Capítulo 36. Amaterasu.
Era una mañana ajetreada en la entrada principal de la ciudad de Orario. Cajas se movían de una pila de las mismas hacia el interior de los carruajes. Los caballos que tirarían de ellos estaban siendo alimentados y alistados para lo que parecía tratarse de un viaje largo a vísperas de iniciar.
-¡La comida debe ir aquí, no confundan las cajas ni las dejes hasta atrás o será un problema sacarlas al acampar!-Avisaba una hermosa joven de cabellera celeste mientras en su mano sostenía una lista donde apuntaba lo realizado. Una bitácora de actividades, mientras señalaba al carruaje más grande de los ejemplares a pie de calle.
-¡Hai! ¡Hai!-Una Chienthrope, acompañada de un hombre bestia, asintieron, siguiendo las instrucciones de su capitana.
A la distancia, una bella elfo de cabellera rubia y puntas verdes observaba a su amiga dando las órdenes.
"Tan diligente como siempre, Asfi" Pensó. Ha estado presenciando a la peliceleste ir y venir sin detenimiento para que la logística del viaje sea cubierta pulcra mente y de ese modo evitar retrasos e incidentes.
Miró a un lado y notó, unidos en varios grupos, a quienes partirían junto a ella.
Astrea, Hestia, Hermes y Takemikazuchi discutían sobre la ruta a tomar, sosteniendo un mapa para tener una buena referencia de los caminos posibles.
Haruhime, Ouka, Mikoto y Chigusa lucían emocionados por regresar a casa después de un largo periodo de tiempo. A la conversación se unía a Aisha cual hermana sobreprotectora, rodeando a la renard con su brazo como si de algo cotidiano se tratara,
Daphne, Cassandra, Welf y Lili discutían con cierta fuerza. Aunque mejor dicho eran la primera y la última nombradas quienes lo hacían. La peliazul y el herrero se limitaban a ser espectadores.
No eran vacaciones ni mucho menos tiempo de ocio. El compromiso que los reunía en ese punto a primera hora del día era una misión hecha y derecha que se les fue asignada por parte del mismísimo Dios de Orario, Urano-Sama.
Así que, por obvias razones, el tema de conversación entre la humana y la hobbit era el dinero que les correspondería.
No era fácil discutir de ese tema con Liliruca, ella es un hueso duro de roer pero Daphne tampoco se quedaba atrás.
Ryuu soltó una risita de incredulidad al verlas en desacuerdo por algo tan banal.
-No importa la misión o la circunstancia. Esas dos no dejan de pelearse cuando de dinero se trata-Comentó, cruzándose de brazos.
Por un breve momento sus ojos dolieron. Empleando las yemas de sus dedos índice y pulgar, se frotó los párpados y suspiró.
"Ha sido así desde hace unos días. Me siento realmente agotada" Pensó la elfo con cierta molestia.
Movió su mano directo a su vientre y lo acarició con cariño.
"Mami está sufriendo los síntomas de sus gestaciones, queridos" Dijo mentalmente, sonriendo mientras agachaba la cabeza.
-¿Sucede algo, Ryuu? ¿Te sientes bien?-Bell, propio de un futuro padre preocupado, trotó hacia ella tras percatarse de lo que hacía, sospechando alguna clase de malestar por su parte y cuestionándole sobre su estado.
-¿Uh? No, no pasada nada y sí, me siento bien ¿Por qué preguntas?-Interrogó la rubia tras responder a las preguntas de su amado.
-¿Estás segura?-Insistió el albino, ya frente a ella.
Acercó la mano al rostro de la chica y lo acarició con suavidad.
Ella sonrió, disfrutando del contacto piel con piel y frotándose como un gato.
-Sí, estoy segura. Fue un pequeño cansancio. Desde hace casi media semana me ha dolido mucho la cabeza. Ha de ser por las pocas horas de descanso al palenque el viaje, no hay razón para preocuparse-Respondió, sujetando la mano libre de su amado y posando la restante sobre la que la tomaba del rostro.
-Eso no es algo que podamos ignorar, querida. Si te molesta mucho podemos cancelar el viaje. Sé que es una misión impuesta por Urano-Sama, pero me es más importante tu salud-Dijo el conejo, comprensivo y apoyando a su pareja.
Debido a su estado, la chica era presa de varios problemas de salud a los que se vería arriesgada al cambiar de entorno y hábitos mientras su cuerpo se adaptaba a las vidas que se creaban en su interior. Era obvia la sobreprotección de su novio al considerar esos factores.
La distancia entre ese país y Orario no era nada a despreciar. En carruajes podrían tomarse hasta cuatro días y acampar en medio de la nada en las noches para descansar era peligroso gracias a los ladrones en las zonas más alejadas de la civilización, quienes buscan una presa para despojarla de sus pertenencias.
-No es nada, insisto. Prometo que si durante el viaje hay algún problema, te lo haré saber ¿Si? Lo único que lamento es que vayamos al lejano oriente por obligación más que por vacaciones. Haruhime lucía muy entusiasmada de mostrarnos las maravillas de su lugar de nacimiento y no seremos capaces de disfrutarlo en todo su esplendor-Respondió la elfo, mirando atrás del conejo, donde la susodicha renard se movía de un lado a otro para apoyar a los viajeros producto de su emoción y prisa de partir.
Bell también dirigió su atención a la bella rubia demi humana de su familia.
-Ella luce de todo menos decepcionada. Quizás le da igual las condiciones del viaje, solo desea realizarlo. Además, tengo la ligera sospecha de que dentro suyo hay un motivo más profundo que el puro gusto de volver a sus raíces. Tal vez tiene que ver con sus padres-Comentó, cambiando su expresión a una repleta de seriedad.
-Sí. Es como si en lo profundo de su ser hubiese un asunto pendiente. Un objetivo a cumplir. Conociéndola dudo que se trate de venganza. Es probable que desee demostrar lo mucho que ha avanzado desde su abandono. Podrá parecer tan frágil pero en realidad se ha vuelto muy fuerte-Expresó Ryuu, mirando con una sonrisa repleta de orgullo a la joven.
Su pasado trágico era de su conocimiento. Esa renard ha sufrido infinidad de decepciones y desprecios desde que era una simple niña. A pesar de perder la esperanza de un brillante mañana, la pudo recuperar y no permitiría que nadie borrara su felicidad, su alegría.
En parte a Ryuu le recuerda a ella misma. Ambas perdieron el rumbo y las ganas de vivir, dejando que el destino decidiera lo que los esperaba así sea trágico o no.
Y... las dos fueron salvadas de esa oscuridad por el mismo hombre. Aquel, hombre que ahora sostenía su mano y de quien se enamoró perdidamente.
-Derroquemos a esa Diosa loca y creemos recuerdos permanentes en nuestras mentes, y corazones. Da igual que sea una misión, eso no nos exime de disfrutarlo-Declaró la fémina, sonriéndole tiernamente a su novio, abrazándolo.
Él correspondió al gesto. Se tambaleaban de un lado a otro de forma tierna y controlada. Estaban inmerso en su propio universo, uno que compartían repletos de amor y gusto por la existencia del otro.
Mientras esto sucedía, Bell percibió el acercamiento de cierto dios de cabellera color melocotón. Lucía claramente frustrado y agotado, algo impropio de él que siempre se comporta como un bufón al cual es difícil callar.
-¿Por qué parece muerto en vida, Hermes-Sama? ¿Qué le hicieron Astrea-Sama y Hestia-Sama?-Cuestionó el albino ante el decaído estado de la deidad.
-Yo no quiero hacer este viaje...-Musitó con claras señales de trauma.
El par de tórtolos ladeó la cabeza en señal de confusión.
-¿Por qué?-Interrogó el conejo.
-En primer lugar ¡SOLO NOS DISTE TRES DÍAS DE ANTELACIÓN PARA PREPARARLO TODO!-Gritó Hermes con cólera mientras una vena se inflaba en su frente y su piel se enrojecía.
Bell recibió el reclamo, inclinándose hacia atrás por la potencia de voz.
-En segundo lugar. Estoy casi seguro de que si piso un solo grano de arena del lejano oriente, Amaterasu me hará picadillo y créeme que no tengo muchas ganas de morir en el futuro cercano-Adicionó, sembrando confusión en ambos al mismo tiempo que su volumen de voz se reducía y sus ojos se perdían en el suelo como si tan sólo rememorar el pasado significara un trauma imborrable.
¿Por qué Hermes y Amaterasu tienen una relación tensa que es capaz de preocupar y aterrar al primero de estos?
-Y por último, prácticamente estoy perdiendo más dinero del que ganaré al invertir en más carruajes para llevar a tanta gente. Mi familia no es tan numerosa por lo que no tenía tantos. Por cierto, te pasaré la factura al regresar a Orario-Finalizó, susurrando eso último al oído del albino. No parecía estar bromeando, al contrario, jamás había hablado tan en serio en su vida.
Sudor frío se deslizó por la espalda del muchacho.
-¿C-Cómo esperas que pague si no tengo ni un vali? Y si los consigo van para pagarle a Airmid quien estará cuidando de Ryuu a lo largo de su embarazo. Eso sin contar los gastos que vendrán después de que los niños nazcan-Dijo con la voz temblorosa y metiendo la mano en su bolsillo para sentir su bolsa de dinero casi vacía. Las finanzas del conejo, a pesar de ser un aventurero de élite, parecían cada día peores.
Hermes posó la mano encima del hombro del muchacho, presionándolo. No estaba sujeto a negociaciones.
-¡Es por eso que yo también iré! ¡Me encargaréis cuidar a mi hermosísima Ryuu!-La alegre y enérgica voz de una joven rompió la tensión entre los presentes, avisando de su llegada.
Se trataba de Syr Flova, la mejor amiga de Ryuu, quien apareció en escena con un hermoso vestido blanco y un sombrero de paja.
-Hermes, no te preocupes por los gastos. Yo te lo pagaré, así que deja de arruinar mis vacaciones-Dijo la peligris, amenazando con una sonrisa aterradora el dios.
Un escalofrío recorrió la espalda de este último.
-H-Hai...-Respondió.
-¡Ryuu-Chan! ¡No te preocupes por nada! ¡Yo seré quien te cuide y atienda en todas tus necesidades!-La chica salto y abrazó a la rubia, sacudiéndola de un lado a otro como si de una muñeca de trapo se tratase.
Ryuu era movida por su amiga sin cesar. No le llevaba la contraria a pesar de que no le agradaba la sensación.
-¡Veras que te cuidare muy bien! Admito que cuando me invitaron me emocione mucho y luego me asusté ya que no sé mucho sobre el cuidado de una embarazada, pero...-Syr comenzó a hablar sin ningún detenimiento.
-Sigo creyendo que no fue buena idea traer a Syr en vez de Airmid para cuidarte. Sé que a diferencia de ella, no nos cobrará por los cuidados y podremos ahorrar dinero, pero...-Bell le susurraba aquello a su novia al oído para que no sea escuchado por la persona de la que hablaba, revelando el motivo de la unión de la peligris al viaje.
-No estamos en posición como para invertir tanto en cuidados prenatales. La familia Dian Cecht nos habría quitado hasta la mansión si les pedíamos por semana y media a Airmid. Como le dijiste a Hermes-Sama, el dinero no es un bien que nos sobre ahora mismo-Replicó la elfo entre murmullos, del mismo modo que su novio.
Tras estar breve conversación, devolvieron la atención hacia la peligris quien no frenaba su relato.
-¡Es por eso que me puse a leer manuales y libros sobre los cuidados durante el embarazo en estos últimos días! ¡Seré incluso mejor que la misma Dea Saint para mantenerte segura!-Vociferó con vehemencia y orgullo la susodicha, inflando su pecho y posando las manos en la cintura.
La pareja intercambió miradas y una gota de sudor bajó de sus frentes.
-Y mi primer acto como tu doctora será...-La chica se retiró el sombrero y lo puso en la cabeza de la embarazada.
-¿Eh?-Ryuu miró el sombrero de paja, con curiosidad.
-¿Por qué me lo das?-Preguntó.
-Debo impedir que los rayos del Sol te den directo. Si no te proteges de ellos puedes desarrollar daños irreversibles en tu piel que pueden incluso afectar a tus bebés-Explicó la chica, poniendo en acción sus enseñanzas y ardua lectura.
La chica abrazó el brazo de la rubia.
-¿Eh? ¿Sol? Pero si vamos a estar al interior de los carruajes hasta el anochecer-Dijo el albino, dudando de la utilidad del sombrero.
Syr negó con la cabeza.
-Los rayos del Sol pueden atravesar los espacios entre las maderas. En verdad no sabes nada, Bell-Replicó. Mirándolo como si fuese un ignorante.
-¿P-Por qué me tildas de idiota?-Preguntó el conejo.
-Por cierto Syr ¿Irás sola? ¿No te acompañará algún miembro de tu familia?-Cuestionó la elfo, cambiando de tema .
-Por supuesto que iré sola. Incluso yo necesito tiempo lejos de ellos-Respondió la antes nombrada, pegando la mejilla a la de su amiga.
-¿No la última vez que saliste sin supervisión derrocaste a un rey en un país desértico?-Hermes interrumpió.
Esto no era conocido por la pareja, quienes voltearon hacia ella.
Syr comenzó a silbar, fingiendo demencia.
-¡En fin! ¡Vámonos Ryuu, necesitamos reservar el carruaje más grande! ¡Es importante que tengas el suficiente espacio como para estar cómoda!-Syr jaló a la elfo, ignorando lo dicho por el dios viajero antes de que se le juzgara.
-¡E-Espera, Syr!-Pedía la chica, oponiendo resistencia.
Syr siguió jalando con todas sus fuerzas, sin moverla ni un centímetro.
-Te veré adentro-Dijo la rubia.
-Sí, me encargaré de unas cosas y entraré-Respondió Bell.
*Mua*
Se despidieron con un beso y por fin Ryuu dejó de oponer resistencia, permitiendo ser arrastraba por la insistente peligris.
Tanto Hermes como Bell permanecieron de pie, observando al par de chicas retirándose.
-Freya es realmente peligrosa sin supervisión. Me niego rotundamente a ser quien reciba las consecuencias de las tonterías que haga-Expresó el primero de ellos.
-Dudo que cometa alguna locura. Conociéndola, estará demasiado ocupada atendiendo las necesidades de Ryuu. Podrá ser muy impulsiva pero en verdad la quiere-Comentó el segundo, no tan convencido de lo que decía.
Se quedaron en silencio por un breve periodo de tiempo.
-Así que la razón por la cual te ordenaron derrocar la tiranía de Amaterasu es porque el calabozo los tiene marcados tanto a ti como a Ryuu-Mencionó el dios, tratando de confirmar el motivo que se le comunicó para ser embarrado en la misión.
-Sí-Bell fue breve al responderle, afirmándolo.
-¿Y cuándo planeas contarle eso al resto de tu familia? No creo que sea idóneo guardarles el secreto. Es mejor hacerlo pronto antes de que sea demasiado tarde. Ponte de acuerdo con Hestia y Ryuu para decirles-Preguntó y sugirió la deidad.
El ceño del joven se frunció.
-No me agrada la idea de mantenerlo en secreto. Es un asunto que les incumbe y puede traerles consecuencias. Pero informarles de ello cuando ni Urano-Sama ni yo estamos seguros de que sea verdad sería alimentar y avivar el pánico. Sería contraproducente. Por ahora solo me concentraré en cumplir la misión y cuando vuelva me encargaré de ese asunto. Lamento haberle pedido que nos llevara y acompañara sin considerar los problemas que le daría-Bell respondió y se disculpó ante Hermes, quien rápidamente negó con la cabeza.
-No te preocupes. Mi enojo desapareció cuando Freya dijo que repondría los gatos. Eso sí, si acaso nos topamos con Amaterasu y ella pregunta por mí, más te vale decirle que me quedé en Orario. No planeo ni siquiera salir del carruaje después de que entremos a sus dominios-Expresó Hermes con un semblante de miedo que reflejaba tantos traumas y miedos que sería difícil cuantificarlos.
-¿Qué demonios fue lo que le hizo a esa Diosa como para que lo odiara tanto?-Cuestionó el chico.
-Hay cosas que es mejor guardarse para uno mismo. Adiós-Contestó el castaño, retirándose.
En completa soledad, Bell dirigió su mirada a lo que alcanzaba a ver de Orario.
Desde lo alto se alzaba la gran Torre de Babel, la cual fue construida justo arriba del calabozo.
"-Tártaros puede estarse enfocando en un futuro distante en el que ustedes estén involucrados y su existencia peligrando. De no ser ustedes los que produzcan aquello, probablemente sea su descendencia o allegados. Al tener el ojo de Cronos, él sería capaz de visualizar el futuro cercano-".
Las palabras de Urano fueron recordadas, causando malestar en su interior.
Tan solo imaginarse el escenario en el que las teorías del Dios fuesen reales lo llenaba de miedo hasta la médula. Su cuerpo temblaba al saber que debajo de la Torre de Babel estaba aquel ser que deseaba arrebatarles la vida a las dos personas que, a pesar de que aún no nacen, amará incondicionalmente.
"Los monstruos se hicieron más fuertes, inteligentes. Después de hablar con Urano lo comprobé al entrar y pelear. Pero... ¿Por qué nosotros, simples mortales, estamos bajo su mira? Aventureros más fuertes han existido y no han conseguido descubrir los misterios que esconde. Gente mucho más experimentada y letrada no ha obtenido respuestas. Pero ahora nada de eso importa porque parece ser que le asustamos tanto como él a nosotros" Pensó. No existe nada más aterrador que el desconocimiento de lo que vendrá.
El futuro que tanto añora puede peligrar. Las metas que se ha trazado se pueden truncar y la felicidad que desea compartir al lado de su amado puede ser borrada.
De pronto su mente divagó, recordando lo sucedido posterior a su visita en los aposentos del Dios de Orario.
Flashback.
-¿Que te pidió qué?-Preguntó Eina, incrédula ante lo que acababa de escuchar.
-Derrocar a Amaterasu-Sama. No sé qué tan buena de si uno sea hacerlo teniendo en cuenta que es la monarca de una nación extranjera. Pero ¿Qué podía hacer?-Respondió Bell, suspirando pesadamente mientras se frotaba los párpados en clara señal de cansancio acompañado de las bolsas oscuras debajo de sus ojos. La noche anterior no descanso absolutamente nada.
El albino se había retirado de donde el dios de Orario, Urano-Sama, residía. Cuando pidió explicaciones sobre lo ocurrido en el calabozo no pudieron llegar a una respuesta en concreto que los satisfaga. Como medida preventiva, la deidad le ordenó mantenerse lejos del calabozo hasta que las cosas se calmen, por lo que, al enterarse de que planeaba un viaje al lejano oriente, decidió encargarle un pendiente que tenía desde hace mucho.
Una nación extranjera donde rige aquella diosa tirana que hace y deshace a su antojo las leyes sin pensar en las personas que habitan sus aposentos. Ha sido un mal semejante al de Kali en Telskyura. En esta ocasión no podría contar con la familia Loki dando la alza en la actividad del calabozo, por lo que, a pesar de que Bell y su familia casi mueren en la misión anterior en búsqueda del rescate de Fels, decidió darle otra, esperanzado de que esa no conllevara tantos riesgos como su predecesora.
-Hay tantas cosas que están mal en lo que me dices. Podrá tratarse de él, sin embargo, debiste negarte. Hay demasiados asuntos e implicaciones políticas que podrían causar la intervención de aventureros de Orario en el lejano oriente. Y eso que es suponiendo que Amaterasu-Sama no tome represalias de sentirse atacada. El lejano oriente es un país enorme y si bien no cuentan con aventureros al nivel de los de aquí, poseen grandes números que lo compensa-Explicó la semi elfo, acomodándose las gafas, preocupada por las moles de posibilidades que tenia ese asedio de salir mal.
-Lo sé, lo sé. Estoy perfectamente consciente de ello. Además, mis heridas no han sanado completamente por lo que no habrá mucho que pueda hacer de complicarse las cosas. Además, no me agrada la idea de llevar a Ryuu a ese lugar estando embarazada. Sin embargo...-La mente del conejo divago en medio de su contestación.
"-Sí... ¿Qué tal te suena el nombre de "Kaori Gojouno"?-" La revelación hecha por parte de Hedin-Sensei, como el joven lo llamaba, permanecía presente en su cabeza.
La hermana de Kaguya Gojouno, una de las queridas amigas de la elfo, estaba presa de la voluntad de Amaterasu sin conocer el destino que la pelinegra sufrió a manos del Juggernaut. Sin enterarse de el fatídico final de su hermana mayor.
-Sin embargo, algo me dice que me arrepentiré si no voy-Adicionó a su respuesta anterior, mirando con decisión a la asesora sentada justo enfrente de él con una expresión complicada, como si se esperara que dijese eso.
Eina suspiró con pesadez.
-Al menos me reconforta saber que lo piensas detenidamente. En otras ocasiones te lanzarías al peligro sin considerar los riesgos. Habla muy bien de ti ese cambio-Mencionó.
-Sí. Soy plenamente consciente de lo impulsivo que puedo llegar a ser. No obstante, ahora mismo hay dos vidas en Ryuu que dependen de mí y no debo seguir actuando así de imprudente sin considerarlos. Si bien siempre tengo en mente a mi familia, mis seres queridos, antes de cometer locuras, pensándome dos veces el riesgo que mis acciones podrían conllevar, ahora debo hacerlo más-Contestó el albino, comunicando la raíz de esa señal de madurez en su declaración.
Los ojos de la castaña se abrieron en demasía ante esto.
Tras un par de segundos sonrió.
El Bell que conoció desde el día uno ha evolucionado, ha crecido. Y ella no podría sentirse más orgullosa de eso.
-Que digas que al considerarnos piensas dos veces tus acciones no habla muy bien de nosotros como limitantes. Por favor, al menos detente a debatir cuatro o cinco veces mínimo lo que harás. Es solo una recomendación-Expresó la asesora aún sonrieron aunque lanzando ese comentario con cierta molestia al inicio.
-Jejeje...-Bell soltó una risa repleta de nerviosismo.
-No te rías, solo hazlo-Ordenó la asesora con vehemencia.
-Prometo que así será. Quiero proteger a quienes amo. Quiero proteger a Ryuu y a mis futuros hijos, es mi deber como el padre de la familia. Deseo mantener esta felicidad por el resto de nuestras vidas porque no recuerdo la última vez que me sentí parte de una familia consanguínea. Si bien Hestia-Sama siempre será como una madre para mi... me emociona la idea de ver a dos niños con mis rasgos corriendo y riendo-Los mas puros sentimientos del conejo se filtraban en sus palabras. Una imagen mental cruzó en su subconsciente, una vida feliz que se trazó como meta alcanzar.
La semi elfo posó el puño encima de su pecho.
En el sillón en el que su aventurero al cargo se hallaba, apareció la imagen de él mismo pero recién llegado.
Cuerpo, semblante, aura. No quedaba nada de él más que esa inquebrantable voluntad.
Una de las cosas que más aman las asesoras de su trabajo es presenciar el ascenso de sus aventureros. Era inevitable pensar en lo mucho que el suyo ha logrado.
-Me encargaré del papeleo y los permisos para el viaje. Solo avísale a tu familia y amigos, es posible que no tengan mucho tiempo para partir porque durante la noche de luna llena que habrá en una semana se les impide retirarse de la ciudad por temas de inseguridad. Tenlo pendiente-Comentó la castaña, ofreciendo su apoyo en esta nueva travesía mientras se ponía de pie, casi finalizando la reunión.
-¿Luna llena? ¿Inseguridad? De todas maneras gracias, Eina. Les informaré sobre eso-Surgieron algunas dudas en Bell, las cuales decidió ignorar y agradecerle a la semi elfo.
Ambos se vieron y sonrieron. No había una relación de amistad con mayor confianza que cada uno sostuviera que no fuese con la persona delante suyo.
¿Y cómo no tenerla? Si se han conocido desde que el albino arribó. Se han apoyado mutuamente desde que todo comenzó.
-Paso a retirarme, Eina-Dijo el conejo, dándole una pequeña reverencia antes de darle la espalda.
-Nos vemos. Vuelve mañana a primera hora para avisarte sobre la fecha de partida-Respondió la susodicha.
Bell se dio la vuelta pero, antes de posar la mano encima de la perilla para abrir la puerta, algo lo detuvo.
Un escalofrío recorrió su espalda.
"-¿Acaso quiere decir que estar con ella es lo que causó que el calabozo nos tuviese como objetivo?-" Rememoró la pregunta que le hizo a Urano.
"Hay algo que debo confirmar" Pensó, retirando la mano de la perilla y girando nuevamente hacia Eina.
-¿Uh? ¿Sucede algo, Bell?-Preguntó esta última.
-Eina, sé que sonará extraño, pero ¿Podrías venderme un kit básico de aventurero? Con solo las dagas me basta-El joven realizó una solicitud extraña.
-¿Are?-La castaña ladeó la cabeza, confundida.
Los minutos transcurrieron. El albino abandonó el gremio tras ser cumplido su pedido.
Su respiración era agitada. Avanzaba a gran velocidad al interior del calabozo como si de una bestia desatada se tratase.
Armado únicamente con una daga sencilla, las cuales no usaba desde que consiguió la daga Hestia, se enfrentó a los peligros que le aguardaban ahí.
*¡SLASH!*
Un goblin fue desarmado al desprenderse su brazo del resto de su cuerpo y...
*¡SLASH!*
La punta del arma se incrustó en su pecho.
No tardo mucho en desaparecer y dejar únicamente una piedra mágica tirada en el suelo.
A pesar de que lo derrotó, los gruñidos y jadeos de los monstruos corriendo a su dirección no dejaban de resonar en sus oídos en diferentes puntos de donde se ubicaba.
Era como si lo rodearan. Como si un grupo de hormigas fuese en busca de un cubo de azúcar abandonado en el suelo.
"Vienen más" Pensó el conejo, agudizando la mirada y aumentando la fuerza en el agarre del mango de la daga.
En un abrir y cerrar de ojos salió corriendo hacia donde las pisadas se originaban.
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
Antes de que siquiera los goblins y kobolds fuesen capaces de reaccionar, se les asesinó. Como en el caso anterior, solo dejaron piedras mágicas regadas en el suelo.
Los brazos y las piernas del muchacho ardían en puntos específicos debido a las suturas que tenían.
Las quemaduras en sus manos producidas por los rayos de energía absorbida en el último ataque del Udaeus irregular comenzaban a sangrar, señal de que la piel en esa zona volvía a vascularizarse.
-¡Tch!-El ardor lo sacó de su trance, de su concentración.
Miró sus manos impregnando de aquel líquido rojo la madera que precedía la larga hoja de metal.
De repente, durante todo esto, una mirada le causó escalofríos e instintivamente volteó.
Ahí estaba un único goblin mirándolo fijamente. Permanecía de pie sin aparente intención de pelear.
Los ojos del conejo se abrieron en lo máximo de su capacidad cuando este comenzó a abrir la boca, intentando comunicarse. O al menos esa fue la impresión que él tuvo.
Recordó a los Spartoi rodeándolo al igual que a los Barbarian cargando en contra suya mientras gritaban su nombre y el de Ryuu.
Su respiración se alteró y el agarre al arma vaciló. Su brazo temblaba producto del miedo y él mismo dolor que le provocaba pelear tan libremente cuando sus heridas aún no eran curadas por completo, aunado al esfuerzo sobrehumano que hizo la noche anterior.
Las paredes comenzaron a acercársele, al menos en su imaginación.
La distancia que lo separaba de las frías rocas a su alrededores se reducía, como si quisiesen aplastarlo.
-¿P-Por qué no puedo moverme?-Interrogó, tragando saliva y tratando desesperadamente de forzarse a actuar.
El goblin continuaba ahí.
Bell esperaba a que su nombre o el de su amada pareja fuese expresado por él. Si eso pasara podrías confirmar que el calabozo en serio los tiene marcados.
Sin embargo, aún conociendo lo que obtendría de ello, le aterraba conseguir la respuesta.
El aire en su interior no se mantenía. Su pecho era presionado como si una enorme roca le hubiese sido puesta encima.
-B...-Una letra fue emitida.
El muchacho cerró los ojos.
Sus músculos estaban completamente tensos.
"¡MUÉVETE! ¡MUÉVETE! ¡MUÉVETE!" Gritaba en su interior.
De repente escuchó pisadas.
La criatura corría hacia ėl, queriendo atacarlo.
-¡MUÉVETE BELL!-Alzó la voz, reaccionando.
Sus párpados se despegaron y, usando toda su fuerza sin mediciones o contenciones, atacó.
*¡SLASH!*
*¡BOOOOOOOOOOOOOOOM!*
Corrió a máxima velocidad hacia el goblin. De un solo corte lo hizo pedazos y el tajo en el aire alcanzó incluso la pared detrás de él, despedazándola.
El monstruo se convirtió en humo. La piedra mágica cayó aunque no fue lo único que se tiró al suelo.
Las rodillas del conejo azotaron la fría piedra. La parte superior de su cuerpo se precipitó hacia la misma, siendo detenida por sus codos.
Inhalaba y exhalaba con irregularidad.
Agarraba su pecho, del lado izquierdo, con la mano.
Su corazón latía intensamente, como si se fuese a salir. Tanto así que era capaz de oír el retumbar en sus oídos.
El calabozo permaneció en un silencio sepulcral. Los monstruos abundantes en esa zona del mismo no se generaban.
El miedo al calabozo se convirtió en terror y pánico.
El conocer que ese ser buscaría asesinarlo lo intranquilizaba a tal punto que lo volvía un completo inútil.
Sin embargo...
-¡UGH!-Bell frunció el ceño.
-¿Cuántas han sido las veces en que he sentido miedo y me he levantado?-Cuestionó, poniéndose de pie lentamente.
No dejaría que nada le sucediera a quienes ama. Tampoco a sí mismo.
Pelaría y pelearía hasta el cansancio. Hasta cumplir su sueño.
Caminó hasta adentrarse a pisos más abajo de donde se hallaba.
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
Los monstruos caían uno a uno sin que fuese capaces de reaccionar.
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
Eran masacrados como si de simples objetos inanimados se tratase. Sus vidas finalizaban en un abrir y cerrar de ojos. Sin dolor ni sufrimiento, solo rápido y preciso.
El cuerpo del conejo se movía a gran velocidad.
"No me rendí cuando fui salvado por ese minotauro" Pensó.
Las memorias de aquel día en el que por primera vez peligró su vida fueron proyectadas en su subconsciente.
"A pesar de tener miedo, peleé. Aún cuando la desesperación me ganaba, me puse de pie y salí victorioso" Adicionó.
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
"Tuve miedo. Pero nada me asustaba más que perder. Y ahora más que nunca... ¡NO LO HARÉ!".
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
"No volveré a ser débil. No me daré el lujo de serlo. Tengo que ser fuerte... ¡TENGO QUE SER EL MÁS FUERTE!".
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
"¡PORQUE SÓLO ASÍ SERÉ CAPAZ DE PROTEGER A QUIENES AMO!".
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
Cientos de piedras mágicas caían al suelo. La sangre se regaba encima de ellas en una escena simplemente sanguinaria.
La mirada del conejo no se retiraba del abismo.
"¡NO ME ARREBATARÁN NADA MÁS!".
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
*¡CRACK!*
La daga poco a poco se desgastaba, casi rompiéndose.
-No importa que sea dios, monstruo o entidad sobrenatural...-Sus pensamientos eran puestos en palabras.
El piso retumbaba mientras un nuevo contrincante aparecía en escena.
Era un minotauro.
Frunció el ceño.
"-¡YO QUIERO SER UN HÉROE!-".
Sus palabras finales antes del choque de fuerzas contra asterius resonaron en su cabeza.
Vio en ese minotauro sin nada en especial a su enemigo. A la bestia azabache. Aquel ser que representaba otro escalón para alcanzar su meta.
Quizás no lo ha superado. Pero sin dudas lo haría.
Sostuvo firmemente la daga a punto de romperse por el desgaste.
Apuntó hacia él.
-Trae a quienes quieras. No obtendrás la muerte de mi parte-Declaró, repleto de confianza. Pero de algún modo ese mensaje no era dirigido al monstruo... si no a quien lo creó.
Vapor salió del hocico de este.
Caminó a ritmo semi lento.
No tenía ninguna prisa.
No tenía ni ápice de duda de que ganaría.
Aún cuando su cuerpo no estaba en sus mejores condiciones, seguía siendo extremadamente fuerte. Un aventurero de primera clase.
Los enormes brazos de la bestia se elevaron encima de su cabeza y...
*¡BOOOOOOM!*
Impactaron con el suelo.
Los escombros volaron.
El polvo fue levantado.
Pero la figura del joven aventurero no se encontraba entre los daños.
*¡SLASH!*
Su daga fue incrustada en el abdomen de la bestia.
Este agachó la cabeza, mirándolo.
-No seré derrotado por nadie-Declaró el conejo.
La sangre brotaba de la herida.
Su cabello cubría la mitad de su rostro. Esos ojos escarlatas brillaban intensamente
-Cumpliré mi promesa...-.
*¡SLASH!*
Incrustó aún más profundo el arma.
La hoja estaba a punto de romperse.
Sonrió.
-Por ella...-.
Ryuu apareció en su mente.
-Por nosotros...-.
Su familia también.
-Por mi...-.
Finalizó.
Si iré ha arriesgado la vida por otros. Pero también debía conocer el valor de la suya.
La daga se volvió roja.
Una enorme temperatura era transmitida por el metal sin derretirse.
La herida del minotauro se cauterizaba pero por dentro sus órganos eran hervidos.
Una única apalabra salió de sus labios.
-Firebolt...-.
*¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!*
El cuerpo de la bestia estalló en cientos de pedazos, impregnando el suyo con la sangre antes de desaparecer.
La daga fue incinerada al no resistir la magia del albino.
-No me arrebatarás nada, Tártaros. Manda a quienes desees. Trae contigo al dragón negro. No importa. A todos y cada uno los destruiré. Jamás borrarás mi felicidad y no ganarás. Si a quienes temes son a mis hijos, ellos nacerán y te derrotarán. Si tu temor es por lo que puedo hacer, entonces cometiste un grave error al provocarme, porque terminaré contigo con mis propias manos-Declaró calmo y amenazante al abismo al que veía.
Y... la completa oscuridad le devolvió la mirada.
Pero eso no parecía importarle al muchacho.
-No te temo. No eres más que un mocoso sediento de poder. Así que... prepárate cuando recibas tu golpe de realidad y pierdas-.
-Lo juro-Finalizó, dándose la vuelta y retirándose de ahí.
El calabozo tembló.
Trozos de roca caían del techo.
No obstante... no fue capaz de hacer nada. Incluso él tiene sus limitantes.
Fin del flashback.
Su mano vendada se manchaba de sangre. Bell seguía concentrado en la gran Torre de Babel, tanto así que no se dio cuenta de que alguien se le acercó.
Una mano se posó en su hombro.
Su piel se erizó tal cual la de un pollo.
-¿Te sientes bien, mocoso?-Preguntó el extraño con una voz fácilmente reconocible por el conejo.
-¡¿HEDIN-SENSEI?! ¡¿MMMMMM?!-Gritó el antes mencionado, siendo silenciado en el acto por el elfo.
Esta acción pareció molestar al rubio, quien presionó demasiado fuerte la quijada del muchacho hasta incluso tronarla.
-Sigues exagerando en tus reacciones. Guarda silencio-Dijo con una vena inflada en su frente y modulando su volumen de voz.
Lo soltó en el acto y limpió su mano con la túnica.
-L-Lo lamento, Hedin-Sensei. Es solo que no me esperaba verlo ¿Qué hace aquí?-Preguntó el joven.
El elfo lo miró con cara de "¿Es en serio?" Como si el solo tener que explicarse le molestara y el hecho de que Bell le preguntase le resultara ridículo.
-Sí, fue una estúpida pregunta. Claramente vienes para cuidar de Syr-Dijo el albino tras darse cuenta de lo que el elfo trataba de darle a entender.
Hedin asintió, confirmándolo.
-Ella no sabe que iré a cuidarla. Por lo que más te vale no revelarlo. Fue un trato que hicimos Hermes-Sama y yo. Él no conoce lo peligrosa que puede ser sin supervisión. Un niño se comportaría mejor que Freya-Sama-Se frotó los párpados con desdén.
-Mis labios están sellados, Hedin-Sensei-Respondió el conejo para tranquilizarlo.
El rubio confió en él y se retiró.
-¡ES HORA DE PARTIR! ¡DEBEMOS LLEGAR AL PUEBLO MÁS CERCANO ESTA MISMA NOCHE! ¡NO QUERRÁN ACAMPAR EN MEDIO DE LA NADA!-Informó Hermes, dando aviso de que pronto se irían.
Las puertas de la ciudad fueron abiertas. El aire fresco de la mañana inundó el ambiente, lleno de promesas y misterios por descubrir. Por primera vez en mucho tiempo, Bell Cranel saldría de Orario. Había llegado el momento de abandonar su nuevo hogar y aventurarse más allá de los límites conocidos.
Con un suspiro, Bell observó cómo sus amigos abordaban sus transportes. Haruhime, Mikoto, Aisha, Lili y Asfi subieron a un carruaje conducido por el siempre astuto Hermes, quien no podía evitar una sonrisa traviesa ante la perspectiva de la aventura.
En otro carruaje, Lucía, Welf, Ouka, Chigusa, Daphne y Cassandra se acomodaron con Lulune al mando.
Hedin, por su parte, viajaba en solitario junto a las provisiones, siendo transportado por el formidable Falgar, el hombre bestia de la familia Hermes.
Finalmente, Bell subió a su carruaje, donde lo esperaban Astrea, Hestia, Syr , Ryuu y Takemikazuchi, que con su usual porte noble, tomó las riendas y se preparó para conducirlos.
-Te ves tenso amor. ¿Pasa algo?-La elfo preguntó, acurrucándose a su lado y tomándolo de la mano.
El muchacho negó.
-Nada. Es solo que, por primera vez desde que llegué, saldré de estos muros. Estoy ansioso y emocionado-Respondió, rascando el costado de su frente y riendo nerviosamente.
-No pasa nada, quiero. Tranquilízate ya que estaré contigo...-La rubia bostezó mientras respondía.
Despertarse tan temprano en ese día habiendo dormido poco o nada en los anteriores le pasaba factura. Se había quedado dormida.
-¡Hum! ¡Síntoma nuevo!-Dijo Syr, apuntando en una libreta la palabra "Narcolepsia".
Llevaba un registro de los síntomas del embarazo que su amiga presentaba para ser capaz de actuar de requerirse.
-Dudo que ese sea un síntoma. Solo tiene sueño-Expresó Astrea.
-¿Por qué viniste, Freya? ¿Acaso quieres hacerle algo a Amaterasu?-Preguntó Hestia con los brazos cruzados.
-¡Ese no es el caso! Si bien no es de mi agrado, los motivos de mi unión a esta travesía es puramente preocupación por mi mejor amiga-Replicó la joven peligris.
El comentario de su diosa hizo que la curiosidad de Bell fuese picada.
-Disculpen...-Bell las interrumpió.
Las tres lo miraron, atendiéndolo.
-Parecen conocer a Amaterasu-Sama. De ser ese el caso, díganme... ¿Cómo es ella?-Preguntó el conejo.
La expresión en las diosas cambió. Intercambiaron miradas entre sí para ponerse de acuerdo en el orden de las respuestas y puntos de vista. Cada una tenía algo que decidir sobre aquella diosa oriental y parece ser que ninguna es buena.
-Es una mujer vil y despreciable. La escoria entre la escoria. Casi comparable a Freya-Dijo Hestia.
-Oye. No me insultes de a gratis, por favor-La ceja de la peligris tembló con enojo y cólera.
Ella posó la mano en el hombro de la diosa con coletas, presionándolo.
-Como iba diciendo-Hestia retiró la mano para continuar con su explicación.
-A diferencia de Freya, Amaterasu realmente desea controlarlo todo-Adicionó.
-¿A qué te refieres, Hestia?-Cuestionó el albino.
-Aunque me cueste aceptarlo, las motivaciones de ambas diosas de la belleza son diferentes. Freya tiene sus propios métodos y razones, siendo el amor la principal, pero Amaterasu... ella no duda ni un segundo a la hora de tomar lo que desea e incluso lo que no. Y si no es posible, asesina a quienes se niegan a su orden-Comentó la pelinegra.
-¿Tan despiadada es?-Interrogó el conejo, abriendo los ojos de sobremanera.
-Sí, es una mujer vil y cruel, sedienta de sangre y amor. No se detendrá ante nada para obtener lo que quiere. Y lo que quiere es ser la soberana de todo y todos-Respondió la diosa del joven, con una expresión complicada.
Bell volteó hacia Astrea y Syr para recibir una confirmación y ellas asintieron en reiteradas ocasiones. No tenían forma de defenderle y tampoco deseaban hacerlo.
-Si bien mis rivales principales eran Ishtar y Afrodita, Amaterasu siempre fue una piedra en el zapato-Syr continuó con el relato. Hablando de sus propias vivencias junto a esa mujer.
-¿Qué quieres decir, Syr?-Bell la miró, interesado y preocupado.
Syr apretó los labios y continuó.
-En todo lo que yo me fijaba, ella lo trataba de destruir solo para probar que era mejor. No era suficiente para ella ser una diosa poderosa y hermosa; tenía que demostrar que era superior en todos los aspectos-Contestó la chica.
Hestia asintió en silencio.
-Así que siempre ha sido así de destructiva-Murmuró Astrea.
-Sí-Dijo Syr, su voz firme.
La opinión del albino hacia la diosa se volvía más y más turbia.
-Amaterasu no se detendrá ante nada para probar su superioridad. Es una fuerza implacable y cruel-Adicionó.
-¡Aunque claro! ¡Jamás pudo superarme en nada!-La peligris infló su pecho repleta de orgullo.
"Hablando de romper el ambiente" Pensaron los presentes.
Astrea era la siguiente en hablar. Todos en el carruaje guardaron silencio mientras comenzaba a relatar una historia cargada de dolor y traición.
-Les contaré la historia de Kaguya y cómo llegó a mi familia-Empezó Astrea, con su voz teñida de tristeza.
-Kaguya estaba comprometida con un hombre, obligada a unirse en matrimonio. Sin embargo, Amaterasu odiaba tanto a su familia que, cuando Kaguya se negó a aceptar ese destino, la diosa tomó medidas terribles-Comentó.
Bell, Hestia y Syr escuchaban atentamente, sus rostros reflejaban la gravedad de las palabras de Astrea.
-Amaterasu controló a Kaguya, forzándola a matar a su propio prometido-Continuó Astrea, su voz temblando ligeramente.
-Si bien no deseaba ser desposada. Ella aún era una chica inocente que no deseaba dañar a nadie. Debido a eso, su familia de manchó y le trajo desgracia-Agregó .
Tomó una breve pausa antes de continuar.
-Pero no se detuvo ahí. En su crueldad, envenenó a Kaguya de un modo que le impediría unirse con el hombre al que realmente amara. Le robó la capacidad de experimentar lo que la hacía mujer, condenándola a una vida de soledad y sufrimiento-.
El silencio en el carruaje se hizo más pesado tras estas palabras. La diosa apretó los puños, la ira reflejándose en sus ojos, mientras intentaba contener las lágrimas.
Bell, profundamente conmovido, sintió un renovado odio hacia Amaterasu.
Astrea, con la mirada perdida en recuerdos dolorosos, concluyó.
-Kaguya encontró refugio en mi familia, pero las cicatrices de lo que Amaterasu le hizo nunca desaparecieron. Esta es la naturaleza de la diosa a la que nos enfrentamos-.
Los ojos del albino se abrieron con un destello de incertidumbre y miedo.
-¿A dónde me mandaste, Urano?-Murmuró Bell, la preocupación era palpable en su voz.
Posó la mano encima del vientre de su pareja, buscando un consuelo efímero en el contacto. Todo parecía cuesta abajo. La situación era más sombría de lo que había imaginado.
Hermes era odiado por esa Diosa. Astrea también. Hestia igual. Incluso Freya, conocida por su poder y determinación, prácticamente era su enemiga.
El único dios que los acompañaba sin relaciones tensas con ella era Takemikazuchi, y eso que la había abandonado para venir a Orario.
Bell miró al cielo desde la ventana del carruaje, su mente llena de preguntas y miedos. Las nubes grises parecían reflejar sus pensamientos, y la ansiedad se asentó en su pecho. Sabía que el camino por delante sería difícil y peligroso, pero también sabía que no podía permitirse flaquear.
El carruaje siguió avanzando, y aunque el viaje era el mismo, todos sentían que llevaban una carga más pesada, una resolución más firme para enfrentar a la despiadada Amaterasu.
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Desde el otro lado del país, en su destino, una joven hacía lo mismo. Miraba al cielo, al sol, sin esperanza y temerosa.
-Todo es culpa de Kaguya...-Dijo en un susurro.
-Si no se hubiese ido, yo...-Murmuraba cuando una puerta fue abierta.
-¿Amaterasu-sama?-Preguntó la chica al reconocer a su invitada.
-No falta mucho para que cumplas tu labor. Deja de pensar en esa hermana que te abandonó-Comentó la diosa, entrando en la habitación.
La mujer abrazó a la chica, fingiendo convalecencia.
-Todo fue su culpa. Si no se hubiese ido, tu familia no habría caído en esa desgracia. Es por eso que te adoro. Arriesgas tu vida por tus seres queridos, no como esa maldita egoísta-Prosiguió con su voz llena de veneno y palabras filosas hacia quien aborrecía.
La joven permitió el gesto, sintiendo el peso de las palabras de Amaterasu.
-Tu sacrificio no será olvidado-Concluyó Amaterasu.
Faltaban cuatro días para que la luna llena decorara los cielos. Cuatro días para que la diosa de la belleza obtuviera lo que deseaba.
Y cuando esa fecha fuese alcanzada, la joven Kaori Gojouno cumpliría sus dieciséis años, convirtiéndola en toda una adulta y volviéndola material desechable para la deidad sedienta de poder.
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Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.
En fin, déjenme sus opiniones.
¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?
Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.
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Si desean leer más de mis fic pueden entrar a mi perfil y ahí encontrarán desde...
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Un One Shot en el que se nos relata lo que hubiera sucedido si Bell era cuidado por Alfia, Zald y Zeus ¿Será un futuro feliz? ¿Bell se convertirá en el último héroe como se lo prometió a su madre? ¡Averigüémoslo!
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Otro One Shot sobre una bella historia de amor entre una diosa y un mortal, que toma como punto de partida la película de "Danmachi: la flecha de Orión". Veamos la aventura en la que se embarca nuestro carismático protagonista después de haber perdido a esa diosa que tocó su corazón en muy poco tiempo, de la cual, se tuvo que despedir prematuramente.
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La hermosa Lefiya nos acompañará en este One Shot junto al conejo en una aventura que tendrá de todo. Amor, drama, todo lo que engloba a esta pareja tan dispareja.
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La historia de amor entra una hermosa hada y un conejo con dudas nacientes en su corazón tras un suceso inesperado.
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Un fic con un cuarteto amoroso muy raro, BellxTionaxFreyaxHelun.
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Una hermosa historia de amor entre una asesora y el aventurero a su cargo, BellxEina. ¿Su amor podrá superar el consejo que le dan a las asesoras sobre no enamorarse de los aventureros a su cargo? ¡Averigüémoslo!
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¡Una aventura de un héroe sin Falna le espera a nuestro protagonista! ¿Qué pruebas y dificultades habrán en su camino sin la bendición de un dios? ¡Descubrámoslo!
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Y mi primer y ya finalizado Fic, que va de la pareja de BellxSyr o Freya, el cual parte desde el rechazo de esta misma en el volumen 16 de la novela original, aunque claro... en este fic sabremos lo que hubiera pasado si Bell no la rechazaba, como el título indica.
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Sin más que agregar, yo me despido, espero que se echen una pasada a mi perfil y les agraden las demás historias en caso de no haberlas leído, eso es todo, hasta la próxima mis lectores.
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