Capítulo dieciocho
Marcus dejó al sargento Jefferson y a Rick en el despacho del señor Wegner, y decidió dar un recorrido por el laboratorio del complejo subterráneo. No le bastó tanto análisis para reconocer que el espacio secreto era reducido. En realidad, solo contaba con un laboratorio de diseño abierto, una sala de computadores, el despacho de Wegner, los baños, unas cuantas habitaciones que estaban cerradas y por último una zona pequeña en la que los trabajadores comían y descansaban de vez en cuando.
Marcus se quedó ahí en medio del laboratorio observando a los trabajadores. La mayoría de ellos portaban batas blancas e iban protegidos con guantes, monogafas y tapabocas, por otro lado, solo unos cuantos examinaban las muestras y tecleaban en sus portátiles.
Se percató también de que la tecnología que se manejaba allí no era nada comparada con la del laboratorio MABS, y es que aunque el espacio era reducido, también los artefactos eran de baja calidad. Sin embargo, con eso se conformaban. A diferencia del otro laboratorio, ellos no eran financiados por nadie ni contaban con apoyo de agencias superiores, solo conseguían lo que estaba a su alcance y realizaban los estudios con lo que podían.
Ver esa escena le trajo muchos recuerdos de cuando ejercía su labor en MABS como científico. Sintió una repulsión extrema hacia sí mismo por haber trabajado allí. Él también había sido, indirectamente, responsable de lo que estaba sucediendo actualmente en Sillury...
—¡Eh, tú! ¿Quieres echarme una mano?
Marcus se volteó sorprendido y se percató de que un hombre alto, canoso y de piel pálida le hacía señas para que se acercara. Marcus lo dudó, se giró para ver si le hablaba a otra persona, pero no había nadie tras él.
—Si. Te hablo a ti recién llegado.
Marcus se aproximó hasta él y le sonrió tímidamente.
—Soy Marcus Ferriman.
—Lo sé. ¿Eres científico, verdad? —le preguntó aquel hombre y dejó a la vista una enorme sonrisa —. Soy Peter Dorwin. Biólogo principal de la instalación. Mi hermano es Mattew, el soldado que los trajo hasta aquí.
Marcus asintió y tragó saliva. No podía evitar sentirse nervioso a pesar de estar frente a una persona que se mostraba amable.
—¿En qué te ayudo?
—Bueno, estoy terminando de analizar la sustancia RD y me gustaría conocer tus aportes y puntos de vista ¿Qué te parece? —Peter lo invitó a sentarse en la silla frente a la mesa metálica en la que reposaban algunas muestras —. Ah, y por cierto, la sustancia RD es la misma que implementaron en las criaturas y con la que trabajaste en el laboratorio de MABS. La hemos llamado "Radiación desconocida". Por cierto, ¿te gustaría comentarme acerca de tu trabajo allí? Quizás puedas compartirme información.
Marcus ya no tenía nada que ocultar. Ahora no tenía a nadie supervisándolo para evitar que soltara información de más. Ahora era libre de tomar sus propias decisiones.
—Por supuesto. Pero mi trabajo allí no estuvo relacionado con la sustancia. De hecho, mi papel principal al principio fue examinarla, solo vi sus reacciones en los seres vivos, pero luego me enviaron a formar parte del equipo Alfa. En ese equipo supervisábamos, anotábamos los avances, y cuidábamos a la criatura alfa. Yo y mi equipo, somos los responsables de la creación de ese monstruo.
Peter escondió su expresión de desconcierto y forzó una sonrisa.
—Lo entiendo. Entonces quiero mostrarte algo.
El biólogo sacó de un maletín un documento en perfectas condiciones, parecía impreso recientemente.
—Aquí están los resultados de arduos años de estudio por nuestra cuenta. Detectamos uranio y otros elementos radioactivos en la sustancia, por lo que puede explicar las mutaciones. Pero encontramos otro componente que es completamente desconocido, es como si...
—No existiera en la tierra —agregó Marcus interrumpiéndolo.
Los dos hombres se miraron y simultáneamente asintieron con la cabeza.
—No se lo he comentado a nadie pero —Peter tragó saliva y miró en ambas direcciones —. Quizás la teoría de que son alienígenas no es del todo descabellada.
A Marcus se le erizó la piel al escuchar aquello. Aunque ya había tenido ese planteamiento, le costaba creerlo y lo ponía ansioso.
—Es un componente alienígena —concluyó Peter y tomó una bocanada de aire —. Pero aún hay muchos cabos sueltos. El primer avistamiento de las reacciones de esta sustancia se dio en una fábrica. El gobierno lo hizo pasar como un accidente, pero la realidad es que algo más extraño ocurrió en esas instalaciones. Cuando las autoridades gubernamentales llegaron, descubrieron altos niveles de radioactividad, además, las víctimas habían presentado deformaciones instantáneas en sus cuerpos y murieron en el acto.
Peter sacó un sobre de manila y se lo entregó a Marcus.
—Mira las imágenes. Se ven mutaciones en varias partes del cuerpo, son similares al de las criaturas —Marcus sacó las fotografías del sobre y comenzó a observar, petrificado, cada una de ellas. Se mostraban personas muertas en el suelo, uno de ellos con el brazo negro como si estuviese en estado de descomposición, la pierna del mismo se veía más gruesa que la de la izquierda y aparentaba el mismo tejido verdoso de las especies de MABS —. ¿Lo ves? Creyeron que en sus brazos y piernas se había formado una masa extraña, pero luego descubrieron que ese era el brazo. Sus extremidades se convirtieron por completo.
—Espera, espera un momento —le cortó Marcus y se paró bruscamente de la silla —. Pero si esas personas murieron al entrar en contacto con la sustancia ¿entonces cómo es posible que las del laboratorio se hayan convertido por completo y no hayan sufrido daños mortales?
Peter lo invitó a pasar en una de las habitaciones cerradas, Marcus observó la magnitud de jaulas que se encontraban allí, y que no obstante, contenían ratas de todos los tamaños.
El biólogo se encaminó hasta un armario metálico, insertó su huella digital y este se abrió dejando a la vista unos cuantos frascos con la sustancia verde.
—Mira. Esta es una RD sin ninguna clase de modificaciones. Es totalmente pura —le explicó él y al mismo tiempo la inyectó en una pequeña rata blanca por medio de la jeringuilla —. Observa.
Fue cuestión de segundos para que la rata comenzara a convulsionar. Un líquido verde comenzó a salir de sus orificios nasales y luego hizo algunos movimientos anormales. Comenzó a moverse frenética dentro de la jaula. Se escuchaban sus huesos partirse, su cola se desprendió del resto de su cuerpo y después de tanta desesperación por fin se quedó quieta, mientras que la sustancia terminaba su trabajo y le deterioraba su organismo.
Marcus quedó perturbado con lo que acababa de ver. Nunca había sucedido tal reacción inmediata en el laboratorio MABS, de hecho, la sustancia tardaba en hacer efecto.
—Ahora mira esto —Peter cogió otra cápsula, y con otra jeringuilla la insertó en otro sujeto de experimentación. La rata se quedó quieta, temblando de miedo mientras la jeringuilla atravesaba su piel. A diferencia de la otra, esta solo reaccionó por el dolor punzante.
Esperaron unos minutos, y Marcus se sorprendió al ver que la rata no se inmutaba.
—Lo entiendo. Entonces modificaron la sustancia para hacerla funcionar ¿estoy en lo correcto?
—Así es —asintió Peter —. Entrar en contacto con la sustancia pura es mortal. Ya ves las reacciones que causa. Sin embargo, MABS ideó la forma de hacerlas funcionar y por eso existen esas especies hoy en día. Lo más preocupante de todo esto es que las criaturas que andan sueltas, aunque se les inyectó la RD modificada, poseen sustancia pura, que como te digo es mortal. Es decir, que es como su sangre. Y cuando hieren a alguna persona no la convierten, sino que le provoca la muerte. Ya no solo debemos preocuparnos de que devoren a los silurianos, sino que debemos evitar que tengan contacto con estas cosas.
***
Jefferson se encontraba en el despacho de Wegner, analizando detenidamente la gruesa carpeta que contenía información acerca de cada uno de los sujetos de prueba del laboratorio MABS.
—Empezaron sus estudios en ratas. Luego, continuaron con otras especies, como cerdos, mapaches y conejos. Usaron toda clase de animales, incluso a perros —comenzó a explicarle Wegner. Jefferson ojeaba los documentos. En estos, precisaba la foto del animal, en un antes y un después de aplicarle la sustancia, bajo esta se encontraba un recuadro con algunas de sus observaciones y comportamientos durante el experimento —. No sé si recuerda que hace mucho tiempo la gente de los pueblos estaba comenzando a quejarse de las múltiples desapariciones de sus mascotas... Pues ya sabemos lo que hicieron con ellas.
—De hecho, la criatura alfa, la más grande de todas, se ha comprobado que es un perro de raza bulldog —añadió Jonathan, el hacker.
Había tanta información por procesar. Jefferson sentía la sien palpitar y luchaba por no perder el control allí mismo. Los actos crueles y despiadados del gobierno eran inhumanos e imperdonables ¿Qué haría el mundo si se enterase de lo que realmente sucedía en Sillury?
Jefferson llegó a los documentos finales de la carpeta. Muchas fotografías inundaron su visión. Eran personas ¡Habían experimentado con humanos! En sus observaciones describían el proceso de transformación, además de su historia personal. Muchas de esas personas eran gente de bajos recursos, habitantes de la calles, prostitutas, niños huérfanos con enfermedades incurables, ancianos en edad avanzada, e inclusive una niña rubia de ojos azules, que extrañamente tenía la página en blanco.
—Ella es Sasha Ruiz —le dijo Jonathan y le quitó la carpeta para ver la fotografía de cerca —. Pobre niña. Era hija de uno de los científicos que trabajaban allí. Su estúpido padre la vendió para experimentar con ella.
A Jefferson se le llenaron los ojos de lágrimas. Esa niña le recordaba mucho a Rosie, su hija que hacía ya mucho no la veía.
—¿Cómo consiguen toda esta información? —preguntó Jefferson extrañado.
—Tenemos a nuestro jefe infiltrado en el gobierno. Es el vicepresidente Karl ¿Lo conoces, verdad?
—Si, claro que lo conozco —reconoció Jefferson. Recordaba que a mediados del 2030 se realizaron las elecciones para el nuevo presidente de Sillury. Karl fue uno de los candidatos y estaba asegurado de que iba a ganar porque gran parte de los silurianos lo apoyaban en su campaña, además, sus cifras eran considerablemente altas. Pero cuando llegó el día de revelar los resultados, fue tanta la sorpresa de todos que se realizaron protestas escandalosas por las calles de varias ciudades del país. Y lo cierto era que el presidente Jones, a quien todos detestaban, había quedado electo ¿La razón? Jones manipuló los votos.
—Con Karl nos enteramos de casi todo lo que trama el gobierno.
El celular del señor Wegner comenzó a sonar, este lo sacó de su bolsillo y antes de contestar miró la pantalla de su móvil.
—Hablando del rey de roma —comentó y ladeó una sonrisa. Luego salió del despacho para tener privacidad.
—¿Cuál es el plan? —preguntó Jefferson, interesado —. ¿Cómo planean derrotar y acabar con sus planes?
Jonathan le dijo:
—Vamos a informar a Rusia. Pero antes debemos conseguir las pruebas para que nos crean. En el laboratorio MABS hay una bóveda secreta, y allí tienen todo lo que necesitamos. Con la ayuda de Julia Jones tendremos acceso. Ese es el plan.
—¿Son conscientes de que eso provocará una guerra? —interrumpió Rick luego de haber guardado tanto silencio.
—Ahora mismo estamos en guerra, soldado Rick Winston. Las criaturas están reduciendo nuestra población considerablemente. Además, si el resto del mundo se entera podrían frenar esta situación. Ya dependerá de nosotros impedir que nos ataquen por semejante barbaridad.
La puerta del despacho se abrió con brusquedad haciéndolos pegar un respingo a todos.
Wegner entró con la respiración acelerada y el rostro totalmente pálido.
—Karl me ha llamado. Saben que hemos hackeado el sistema del gobierno y nos han engañado todo este tiempo. ¡Tienen a Robert Williams! ¡Van a destruir las pruebas!
—¿De qué hablas? ¡Eso no puede estar pasando!
—Planean ir de inmediato al laboratorio, destruirán todo. Sin esos documentos estamos jodidos. ¡Tenemos que actuar ahora!
—Si tienen a Robert, nosotros tenemos a Julia. Esto se convertirá en una carrera... El que llegue primero al laboratorio gana —comentó Jonathan asustado. Se dirigió a la computadora y luego de teclear en ella, una alarma invadió todo el complejo subterráneo.
—¿Qué sucede? —preguntó Rick, alarmado.
Jonathan empezó a transmitir el mensaje por medio de los altavoces que instalaron en aquel sitio secreto.
—El plan IPR ha comenzado. Las escuadras encargadas preparen las armas y los transportes ¡Ahora! ¡Repito! ¡El plan IPR ha iniciado!
Y todo se volvió un caos...
Cuando Jefferson salió del despacho observó a los soldados moverse de un lado a otro. Preparaban sus armas y se ponían los uniformes. Vio a Marcus en la lejanía, acompañado de otro hombre y también miraban perplejos la escena.
Richard pasó por su lado, y Jefferson lo agarró del brazo.
—Señor Wegner. Permítame ir con ustedes, les ayudaré.
—¡Que alguien le de un arma al sargento! —exclamó con un asentimiento de cabeza.
—¿Está loco, sargento? —exigió Rick consternado —. No se meta en esto. No tiene nada que ver con nosotros. Es el plan de ellos.
—Claro que tiene que ver con nosotros, muchacho ¿Acaso no lo ves? Somos los únicos que podemos salvar a Sillury. Somos los únicos que podemos frenar a las criaturas...
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