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Al día siguiente, me levanté como todos los días y seguí mi rutina matutina. Tras finalizarla, me puse el uniforme. -¡Oh, qué sexy me veo!- pensé mientras recogía mis cosas y salía de casa rumbo al trabajo.
Al llegar, vi a un hombre sentado en las afueras de la estación Colegios de Ingenieros, rodeado de gente. Me acerqué y escuché cómo contaba la historia de la supuesta mujer que se suicidó en el metro, buscando almas de mujeres vírgenes y hombres infieles. La historia me resultó tan absurda que no le presté atención.
Continué caminando hasta llegar a la gaceta principal de la estación. -Buenos días, me llamo Andrea García y soy nueva-, anuncié. Nadie prestó atención a mis palabras, y me sentí completamente ignorada hasta que escuché la voz de un hombre.
-¡Cuerda de idiotas! No sean maleducados, tenemos una chica nueva y su nombre es Andrea.- Después de eso, mis compañeros comenzaron a darme la bienvenida. -Me llamo Jorge Sánchez y ella es mi mano derecha, Yubiritzaida Canon.- -¡Qué nombre tan curioso! -respondí riendo. Fue un placer conocer a mi jefe y su "mano derecha". Me asignaron a la venta de las tarjetas del Suben, que son las que permiten a los usuarios acceder a las instalaciones del metro.
Mientras vendía las tarjetas, llegó un hombre vestido de odontólogo. Al entregarle la tarjeta, él me tomó del brazo y me susurró al oído: -Cuídate de ella-. Eso me dejó completamente desconcertada. -Oye, chica nueva, ¿estás bien? -me preguntó uno de mis compañeros. Gracias a sus palabras, reaccioné y fui tras el hombre, pero cuando traté de buscarlo, ya no estaba. -¿Qué hombre tan extraño? -pensé mientras regresaba a mi puesto de trabajo.
Al llegar, escuché a mis compañeros susurrar y mirarme, así que le pregunté a uno de ellos que estaba a mi lado.
-Disculpa, ¿qué están diciendo de mí?
-Bueno, la verdad es sobre Víctor.
-Confundida. -¿Víctor?
-El hombre al que le vendiste la tarjeta se llama Víctor Núñez. Se dice que lo mataron en esta estación.
-¡Ay, por Dios! ¿Qué cosas dices? Los fantasmas no existen.
-Asi pensaba yo, hasta que me apareció la niña de Capitolio.
-Confundida. -¿La niña de Capitolio?
En ese momento, se unieron a la conversación el resto de mis compañeros.
-La niña de Capitolio se dice que murió porque su madre la empujó a las vías.
-Hay otra versión que dice que cayó del alcantarillado que conecta con el metro y murió.
-Oh, sí, escuché esa.
-Ustedes sí que disfrutan creyendo en esas cosas.
-Cuidado, aquí viene la más peligrosa.
Todos volteamos y era el jefe, acompañado de su "mano derecha".
-Aquí reside la mujer que lleva las almas de las mujeres vírgenes y los hombres infieles. Se dice que fue plantada en el altar y, sin decir nada a los invitados, salió de la iglesia y se dirigió a la estación. Minutos antes, les preguntaba a la gente: “¿Sabes dónde está mi esposo?” Al no recibir la respuesta que deseaba, se suicidó.
-Si inventan historias...
En ese momento, hubo un apagón en la zona, algo que no sorprende en absoluto.
-Buenos chicos, activen el protocolo. Notifiquen a central que no se prestarán servicios en esta estación por fallas eléctricas y procedan a retirar a los usuarios. Una vez que estén todos afuera, retírense. ¿Entendido?
Todos asentimos y comenzamos a activar el protocolo. Se notificó a la central y las personas fueron evacuadas. Mientras nos preparábamos para regresar a casa, me quedé mirando los rieles hasta que mi jefe interrumpió mis pensamientos.
-Victor es un ángel guardián, y si se te apareció, es porque quiere protegerte de ella.
Me detuve frente a él y lo miré fijamente.
-No creo en fantasmas.
Así que me fui directo a casa. Al llegar, realicé mi rutina nocturna, pero en lugar de quedarme con el celular, me quedé dormida hasta el día siguiente.
Fin.
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