Seguridad
Mi vista estaba fija en el hombre de cabellos celestes que se encontraba frente al pizarrón. De vez en cuando, nuestras miradas se cruzaban, lo que provocaba un caos en mi estomago.
Lo que jamás imaginé que llegaría a ocurrir había sucedido, me encontraba saliendo con alguien, y ese alguien, era el hombre que estaba dando la clase.
Luego del beso, nos quedamos ordenando el laboratorio y nos retiramos tan pronto como terminamos. Cada quien tomó su propio camino, él a una reunión que tenia y yo a los dormitorios. No quería pensar en lo ocurrido ni en como eso afectaría mi vida, asi que dejé que mi cama tomará control sobre mí y me quedé dormido para no pensar en ello.
No le he contado a nadie lo que había pasado, y no tenía planes de hacerlo. Quería ser lo más disimulado que se pudiera con el tema y pasar desapercibido el mayor tiempo posible, al menos hasta que estuviera seguro de que las cosas iban a funcionar.
Al sonar la campana, guarde todo lo más rápido que pude y me dispuse a salir del salón. Escuché como Sorrento me grito, pero lo ignoré completamente, luego iba a poder reclamarme todo lo que quisiera.
Quería un poco de paz para poder pensar y organizar mis ideas, así que terminé sentado en los jardines principales de la universidad. El tiempo pasaba, y yo me seguía cuestionando si estaba bien lo que había hecho. Sé que dije estar seguro de mi decisión, pero aún así, no podía evitar sentir que las cosas no estaban bien.
Mi soledad se vio fuertemente interrumpida cuando algo me dio un ligero golpe en la cabeza. No pude evitar soltar un quejido y llevar una mano a la zona donde había sentido el pequeño golpecito. Al levantar la vista, me encontré con unos ojos verdes como el jade.
—Te encontré —Mu se encontraba a mi lado, y me ofrecia una caja de jugo; supongo que con eso me había golpeado, mientras me sonreía—. ¿De quién te estás escondiendo?
—Gracias —respondí, tomando la pequeña caja—. ¿Qué te hace pensar que me escondo?
—Tu repentino abandono a Sorrento —mencionó, sentándose a mi lado.
—Así que ya te lo dijo.
—Llegó llorando conmigo, narrando como lo habías ignorado y dejado a su suerte. Te estaba buscando para poder regañarte.
—Supongo que tendré que disculparme con él —rasque mi cabeza, pensando en lo que me esperaba.
—Eso sería muy lindo de tu parte. Me ahorrarías el regaño —bromeo, y sonreí con ello, pero todo indicaba que algo estaba mal con mi cara, ya que Mu me observaba con cierta preocupación sin dejsr que su gentil sonrisa se esfumara—. ¿Te sucedió algo?
—Nada en especial.
—Kanon —levantó una ceja, lo que me hizo saber que no me iba a creer la mentira.
—¿Qué me delata?
—El hecho de que te conozco el tiempo suficiente como para saber cuando algo te pasa.
—Supongo que cualquier palabra que no sea cierta será usada en mi contra.
—Cómo siempre —sus palabras me hicieron soltar un suspiro—. ¿Saga?
—No... bueno, no del todo. Es algo más personal.
—¿Julian? —mi silencio fue la mejor respuesta que se me ocurrió dar en ese momento, y con ello lo dije todo—. Sabes, hace tiempo que tú y yo no salimos a solas—mencionó, cambiando completamente el tema, algo que no me molesto en lo absoluto.
—Tienes razón, ¿Cuándo fue la última vez?
—Sin contar las fiestas... no lo sé. ¿No te sientes desorientado?
—Un poco. Todo ha sido muy extraño últimamente.
—Bueno, ya crecimos. Aún no tenemos la corteza prefrontal bien formada, pero sin duda ya no somos adolescentes.
—Tienes razón —algo en esas palabras me hizo sentir estúpido—. Entonces, ¿quieres que salgamos?
—Pensé que nunca lo preguntarías —contestó, dandome un pequeño codazo—. Le robaré las llaves de la moto a Milo.
—Yo manejo está vez, ¿de acuerdo?
—En tus sueños, chico coladera.
Ambos nos reímos, y por un momento, olvidé mis deseos por estar a solas.
Por la tarde, me dirigí al laboratorio donde se encontraban los animales del area de biología, con la esperanza de encontrar a Julián, pero no tuve suerte. Lo único que encontré fue una nota de él excusándose por su ausencia, y al final de esta, un número de teléfono. Obviamente, sabía a quien le pertenecía.
Al caer la noche, Mu y yo nos reunimos para poder ir a nuestro destino. Luego de dos horas en una sala de cine, terminamos en un mirador, con bebidas en nuestras manos y sentados frente a la moto de nuestro amigo.
—Estuvo horrible —mencionó, refiriéndose a la película.
—Vamos, no estuvo tan mal.
—Menciona algún aspecto rescatable.
—Bien, tienes razón, estuvo horrible. Pero pudo haber estado peor —un bufido de parte del peli lila fue mi respuesta—. Las risas no faltaron.
—La próxima vez yo escojo la película. Tú siempre tomas malas decisiones —aquellas palabras me habían atacado en todo sentido.
—Lo sé —dije, con cierto desánimo.
Un silencio corto se formó entre nosotros, siendo el sonido del viento y el de Mu tomando de su vaso ya vacío lo único que se escucho.
—¿Creés que lo de Julián también es una mala decisión? —nuevamente, el silencio domino por algunos segundos.
—No se te escapa nada, ¿verdad?
—Ya sabes, tengo tacto para esas cosas —recalcó lo que ya sabia perfectamente—. No hagas nada de lo que no estés seguro, ¿cuál es tu posición al respecto?
—Estoy seguro... pero no puedo evitar seguir cuestionandome.
—Ya no somos adolescentes.
—Lo sé.
—Tu drama es demasiado adolescente.
—Lo sé.
—Aunque sin duda es un buen contenido para una historia escrita por un adolescente. "Un chico enamorado de su hermano de sangre empieza a salir con su profesor para olvidarse de él."
—Si lo dices de esa forma suena demasiado turbio.
—¿Y no lo es? —en su tono de voz se podía percibir un toque de burla—. La cereza del pastel sería que terminara en un trío poliamoroso.
—¡Ya deja de decir cosas tan incómodas! —halegue, escuchándolo reír.
—Perdona, pero alguien tenía que decirlo.
—Eres de lo peor.
—Y aún así me quieres —mencionó, con la seguridad que yo no tenía. Sin poderle negar nada, me limité a sonreír—. Me alegro que hayas decidido darte una oportunidad con alguien, aunque ese alguien sea tu profesor. Felicidades, eres todo un asalta tumbas.
—¿Puedes dejar de mencionar eso? Ya sé que tengo gustos muy extraños, no me lo tienes que recordar —una risita salió de los labios de mi amigo.
—¿Cómo piensas que reaccionara Saga al respecto?
—Es lo que menos me preocupa por ahora. No quiero que nadie se entere.
—¿No piensas decírselo a los otros?
—Si, pero después.
—¿Cuanto tiempo crees que les lleve darse cuenta de ello?
—Conociendolos... no mucho.
—Bueno, sabes que yo no diré nada hasta que tú quieras.
—Lo sé... ¿Creés que vaya a funcionar?
—Funcionara solo si así lo quieres... y si no, tocará comer helado juntos.
—No puedo pedir mejor consuelo.
Ambos nos limitamos a sonreír, y sin poder evitarlo, pose mi cabeza en el hombro de Mu, y él posó la suya en mi cabeza.
Regresamos al campus un poco después de eso. Estacionamos la moto de Milo en el lugar que le habían dado para ello y caminamos hasta los dormitorios. Íbamos hablando de cosas tontas, y todo indicaba que la noche terminaría de manera tranquila, o al menos así era, hasta que llegamos al edificio.
Tanto Mu como yo nos detuvimos de golpe al ver a la persona sentada en las gradas de la entrada del edificio. No entendía que estaba haciendo él ahí, pero el sentimiento de rechazo que sentía por ese castaño se presentó de inmediato.
Continuará...
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