Printemps {Primavera}
-Primavera-
-Luego empezaron las serias, tú hablabas de tus pesares durante nuestra hora de la cena-
Hace ya unos cuantos meses, Marinette y Chat Noir se encontraban una vez a la semana en los Jardines de Luxemburgo.
Él, como prometió aquella noche de invierno, llevaba la bebida; ella siempre traía una pizza.
Marinette pedía cada siete días una pizza de la panadería, con la excusa de que comería en su habitación. Extrañados, sus padres fueron poco a poco acostumbrándose a que su hija cenara sola los viernes.
Las reuniones de Mari y Chat eran por la noche, ellos cenaban juntos. Durante el invierno se les complicaba más salir, ya que la nieve y el viento impedían algunas cosas.
La azabache se transformaba en Ladybug, y con la comida en la mano, saltaba por los tejados hasta una cuadra antes del lugar acordado, donde se destransformaba. Caminaba la cuadra faltante como Marinette y se encontraba con el minino en el mismo banco de siempre.
Adrien, por otro lado, le encargaba a Natalie que le llevara una bebida a su habitación. La asistente obviamente cumplía con sus órdenes.
El rubio se transformaba en Chat Noir, y con el refresco consigo, llegaba a los Jardines donde Marinette lo esperaba.
¿Y por qué hacían todo esto? ¿Por qué salían de noche arriesgándose a ser descubiertos y sumamente castigados por sus respectivos padres?
Ni ellos lo sabían. Simplemente disfrutaban de la companía del otro; esas cenas eran divertidas.
Sus charlas se trataban generalmente sobre el mismo tema: ser un héroe y combatir villanos junto a Ladybug por parte de Chat, y diseñar y lo dificil que es el colegio por parte de Marinette.
Nunca entraron en temas personales ni privados, sobre todo el chico, quien debía cuidar su identidad.
Hasta ese día.
~.~.~.~
Florecen las plantas, el sol brilla más fuerte y los pajaritos cantan. ¿A quién no le gusta la primavera? Todo es coloridamente hermoso, y las personas parecen más amables y felices. El amor se siente en el aire, y muchas parejitas salen a caminar.
La primavera volvía alegres a todos.
Oh, bueno. A casi todos.
El papá de Adrien era sin duda una excepción. Detestaba sus alergias causadas por el polen, el sol dañaba sus ojos y el canto de esos pajarracos lo aturdía.
La primavera inspiraba a muchos artistas; Gabriel Agreste encontraba su inspiración en otras partes.
A diferencia de Marinette quien, ahora que no hacía frío, aprovechaba a salir a pasear por París todos los días. Salía a caminar con su libreta, donde diseñaba y diseñaba. Se encontraba muy inspirada en esta época del año.
Adrien, también parecía feliz. A pesar de que su padre era mucho más exigente con él, Adrien siempre sabía cómo sonreir. Era dificil, él lo sabía muy bien. Pero intentaba hacer su mayor esfuerzo.
Un viernes en específico, a comienzos de primavera, Ladybug se encontraba saltando por los techos, pizza en mano, con ayuda de su yoyo. Se dirigía a los Jardines de Luxemburgo.
Antes de llegar, se destransformó. Y una chica común y corriente, conocida como Marinette, terminó de caminar el último tramo.
Una vez llegó, ya de noche, se sentó en ese banco de metal. Por suerte ya no hacía frío como en el invierno; ahora estaba templado, un poco caluroso. Ideal para una charla entre risas e historias con su amigo.
Porque así lo consideraba ella: un amigo. Un gran amigo. Quizás su mejor amigo.
Pero hasta ahí.
Ella respetaba e incluso le gustaba la personalidad de Chat: extravagante y arrogante, alegre y divertida; pero de ahí, a que sintiera amor por él, había un largo tramo.
Marinette amaba a Adrien. Él era simplemente perfecto, todo lo que hacía, decía o pensaba era perfecto. Y Chat no podía superar esa perfección.
Es por eso que tenía la mente tranquila. Nunca tuvo, ni pensó en fines amorosos con su gatito, lo que era algo bueno ya que formaba un ambiente de total comodidad.
Ya había hablado varias veces con Tikki sobre el mismo tema. ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué se juntaba cada viernes con Chat?
Disfrutaba mucho de la companía de su amigo, y realmente le gustaban esas cenas. Así que valía la pena. Además de que ella, y seguramente también Chat Noir, amaba las rutinas, o las costumbres. Y el encuentro con él ya se había vuelto una.
Pasaron veinte minutos desde que llegó y ni rastros de Chat. Ese gato tonto se estaba tardando, así que sacó de su bolso su libreta de diseños y esperó por la inspiración.
En lugar de diseñar, comenzó a dibujar el paisaje; la Luna sobre su cabeza, las flores que se cerraban en la espera del Sol, y el hermoso Palacio de Luxemburgo a lo lejos, junto con la laguna que se encontraba dentro de los jardines.
Ya habían pasado más de cuarenta minutos desde que había llegado, y el héroe todavía no había aparecido. Quizás no vendría al fin y al cabo.
Agarró sus cosas mientras se levantaba. ¿Qué haría Ladybug en ese momento? Se enojaría. Sí. Estaba enojada, muy enojada con ese gato idiota que la había dejado plantada.
¿Pero por qué no se sentía así? Estaba un poco enojada, pero sobre todo, estaba decepcionada. Decepcionada de que Chat no le hubiese avisado que no podría ir. Aunque tampoco hubiera podido avisarle, ya que ¿cómo lo hacía? Pero igual, eso era lo que sentía Marinette.
Mientras agarraba la pizza y se decía mentalmente que comería sola, un chico vestido con traje de gato apareció, o mejor dicho calló del cielo.
-¿C-chat? -dudó ella. Estaba oscuro, no podía reconocerlo.
-El mismo -respondió el héroe con una voz rara, un poco ronca. Para Marinette aquello no pasó por desapercibido, pero aún así decidió ignorarlo.
-¡Al fin te dignas a aparecer! -se enojó- ¿Sabes cuánto tiempo estuve esperándote? ¡Como tres horas! -exageró.
-L-lo siento, Mari, yo--
-¿Se puede saber dónde rayos estabas?
Chat bajó la mirada.
-¿No me lo vas a decir? -cuestionó la chica. El muchacho no dijo nada -Bien, veo que no confías en mí.
Marinette dió la vuelta e hizo ademán de irse, pero Chat Noir fue más rápido y la tomó del brazo.
-¡No, no es eso! -gritó.
La chica giró. -Bien, ¿y entonces?
-Es que... tuve problemas.
-¿Problemas? -cuestionó la azabache.
-Sí, um, digamos que discutí.
-¿Discutiste?
-Sí, con alguien.
-¿Con quién?
-Con... un familiar un tanto cercano.
-¿Familiar?
-¿Vas a repetir cada cosa que yo diga o me vas a dejar hablar?
-¿Repetir? -Marinette se dio cuenta de su error- Um, digo no, claro. Sigue.
Chat suspiró. -Con mi padre. Discutí con mi padre.
El rubio apoyó la bebida que había estado cargando en el banco de metal. Bebida que pasó totalmente desapercibida para Marinette, quien recién ahora se daba cuenta que Chat la había traído.
El héroe la incitó para que se siente a su lado, cosa que la chica aceptó.
-Verás -empezó Chat-, mi padre es un tanto... exigente. Siempre me obliga a hacer demasiadas tareas.
-¿Tareas del hogar? -se horrorificó la chica.
-No, no. No esas clases de tareas. Unas peores -aclaró-. Digamos que... son actividades extracurriculares.
Marinette alzó una ceja. -¿Cómo qué, qué serían?
-Chino, piano, esgrima, modelaje, basquetbol... -comenzó a enumerar.
Marinette se sorprendió. - ¡¿Eres un modelo?!
Chat se dió cuenta de su error, un poco tarde. Su amiga no sabía ni debería saber nada sobre su identidad secreta.
-No, bueno, sí. O sea no. Quiero decir... voy a clases de... um, modelaje. Sólo eso -Marinette no quedó conforme con la respuesta, pero lo dejó pasar.
-En fin- terminó con el tema Chat-, la cosa es que como mi padre detesta la primavera, siempre está malhumorado.
-¿Qué? -se sorprendió Marinette- ¿Cómo puede odiar la primavera? ¡Es la época más bonita de todo el año!
-Mi padre es especial -bromeó el chico-Como te decía, él anda de mal humor y por consecuencia, me caen todos los problemas a mí. Esta vez se enojó porque llegué unos minutos más tarde a mi casa -suspiró-. Me castigó, Princesa. Por un mes, y quizás dos.
Marinette asintió en comprensión.
-¿Pero por qué has llegado tarde? Mis padres también se enojarían si yo lo hago -trató de justificar.
-Un akuma. Hubo un akuma que me hizo retrasar. Esto de ser héroe es asombroso, pero a veces debes poner tus responzabilidades en orden, dejando mi vida civil de lado.
Marinette se sorprendió mucho. Su compañero no parecía ser tan maduro como lo estaba siendo ahora. Estaba descubriendo una nueva parte de él.
Además de que ella tenía los mismos problemas. Al nadie saber su identidad, si necesitaba irse para ayudar a la ciudad, debía poner ridículas excusas y, muy a pesar suyo, mentir.
-¿Y tu madre qué opina de esto? -preguntó curiosa.
Chat agachó la mirada, su corazón comenzó a latir.
-Ella ha muerto, Princesa.
Unas lágrimas resbalaron de sus ojos. Marinette se sintió inmediatamente la peor persona del mundo. ¿Cómo había podido decirle eso?
-Lo siento, Chat, yo--
-Falleció en un accidente. ¡Por un maldito accidente que arruinó mi vida! -gritó ya llorando. La chica lo abrazó y Chat apoyó su cabeza en su hombro- La extraño -sollozó-. Mi padre ha cambiado completamente, yo estoy solo. Estoy solo.
Así pasaron los minutos. Marinette le otorgaba un hombro donde Chat Noir lamentaba su vida mediante lágrimas. A la chica esto no le molestaba en absoluto, le agradaba la idea de saber que estaba siento útil para consolar a su amigo.
Poco a poco, Chat se fue calmando hasta separarse y secarse los ojos con sus manos enguantadas.
-Lamento haber llenado de mocos tu remera -se lamentó el héroe más tranquilo. Marinette rió.
-No me molestan si son tuyos, Gatito.
Ambos se quedaron en silencio un largo rato, contemplándose. Marinette se quería sacar unas cuantas dudas sobre el pasado de Chat; él tan solo quería olvidarlo.
-¿Cómo eres en tu forma civil? -preguntó de repente Marinette.
-Igual de hermoso que ahora, solo que sin la máscara.
Marinette empujó su hombro molesta.- Me refería a cómo es tu personalidad, tonto.
Chat rió, para luego ponerse serio. -Mi personalidad... -repitió- Soy más tranquilo, creo. No puedo hacer mis bellas bromas sobre gatos ya que bueno, no soy uno -rió.
-Nunca eres un gato de todas formas -habló la chica-, pero eso no te impide hacerlas.
-Lo que pasa es que tengo muchas restrinciones como civil. Es más, hace un año ni siquiera podía ir a la escuela -Marinette abrió los ojos sorprendida-. Sí, lo sé, es raro -admitió él.
-No, no lo es tanto. Un... un amigo -se decidió- también empezó la escuela hace poco, él es modelo y tiene una vida tan ajetreada que fue obvia la falta de tiempo para hacer todo.
Chat Noir abrió los ojos asustado. ELLA ESTABA HABLANDO DE ADRIEN. ¡Santo Cataclismo! ¿Ya se habría dado cuenta? ¡Por Dios, era demasiado obvio!
-Así que no es la primera vez que me ocurre -finalizó la chica, totalmente ajena a lo que Chat pensaba.
-M-mira qué curioso -dijo el joven un poco más tranquilo al ver que Marinette no se percató de la obvia comparación
-Lo es -dijo ella-. Sin duda. Al principio, cuando apenas llegó al colegio, creí que era como uno de esos rubios mimados.
-¡¿En serio?! -se sorprendió y asustó Chat. ¡Él no sabía que ella pensaba así de... de él! ¿Entonces Marinette lo odia?
La azabache lo miró confundida. -Um, sí. Me pareció uno de esos típicos bobos oxigenados ricos -ella rió.
-¿T-te pareció? -preguntó casi con miedo. Marinette asintió- O sea... que ahora se llevan bien...
-¡Pues sí! -gritó ella emocionada sorprendiendo a Chat- Me di cuenta de que él es... una buena persona. ¡Sí! ¡Una genial, fabulosa y perfecta persona! ¡Es por eso que estoy enam--
Se cortó al instante. No tenía para nada planeado hablar con Chat sobre sus... problemas amorosos. A pesar de que él no conocía a Adrien, era demasiado vergonzoso.
-¿Que tú qué? -preguntó emocionado al saber que Marinette no pensaba mal de su forma civil.
-Que yo... nada -concluyó.
En ese momento se dieron cuenta de su posición. Chat seguía recostado en su hombro y Marinette pasaba un brazo por sobre el de su contrario. Al instante, se observaron y, apenados y sonrojados, se separaron.
-T-tendríamos que comer -habló Marinette-. T-tengo hambre.
-L-lo mismo digo -el joven agarró la pizza que trajo la azabache y abrió la caja que la contenía.
Marinette tomó la bebida y haciendo bastante fuerza logró abrirla. Por suerte la pizza ya venía cortada, por lo que Chat sólamente tuvo que levantar la porción.
-Tendríamos que empezar a traer servilletas -bromeó éste al ver que la excesiva cantidad de queso se pegoteaba por la caja.
Marinette rió. Pero aún no estaba tranquila. Ella sabía que después de ese día, en otros encuentros, no volverían a hablar del pasado de Chat, por el cual estaba interesada.
Así que tratando de no sonar abrupta preguntó:
-¿Y tu padre siempre es así?
A Chat Noir casi se le cae la porción.
-Princesa... -advirtió.
-¡Sólo quiero saber! -se justificó la chica.
-Bien... ¡Pero! -gritó al ver que Marinette ya estaba celebrando- Sólo un rato -la chica asintió.
~.~.~.~
-Ese "sólo un rato" se transformó en un "todos los días de primavera". Recuerdo bien lo que me contabas. Yo sabía muy bien que el ser un héroe no te hacía envidiar su vida, pero siempre creí que la tuya sí lo era. Creí que eras muy confiado, que sabías lo que hacías sin importante las consecuencias y que el hecho de meter bromas a cada rato ya era una costumbre. Pero no, cuán equivocada estaba. Y cuán sorprendida estuve, cuando me enteré de lo contrario.
Hablaba en voz alta mientras escribía. Ya iba usando como cinco hojas, y a pesar de eso, seguía escribiendo.
-Siempre te admiré, ¿sabes? -continuó la chica. Ahora ya no escribía, si nó que miraba una imagen de él que tenía en la computadora- Andabas con una sonrisa de aquí para allá cada vez que te veía, en tu forma civil o en la heroica.
Una risilla se escapó de sus labios.
-Qué ciegos fuimos, ¿no? Nunca nos dimos cuenta. Era tan obvio...
Su risa se transformó en una amarga.
-Era tan obvio... -susurró mientras lágrimas caían.
-También te daba consejos -continuó escribiendo-. Los recuerdo bien. Te expliqué que todo se solucionaría y que si era injusto, que no te preocuparas. Que la vida misma se encargaría de hacer justicia.
Volvió a reir.
-Suena hipócrita, ¿no? Ahora, estoy aquí, deseando que realmente la vida haga justicia. ¿Pero con qué? ¿Hay algún culpable en realidad? O... quizás fui yo, quién sabe- paró de escribir para secarse los ojos con las mangas de su remera.
Pensó en Tikki. También la extrañaba.
-Ay, Tikki -dijo Marinette al aire-. Te necesito. Lo necesito a él.
Sollozó.
-¿A quién en primavera le daré mis consejos? Porque veo que no funcionaron. Ya nadie los necesitará. Ya nadie me preguntará. Él fue el único a quien yo se los di, y así será por siempre.
Colocó la punta de la pluma en la hoja de nuevo. Siguió escribiendo.
Y las lágrimas calleron de nuevo. Se preparó para lo que seguía; su corazón se volvería a enamorar.
~.~.~.~
¡Hola! Muchas gracias si llegaste hasta acá ❤
Me gustaría saber qué opinan de este fic, así que si quieren, dejen su opinión en los comentarios.
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