Epílogo
El bombardeo finalizó. Rusia fue sancionada por la ONU por proceder violentamente sobre una zona civil como lo era la ciudad Astra, capital de República de Sillury. La escala de muertos sobrepasó los 340, personas inocentes, y soldados murieron en semejante suceso. Y pese a todo el caos que se desató, una gran tasa de los especímenes quedaron aniquilados. No fue un exterminio completo, pero lograron reducir la población de aquellas criaturas, que sin duda, habían logrado reproducirse a una escala inminente. Eran tantas que ya se habían propagado por todo el país y se esperaba que no invadieran territorio de otras naciones.
Sillury siempre fue un país liderado por corruptos poderosos. Se trataba de un país dividido notoriamente entre ricos y pobres; la hambruna era demasiada, y las condiciones de vida no eran suficientes. Sin embargo, a pesar de que era una nación al borde del precipicio, ahora no quedaba nada de ella. Estaba en ruinas. Participó en demasiadas guerras en el pasado, y por ello las tropas militares silurianas se habían conformado de hombres vengativos, que ciegamente seguían las instrucciones de un presidente malévolo que obligó a corresponder el ataque. Aquello dificultó la situación. Tropas silurianas se desplegaron en territorio ruso, enviaron bombas, pero perdieron. Rusia los derrotó en un abrir y cerrar de ojos. Ahora el gran gobernante de la República de Sillury había huido, se escondió ante los ojos de todo el mundo, y hasta el día de hoy, su paradero sigue siendo desconocido. Las naciones de todo el mundo lo buscan frenéticamente para hacerlo pagar por sus crímenes. Las redes sociales estallaban de odio hacia el presidente Jones. Todo el mundo lo odiaba por lo que hizo. Todos lo querían muerto.
La organización MABS (Mutación Arma Biológica Sillury) dio inicio tras el misterioso suceso en una fábrica. Hace aproximadamente cinco años, un accidente de causas desconocidas terminó con la vida de cincuenta trabajadores. Cuando realizaron investigaciones encontraron extrañas mutaciones en sus cuerpos, era demasiado inexplicable a la vista de muchos científicos. Empezaron los estudios. Se determinó que una sustancia se había esparcido por la fábrica tras el incidente, y ésta, al entrar en contacto con un ser vivo, provocaba daños irreversibles. MABS empezó como un proyecto, en donde pretendían manipular la sustancia para ser usada, y luego se conformó en una organización como respaldo.
No pasó tanto tiempo para descubrir una manera de usarla. Iniciaron aplicándola en especies pequeñas como ratones o conejos. Al principio no surtía efecto, ya que los sujetos de prueba morían al instante. Luego intentaron con especies más grandes y otras modificaciones en la sustancia. Lograron detallar las transformaciones debido a las mutaciones. Y luego... llegó lo peor.
MABS fue declarada oficialmente como un proyecto de guerra. El plan inicial era desatar otra guerra contra Rusia, y esta vez no perderían, ya que con esos monstruos en su poder desatarían un caos sin precedentes. Pero fallaron. La falla en el laboratorio, provocada por Robert Williams, arruinó los planes de Sillury y causó todo el descontrol que los llevó a su propia destrucción.
***
Dos meses después...
Refugio EE.UU
1:30PM
La familia Lewis se formó en la fila con sus bandejas predispuestas para recibir las pocas porciones diarias de comida. Pasaron junto a la improvisada cocina al aire libre y Natalie extendió la bandeja hacia la mujer estadounidense al otro lado de la mesa. Ella la miró fugazmente, se notaba cansada. Le sirvió dos cucharadas de puré de papa y con un asentimiento de cabeza le pidió que se moviera para dar paso a los siguientes en la fila.
Todos, Margaret, Lucas, Alex y Natalie, se sentaron en la mesa y comenzaron a comer. Fue entonces, que Rick y Joseph aparecieron. Ambos se sentaron en la misma mesa.
—¿Dónde han estado? —les preguntó Alex.
—En la enfermería. Estamos haciendo lo posible para ayudar —le respondió Joseph con la boca llena de comida —. Hay muchos heridos, de hecho. Algunos llegan por mordeduras de esos animales, pero no tienen salvación. Al entrar en contacto con esa sustancia, es como que empiezan a convulsionar, se deteriora la piel y... ¡Es horrible!
—Al final todos mueren —añadió Rick sin siquiera levantar la mirada.
—Hay niños presentes —Margaret lo fulminó con la mirada. Pero Lucas no estaba asustado. Ya había pasado por muchas cosas. Ya no era fácil de asustar. Y mucho menos Natalie, que en muchas ocasiones se enfrentó a esas criaturas.
—Lo siento.
La vida en aquel refugio era un asco. Solo despertaban temprano, desayunaban, y colaboraban transportando provisiones a las carpas de enfermería o a la cocina. Llevaban dos meses allí. Dos meses de espera. Dos meses sin poder regresar a su hogar.
El bombardeo había parado. Pero no los dejaban regresar a su país hasta que hubiesen exterminado a todas las criaturas, además, todo estaba en ruinas. Pese a ello, no tenían manera de vivir en Estados Unidos.
—¿Ha habido noticias sobre lo que sucede? —preguntó ella. Se sentía sudorosa ya que estaban comiendo al aire libre, bajo un sol abrasador. En torno a ellos, la gente se movilizaba con notorio cansancio. Parecían zombies.
—Han desplegado militares para exterminar a las especies. Pero es peligrosa la situación en Sillury. Aún no es seguro volver.
Eso ya lo sabía. No había noticias nuevas.
—¿Y sobre Jefferson? ¿Y Richard y su hijo Matías? ¿Saben algo de su paradero?
Natalie se arrepintió al instante. Había hecho la pregunta que todos estaban evitando hacer. Ya había pasado mucho tiempo, y no sabían nada del sargento. Sintió que su madre apretaba su muñeca y la fulminaba con la mirada. Natalie agachó la mirada y se disculpó. Al parecer era un tema sensible para todos.
Joseph, uno de los subordinados del sargento Jefferson, parpadeó varias veces para alejar las lágrimas.
—Ellos van a estar bien. Van a regresar —les animó Alex y forzó una sonrisa. Cambió de tema rápidamente —. Este puré está sorprendentemente... asqueroso.
—Es cierto. Parece popó —se burló Lucas y ambos rieron.
—Tienes que ser agradecido, hijo...
Una alarma inundó el refugio. No era una alerta de peligro, sino más bien, indicaba la llegada de más silurianos rescatados. Dos autobuses cruzaron la zona enrejada y se detuvieron a diez metros del comedor. Eran autobuses amarillos, de esos que usaban para transportar a los nenes al colegio.
Todos miraron por un breve momento, pero agacharon la mirada con desesperanza. Cada vez que llegaba uno de esos autobuses, se reunían en torno a él deseando encontrarlos. Pero no ocurría...
Esta vez fue diferente.
Natalie si vio, totalmente perpleja, que un hombre acompañado de un adolescente se bajaban con cautela del autobús. Ella los reconoció al instante.
—¡No puede ser! —exclamó poniéndose de pie.
Todos giraron sus miradas hacia esa dirección: Richard Wegner, y su hijo Matías habían sobrevivido.
Fue una reacción inmediata. Corrieron hacia ellos. Richard fue el primero en percatarse y no pudo evitar sonreír.
—¡Señor Wegner! —exclamó Margaret animada.
Natalie no controló su emoción. Se lanzó hacia Matías y ambos jóvenes se abrazaron. No eran muy unidos, de hecho, apenas se conocían. Pero habían creado un lazo instantáneo en medio del infierno que tuvieron que atravesar.
—¡Me alegra que estés bien, Naty! ¡Pensé que te había pasado algo!
—¿Estás bien? ¿Dónde habías estado todo este tiempo?
—En un bunker, con mi papá y Jonathan. Decidimos salir del escondite, y nos encontraron soldados estadounidenses y nos trajeron aquí.
—No somos los únicos —habló Richard con emoción. Sus ojos brillaban bajo la luz del sol.
Una niña pequeña, de cabello castaño claro peinado en una trenza no muy bien hecha, se bajó del autobús. No iba sola. Estaba acompañada de un hombre fornido, de barba larga y apariencia demacrada.
—¡Sargento! —gritaron Rick y Joseph al unísono.
Jefferson Davis estaba vivo.
Jefferson estaba totalmente desconcertado. Se acercó lentamente, aun sin poder creérselo.
—Chicos, yo...
Joseph se lanzó hacia él y lo rodeó con sus brazos.
—Pensé que habías muerto... Yo... yo estaba asustado —le dijo y comenzó a sollozar en su hombro.
—Me alegro de que estén bien.
Rick se asomó al interior del autobús. Parecía que estaba buscando algo.
—¿Y Marcus?
Jefferson agachó la mirada. Su expresión lo decía todo.
Marcus Ferriman había muerto.
Todos se reunieron y se reconfortaron unos a otros por medio de un abrazo... Solo unos pocos habían logrado sobrevivir al azote del caos provocado por un experimento fallido que liberó a unas criaturas monstruosas. La vida no volvería a ser igual a como la conocían. Todo aquel suceso dejaría una enorme marca que sería difícil de sanar.
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