Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo doce

El sol brillaba resplandeciente desde el horizonte. A partir de donde estaban podían sentir la calidez que les proporcionaba los rayos del sol. 

Cualquiera diría que estaban acampando en la cima de una colina, con una vista estupenda, pero la realidad no era así. No tenían a donde ir. Ningún lugar era seguro ahora.

Jefferson alzó la lata sobre su boca y permitió que los restos de frijoles se deslizaran y llegarán hasta él. Tragó y sintió los trozos bajar por su garganta de una manera no muy agradable. A partir de ahora, no comería más frijoles enlatados nunca más en su vida, ya que tanto el sabor como la textura le parecían horribles.

—La ciudad está hecha mierda en tan poco tiempo. Esas cosas ya debieron de llegar hasta allí —comentó Joseph rompiendo el silencio. El resto, que se terminaban también sus sopas enlatadas, giraron la cabeza hacia el lado opuesto de donde salía el sol y observaron como desde la ciudad Astra se alzaban enormes columnas de humo. De vez en cuando escuchaban disparos y explosiones.

—Ya me imagino la cantidad de personas que han muerto —agregó Rick y tiró la lata luego de haberla terminado por completo —. Me pregunto si el resto del mundo sabe de la situación actual.

—Yo creo que sí. Pero no entiendo el por qué nadie ha mandado aviones o lo que sea para acabar con las criaturas —opinó Marcus y eructó. Luego se puso rojo de la vergüenza y agachó la mirada.

—Vaya, hombre ¿Por qué te avergüenzas? —se burló Joseph y acto seguido se tiró un pedo —. ¿Lo ves? Es normal.

Rick le dio un codazo y se echó a reír. Marcus soltó una risita nerviosa. De un momento a otro, la conversación tomó un rumbo anormal, y ahora los tres hacían competencia de eructos como si fueran niños pequeños.

Jefferson rio un poco también, pero luego, una sensación extraña invadió su cuerpo y le puso los pelos de punta. Se puso serio. Miró a todos lados y se percató de que estaba en modo alerta. Sentía que algo se aproximaba. Lo sentía... y lo escuchaba.

—Es un auto —dijo acallando las risas. Todos se quedaron en silencio, observándose unos a otros. Esta vez el sonido fue más claro. No se trataba de un auto, sino de dos.

Reaccionaron de inmediato. Rick corrió hacia la camioneta y Marcus le siguió.

Jefferson, por otro lado, se acercó al borde de la colina y se asomó. Abajo había bastante vegetación; árboles altos pero no tan juntos, por lo que su vista no era limitada y eso era bueno. Pudo observar que desde el mismo camino por el que habían llegado se aproximaba un auto negro y blindado. Supo de inmediato que era del gobierno.

Corrió hacia los demás, que ya estaban dentro de la camioneta. Se sentó de copiloto y cerró la puerta bruscamente.

—¡Mierda! ¡No tenemos escapatoria! —exclamó Rick alarmado.

—Vienen para acá, están —Jefferson tomó aire, estaba agitado — subiendo. Podemos bajar por el lado contrario, también hay un camino pero es rocoso ¿Eres capaz de conducir así?

Rick asintió y tragó saliva. Introdujo la llave y la giró. El auto relinchó una y otra vez. El motor no funcionaba.

—¡Joder, lo que faltaba! —bramó Joseph furioso.

El auto desconocido apareció frente a ellos y se detuvo. Las puertas de éste se abrieron casi al mismo tiempo y tres soldados se bajaron. Iban armados.

—¿Son del gobierno? —preguntó Marcus —. ¿El agente Rifftod nos encontró?

—¿Tú qué crees, calvo? ¡¿Tú qué crees?! —le reprochó Joseph.

—Todos tranquilos... Rick sigue intentándolo. Este cacharro tiene que arrancar si o sí o de lo contrario estamos fritos —indicó Jefferson. ¿Mantener la calma! ¡Ja! ¡Eso era imposible en esa situación! Sin embargo, él estaba al mando. Y debía proteger a sus muchachos, incluido a Marcus, quien ya consideraba parte del grupo.

Los tres hombres armados se acercaron sigilosamente. Les apuntaban con los rifles pero Jefferson sabía que no tenían intención de disparar.

—¡Esta mierda no funciona! ¡No arranca! —vociferó Rick y golpeó el volante.

El primer hombre se posicionó en la parte delantera del coche. El segundo se acercó a la ventanilla del conductor y el tercero mantuvo una distancia de dos metros.

—Abre la ventana, necesitamos identificarlos ¿Cuántos son? —preguntó dando golpecitos en la ventana y acercó el rostro. Su mirada viajó a cada uno de los que se encontraban en el interior del auto.

Algo a Jefferson le parecía extraño. Aquel hombre estaba actuando con demasiada calma. Si fueran realmente hombres del agente Rifftod ya habrían disparado.

El silencio reinó en el lugar por unos minutos. Minutos en los que nadie dijo nada, ni siquiera se produjo el mínimo movimiento. No fue hasta que Rick giró de nuevo la llave y el motor del auto arrancó. El hombre al exterior golpeó la ventana con más fuerza.

—¡Salgan o disparo! —advirtió furioso.

—Ha sido un placer conocerlos —comentó Joseph. Se abrochó el cinturón y cerró los ojos. Rick apretó el acelerador, giró con fuerza haciendo que todos se movieran bruscamente hacia un lado. Joseph chocó contra Marcus y accidentalmente le propinó un codazo en el estómago.

Rick gritó con furia, aunque también, la adrenalina lo volvía loco.

Jefferson observó que el auto se dirigía al borde de la colina a gran velocidad, se escucharon disparos impactar contra el auto pero por suerte no lograron atravesarlos.

Uno de los vidrios estalló.

—¡UNA MALDITA BALA ME ROZÓ! —gritó Marcus aterrado y se puso a llorar sujetándose de Joseph.

Por un instante sintieron un vacío horrible. El auto produjo un movimiento brusco que provocó que golpearan sus cabezas contra el techo. Ahora el auto, conducido por un salvaje al volante, iba colina abajo, y saltaba violentamente debido a los morros y piedras en bajada.

Los disparos ya no se escuchaban. Nadie los seguía. Lo cual era mucho más extraño.

Lograron estabilizarse. Bajaron la colina y llegaron hasta una parte boscosa. Rick no se detuvo, siguió conduciendo esquivando los árboles de la zona.

—¡Detén el auto! ¡Detén el auto, joder! —rogó Marcus con desesperación. Se escuchó una arcada.

—¡Este calvo se va a vomitar! —se quejó Joseph.

—¡No es momento para eso! ¡Cállense de una puta vez! —exigió Rick, quien giraba el volante con rapidez.

Jefferson temía de que en algún momento se estrellarían contra el tronco de un árbol. Observó por medio del espejo retrovisor.

—Nadie nos sigue. Rick, baja un poco la velocidad. Si no nos matan ellos, de seguro lo harás tú.

Cuando Rick redujo la velocidad, una camioneta negra apareció de repente. Ésta impactó contra ellos.

El auto se descontroló. Dio muchas vueltas. todo se volvió borroso. Los gritos a su lado se distorsionaban y ahora, solo podía escuchar un pitido agudo en sus oídos. Jefferson se golpeó la cabeza contra la ventana a su lado y de inmediato sintió un líquido caliente emanar de su sien.

Escuchó que alguien vomitaba y parte de ese líquido desagradable le entró en la boca. Luego, después de tanto descontrol, el auto en el que iban chocó contra un árbol y finalmente se detuvo.


***

Marcus abrió los ojos lentamente. Le dolía todo el cuerpo, ni siquiera se sentía capaz de moverse.

—Jefferson... —su voz se escuchaba ronca. Miró a Joseph que estaba a su lado, aquel muchacho se veía en muy mal estado. Se provocó múltiples heridas en el rostro, y tenía clavados restos de vidrio en el cuello. La imagen lo horrorizó por completo.

En el asiento de conductor, estaba Rick, con la cabeza apoyada contra el volante. Su frente estaba igual de destrozada.

—No. Rick, despierta —Marcus comenzó a llorar. Le dolía lo que estaba presenciando. Rick era su crush y tenía que ayudarlo. Trató de moverse pero solo consiguió que un dolor punzante le recorriera las piernas.

Al lado, en el asiento de copiloto, detectó movimiento. Se trataba del sargento Jefferson, quien estaba totalmente perturbado por el inesperado choque.

—Digan algo... Necesito saber si están bien —pidió Jefferson y se giró. Su mirada se encontró con la de Marcus, y forzó una sonrisa. Luego, se percató de que Joseph estaba tumbado sobre el asiento, y parecía que le costaba respirar. Intentó ayudarlo maldiciendo en voz baja. Trataba de acercarse pero no podía.

—Joder ¿Qué ha pasado? —escuchó la voz de Rick, quien levantó suavemente la cabeza y la apartó del volante —. Mierda. Mierda ¡Malditos bastardos! ¡Casi nos matan esos hijos de puta!

Rick observó aterrado la sangre, su sangre, que estaba en el volante.

—Joseph, despierta. Joseph —Jefferson sacudió al muchacho. Este soltó un sonido confuso pero nuevamente se quedó en silencio, ni siquiera su respiración se escuchaba —. ¡Hay que ayudarlo! ¡Tenemos que ayudarlo!

Jefferson entró en pánico al ver que Joseph ya no respiraba.

Fue en ese instante en que la misma camioneta negra que los había chocado (y que tenía la parte delantera destrozada), se detuvo frente a ellos. Otros hombres se bajaron y se acercaron rápidamente hacia ellos.

Jefferson, Marcus, Joseph y Rick estaban indefensos. No tenían escapatoria.

—Joder... Joseph ¡Despierta! —gritó Jefferson con lágrimas en los ojos.

Los hombres misteriosos sacaron unas jeringuillas y los sedaron uno por uno. Marcus vio cómo sedaban a Jefferson.

Rompieron las ventanas traseras. Un hombre extendió su mano con la jeringuilla y la aplicó violentamente en el cuello de Marcus.

Fue solo cuestión de segundos para que todo se volviera oscuro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro