🥂Capítulo 13🥂
Jimin dormía plácidamente en los brazos de Jungkook. Ambos llevaban el mismo ritmo en sus respiraciones hasta pareciera que sus pulmones se habían puesto de acuerdo. La calma que Jimin sentía al dormir era inmensa, pues había estado teniendo pesadillas recurrentes desde la muerte de Namjoon ya que la culpa lo carcomía vivo. Pero esa noche se sentía en paz, tan en paz que no quería que su pez dorado se apartara de su lado. Por eso frunció el ceño cuando sintió la necesidad física y humana que a todos nos da a medianoche, él despertó algo atontado zafándose de los fuertes brazos del señor Jeon para ir al baño.
Con pasos torpes avanzó hasta llegar al retrete.
Estando ahí se relajó y al terminar se lavó las manos y enjuagó la boca antes de regresar a la cama. Como se había dormido con la ropa que traía puesta decidió ponerse una pijama rápidamente. Al ver a Jungkook dormido en traje y con los zapatos puestos decidió ayudarle a estar más cómodo. Así que con suavidad le quitó los zapatos, luego le desabrochó el pantalón y cuando la prenda iba a medio muslo él despertó abruptamente.
—¿No se suponía que íbamos a dormir y nada más? —dijo con los ojos entrecerrados y voz adormilada.
—Quiero quitarte la ropa para que duermas cómodo.
—Dormir oliendo tu perfume me es suficiente.
El estómago de Jimin se contrajo. ¿Por qué ese hombre causaba tal efecto en él? Se sentía como un jovencito de dieciséis con su primer amor. ¿En qué momento fue que cambiaron sus emociones hacia el sujeto? Hacía unas horas estaba decidido a seguirlo seduciendo para dejarlo en la quiebra y ahora estaba quitándole la ropa para que durmiera cómodo en su cama. Además, escucharlo decir semejantes palabras lo estremecía tanto que deseaba correr a abrazarlo y decirle que su perfume también le encantaba.
—Al parecer la frase de "la vida puede cambiar en cuestión de segundos" es cierta —dijo Jimin terminando de quitarle el pantalón—. Quítate el saco y si quieres la camisa...
—¿Para dormir cómodo verdad?
—Así es, no pretendo nada lujurioso. —Sonrió, seguido de eso se tumbó en la cama junto a él.
Jungkook se quitó el saco y mientras se desabrochaba los botones de la camisa preguntó:
—¿Por qué dijiste eso?
—¿El qué?
—"La vida puede cambiar en cuestión de segundos."
—Ah, bueno. Es que habíamos dicho sin ataduras y sin romanticismo y tal pareciera que estamos haciendo todo lo contrario y en tiempo récord.
—¿Crees que es romántico dormir con alguien que apenas conoces? Tienes tus estándares muy bajos, mi medusa. —Jimin amplió los ojos cuando Jungkook lo llamó de esa manera.
Únicamente la personas que lo conocían en el mundo de los estafadores la llamaban así y fue gracias al apodo que le dio su padre. Él se arrepintió internamente de haberle puesto horas atrás como ejemplo su apodo y lo mal que se sentía.
—No es romántico, pero si lo ves desde una perspectiva podría parecer que nos gustamos.
—¿Y no es así? —preguntó a medida que se acercaba a él para abrazarlo entre las sábanas—. Dime, Jimin. ¿No nos gustamos? —susurró a su oído.
—Eres muy guapo —contestó girando un poco la cabeza para que él no sintiera ni un atisbo de mal aliento porque al dormir suele suceder que los gérmenes hacen de las suyas y no quería causar una mala impresión en Jungkook.
—Y tú pareces un auténtico dios, Afrodita estaría celosa de ti...
—Estás diciendo que yo también te soy atractivo.
—Estoy diciendo que me gustas. Al principio, bueno quería que tuviéramos una relación sin ataduras, pero me doy cuenta de que no puedo permitir que una belleza como tú se me escape de las manos.
—Entonces no me sueltes, Jungkook.
—Pero por ahora digamos que no tenemos nada, quiero conquistarte como lo haría un buen caballero en los años veintes.
—No me digas que eres así de cursi. —Jimin soltó una risita nerviosa.
—Soy tan bueno siendo cursi, al igual que lo soy en la cama.
—Entonces eres un experto para hacer sentir especial a las personas.
—Solo a quien me interesa en verdad.
Ambos se quedaron en silencio, y sin pensarlo mucho se dieron un beso en la oscuridad, sin tener sexo. Únicamente un puro y casto beso. Luego se quedaron profundamente dormidos sintiendo el calor del otro.
Años atrás...
—¡El sujeto ha puesto todo a tu nombre! —gritó Apolo emocionado.
—¿De cuánto estamos hablando? —preguntó Magdalena.
—Un millón de dólares aproximadamente. ¡Hijo, somos ricos! —Apolo estaba tan emocionado que cargó a Jimin dándole vueltas al rededor de la pequeña vecindad en donde vivían.
Luego de celebrar un poco, Jimin dijo:
—¿Y por qué hizo eso? ¿Por qué me dio todo ese dinero?
—¿¡Por qué!? Porque eres hermoso, cayó rendido ante tus encantos —canturrió Magdalena.
—Pero solo fui amable con él mientras lo cuidaba. Fui un buen cuidador —susurró sin comprender el acto bondadoso del hombre que acaba de morir de cancer.
—Pues cariño, el hombre te ha dejado sus bienes a tu nombre. ¡Ahora podremos salir de esta sucia vecindad y mudarnos a una mansión!
—Mejor cuidemos el dinero que se nos puede ir en nada... Además no he terminado de estudiar enfermería y me gustaría aplicar a una mejor universidad y...
—¿No te das cuenta de lo que está sucediendo? Tú eres nuestra salvación hijito. Si seguimos haciendo esto podemos llegar a vivir sin ninguna preocupación. Asistiremos al funeral del chico, te mostrarás desconsolado y así conocerás a más gente de dinero.
—Pero sí estoy triste por su muerte.
—¡Eso es todavía mejor! No te contengas, llora a montones.
—Ahora tenemos un nuevo negocio Apolo y nuestro niño de los huevos de oro será el protagonista.
—¿Niño de los huevos de oro? ¡Yo lo llamaría Medusa de ojos púrpura! ¿Qué no ves que el tipo quedó petrificado ante su belleza?
—Es lo único bueno que sacó de su madre —murmuró Magdalena.
—¡No hables así de ella!
—Pues no te agradaba mucho que digamos, ¿o sí? Digo, tú terminaste con su vida...
—¡Basta los dos, me tienen cansado! Ahora que tengo un millón de dólares en la bolsa haré mi propia vida con mis propias reglas.
—¿Harás tu vida? ¿Nos vas a abandonar? —cuestionó Apolo—. Niño, tú mataste a Ágata y si huyes voy a revelarle todo a la policía.
—¡Fue un accidente y lo sabes! —Jimin gritó.
—Accidente o no; la mataste —dijo Magdalena sonriendo como zorro silvestre—. Y eso te hace tener una deuda con nosotros.
—A ti no te debo nada, Magdalena.
—¿Ah no? Pero si te he cuidado desde que eras una cría. Básicamente soy tu nana. ¿Eso deberíamos decirle a la gente adinerada, no crees Apolo? Que soy su nana...
—Todo a su tiempo, primero tenemos que buscarle un nuevo nombre porque si se queda con el que tiene será muy fácil descubrir que no viene de familia rica.
—¿¡De qué hablan?! No voy a hacer lo que dicen.
—Lo harás, Park Jimin. —dijo Apolo con firmeza apretando las manos de Jimin y él contuvo las lagrimas.
Ay que feo caso...
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