🥂Capítulo 18🥂
Fransesca fue la primera en llegar al aeropuerto, por ende la primera en subir al avión. Al llegar se dirigió rápidamente a primera clase y pidió una mimosa que bebió con delicadeza mientras se quedaba esperando permanentemente a Jungkook, ya que él estaba abordando el avión en el área de tercera clase, junto con sus empleados y Jimin. Todos ellos llevaban un alboroto, gritaban, cantaban y jugueteaban unos con otros.
Luego de entrar al avión, Jimin se sentó en el asiento que estaba junto a una ventana, a su lado se iba a sentar un empleado, pero Jungkook lo tomó de la muñeca mientras negaba con la cabeza para tomar su lugar. Aquel hombre avergonzado se fue canturreando para sentarse junto a otra empleada.
—Que barbaridad, esto es un alboroto —masculló Jungkook al sentarse junto a Jimin.
—¿Qué? ¿Nunca habías viajado en tercera clase? —preguntó al colocarse el cinturón de seguridad.
—Lo he hecho, pero están creando un alboroto. Si el avión no estuviera rentado por la compañía quizás ya hasta los hubieran echado y a nosotros con ellos. —Se quejó al colocarse el cinturón.
Jimin rodó los ojos, pero luego sonrió desviando la mirada de Jungkook. Es que realmente se estaba divirtiendo con la situación porque era un presumido metido en aprietos por un enamoramiento.
—¿Por qué la risa? —inquirió él.
—Puedes irte a primera clase, ¿estás aquí por mí?
—Al parecer todos lo saben menos tú —dijo colocando la mano encima de la suya—. Además no te debo ocultar mis intenciones porque los dos sabemos que me gustas y...
—¿Y?
Jungkook se acercó peligrosamente al cuello de Jimin para susurrarle al oído:
—Ya he probado tu cuerpo y quiero volver a hacerlo, claro que ahora con todo el derecho de reclamarlo como mío y de nadie más.
Jimin tragó saliva girando su rostro para mirar los labios de Jungkook.
—Pruébame.
Ambos se quedaron viendo durante un par de segundos, hasta que el capitán del avión se presentó a través de la bocina para comenzar el vuelo. Ninguno dijo más, el resto del viaje hablaron de negocios porque Jungkook le estaba explicando cada detalle acerca de los pozos petroleros.
Horas después, Jimin, Jungkook, un par de empleados y Fransesca viajaban en una lancha rumbo a los pozos petroleros para verlos de cerca. Pronto se encontraron con distintas máquinas a las cuales no podían acercarse porque estaban haciendo su trabajo y solo expertos podían acceder a ellas.
—¡Aquí está su nueva adquisición, señor! —gritó uno de los empleados.
—¡Cinco pozos petroleros a nombre de M&M! —se jactó Fransesca.
—¡Gracias Fransesca, por lograr que este negocio se llevara a cabo! —gritó Jungkook.
Todos gritaban ya que el viento estaba algo fuerte en ese momento.
—¡Es lo menos que puedo hacer por ti y por la empresa! —Ella sonrió.
—Supongo que también son míos. ¿No? —cuestionó Jimin mirando a Jungkook y él asintió.
—¡Gracias a estos pozos se abrirá una nueva sucursal aquí en Marbella! ¡¿Sabes cuantos nuevos empleos generará M&M?! —preguntó Fransesca ignorando el comentario de Jimin.
—¡Más de mil empleados nuevos! —gritó otro de los empleados.
—¡Eso es fascinante! —Celebró Jungkook.
Cuando iban de regreso, Fransesca y Jimin no paraban de asesinarse m con la mirada. Y es que la pelirroja sabía que Jimin era una sucio mentiroso y quería alejarlo en cuanto antes de Jungkook, el único detalle era que Fransesca también lo era. Así que de entre las dos ninguno era un santo y mucho menos benevolente.
Al bajar de la lancha, Jimin se apoyó en Jungkook tomándolo de la mano para después no soltarlo y jalarlo para correr por el muelle. Dicho acto hizo enfurecer a Fransesca, pero al parecer ella ya se estaba acostumbrando a sentirse celosa de Jimin, sin embargo tenía que resistir porque tenía razones personales para quedarse cerca de Jeon.
—¡Vamos Jungkook, que quiero que sientas la brisa sobre tu piel!
—¡Jimin para! —gritó entre risas, pero él hizo caso omiso.
Luego de recorrer todo el muelle se detuvieron agitados para ver el paisaje. Las olas del mar eran tan azules, tan hermosas, se sentía una sensación de falsa paz que envolvía el corazón de Jungkook de calidez.
—Te gusta tener todo bien planeado. ¿A que he acertado? —preguntó Jimin recargándose en el barandal de madera.
—Y vienes tú a mover mi mundo entero.
—Vengo a convertirme en tu mundo entero, ese es mi plan de vida —dijo con sinceridad.
—No me estés tentando porque estoy conteniéndome desde la oficina.
—¡Ya te dije, pruébame! —dijo riéndose.
Jungkook no esperó más. Él tomó a Jimin por la cintura dándole un largo y apasionado beso que encendió los sentidos de ambos. Es que el doncel no era tonto, él sabía los momentos exactos para besar a alguien y estaba comprobado por distintas encuestas organizadas por universidades prestigiosas de los Estados Unidos que un beso en el mar marcaba la vida de una pareja. Por eso había decidido provocar dicho beso. Al finalizar lo abrazó dejando de lado la culpabilidad que sintió esa mañana antes de verlo, iba a disfrutar de la compañía de Jungkook lo que restara de ese último negocio fraudulento y después se despediría de él para siempre. No se podía tener todo en la vida y estaba seguro de que el amor no había sido creado para él.
—Estoy comenzando a creer que te quiero —dijo Jimin en un susurro.
—Yo también mi medusa, yo también —murmuró Jungkook acariciándole el cabello.
En Barcelona, Apolo recibió un mensaje que decía lo siguiente:
"Tomé la decisión, he dejado el negocio y voy a delatarlos"
El remitente era Taehyung, su hijo. Al leer el mensaje de texto arrojó el teléfono contra la pared destruyéndolo por completo. Magdalena, al percatarse del acto violento de Apolo corrió a averiguar qué era lo que estaba sucediendo.
—¡El hijo de puta traidor! —gritó furioso—. Taehyung me ha dicho que nos va a delatar.
—¿Y le crees? ¡Llámalo por teléfono! Es demasiado cobarde como para hacerlo.
Apolo miró a Magdalena a los ojos, meditando lo que acababa de decir, luego ella extendió su móvil para que marcara por teléfono. Al hacerlo Taehyung contestó de inmediato.
—¿Hola? —dijo al otro lado del teléfono con voz temerosa.
—¡¿Qué cojones acabas de decir?!
—¡Revisa las cámaras de seguridad del bar Firefox, revísalas ahora mismo! —gritó desesperado.
Después de eso se cortó la llamada. Apolo sabía que algo andaba mal, así que de inmediato tomó sus llaves yendo al bar a revisar las cámaras de seguridad.
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