Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Halloween en las alturas

—Parece que lo estás pensando —murmuró mi mamá por mi espalda. Di un sobresalto y casi lancé lejos el teléfono que tenía en la mano. El segundo sobresalto fue cuando vi que tenía un corte profundo en la cara.

—¡Mamá! ¿Qué...?

—Ay, Isla. Es maquillaje. —Me quedé congelada en el aire sin entender—. ¿Por Halloween...? —Arrugó el entrecejo ante la exageración de mi expresión. Me dejé caer en la silla—. ¿Y Gaspar?

—Me asustaste. Está buscando el disfraz —resoplé. Y ante la mirada de mi madre, agregué—: Sí, el mismo día de la fiesta.

—¿Y qué opina sobre la propuesta que te hizo la editorial?

—No le he dicho... la feria del libro es justo antes de navidad, y hemos planeado durante meses nuestras tres semanas en México... justo en la misma fecha. Sobre lo otro... él sabe lo que conlleva escribir un libro y todo el tiempo que necesito. La universidad apenas nos deja tiempo para estar juntos.

Mi mamá rodó los ojos.

—¿Y por qué a mí me parece que pasan juntos todo el tiempo? —Avanzó y se sentó en la silla junto a mí. Se quedó con la mirada perdida en la pantalla de mi computadora. Solo tenía una hoja en blanco. No había escrito nada.

Sonreí. Sí, con Gaspar difícilmente nos despegábamos. Nos habíamos convertido en esas parejas que parecen nunca estar separadas... y eso, contrario a lo que hubiese creído, me encantaba.

—Es verdad, pero él está dibujando o pintando... y yo estoy al lado leyendo y haciendo infinitos trabajos —Suspiré ampliamente y miré a mamá—. Escribir otro libro es un sueño. Lo haré sí o sí... solo estoy haciéndome la idea de que tendré menos tiempo para Gaspar. —Puso una mano en mi hombro y la acarició—. ¿Sabías que antes de escribir El amor se escribe por capítulos, escribí un libro sobre nosotros?

—¿De verdad? Nunca me dijiste. ¿Es sobre la maravillosa idea que tuviste de ir a Carum por la carta que encontraste? —rio, meneando la cabeza—. No sé en qué momento te volviste loca.

Me encogí de hombros.

—A veces hay que cometer algunas locuras para encontrar nuestro camino.

Me cerró un ojo.

—Estoy de acuerdo... aunque si quieres cometer otra locura no me envíes a China, por favor —bromeó—. Ya encontré mi lugar —agregó, en voz bajita como si repentinamente se hubiese avergonzado—, ¿Y salgo yo en ese libro?

Asentí con la cabeza.

—Hay mucho de ti... conté todo. Lo voy a editar y serás la primera persona que lo lea.

—Estoy orgullosa de ti, Isla. Y está claro qué quieres hacer. Si Gaspar te ama —como sé que hace—, te va a apoyar en lo que tú decidas. Ese viaje lo podrían hacer después.

Exhalé el aire lentamente.

—Lo sé, lo tengo que hacer igual. Es lo que quiero, pero no me gusta dejarlo a él de lado ni fallarle así. ¿Y si además dejo la universidad de lado?

Mi mamá se encogió de hombros.

—Isla, así es la vida. De repente aparecen cosas que cambian el rumbo, el camino o los planes por completo. Esto salió... y es una excelente oportunidad. Él lo sabe y te va a apoyar. Sí, una lástima por sus vacaciones, sin embargo...—Resopló y chasqueó la lengua—. Así se dieron las cosas. Y sobre la universidad... Tampoco tienes que ser la mejor de la clase. Aprende, esfuérzate... haz lo que puedas y escribe ese libro. Serás grandiosa. Bueno, ya lo eres. —Miró la hora en la computadora y se sobresaltó. Se puso de pie—. Gerardo me está esperando. Solo venía a decirte que iremos a la fiesta de la editorial. Me iré a poner la ropa y saldré corriendo.

Hice un puchero. Mi mamá tenía razón.
Ufff... para mí seguía siendo extraño que ella se involucrara tanto en mi vida... sobre todo si tenía que ver con un novio. Durante diecisiete años, apenas se enteraba de que salía con chicos. Y ahora, Gaspar se quedaba en mi casa cada vez que quería.

—Gracias, mamá. —Arrugué la frente—. ¿Y Gonzalito?

—Gabriel y Aaron lo llevarán a pedir dulces, después lo irán a dejar donde Olivia.

—Pásalo bien y dale saludos a Gerardo. —Se devolvió y me dio un abrazo apretado—. Tú también. Y habla con Gaspar.

—Sí, mañana le voy a contar. Hoy tenemos la fiesta de Halloween con mis amigos.

—¡Diviértete! Le diré a Gonzalo que venga para que esté contigo mientras llega Gabriel. Ha estado jugando todo el día con el celular de Gerardo —dijo, saliendo de la habitación.

Volví mi vista hacia la computadora. Llevaba algunas horas con la hoja en blanco frente a mí. Había pasado poco más de un año desde que terminé de escribir la historia sobre mi ida a Carum y el amor perdido de mamá; y desde que nuestras familias se unieron. Gerardo llegó a vivir a Nueva York a un lugar muy cercano al de nosotras, con Gabriel y Gaspar. Incluso Olivia se mudó a la ciudad para que Gonzalito estuviese cerca de sus hermanos.

Ya llevábamos bastante con los Fonseca siendo una familia. Pasábamos la mayor parte del tiempo todos juntos. La pareja que hacían mamá y Gerardo era un amor real. Lo podías ver en los ojos cuando se miraban, y me encantaba verlos tan felices. Como si el tiempo que estuvieron separados no hubiese cambiado ni un poquito sus sentimientos. Lo de ellos era asombroso. Y sentía que lo mío con Gaspar también, quería creer que aún teniendo la edad de nuestros padres, nos miraríamos de la misma forma.

La historia sobre nosotros no la publiqué, aunque sí escribí otro libro que mamá me ayudó a publicar y que resultó ser un éxito en librerías. Así que me ofrecieron escribir la segunda parte. Gaspar me apoyó durante el proceso de escritura, sin embargo, siempre me decía que me tomaba demasiado tiempo escribiendo y que parecía estar pensando todo el día en qué escribir en la siguiente página. Más que en él. Por eso planeamos las vacaciones. Sin pinturas, sin escrituras. Y ahora... debía dejarlo plantado con los planes.

Las pisadas torpes hacia la habitación me sacaron nuevamente de mi estupefacción. Gonzalo entró vestido de zombie.

—¿Y este niño tan bonito?

—No soy un niño, soy un zombie —respondió, enojado.

—Ah, perdón. ¿Y este zombie tan aterrador? —Esbozó una risa y se acercó—. ¿Me abrochas los zapatos? —Levantó su pie y puso cara triste.

—¿Y esa carita? ¿Estás enojado? —Gonzalito frunció el ceño y no me respondió. Lo quedé mirando fijamente a los ojos y le abroché la zapatilla.

—No voy a alcanzar a tener dulces —gruñó. Piso fuerte el suelo.

—Aún es temprano. Mírame... de hecho yo no estoy disfrazada todavía. —Saltó a mis brazos y me dio un beso baboseado. Aaron lo llamó desde la entrada de la casa y Gonzalito salió corriendo. Me giré para verlo salir por la puerta y mis ojos se encontraron con mi personaje favorito de mi vida: Gaspar.

—Pensé que esos besos eran solo para mí —gruñó, fingiendo molestia—, ¿acaso tengo que hablar seriamente con mi hermano? —Miró su celular y arrugó la frente—. Me demoré mucho —murmuró, frunciendo el ceño. Aunque rápidamente cambió su expresión y me sonrió.

Me oculta algo.

Caminé hacia él y le cogí la cara. Abrió sus enormes ojos celestes. Le di un beso corto en sus labios antes de ponerme seria.

—¿Por qué no estás disfrazado? —pregunté, mirándolo de pies a cabeza. Se veía hermoso con su camiseta blanca, jeans negros y zapatos del mismo color. Se había dejado crecer su cabello, así que lo llevaba suelto y desenfrenado hasta sus hombros. Eso le daba un aspecto fascinante.

—Tú tampoco estás disfrazada —replicó. Ante mi mirada de desaprobación, resopló y se humedeció los labios.

Acercó su cara, con su vista pegada en mi boca. Ese era el tipo de imagen que me derretía al instante. Su olor varonil y su aliento de dulces de fresas me dejaba incapaz de sentir algo más que deseo por ese chico. Pegó sus labios firmes contra los míos y cerró la puerta de una patada. ¿Creía que podía manejarme tan solo con sus besos?

Bueno sí, lo hace.

¿Por qué me derrites, Gaspar?

Me pegó contra la pared, sin dejar de besarme.

—Quizás... podríamos aprovechar que todos saldrán y no ir a ninguna parte —murmuró sobre mis labios, al mismo tiempo que una de sus manos viajaba desde mi muslo hacia mi trasero.

—Eso lo dices porque no encontraste disfraz —repliqué, incapaz de detener todo y preguntarle por qué había esperado hasta el último día.

Se separó un centímetro y me quedó mirando con una sonrisa. Puso su mano en mi nuca y delicadamente cogió mi cabello y me obligó a subir la cara. Sus labios húmedos, sus dientes perfectos y sus ojos azules me absorbieron. Mordió mi labio inferior, haciendo un leve sonido con su boca. Lo rodeé con mis brazos, obligándolo a pegarse más a mí. Sentía que con cada latido de mi corazón acelerado, mi cuerpo parecía estremecerse.

¿Qué quieres de mí?

—Puedo ser mal novio en algunas cosas... pero muy bueno en otras —replicó como si nada. Me giró repentinamente, antes de que pudiese decirle algo. Lo único que escapó de mis labios, fue el aire saliendo de golpe. Mis manos se quedaron plantadas en la pared. Ladee mi cabeza hacia la puerta. ¿Y si entraba alguien?

Gaspar subió mi falda y abrí la boca, buscando el aire con desesperación. Con su cuerpo contra mí, su cara junto a la mía y su mano cogiendo mis bragas; poco podía controlarme.

Ya deberíamos prepararnos para la fiesta.

Pero no encontró disfraz.

—Estoy... estoy enfadada contigo —murmuré, riendo. No lo podía evitar.

—Ah, ¿sí? ¿Qué tanto? —preguntó, deslizando mis bragas por mis piernas. Me giró y me quedó mirando con una sonrisa enorme. No había ningún atisbo de enojo en mi cuerpo. Lo único que reinaba en mi ser, era la vibración de mis extremidades y en mi entrepierna, pidiendo más.

—Mucho. Te dije...—Se lamió su dedo mirándome fijamente y volvió con su mano a mi entrepierna. Rozó delicadamente la parte interior de mis muslos y con su otra mano bajó mi camiseta liberando mis pechos, libres de sostén. Acarició mi pezón y tiró de él, provocando que me retorciera bajo sus caricias.

—¿Qué me dijiste qué? —preguntó, avanzando hacia mi sexo con sus dedos juguetones.

¿Qué? ¿Qué iba a decir?

El disfraz.

—El disfraz —jadee.

—Ah —dijo, separándose de mí y me arrepentí de haber hablado. Buscó algo en el bolsillo trasero de su pantalón—. Mira de lo que me voy a disfrazar. —Alzó una corbata frente a nosotros y quedó oscilando de un lado hacia otro. ¿De Cristian Grey?—. Ven, señorita Ferrer —ordenó, cogiendo mi mano y caminando hacia la cama. Me sentó poniendo las manos sobre mis hombros—. Recuéstate —pidió, de forma que casi pareció una orden.

Quiere matarme aquí mismo.

Cada terminación nerviosa de mi cuerpo se encontraba en su punto más activo.

—¿Qué se supone que quieres hacer? —pregunté, apenas. Hizo que me acomodara de forma que quedé con mi cabeza cerca del respaldo de la cama. No me decía nada. Subió mis manos por sobre mi cabeza—. Gaspar...

—No te muevas —ordenó. Su mirada de deseo me tenía embobada. Amarró mis manos al respaldo. Mi pecho subía y bajaba aceleradamente. Intenté zafarme sin éxito.

Dios mío.

Esto se convirtió en una película erótica.

Con sus manos en mis rodillas, abrió mis piernas lentamente, sin dejar de observarme con sus ojos alucinantes y su cabello despeinado. Se puso entre ellas y se sacó la camiseta ante mi atenta mirada. ¿Cómo mi novio puede ser tan guapo? Se lamió los labios y subió mi falda.

—Tengo algo que decirte —murmuró, acomodándose su erección bajo su pantalón.

Tragué saliva.

—¿Qué cosa?

—Que no conseguí el disfraz de policía... pero te lo voy a compensar. —Apreté los labios en una línea fina—. No te soltaré hasta que me digas que me perdonas —advirtió. Se bajó de la cama y se sacó el jeans.

Solté una carcajada.

—Estás loco, Gasparín.

Meneó las cejas y se subió a la cama. Fue directo a mis pechos. Comenzó a tocar uno con una mano, mientras que con la lengua rodeaba el otro. Arquee mi espalda, buscando más de su contacto, como si fuese una droga para mí... ansiaba más. Chupó, lamió y mordió delicadamente mis pechos, provocando desde allí una corriente de placer que se expandió por mi cuerpo, concentrándose en mi entrepierna.
Con sus besos empezó su camino hacia la parte baja de mi cuerpo. El tiempo que se tomó en llegar a mi entrepierna, me produjo tal desesperación que en un momento, lo rodeé con mis piernas y lo jalé hacia mí. Mis manos atrapadas me quitaban el control.

—Tú me tienes loco —susurró. Sus manos también se deslizaron hacia abajo y apretó fuerte mis muslos. Mi cuerpo instintivamente se elevó unos centímetros cuando sus besos llegaron a la parte baja de mi vientre.

Con la mirada perdida en el techo, me dejé arrastrar por la excitación cuando su lengua rozó mi clítoris, desarmándome en el instante. Sus besos delicados y movimientos circulares de su lengua sobre mi sexo, me tenían entregada a sensaciones de placer y ardor. El fuego reemplazó mi sangre. Sus manos sujetaban fuerte mis muslos y de repente, deslizó un dedo en mi interior.

Repitió el movimiento mas veces. Lo suficiente como para hacerme perder la razón.

Gemí sin poder controlarme, el cuarto dio vueltas a mi alrededor. Justo en ese mismo instante, comenzaron a tocar la puerta.

—¿Puedo pasar? —preguntó Fran.

Franciaaaaa, ¿qué haces?

—No —replicó Gaspar seco. El movimiento de sus dedos se intensificó, y mi cuerpo comenzó a moverse al compás.

—Ok, quiero mostrarles mi disfraz —murmuró Fran—. Vuelvo en unos minutos.

A punto de alcanzar mi clímax, Gaspar volvió con sus besos en mi entrepierna, y mezclados con sus dedos entrando y saliendo, mi cuerpo se retorció, dejando escapar gemidos que no pude controlar.

Bajó mi falda y me desató, mientras yo me encontraba en proceso de recuperación. Se acostó junto a mí y se tapó con el cobertor.

Le envié un mensaje a mi amiga.

Isla: Fran, ven.

Arreglé mi ropa, y mis bragas habían quedado cerca así que me las puse rápidamente.  Me recosté sobre la cama para recuperar el aliento. Gaspar pasó un brazo por mi abdomen y me incliné para besarlo.

Fran y Gastón entraron a la habitación.

—¡Hey! No están solos...—bromeó Fran.

Se veía preciosa vestida de Faraona. Se había cortado el flequillo y maquillado los ojos con un delineado de gato espectacular. Gastón estaba vestido igual de faraón con los ojos delineados. Se veían tan guapos que parecían una de esas parejas famosas de Instagram por lo bonitos y estilosos que eran.

—Ahhh... se ven tan guapos —dije, poniéndome de pie. Me paré sobre el jeans de Gaspar que se encontraba en el suelo.

Ups.

—¿Y por qué ustedes no están listos? —Gastón meneó la cabeza.

—Estábamos un poco ocupados —respondió Gaspar.

—¿Me explican esta situación? —Fran se cruzó de brazos y me recorrió con su mirada, de pies a cabeza—. ¿Qué pasó con tu disfraz?

Hice una mueca de enojo.

—Es que esperaba Gaspar para disfrazarme. Escogió el último día para buscar el disfraz —gruñí entre dientes. Le lancé una mirada de desaprobación—. Como yo tengo de policía y diablita, quería saber cuál conseguía él.

—¿Y qué disfraz tienes, Gaspar? —Fran estaba emocionada de que fuésemos de parejas disfrazadas. Íbamos todos a la misma fiesta de mi universidad.

Gaspar echó la cabeza hacia atrás y soltó el aire lentamente.

Mi cuerpo todavía se encontraba recuperándose de la excitación y la lengua de Gaspar, así que seguía sin poder enojarme. Gaspar me miró haciendo un puchero.

—¿Vas a responder o ya todos asumimos que no encontraste nada? —Gastón comenzó a reírse.

—No encontré nada. —Se encogió de hombros—. No importa... es solo un disfraz.

Oh, ahí te pasaste Gaspar.

Sí, muy infantil y todo. Pero era nuestro primer Halloween juntos porque el anterior tuvo que ayudar a su mamá con la mudanza y viajar a Los Ángeles. Con Fran siempre íbamos a fiestas vestidas como pareja. Era obvio que ahora combinaríamos con nuestros novios, así que a Gaspar le había pedido desde hace dos semanas que buscara un disfraz de policía o diablo.

—¿Cuál es tu excusa para este desastre? —preguntó Fran, riendo. Tuve que reprimir la risa para seguir con mi expresión de enojo.

Gaspar arrugó la frente y me señaló.

—Mawi ya me perdonó.

—No te he perdonado.

Alzó una ceja.

—Entonces... me siento utilizado —comentó como si nada.

—¿Entonces no te vas a disfrazar? En la casa tengo un disfraz de pirata para que lo uses —Gastón me miró confundido. ¿Por qué Gaspar actuaba tan despreocupado? Abrazó a Fran—, ¿Vamos a la cocina? Tengo hambre.

Fran asintió.

—Los esperamos... Nosotros ya estamos listos.

—Y no tengan sexo de nuevo por favor que no tenemos tiempo, gracias —comentó Gastón. Le lancé un cojín, y riendo cerró la puerta tras ellos. Me giré hacia Gaspar con las manos en las caderas.

Lo quedé mirando en silencio, buscando las palabras adecuadas para expresar lo que sentía. Es que sabía que era una estupidez, pero me molestaba que llevaba diciéndole dos semanas sobre la famosa fiesta que iban a hacer en mi universidad y no me prestó atención. Por primera vez en meses no lo hizo, ¿significaba eso algo? ¿Y por qué parecía que no le importaba?

Escuchamos pisadas fuera de la puerta. Tocaron y abrieron Aaron y Gabriel, ambos vestidos de enfermeros zombies. Los dos iguales. Eran tan parecidos que a la primera no te dabas cuenta cuál era cuál. Además el último año habían ejercitado en conjunto así que tenían una complexión parecida.

Ellos eran la pareja más empalagosa y encantadora que conocía. Podríamos decir que eran una pareja no apta para estar frente a alguien soltero. Sería como un balde de soledad en tu cara.

—¿Por qué estás acostado sin ropa? ¿Llegamos en mal momento? —Gabriel arrugó la frente. Gaspar se puso de pie, solo tenía el bóxer puesto.

—Hola, hola —Aaron levantó una mano, algo cohibido por la situación.

—¿Y tú no deberías estar estudiando? —pregunté para molestar a Gabriel. Era el único que aún no salía de la escuela. Me sacó la lengua.

—Y por eso me toca a mí llevar a Gonzalito a buscar dulces —gruñó y se encogió de hombros mirando a Aaron—. Después nos vamos a la fiesta de una amiga de Aaron. —Le lanzó otra mirada a Gaspar.

—¿Qué? ¿Acaso nunca has visto a un hombre en ropa interior?

—¡Gaspar!

Fui a abrazarlos.

—Se ven hermosos. —Me alejé con la camiseta manchada de sangre falsa—. Se ven mejor que la parejita de faraones... pero eso es un secreto. Si dicen que dije eso lo voy a negar hasta el final.

—Es que ellos van de pareja bonita. Nosotros vamos de pareja asombrosa. —Aaron hizo un pequeño baile en el lugar.

—Tú también te ves hermosa... pero, ¿vas de pijama? —preguntó Aaron. Chasqueé la lengua. Y al abrir la boca para responder, apareció Gustavo, vestido nada más ni nada menos que de policía.

Gracias, lo que faltaba.

—Sí, voy de policía —murmuré entre dientes. Gaspar gruñó en mi espalda y se acercó a su hermano.

—¿Me estás jodiendo? —preguntó a Gustavo. Se giró hacia mí—. Isla... pensé que había perdido el disfraz. Él lo tenía —gruñó, mirando el techo... como si le estuviese pidiendo paciencia a alguna divinidad.

Ladeé mi cabeza a Gustavo. Se veía tan guapo. Era la representación de la fantasía de muchas chicas, allí frente a mis ojos. Los tatuajes de Gustavo ya llegaban a sus manos y cubrían casi todo su cuello.

Era el chico malo... que no era malo realmente.

—Pensé que los disfraces no eran lo tuyo, Gustavo. Además... ¿robaste el disfraz? —Alcé las cejas en su dirección. Fran llegó con Gonzalito en los brazos. Venía con una bolsa llena de dulces.

—Oh, no... muchos dulces. Te iremos a dejar con mamá —Gabriel cogió a Gonzalo de los brazos de Fran—. ¡Queremos ver las fotos de su fiesta! —dijo, llevándose a Gonzalito.

—Isla, espero una foto tuya vestida de policía. —Aaron me abrazó y se fue, siguiendo a Gabriel.

—¡Que se saque una con Gustavo! —gritó Gabriel desde el pasillo. Gaspar resopló, aburrido de la situación. A mí me parecía graciosa.

—Quítatelo, yo me pondré eso...

—Tú me dijiste que no irías a ninguna fiesta, Gaspar. ¿Me veo guapo o no? —Gustavo meneó las cejas en mi dirección. Eso le proporcionó un cojín en la cara de parte de Gaspar, sin embargo, me quedó dando vueltas sus palabras.

—¿Por qué le dijiste eso?

Gaspar se rascó la nunca.

—Yo... no dije eso.

Me está mintiendo. ¿Qué pasó? ¿Se habrá enterado de que no podré ir de vacaciones con él? No... porque si no no habría pasado lo de antes...

—Gustavo, pareces actor porno —dijo Fran, para bajarle la tensión al momento.

Dios mío, tiene razón.

—¿Qué? —preguntó, incrédulo. Alzó una ceja y su expresión cambió a una seductora—, ¿Qué cosas ha estado mirando la niña buena? ¿Qué diría tu novio de esto?

—¿Te gustan las películas con disfraces? —bromeó Gaspar. Fran se sonrojó a niveles estratosféricos y les mostró el dedo corazón antes de salir de la habitación.

Gustavo me quedó mirando y meneé la cabeza.

—Vas a conquistar, eso está claro. ¿Quién es la afortunada?

—Nadie —respondió, seco.

—Ay, por dios. No te habrías disfrazado ni aunque de eso dependiera tu vida. Esto —dije, señalándolo—. Es solo por una chica.

—No me molestes, pesadilla —dijo, fríamente. Luego bufó, como si estuviese hablando idioteces—. Me cambiaré el disfraz. Iré de drogadicto rehabilitado —bromeó.

Odiaba sus bromas sobre drogas. Me llevé los dedos al puente de la nariz, conteniendo las ganas de golpearlo.

Resoplé y rodé los ojos. Gustavo no cambiaba en nada. Ya trabajaba en la oficina de Nueva York de los negocios de Gerardo, y además estudiaba finanzas. Sin embargo, su locura nunca desaparecería. Yo lo amaba... pero no me malinterpreten que mi amor era de hermanos. Atrás —y bastante atrás— habían quedado nuestros días de amor, desamor, y todas las locuras que hizo cuando llegué a Carum. Vivió unos meses conmigo y mamá cuando recién nos mudamos a Nueva York, hasta que Damián estuvo instalado para que los dos se fuesen a vivir juntos en un barrio mucho más juvenil que en el que estábamos nosotras. Las fiestas que hacían en su departamento las conocían hasta mis compañeros de universidad que no tenían nada que ver con sus mundos. Damián sabía toda la historia de Gustavo, así que las drogas de cualquier tipo estaban estrictamente prohibidas en ese departamento, no así las fiestas. Con Gustavo las cosas eran así. Teníamos que confiar en él y sus decisiones.

—Me iré a vestir. Menos mal que Gustavo no va a la misma fiesta que nosotros o habrían pensado que él es mi pareja. —Salí molesta. La risa de Gustavo se escuchó hasta la siguiente habitación.

Me vestí y maquillé rápidamente, ya había perdido mucho tiempo. Entré a la cocina donde estaban Fran, Gastón y Gaspar bebiendo una champaña. Mi novio se encontraba perfectamente vestido de: él.

Ni rastro de disfraz.

—Uhhhh. Aquí va a haber pelea —susurró Gastón a Fran, lo suficientemente alto como para que yo oyese. Las pisadas detrás de mí me distrajeron.

Me giré. Gustavo había decidido sacarse su disfraz de policía para ir de Aladdin: pantalones anchos, torso descubierto y una pequeña chaqueta a juego.

—¿Qué dicen? ¿Sigo pareciendo stripper? ¿Me veo mal?

¿Mal? Creo que cada chica de esa fiesta va a querer convertirse en Jazmín para ti. Se veía como Aladdin versión traviesa con sus tatuajes, el cabello negro desordenado, sus ojos celestes impactantes...

Entorné los ojos.

Obvio que esto es por una chica.

—Pensé que nos contábamos todo, Gustavo Fonseca... dado que hasta vivimos juntos —gruñí. Era obvio que me ocultaba algo—, ¿Ahora soy una desconocida para ti?

—¿Ahora soy una desconocida para ti? —repitió, imitando mi voz de manera graciosa—. ¿Puedes dejar de ser tan dramática? Es solo que...—Dejó la frase flotando en el aire y le lancé una manzana que alcanzó a atrapar.

—Mira, Gustavo. Te conozco así que me voy indignada de la cocina. Solo te acepto de nuevo cuando me cuentes todo. Y... —Frené mi salida y lo quedé mirando. Batí las pestañas—, ¿dónde dejaste el disfraz?

—No se le va a ver tan bien como a mí —advirtió, lanzándole una mirada a Gaspar.

Gaspar resopló.

—¿Seguro? Mírame —espetó.

—Ustedes no maduran nada. —Fran se comía un bote de helado. Gastón tenía la cara apoyada en sus manos y recibía de vez en cuando una cucharada.

—Me encantan los helados —murmuró Gustavo—, ¿Y a ti, Isli?

No tenía ni que esforzarse para decir cosas que no correspondían. ¿Cómo decía algo como así de la nada? Fran obviamente sabía toda mi historia de Gustavo, helado y sofá. Así que se atragantó y le lanzó otra manzana a Gustavo.

—¡Hey!

—¿Qué dijo? —preguntó Gastón, sin entender nada. Bostezó ampliamente—. ¿Ya nos vamos? Mis amigos de la universidad llevan una hora subiendo fotos de la fiesta, y yo acepto ir a la tuya... y se están demorando mucho. Quiero ir a pasearme con Fran porque se ve hermosa.

Gustavo rodó los ojos.

—Me aburrió tanto romanticismo. Me voy. —Se acercó y me abrazó fuerte. Olía delicioso. Me habló al oído—. Aunque tú siempre serás la favorita. Ahora que eres como mi hermana la cosa se puso medio bizarra, pero sigues siendo mi chica favorita. Que...—agregó, alzando un dedo—. No es mía, es de mi hermano.

—No soy de nadie, pero gracias. Diviértete y...

—¿Qué no me drogue?

—Sí, sí eso. Dale saludos a Damián.

Minutos más tarde apareció Gaspar disfrazado de policía. Sí, parecía un stripper y eso no me importaba en absoluto. De inmediato imágenes poco adecuadas me atacaron sin piedad. Casi que consideré quedarme en la casa... nunca lo había visto disfrazado y era... alucinante.

Tragué saliva y él pasó su mano por mi cintura. Me apretó contra él.

—¿Nos vamos?

Nos subimos a la parte trasera del coche. Gastón se ofreció a manejar, ya que tenía que estudiar mucho al otro día y no quería beber. Le mandé unos mensajes a mamá y cuando alcé la vista, Gaspar tenía la mirada perdida en la ventana.

Puse mi mano encima de la de él que descansaba sobre mi pierna.

—¿Qué sucede? —susurré.

—Nada... Te ves preciosa, Mawi.

—Te conozco y sé que algo sucede.

—Lo hablamos mañana —respondió, con una sonrisa bastante forzada. Me quedé con la boca abierta.

Esperen, ¿qué?

—Entonces... si pasa algo. ¿Por qué le dijiste a Gustavo que no vendrías a la fiesta?

Gaspar ladeó la cabeza y me quedó mirando.

—¿Lo hablamos mañana? —preguntó serio, con toda la intención de cambiar de tema. Vi pasar por sus ojos un rayo de frialdad, antes de volver a mirar por la ventana. ¿Hablarlo mañana? Para mí no era así de fácil, ¿qué sucedía? ¿acaso dudaba de lo de nosotros?

Se me apretó el corazón. Quizás se había enterado de lo del libro y la feria. Pero las únicas que sabían eran Fran y mamá. Podía ser que Fran le hubiese contado a Gastón... o mamá a Gerardo... y algunos de ellos reveló mi secreto no tan secreto.

Ay, que desastre.

—¿Es por lo de la feria del libro? —pregunté, apenas.

Se giró y me escudriñó con la mirada. Entornó los ojos.

—¿Qué feria?

Ups. No era eso.

—La... del libro.

—¿Qué significa eso? ¿Esa feria no es en diciembre?

Rayos. Por qué no te quedas callada, Isla.

—¿Sí?

—¿Sí? —dijo, imitándome. Resopló molesto y cogió su celular para responder unos mensajes, dando por terminada la conversación.

No entendía qué sucedía. Con Gaspar no habíamos tenido ningún momento así desde que estábamos juntos. Y allí parecía más distante que nunca. Ni siquiera se interesó por preguntarme más sobre la feria.

Nos fuimos en silencio el resto del camino. Tampoco quería comenzar a discutir con Fran y Gastón allí mismo. Además que íbamos a una fiesta. Los ánimos debían estar bastante distintos.

La fiesta era en el departamento de uno de mis compañeros. Era todo un piso, así que había muchísima gente. A pesar de las luces apagadas, Pía nos vio de inmediato y llegó corriendo a abrazarme. Ella era mi amiga de la universidad. En el campus siempre estábamos juntas. Y —por cierto— era la chica que quería presentarle a Gustavo, sin embargo, él se resistía a conocerla a pesar de que Pía era hermosa y tenía uno de sus brazos cubiertos de tatuajes. Me encontraba muy segura de que juntos se iban a ver perfectos.

Pía saludó a Fran con el mismo abrazo apretado. Francia se resistió bastante a ser su amiga, sin embargo, Pía que venía de Canadá y sin conocer a nadie en Estados Unidos, se pegó mucho a mí... así que Fran también terminó por hacerse su amiga.

Las dos se alejaron con Gastón, gracias a Fran que notó que necesitaba hablar con Gaspar. Lo cogí del brazo y lo llevé a un rincón. Me tenía estresada y con los nervios amenazando con colapsarme.

Él se alejó y dejó un espacio entre nosotros.

Me crucé de brazos.

—¿Qué te pasa?

—Mawi, ¿por qué no lo hablamos mañana?

—Porque tienes una cara que te llega al suelo y no quiero estar así contigo, menos aquí.

Rodó los ojos y se acarició los párpados con los dedos.

—Mawi. Estoy aquí, vine de policía... sé que parezco stripper —dijo en un intento de broma—. Y todo por ti. No pasa nada... terrible. —Noté la pausa que hizo antes de decir terrible.

Rayos.

—¿Quieres terminar conmigo? —pregunté, con todo el dramatismo que pude. Llevábamos más de un año juntos y había cambiado de un día para otro. Es más... de un instante a otro, porque cuando llegó con la corbata andaba bastante feliz.

Arrugó el entrecejo

—No... no es eso.

—Habla entonces.

—Ufff que eres molestosa. Salgamos de aquí. —Cogió mi mano y lo seguí entre la gente. Salimos del departamento y me guio hasta la azotea del edificio. Corría un viento refrescante. No dije ninguna palabra hasta que se detuvo y soltó mi mano.

—Me llegó un mensaje —dijo, finalmente. Tomó aire y luego agregó—: Julieta quiere que la acompañe a Sydney a una exposición de arte. A varias... durante diciembre y enero... quizás febrero.

Que se abriera el piso a mis pies, habría sido algo más fácil que procesar. Julieta era una de sus profesoras. Tenía tan solo treinta años y ya había ganado gran reconocimiento entre los grandes artistas. Pintaba prácticamente desde que nació y con las influencias de su familia logró rápidamente posicionarse en el mundo del arte. Además era influencer y apasionada por la moda. Sí, ella muy perfecta. Y había un pequeño detalle: estaba enamorada de Gaspar.

Y no crean que lo digo porque fue una idea que se cruzó por mi cabeza. Si no que en la primera exposición que Gaspar me llevó, Julieta literalmente me dijo que Gaspar estaría con ella al terminar el curso.

—¿Tienes que viajar con ella? —pregunté, tratando de ocultar mi lado tóxico.

—Sí. Serían dos o tres meses.

—No entiendo. Ni siquiera has terminado el primer semestre, ¿por qué te invita a ti?

—Porque soy bueno —replicó, como si no entendiese la pregunta—. Me atrasaré un poco en la universidad aunque... está bien porque voy a conocer mucha gente del medio y además allá estará un pintor que admiro. Dictará clases durante dos meses, ya estoy inscrito.

Sí, mi amor. Eres bueno... no lo dudo. Pero ella no te lleva por eso.

—Y...¿ella? —Resoplé. Cálmate, Isla—. No me gusta.

Alerta de toxicidad.

—Lo sé, por eso no sabía cómo decírtelo... Además que ya no podré ir a nuestras vacaciones. Pero no voy solo yo, Camilo y Agustín también van.

Los chicos más guapos de la clase.

—Y ya está decidido —repliqué. Obvio que él tenía que aceptar porque era una excelente oportunidad, sin embargo, me hubiese gustado que lo hablara conmigo antes de ya tener la decisión tomada.

—No... bueno, sí. —Se apoyó en la pared y cerró los ojos—. Yo sé por qué no te agrada Julieta. Tendrás que confiar en mí, Mawi. —Ladeó la cabeza y me escudriñó con su mirada—. No te cambiaría por nadie. Y eso ella lo sabe.

Osea se lo tuvo que decir.

—A mí me ofrecieron ir a la feria del libro en New York.

Sonrió.

—Estoy orgulloso de ti, preciosa.

—Y no solo eso...

—¿Te ofrecieron escribir otro libro?

—¿Cómo lo supiste?

—Porque era obvio que eso sucedería. —Se despegó de la pared y me abrazó—. He estado extraño porque no quiero separarme de ti. Te veo casi todos los días, y ahora no podremos vernos en tres meses. —De repente cogió mi cara y abrió los ojos como si se le hubiese ocurrido la mejor idea.

—Oh, no... no.

—¿Por qué no? —inquirió, frunciendo el ceño.

—¿Estás seguro? ¿De verdad?

—Totalmente.

—¿Estamos hablando de lo mismo?

—Supongo que sí —rio—. Si tienes que escribir otro libro...¿por qué no... te vas conmigo y lo escribes allá?

—Mmm...No creo que el plan de Julieta incluya a tu novia.

—Ella no tiene que incluirte en nada —respondió, encogiéndose de hombros—. Yo ya le había dicho que arrendaría un piso para mí solo. Tu pasaje lo compraremos nosotros... —Hizo una mueca de despreocupación.

—¿Y si se arrepiente de llevarte?

—No puede... ya me enviaron la inscripción al curso y las invitaciones a las exposiciones. —Ante mi mirada dudosa, agregó—: Todo esto pasó los últimos dos días y aún no tenía la confirmación oficial. Me llegó antes de venir para acá... por eso no te había dicho. Y sobre Julieta... ¿Cuál sería su excusa para decirme que no vaya? —Meneó la cabeza—. Sería muy raro. Además que con Juli somos amigos. —Carraspeó y se aclaró la garganta.

Juli. Iu.

—Voy... voy a ir —dije, sin pensármelo mucho—. Tú vas a tus clases y exposiciones y yo escribiré. Me conseguiré un trabajo allá. Es que... estando lejos de ti, tampoco me voy a poder inspirar, Gaspar. —Hice un puchero y apoyé mi cabeza en su pecho—. No me separes de ti.

—Estuve a punto de decir que no. —Subió mi cara—. Sabía que estaba loco por ti, pero no pensé que algún día sería capaz de siquiera pensar en dejar pasar una oportunidad así por alguien más. —Besó la punta de mi nariz—. Lo hablé con mi papá y me dijo que serían solo algunos meses... que si realmente lo de nosotros es real, no importaría si me voy. —Exhaló el aire lentamente, se veía menos tenso que antes. Me sonrió—. ¿Vamos a celebrar que en un mes viajamos a Australia?

Le sonreí y lo abracé fuerte, olía delicioso. El plan tenía cinco minutos de vida y ya me tenía emocionada. Ese viaje iba a ser asombroso.

—Creo que te debo algo —murmuré, arrastrando mi índice lentamente por su abdomen.

Soltó una carcajada.

—¿Aquí? —quiso saber, rozando su labio inferior con los dientes.

—¿Algún problema?

Me cogió por la cintura y me llevó detrás de un pilar que impedía que nos vieran si alguien llegaba a la azotea. Pero esta vez fui yo quien lo puso con la espalda contra la pared. Me saqué el gorro de policía y lo dejé en el piso.

—Así que tienes ganas de coger con un policía.

—Con este policía —respondí, llevando mis manos al borde de su pantalón. Me mordí la punta de la lengua, sin dejar de observarlo y metí mi mano bajo su bóxer, liberando su erección. Rodeé delicadamente con mis dedos su miembro firme y duro. Se acercó para besarme, pero alejé mi cara—. Me toca a mí —murmuré en su cuello. Exhaló el aire. Sus ojos brillaban de la excitación.

Mi corazón se encontraba acelerado, en cualquier momento podía subir alguno de mis compañeros y verme allí. Besé su cuello a la vez que mi mano se movía de arriba a abajo. Sentía su corazón golpear su pecho. Acercó mi cabeza para besarme profundamente. Su lengua entró ansiosa a mi boca, sus respiraciones aceleradas se quedaban atrapadas entremedio de nuestros besos. Enterré mis dientes en su labio y tiré de él. Llevó su mano sobre la mía, y guio la velocidad de mis movimientos. Me detuve y me arrodillé frente a él.

—Esta es una de mis vistas favoritas —dijo, corriendo un mechón de cabello de mi frente. Su mirada de deseo y placer era todo lo que quería ver.

—La mía también —repliqué, mirándolo directamente a los ojos, pero rozando con mi lengua la punta de su miembro. Soltó el aire con una sonrisa, capaz de desarmar a cualquier chica. Jugueteé con mi lengua por toda su extensión.

—¿Quieres que me vaya en tu boca? —Lo rodee con mis labios y lo introduje en mi boca en el mismo instante en que la puerta de la azotea se abrió—. Mierda —murmuró, Gaspar. Me puse de pie y él se acomodó el pantalón. Se giró para besarme. Los chicos que habían subido nos vieron, sin embargo, ya no era una escena sexual... solo dos novios besándose cariñosamente. Como el lugar ya estaba ocupado, se fueron.

Comenzamos a reírnos. Gaspar cogió mi mano y me llevó a un lugar más escondido.

—No te vas a rendir —reí. Mis piernas tiritaban y sentía el calor recorrer todo mi cuerpo. Necesitaba que me tocara, quería sentirlo... como si no hubiésemos tenido sexo antes. Nos gustábamos tanto que no queríamos despegarnos—. Nos van a ver igual —susurré, aunque la verdad es que poco me importaba.

—Que nos vea toda la universidad, me importa una mierda. Tú estás demasiado sexy vestida de policía y tengo que ser sincero... he pensado en cogerte, así disfrazada toda la semana —dijo, observando el bulto en su pantalón. Rozó mi labio inferior con su pulgar y me agarró fuerte por la cintura para acercarme a él.

Solté una risita y me sonrojé. Él seguía provocando eso en mí. Meneé la cabeza.

—Esto nos va a doler mañana —bromee por la incomodidad del lugar. Enterró sus dedos a los costados de mi cabeza y se apoyó contra la pared. Desabrochó la parte de arriba de mi disfraz y me la sacó. La cogí en al aire, impidiendo que la lanzara lejos.

—Estás loco, casi la tiras para abajo —murmuré, con la boca atrapada en la suya.

Soltó una risita y avanzó con su mano hacia mi espalda para desabrochar mi sostén. Bueno si yo iba a quedar sin mi disfraz, él también. Cogí el borde de su camisa y la subí. Cuando la había sacado, desabroché su pantalón. Se agachó frente a mí, enganchó mis bragas con sus dedos y las deslizó hasta mis tobillos.

Se puso de pie y repentinamente agarró mis piernas con fuerza y me subió arriba de él, pegándome contra la pared. Mis pensamientos se dispersaron, y cada centímetro de mi cuerpo exigía a Gaspar. Envolví mis brazos en su cuello para apoyarme mejor. El aire abandonó mi cuerpo, acompañado de un gemido que solté en su oído.

—Mmm tienes razón... ya te dije. Tú me tienes loco —susurró en mi cuello con su aliento caliente.

Mi espalda pegada a la fría e incómoda pared, era un detalle pequeño frente a toda esa excitación. Mi entrepierna vibraba con desesperación y quería sentirlo más. Tenía su erección dura rozando mi piel, latiendo por el deseo. Dejó de besarme y alejó su cara para acomodarme bien y entrar en mí con un movimiento firme y decidido.

Por un instante me quedé sin aire. No había romanticismo ni delicadeza en esa escena, y eso mismo era lo que me tenía con las llamadas de mi cuerpo encendidas por toda su extensión.

—Esto mismo era lo que quería, Mawi... cogerte contra una pared —dijo casi sin aliento.

Gaspar hablando sucio era una de mis cosas favoritas en la vida. El vaivén decidido de su pelvis contra la mía; su respiración agitada en mi cuello; y sus gemidos excitantes me tenían en una convulsión constante.

Puse los pies en el piso, y eché una mirada rápida alrededor. No sabía si teníamos espectadores. De todas formas la adrenalina del momento me tenía con la sangre convertida en fuego, recorriendo a toda velocidad por mi cuerpo. Me giré y recliné mi cuerpo para afirmarme en el borde de la azotea. Los dedos de Gaspar rozaron mi entrada. La vista frente a mí era otro edificio; y allí, cualquiera de esas personas podía estar mirando la escena. Sus dedos explorando mis piernas y trasero bajo la falda me producían sensaciones que hacían que la corriente nublase mis sentidos.

Sus dedos dejaron de juguetear y se posaron sobre mis caderas. Sabía lo que venía y entró en mí con un gemido suave. Ya me encontraba jadeando, y se separó de mí lentamente, lo suficiente para desesperarme. Tomé aire y volvió a mí con movimientos constantes y firmes. El placer se extendió y me invadió. Estaba agarrada del borde, con mi cuerpo entregado al vaivén de su pelvis. Cada vez más rápido, cada vez más excitante.

Cerré los ojos, con la adrenalina inundando mi ser y mis gemidos incontrolables. Su agarre en mis caderas me quemaba y ya no podía más. Apreté mis labios y me estremecí, dejando atrapado un gemido de placer final en mis labios. Gaspar con un último movimiento se fue casi al mismo tiempo. Se separó de mí.

Se sacó el preservativo y lo tiró al tacho de la basura. Teníamos el cabello pegado. Me giré para observar sus movimientos. Se apoyó en la pared con la frente perlada por el sudor. Me sonrió y encendió un cigarrillo.  De su bolsillo sacó mis bragas y me las lanzó.

Nos vestimos de inmediato y nos quedamos unos minutos más antes de bajar.

Entramos a la fiesta y Fran apenas me vio, se acercó y pasó sus dedos pulgares por debajo de mis ojos.

—¿Te fuiste a dar un par de vueltas a la manzana que estás tan agitada?

—Fran... tengo que decirte algo. —Esbocé una sonrisa enorme.

—¿Qué? ¿Te pidió matrimonio? ¿Después de coger?

—¿Qué...? No... ¿matrimonio? No... nos iremos a Australia por unos meses. Gaspar va a asistir a un curso e irá a algunas exposiciones; y yo voy a escribir. Tendré que congelar mis clases...

Fran esbozó un enorme sonrisa que rápidamente se convirtió en un puchero.

—¿Pero cuánto tiempo te vas? ¿Por qué me abandonas? —La abracé.

—Pocos meses. No te darás cuenta y ya estaré de vuelta.

—Tu mamá se pondrá feliz de que por fin te pongas a escribir ese libro... aunque tengas que salirte de clases.

Asentí rápidamente, recordando la conversación que había tenido temprano con mi mamá.

—No le importará. Después volveré.

Por el rabillo de mi ojo vi a Pía avanzando rápido hacia mí con un vaso, y luego se detuvo de golpe, mirando a alguien detrás de mí. Su boca se abrió unos centímetros y esa expresión solo la podía provocar uno de los Fonseca. Me giré con una sonrisa.

Gustavo me abrazó.

—¿Y tú? ¿Qué haces aquí?

Se acercó a mi oído con una lentitud desesperante y expresión cautivadora.

—Me aburrió la otra fiesta. ¿Me querías presentar a una amiga? —preguntó, alzando la vista y encontrando su mirada con la de Pía—. Creo que ya la encontré —murmuró, pasando por mi lado.

Gastón y Gaspar llegaron con vasos para nosotras.

—¿Tu disfraz no tenía una corbata? —preguntó Gastón. Bajé mi mirada lentamente hacia mi pecho con la cara hirviendo de vergüenza.

—No tenía ninguna corbata —rio, Gaspar. Le dio un pequeño empujón a su hermano. Gastón soltó una carcajada.

Mi disfraz nunca tuvo corbata.

—Que pesado.

—Ya me enteré de la noticia. Los extrañaremos —dijo Gastón. Me rodeó con el brazo y me apretó contra él—, ¿con quiénes nos vamos a juntar todo el tiempo?

Con la cabeza señalé a Gustavo hablando con Pía.

—No nos cambien, seguiremos siendo la pareja favorita de ustedes. O nos buscaremos a otros mejores amigos en Australia —amenacé.

Bailamos durante dos horas. La vista a la ciudad desde donde nos encontrábamos era alucinante. La fiesta de Aaron y Gabriel terminó antes así que también llegaron. En un momento eran las tres de la madrugada y estaba con casi todas mis personas favoritas: los cuatro hermanos Fonseca, Francia y Pía. Los quedé mirando a cada uno con sus disfraces y no sé por qué recordé el primer día que entré al instituto OV. ¿Alguien se imaginaría que más de un año más tarde estaríamos todos... tan juntos?

___

Holaaaaaaa bbs, lo prometido es deudaaaaaa :D

¿Les gustó?

Espero que lo hayan disfrutado. Esto es solo un extra al libro ya publicado.

Besitooooos, muchas gracias por el apoyo <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro

Tags: #halloween