luces espectacular... —contestó de la misma manera.
—¿Te gustó mi obsequio?
—Me ha encantado, pero tu amigo me dijo el precio. ¿Es cierto? ¿No es mejor donarlo a alguna causa benéfica?
Jungkook sonrió, después le dio un dulce beso en la frente.
—Mi medusa. ¿Mi medusa qué eres tan noble y perfecto?
Jimin sintió que su estómago se revolvía, es que no era noble, mucho menos perfecto y en unas cuantas horas Jungkook lo descubriría.
—Ya te dije que no soy tan bueno como piensas. —Jimin rodó los ojos riendo.
—Y yo te dije que no eres tan mortal como imaginas. —Jungkook acarició su mejilla.
Ambos se miraron a los ojos con intensidad, fácilmente podrían desnudarse con la mirada y arrancarse la ropa ahí mismo, pero no lo harían, ni esa noche, ni nunca más.
—¡Buenas tardes! —gritó Apolo desde la mesa de cristal que era en donde firmarían el falso matrimonio—. ¡Damas y caballeros, mi nombre e Gerardo Bustamante y soy el notario que dará fe y legalidad de esta unión ante las leyes de nuestro soberano país.
Jimin tomó a Jungkook del brazo indicándole con la mirada que se acercaran al notario. Los invitados se sentaron en las sillas al rededor de ellos, después Apolo procedió a presentar a su asistente.
—Ella es mi asistente, estará aquí para indicarle a los dos testigos donde firmar.
—Perfecto —dijo Jungkook—. Por cierto, buenas tardes.
—Oh sí, no nos saludamos —dijo Apolo riendo—. Es que ando con las prisas porque en un par de horas tengo una boda más...
—Entonces comencemos —comentó Jimin al sentarse en la silla ante la mesa.
Apolo dio un breve sermón, no tardó más de quince minutos. Después invitó a los testigos a firmar el documento; Eunwoo fue el primero en firmar, el segundo fue Hobi. Después le pidió a Jimin que firmara, él suspiró mirando de reojo a Jungkook, pero lo hizo sin dudar.
—Ahora sigue la firma del novio —indicó Magdalena al ver que Jungkook se estaba demorando en tomar la pluma entre sus manos.
El hombre tomó la pluma, luego giró el rostro para ver a Jimin a los ojos.
—¿Qué ocurre? ¿Crees que es muy pronto? ¿Te estas arrepintiendo? —preguntó en un susurro.
—Dime Jimin. ¿Me amas?
Jimin se quedó sin aliento. Sin saber qué decir, es que era una pregunta que rondó por su cabeza durante todo el día. Pero al saber que le estaba haciendo daño no podía afirmar que lo amaba, aun así tenía que seguir con su plan y terminar con toda esa farsa.
—Te amo. —Sus ojos brillaron con sinceridad—. ¿Por qué lo dudas?
Él sonrió, luego despegó la mirada de sus ojos y firmó el documento con decisión. Apolo respiró con alivio. Luego todos aplaudieron.
—No lo dudo —le susurró al oído y lo tomó de la mano.
—¡Vamos, dense un beso! —gritó Eunwoo.
Jungkook se puso de pie estirando la mano hacia Jimin. Él lo tomó con fuerza, luego como si fuera un casamiento de cuento de hadas; se besaron. Rodeados de aplausos y vitoreos, fueron felices.
Mientras ellos se besaban, Apolo aprovechaba para colocar los documentos en su maletín y dejar sobre la mesa la hoja del casamiento falso. En ese momento Jeon Jungkook quedó en la ruina, ningún bien le pertenecía ya que con habilidades habían colocado un documento por encima de la hoja de la boda. En ese momento Park Jimin era el dueño absoluto de M&M y Diamond&Style.
—¡Que comience la fiesta! —gritó Jimin y el Dj comenzó a reproducir música.
Los invitados corrieron a la pista de baile, dando inicio al festejo. Jimin abrazó a Jungkook para ver a Apolo y Magdalena escabullirse a la salida mientras le hacían señales con los dedos para que se apresurara y dejara la fiesta porque era hora de dejar el país.
—Te quiero tanto —le dijo Jimin a Jungkook.
—Yo te quiero más —le contestó mientras lo rodeaba por la cintura.
—Por favor Jungkook, quiero que seas el hombre más feliz del mundo y que nunca dejes de creer en ti... En tus capacidades y talento. ¿Puedes prometerme eso?
—Cariño. ¿Por qué me dices esas cosas?
—Porque desde este momento tu vida cambió y no me gustaría que la decisión que tomaste te arruine...
—Hablando de arruinar. ¿A qué ni sabes quién intentó impedir nuestra boda? —Jimin se separó de él para mirarlo a los ojos.
—¿Quién? —preguntó tratando de sonar calmado.
—Fransesca, ella vino a decirme que eras un estafador y que tu verdadero nombre era Park Jimin.
La sonrisa falsa en los labios de Jimin desapareció. En ese momento sintió que el tiempo se le venía encima, sintió que tenía que salir de ese lugar de inmediato.
—¿De verdad? —cuestionó tratando con todas sus fuerzas de que no le temblara la voz—. ¿Y le creíste?
—Si le hubiera creído no habría firmado él acta de matrimonio.
—Que alivio, porque es mentira. ¡Ya me puse de malas!
—Se alejó de él—. Vuelvo en seguida.
—¡Jimin! —Jungkook le gritó cuando él ya iba a mitad de salón.
Jimin se detuvo ante su llamado. Las luces de la fiesta iluminaban sus pieles, la música estremecía el corazón de la medusa porque sabía que ese era el último día que vería a Jungkook . Así que decidió girarse para darle un último beso.
Corrió hacia él, rodeándole el cuello con sus brazos mientras lo besaba apasionadamente en los labios, quería recordar su sabor, su calor, su aroma porque sí. Aunque trató de negárselo a si mismo comprendió en ese momento que había caído rendido ante su amor. Se enamoró de un cliché de película y lo peor era que nunca podría decírselo porque en unas cuantas horas él creería que todo fue falso, y es que lo fue hasta cierto punto.
—¡Te amo Jungkook, te amo con locura!
—Cariño, eso lo sé.
—Gracias por creer en mí, gracias por todo.
—Mi vida, eres el padre de mi hijo y el hombre más hermoso que he conocido. Además tienes un corazón enorme...
—Jungkook, debo ir al baño. El traje no es de mi medida y está matándome, vuelvo enseguida. ¿De acuerdo?
—Sí, mi amor.
Jimin lo miró por última vez a los ojos y ahora sí; se marchó.
En la entrada del salón estaba Seokjin esperándolo, cuando se acercó a él, lo acompañó al baño para quitarse el traje. Tenía que salir luciendo desapercibido y con el traje de novio puesto llamaría mucho la atención.
Lágrimas gruesas rodaban por las mejillas del doncel a medida que se quitaba cada prenda, Jin comprendió de inmediato que la despedida le estaba costando, pues había estado con él y con muchos estafadores en momentos críticos como ese.
—Ay Medusa, esta vez caíste petrificado ante ese hombre. ¿Verdad?
—¡Cállate Jin, que si lo dices lo harás más doloroso!
—Tranquilo, ya se te olvidará...
—Eso espero —dijo al colocarse los jeans azules, una camisa de manga larga negra y una gorra del mismo color. Por último se colocó un par de tenis converse.
—¿Qué hago con el traje? ¿Lo dejo aquí en el baño?
—Sí, lo de siempre.
Jimin avanzó a la salida del baño, pero se detuvo al recordar el collar que llevaba puesto. Se giró para verse en el espejo quitándose en medio de lágrimas el collar y los aretes. Después se los entregó a Jin, cuando este los tomó entre sus manos se limpió las lágrimas con tanta brusquedad que enrojeció sus mejillas.
—Dile a Hobi que se los entregue a Jungkook.
—¿Hobi es el empleado que nos llevó agua en tu habitación hace un par de horas? —Jimin asintió con la cabeza—. También dile que se puede quedar con la tarjeta negra, que es un obsequio.
—De acuerdo.
—En cuánto le des el collar a Hobi sal de inmediato del hotel. Esto arderá en llamas cuando Jungkook se entere que me he ido.
—¡Nos vemos en Suiza, mi niño!
—¡Nos vemos!
—¡Se fuerte! —gritó angustiado cuando Jimin cruzó la puerta.
Estaba hecho, Jimin había ganado. ¿Pero a qué costo?
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