Capítulo 35. Pidiendo explicaciones.
Eran altas de la noche en la ciudad de Orario. El frío viento de la madrugada combinado con la presente entrada del invierno más la luna llena que iluminaba el oscuro cielo distaba en demasía con el calor del momento celebrado hace tan solo un par de minutos.
-Fue un completo desastre...-Comentó cierto pelirrojo siendo acompañado por el resto de sus compañeros y amigos. En su expresión se denotaba cierto cansancio y temor.
-La fiesta acabo en tales extremos porque preferimos reírnos de la desgracia de Bell en vez de ayudarlo. Incluso Mama Mia terminó molesta-Comentó una diosa de baja estatura con un escalofrío al nombrar a la enana dueña del bar donde la fiesta para celebrar al antes mencionado y su pareja se desarrolló.
-¿Terminó molesta? ¡Prácticamente nos prohibió volver al bar hasta que le paguemos los daños! ¡Más deudas!-Lili alzó los brazos y la voz en claro descontento por la situación. De por sí la familia Hestia estaba en números rojos y esto no beneficiaba en lo absoluto a la economía de dicho grupo.
Caminaban por las vacías calles de la ciudad junto al resto de la familia y el par de miembros de la familia Astrea sin obviar la presencia de la diosa de esta. No obstante, la presencia de dos personas en especial caminando a la par con ellos llamaba la atención.
Se dirigían a la mansión de la chimenea, el hogar de ambas.
Estando al pise de las enormes rejas de la misma, Welf se dirigió hacia ellas para abrirlas. El crujido del metal y el rechinar de las bisagras los recibió. Se abrieron de par en par a lo máximo de su capacidad, permitiéndoles el paso.
"Ya en casa..." Fue el pensamiento colectivo para que posteriormente suspiraran con alivio y adentrarse a los terrenos de la propiedad.
-¡Apúrense antes de que haya más frío!-Declaró Astrea hacia espaldas del resto.
A la distancia se visualizaba la presencia de los dos sujetos antes mencionados.
Bell apoyaba a Ryuu con su hombro para que ésta no cayera debido a su tambaleo y mareo.
Su rostro estaba completamente rojo y su pecho sufría espasmos repentinos producto del hipo.
Tenía la mirada perdida hacia la nada aunque eso no le impedía estar discutiendo con el albino a pesar de ese estado tan... impropio de una seria elfo como ella según la impresión de sus conocidos.
Una gota de sudor bajaba de la frente de la diosa de tina deplorable chica.
"Nadie se hubiese imaginado que destruirías todo el bar por tu rabieta de celos" Pensó la castaña con cierta incomodidad de recordar lo sucedido.
Debido a que consumió alcohol y su poca o nula resistencia a esta bebida, entró en un modo libre de restricciones, aprovechándolo para sacar cualquier asunto inconcluso que le preocupara para reclamarle al albino. Y como su novio no cooperaba y solo decía "Cálmate" sin responder a las preguntas, esto la frustró.
Jamás debes decirle a una chica molesta que se calme. Es como decirle a tu esposa que tu ex besaba mejor, nada bueno puede salir de una conversación así.
-¡Infiel! ¡Infiel!-Gritó Ryuu a la distancia, pataleando y manoteando.
"Ya empezó de nuevo. Mejor entro" Pensó la deidad de la justicia, dándoles la espalda y acelerando el paso. Amaba mucho a su hija pero incluso ella comprendía que no interferir sería lo mejor.
-¡Eresh un infiel! ¡Planeash ir por otra chica! ¡Shoy la futura madre de tus hijosh!-Reclamaba la elfo con fiereza y de vez en cuando dándole puñetazos sin fuerza al pecho de su amado.
-No se trata de eso. Si me dejarás explicarte...-Replicaba el conejo, posando la mano libre encima de las suyas para evitar continuar con el golpeteo.
-¡Mientesh! ¡Lefiya tiene razhón! ¡Conejo eternamente en celo!-Gritó con pequeñas lágrimas en sus ojos la bella rubia, presionando sus manos con las del joven y presionando sus párpados a los ojos.
El muchacho la rodeaba con su brazo, abrazándola para tratar que su enojo disminuyera.
-Sheguramente... quieres aceptar... la propueshta de Shyr...-Ella continuaba llorando. Presionaba su rostro al pecho de su novio, empapándole la ropa con lágrimas.
-¡Hip!-El hipo la atacó.
Bell la consolaba. Acariciaba delicadamente su nuca y espalda.
-No se trata de eso. En verdad no se trata de eso. Permíteme contarte ¿Si?-Dijo, sin detener las caricias.
Pequeños quejidos se emitían por parte de la elfo pero aún así asintió.
-No busco una aventura con nadie, mucho menos con Syr. De ser ese el caso no la hubiese rechazado cuando se me confesó. La conversación que tuve antes estaba enfocada en otra cosa. Es solo que lo de salvar a una chica se me escapó, no tengo la intención de enamorarla ni nada por el estilo. Hedin-Sensei...-Estaba relatando lo sucedido, sin embargo...
-¡Ya no lo llamesh ashí! ¡Esh incómodo! ¡Fue tu maeshtro porque te ensheñó a conquishtar chicas!-Ryuu le interrumpió, reclamándole por el honorífico que usaba para referirse al elfo.
-D-De acuerdo. Continúo. Hedin me dijo que cuando, bueno, tu familia fue asesinada, ellos, bajo órdenes de Freya-Sama, quisieron informarle de lo sucedido a los familiares de tus compañeras. Ella sabía que Kaguya tenía una hermana menor y fue al Medio Oriente para entregarle el aviso. No obstante, Amaterasu no le permitió el paso tan pronto se enteró de que la noticia tenía como protagonista a tu amiga. Seguido de esto, Takemikazuchi-Sama me informó sobre cómo es la situación allá y...-Antes de concluir, su amada abrió los ojos en demasía y complementó lo que él quería decir.
-¿Planeas ir por la hermana menor de Kaguya?-El hipo, enojos llanto cesó cuando lo contado captó su atención.
-Sí. De mantenerse la situación como Takemikazuchi-Sama nos relato, posiblemente necesite ayuda. Amaterasu odiaba a Kaguya y no dudo que mantenga a su hermana como un premio. Yo quiero rescatarla de ser ese el caso porque sé lo mucho que significan tus amigas para ti. Sería injusto que esa chica viva sin enterarse de lo que le sucedió a su hermana-Finalizó el albino, repleto de decisión y una expresión ligeramente frustrada por el destino que una persona puede sufrir al hacer enojar a los dioses que se creen los reyes de todo. Así fue con Apolo meses atrás y es posible que también aplique aquello con Amaterasu en el Medio Oriente.
Ryuu rápidamente se despegó del pecho de su amado.
-¡Tenemos que...!-Antes de mostrar su determinación, se detuvo en seco.
-¿Sucede algo?-Preguntó el chico.
Las mejillas de la elfo se inflaron. Sus mejillas se tiñeron de rojo. Avanzó hacia él, apartándolo a un costado e inclinándose hacia la zona de jardín de la mansión para que, lo que sea que hiciera, no afectara al camino que conecta las rejas a la puerta dela sede. Fue entonces cuando...
-¡BUAGH!-Vomitó.
-¡Ryuu!-Bell se agachó. Sostuvo su cabello para que éste no se manchara mientras vomitaba.
El albino lo sujetó con un poco de fuerza al no controlarla debidamente a consecuencia de la repentina acción y con el objetivo de que ningún mecho cayera.
Tras unos segundos ella dejó de vomitar. Sus ojos estaban cerrados y todavía sentía náuseas.
-B-Bell, no jales tan fuerte mi cabello. Al menos espera a que estemos en la habitación-Dijo, tambaleándose de un lado a otro y limpiando los restos del vomito con el antebrazo de su vestido blanco, manchándolo en el proceso.
Sin analizar lo que dijo no tener mente para siquiera hacerlo, no se percató del sonrojo de los presentes.
Las mejillas de las chicas de la familia Hestia y la única miembro de la familia Astrea además de la propia Ryuu se ruborizaron en demasía ante esa declaración.
-Ara~Ara~-Astrea cubrió su boca con la mano y soltó una pequeña risita.
-¿Qué harán esos dos solos?-Se cuestionó Hestia.
El resto de las presentes intercambiaba miradas como doncellas avergonzadas por tan indecente pedido.
-Eso explica por qué se dejó crecer el cabello y la insistencia con no cortarlo-Lucía lanzó ese comentario al aire.
El albino sintió su temperatura corporal subir. Se sentía apenado porque los "secretos" de pareja que tiene con su amada estaban siendo liberados por la boca de una amante elfo borracha.
"Syr ¿Esto fue a propósito? ¿Sigues enojada porque te rechacé? ¡¿Por qué me haces sufrir esto?! ¡Tú fuiste quien le dio el alcohol!" Lloró internamente por la frustración de la situación, culpando a la mejor amiga de su novia por estar en esto.
La sonrisa burlona de la peligris apareció en su mente guiñándole el ojo y sacándole la lengua, tal y como hizo cuando lo engañó para lavar los platos hace ya varios meses atrás.
Se rindió, bajando los hombros y sosteniendo a su novia para que se pusiese de pie.
-Ten. Aún hay un poco aquí-Bell le ofreció un trapo para que retirara los restos de vomito de su rostro. Ella se limitó a asentir y agradecerle, tomándolo y limpiando el sitio que él le indicó.
Volteó hacia los demás que permanecías quietos delante de ambos.
-Adelántense. Estaré aquí con ella hasta que se sienta mejor-Avisó, abrazándola y procurando que no se cayera.
-Las noches han sido mucho más frías que antes. Es contraproducente mantenerse aquí afuera a altas horas de la noche-Astrea respondió, tratando de que desistiera en esa decisión.
-Estaremos bien. Solo necesito alguna cobija, por favor. No quiero dejarla sola y no parece que quiera caminar-Replicó el albino, tomando la mano de su chica, a quien le temblaban las piernas, por lo que se inclinó lentamente junto a ella para sentarse en el pasto a su lado.
-Eso es suficiente-Agregó, insistiendo en su solicitud y esperando que alguno desee cumplir dicho pedido.
-En un momento las traigo. No se preocupen-Welf rompió el hielo, atendiendo la necesidad de su amigo y la pareja de este.
El resto intercambio miradas. Se preocupaban dado que lo que argumentaba Astrea tenía sentido. No obstante, al verlos a ambos abrazados y calmados, prefirieron no interferir, yendo detrás del herrero.
-No se desvelen mucho. Esta será la primera noche que pasen en casa después de la expedición-Hestia dio ese último comentario antes de irse.
Su hijo asintió, abrazando a Ryuu, quien todavía mantenía los ojos cerrados, acurrucándose en él, frotándose en su pecho como si se tratara de una risueña gatita tratando de marcar su propiedad y territorio.
"¿Está ronroneando?" Se cuestionó Bell.
-¿Cómo te sientes? ¿Las náuseas han desaparecido?-Le preguntó.
Ella solamente negó con la cabeza.
-Tengo mucha sed...-Contestó, tragando saliva y presionando sus labios.
-Iré por agua...-Bell iba ponerse de pie para ir a la cocina de la mansión, pero la elfo no le permitió pararse, jalándolo de regreso para que se sentase.
-No te vayas... no quiero estar sola...-Declaró la susodicha.
Sus largas y delgadas pestañas se separaron al igual que los párpados, mostrando sus hermosos ojos color zafiro. Estos relucían como verdaderas joyas al mirar a su amado desde abajo. Ella se aferraba a él y lo veía como si de un tierno animalito exigiendo atención a su dueño se tratase.
Algo se rompió dentro del conejo.
-Supongo que me quedaré. Si mi amada novia me lo pide, no hay razón para negarme-Dijo, totalmente serio, tanto que aterraba.
"¡Mi novia es hermosa! ¡Tierna! ¡Linda!" Repitió internamente. Su corazón latía con tal fuerza que incluso el pecho le dolía y oía el sonido de este en sus oídos.
-¡Achú!-Ryuu estornudó, deteniendo el subidón de azúcar que su novia sufría por culpa suya.
Esto lo hizo reaccionar, notando la nariz enrojecida y el temblor en su cuerpo.
La delgada y blanca piel de la bella hada de bosques temblaba por la fría brisa que cruzaba.
Él, sin pensarlo dos veces, la envolvió nuevamente con sus brazos para transferirle calor.
Ella inclinó la cabeza para pegarla a su pecho.
-Bell ¿Me amas?-Preguntó.
-Más que nada en este mundo-Respondió el antes mencionado casi de inmediato.
-¿En serio?-.
-Nunca he hablado más en serio que ahora-.
-¿Me lo juras?-.
-Ante todos los dioses para que te aseguren mi sinceridad-.
La rubia insistía con ese cuestionamiento, a lo que Bell respondía con total seguridad en ambas ocasiones.
En sus labios se dibujó una sonrisa. Sabía que no mentía.
-Eres muy mujeriego, cariño-Declaró con tono calmo. Ya no como reclamó.
-Estoy siendo señalado injustamente porque ese no es el caso-Replicó el acusado de adulterio.
-Enamoraste a mi mejor amiga-Le recordó la elfo.
-Esa no fue mi intención-Comentó el joven.
Ryuu lo miró fijamente, agudizando la mirada.
-Haruhime. Estoy segura de que te atraen sus orejas y su cola esponjosa-Le recriminó.
Bell se ruborizó.
-No negaré que es linda. Pero te amo a ti-Respondió.
-Hummm. ¡Aisha! Ella te abraza mucho y ha enterrado tu cara en sus pechos ¡Te gustan los pechos grandes!-Ella posó las manos sobre los suyos al hacer esa acusación, sintiéndose inferior en dicho atributo físico si se le compara con la amazona.
Una gota de sudor baja de la frente del chico.
-No me importa el tamaño. Sea quien sea, preferiré los tuyos-Le guiñó el ojo.
-Pero son chicos...-La falta de confianza en los atributos de la elfo se reflejaba en su tono de voz.
-Son perfectos. Si no me doliera cada parte del cuerpo después de la hospitalización, no dudaría en sujetarlos-Desvergonzado y pícaro. De ese modo actuaba el conejo al sentir la confianza de estar totalmente solo con su chica, tanto así que soltaba libremente esos comentarios que no diría en público.
-¡Tch!-La chica chasqueó su lengua.
Comenzó a morder la uña de su dedo pulgar, buscando otras cosas para echarle en cara.
-¡Ya sé! ¡Liliruca! ¡Su apariencia tierna e inocente es un imán para los hombres como tú que buscan ayudar a chicas indefensas!-Señaló a la Hobbit.
-En lo absoluto. Lili es una compañera grata y querida para mi. No obstante, tú eres la mujer a la que amo y eso no te incluye en dicha clasificación. Te amo porque eres tú. Y antes de que menciones a Kami-Sama, no, tampoco me atrae. Jamás la he visto de esa manera ni lo haré-Contestó el albino, rechazando cualquier posibilidad de que eso fuese realidad.
-¡Ugh!-Un quejido de dolor se escuchó fuerte y claro al interior de la mansión, pero fue ignorado por la pareja.
-Eina...-.
-Me asusta. Siento que si tuviéramos una relación ella sería la dominante-.
-Tiona...-.
-Es mi fiel compañera de cuentos de héroes-.
-Syr...-.
-Literalmente la rechacé enfrente de ti porque te amo-.
-Esa elfo de la familia Hermes...-.
-Ni siquiera recuerdo su nombre-.
Cualquier mujer que Ryuu mencionara como posible interés romántico de su novio era severamente negado por este mismo.
Sin embargo, aún faltaría un nombre.
La rubia tomó una pausa momentánea para darse el valor de pronunciarlo.
Sus manos jalaron la camisa del joven.
-Aiz... Wallenstein...-Murmuró.
En ese instante fue como si el viento dejara de soplar, los grillos de cantar y los árboles de crujir.
Era un silencio absoluto en cada rincón que los rodeaba.
-La amaste antes que a mí. Ella fue por quien te esforzabas. Yo... yo...-Su voz se quebraba conforme las palabras transcurrían. Se sentía insegura y debido a su estado de ebriedad era aún más sincera que de costumbre.
Las manos de la elfo fueron tomadas por Bell, rodeándolas.
Ella hizo contacto visual con él.
-Quizás la señorita Aiz haya sido mi primer amor, Ryuu. Pero quiero que tú seas el último-Declaró, sonriéndole de forma cálida.
-Te amo porque estuviste conmigo en mis momentos más difíciles-.
-Te amo porque siempre te mantuviste a mi lado sin importar los peligros-.
-Te amo porque tan solo la idea de perderte me aterra-.
Comenzó a enumerar los motivos por los que ama a la elfo, quien sentía su corazón latir aceleradamente.
-Cuando salté a rescatarte del coliseo en los pisos profundos. No me cuestioné ni un segundo mi seguridad porque yo deseaba rescatarte. Ahí comprendí que no quería separarme de ti. En ese instante confirmé que me enamoré de ti-Adicionó.
Las mejillas de Ryuu se ruborizaron ante la confesión.
-Mi pasado jamás se borrara ni deseo que lo haga. Me llevo a ti y nunca dejaría que la historia se alterara a menos que fuese para conocerte antes. Aunque, ahora deseo concentrarme en mi presente para que de ese modo construyamos el tan añorado futuro que compartiré contigo-Finalizó.
Los ojos de la chica brillaban intensamente. Se cristalizaban y brotaban las lágrimas.
-Bell... Bell... ¡Bell!-Ella lo nombró repetidas veces antes de lanzársele encima.
Él cayó de espaldas siendo tecleado por su novia, quien se posicionó encima suyo, aferrándose con más fuerza que antes al cuerpo de su hombre a tal grado que el crujir de los huesos de este eran audibles.
-R-Ryuu ¿Qué sucede?-Siendo presionado y faltándole el aire, preguntó Bell.
-Quiero quedarme así. Al menos unos minutos más-Dijo la rubia, sonriendo.
La luna brillaba intensamente en el cielo. Sus rayos parecían apuntarlos.
Era una cálida luz, contrario a lo que se esperaría de la fría brisa que cruzaba y acompañaba a la oscura noche.
Sus rostros estaban a unos cuantos centímetros de tocarse. Se veían fijamente.
-Te amo-Dijo Ryuu con aliento a vomito y alcohol. Aunque no parecía desagradable a su novio, quien contestó a ello.
-Yo también te amo-.
Se intercambiaron sonrisas. El frío era ignorado por el momento previo a un beso según su experiencia.
Cerraron los ojos y sus bocas sé acercaron.
No obstante, ella se detuvo.
-Bell, creo que...-Habló detenidamente.
-¿Qué sucede?-Eso preocupó al albino.
-E-Es que... voy a... ¡Buagh!-Ryuu vomitó por segunda ocasión encima del conejo quien consiguió interponer sus manos para que el líquido espeso no cayera en su rostro.
"Syr, en serio, me estoy molestando" Pensó. No desistía en cargarle la responsabilidad a la peligris.
Seguido de esto, ella se durmió sobre él.
-Supongo que ya no querrán esto ¿Verdad?-Welf apareció en escena con una enorme cobija para el par.
Bell lo miró con cierto enojo.
-Hueles horrible-Declaró el herrero.
El conejo se ponía de pie, cargando a la chica en sus brazos ya que ahora si, definitivamente no caminaría.
-Dudo que el vómito tenga un olor agradable-Le replicó a su amigo.
Intercambiaron miradas.
-Sí. Nada de alcohol otra vez-Concluyeron.
Empezaron a caminar de regreso a la mansión.
-Lo quitaré de la lista de bebidas en la boda-Dijo el pelirrojo, fingiendo escribir en su mano.
Cruzaron la puerta y se adentraron a la sede. La sala principal estaba vacía. Ya no había ningún alma rondando los pasillos.
-Por el momento la llevaré al baño. Tendré que ducharla-Dijo el joven, ligeramente ruborizado.
Una sonrisa pícara y burlona se dibujó en Welf.
-Astrea-Sama aún no se duerme. Ella podría...-Quiso darle esa sugerencia.
-No deseo molestarla-Bell respondió.
-¡Vamosh a la ducha, querido!-Dijo Ryuu, despertándose solo para decir eso y volverse a dormir. Ni siquiera abrió los ojos.
Welf soltó una carcajada.
-Yo los cubro viejo. Permaneceré de guardia afuera de los baños de aguas termales-Dijo luego de reírse.
Bell inclinó la cabeza.
-G-Gracias...-Le apenaba tener que bañar a su novia a pesar de que la ha visto desnuda varias veces. Incluso antes de ser pareja.
-Es tu futura esposa. Si te apena verla desnuda sigues siendo un niño-Recriminó el herrero, guiándolos y asegurándose de que el sitio estuviese despejado.
El joven se limitó a seguir y suspirar ante la crítica de su compañero.
El par entro al baño de hombres. Ya no importaba mucho a cuál entraran.
Welf cerró la cortina para darles privacidad y se mantuvo vigilando afuera de dicho sitio.
"A ver, a ver ¿Cuánto tardarán en causar un desastre?" Pensó.
No pudo ni analizar el cuestionamiento porque de repente gritos provinieron del interior del cuarto.
-¡No dejare que nadie te tenga! ¡Hagámoshlo!-La voz de Ryuu vociferó aquello.
-¡Espera Ryuu! ¡Recién vomitaste! ¡¿Mmmm?!-Parecía que los labios del conejo fueron sellados por la dama rubia.
Segundos después nuevamente habló la elfo.
-¡Quiero que hagamosh un equipo de fútbol!-Declaró.
-¡¿Qué es el fútbol?!-Replicó el albino.
Luego se escuchó forcejeo entre ambos y...
*¡SPLASH!*
Un chapuzón.
-Wow. No fueron ni diez segundos. Supongo que mejor me voy, dudo que salgan pronto-Decidió, partiendo de su labor como vigía.
"Pobre Bell. Te enamoraste de quien te dominará por el resto de tu vida. Sea como sea, debo dejar de burlarme de ti y hacer mi propio trabajo con Hefesto. ¡Prometo que antes de que ustedes dos se casen haré que ella se enamore de mi!" Juró.
-¡YA TE AMA, IDIOTA!-Gritó alguien a la distancia sin que fuese escuchado por el pelirrojo, que se sumió en sus propios pensamientos de amor con su amada Diosa Herrera.
A la mañana siguiente. A primera hora del día.
Los rayos del Sol que se asomaba al horizonte a penas entraba entre los pequeños resquicios que la cortina de la ventana le permitía.
La habitación, perteneciente a cierto conejo de la familia Hestia, estaba hecha un completo desastre.
La mesa y sillas que posee al interior del cuarto estaban patas arriba, algunas yacían como meros trozos de madera hechos trizas y regados en el suelo.
Por alguna razón su espejo fue quebrado de un solo golpe, quizás una de las sillas antes mencionadas fue arrojada a dicho mueble.
El piso estaba empapado de lo que parece ser agua. Era como si un ciclón hubiese entrado, regando agua a los alrededores y despedazando lo que estuviese a su paso.
La cama, donde dos cuerpos descansaban, lugar en el que un par de respiraciones subían y bajaban una cobija igual de empapada que el suelo, estaba totalmente desarreglada y la base parecía estar a punto de romperse.
En el costado derecho, el dueño de la habitación estaba cubierto desde el cuello para abajo con la cobija recién mencionada. Su rostro apuntaba a su lado izquierdo. Miraba fijamente a su acompañante en la noche y esta mañana con una expresión de incredulidad y bolsas negras debajo de sus ojos. Ella abrazaba su brazo con una sonrisa de satisfacción. Lucía feliz, tranquila y en paz. Descansaba plácidamente, como si hubiesen pasado días sin que tuviese una noche de sueño tan gratificante y relajante
A Bell le temblaba la ceja derecha en una especie de tic nervioso producto de su confusión.
Tragó saliva, hidratando su boca y, empleando un volumen bajo en su voz, emitió la siguiente pregunta.
-¿Cómo puede dormir así de profundo después de todo lo que hicimos?-.
El tono en el cuestionamiento demostraba cansancio y cierto dolor.
El sonido de un cuerpo moviéndose en el colchón y las sábanas le siguió. Se trataba de Ryuu.
Un escalofrío recorrió la espalda del albino, quien saltó por instinto y se distanció un par de centímetros de su amada.
"¡NO OTRA VEZ! ¡NO SOPORTARÍA OTRA RONDA!" Pensó, espantado.
Él temía que lo de anoche se repitiera esta mañana.
Sin embargo, ese miedo fue infundado. La elfo solamente se dio la vuelta y acomodó de otro modo en la cama.
Un suspiro de alivio provino del albino, quien levantó su espalda para sentarse.
Sus ojos se enfocaron en cada rincón del cuarto.
"Ni siquiera recuerdo cómo llegamos aquí. Lo último qué hay en mi memoria es que ella me arrojó a las aguas termales y después de eso ella me cargó sin que siquiera nos secáramos" Retroalimentó.
Al querer bajarse y ponerse de pie, un dolor punzante lo azotó en la cadera, tanto así que incluso frunció el ceño y chasqueó la lengua.
-¿Por qué me duele mucho la pelvis?-Cuestionó, sintiendo como si cientos de alfileres se enterraran en dicho sitio al moverse aunque sea un par de centímetros.
Se limitó a ignorarlo y poner los pies en el suelo para que luego se impulsase y parara sin emitir ruido alguno para no despertar a su amada.
Estaba completamente desnudo. Su ropa no la encontraba en ningún lado a excepción de su ropa interior que estaba al pie de la cama.
La tomó y se la puso para no estar como dios lo trajo al mundo por mucho tiempo.
-A pesar de lo mucho que quisiera quedarme contigo hasta que despierte, hay un lugar al que debo ir. Uno que debí visitar desde que regresamos de la expedición-Murmuró, apoyando los brazos en el colchón e inclinándose para darle un suave beso a su amada.
Ella sonrió. A pesar de no oírlo ni verlo, su cuerpo reconocía al hombre que amaba.
Dio el primer paso hacia su closet para tomar otra muda de ropa y al pisar dio con su chaqueta.
Luego vio sus pantalones y el resto de su vestimenta.
Estaban completamente empapadas.
"En serio ¿Qué demonios hicimos anoche?" Se repitió esa interrogante, acelerando el paso para ir por ropa limpia y salir de ahí.
Cuando se retiró de la habitación, notó que un camino de pisadas y agua conectaba con el baño de aguas termales.
Nadie se había despertado aún. El amanecer recién empezaba y tras la fiesta que tuvieron horas atrás dudaba que alguien se despertara temprano. Era la oportunidad perfecta para arreglar sus asuntos pendientes y volver antes de que se percaten de su ausencia. También tendría tiempo para regresar al desayuno.
La expresión en el rostro del albino era totalmente indescriptible. No había ningún rasgo que denotara lo que pensaba o sentía en dicho instante.
Más pronto que tarde, su presencia al interior de la mansión desapareció.
Avanzaba por las calles casi vacías de Orario. Únicamente habían unas cuantas personas a los lados del camino que abrían sus negocios o hacían los preparativos para esto.
La dirección que tomaba apuntaba a que se dirigía al gremio de aventureros.
¿A qué se debía esto? Sencillo, pediría un permiso.
Cuando se acercó a la entrada del establecimiento, se detuvo en seco al oír que lo nombraban.
-¿Que haces aquí, Bell? Airmid te dijo que tienes estrictamente prohibido entrar al calabozo-La voz que lanzó aquella pregunta era de alguien a quien él albino temía en demasía. Lo sintió como si se tratara de una severa reprimenda.
-¿E-Eina?-Bell la llamó de regreso.
Se trataba de Eina Tulle, la asesora del joven, quien se lo topó ahí mismo.
Al voltear a su dirección, el Aura amenazante de la castaña se disipó.
-¿Are? ¿Qué sucede contigo? ¿Por qué estás aquí?-Notó cierta seriedad en el aventurero a su cargo. Debido al tiempo que lleva conociéndolo, podría asegurar que no intentaba adentrarse al calabozo, aunado a la falta de Armas o siquiera armadura en su posesión.
-Yo deseo ver a Urano-Sama. Tengo un asunto pendiente con él-Declaró el conejo.
Los ojos de la semi elfo se abrieron a consecuencia de la sorpresa que dicha confesión le traía.
-No creo que me permitan llevarte-Replicó la asesora.
-No es necesario. Yo solo estoy avisando que iré dado que es de suma importancia y no tengo tiempo para esperar un permiso. Por favor avísale a Royman-Bell juntó ambas manos a manera de súplica.
Eina levantó una ceja, cruzándose de brazos.
-Le diría a Fels que me lleve, pero perdí el Oculus que me dio en el calabozo-El muchacho rascó el costado de su cabeza y desvió la mirada, revelando aquello.
La semi elfo se acomodó los lentes y suspiró.
-De acuerdo. Yo le avisaré a Royman-Respondió.
-¡Muchas gracias, Eina!-Le agradeció el conejo de forma animada, propio de él.
Se dio la vuelta y quiso empezar a correr hacia la entrada a la base de Urano, no obstante, Eina posó su mano sobre su hombro para detenerlo.
-Bell... también puedes confiar en mi. Lo sabes ¿Verdad?-Expresó.
Bell permaneció quieto y en silencio.
Pasados unos segundos, recolectando valor, habló.
-Eina, yo morí...-Reveló.
Esto pareció confundirla.
-Yo morí y a pesar de eso sigo aquí. Antes de que me salvaran, ocurrió algo que aún no comprendo por completo. Quiero respuestas y solo él puede dármelas. Esa es la razón por la que lo busco-Adicionó, hablando a ritmo acelerado porque, de pausar su relato, podría perderse en sus recuerdos.
Fue breve y conciso. Eina notaba el desconocimiento que el albino tenía. No había mentiras en su respuesta, solamente no contaba con información xtra o detalles para darle y de ese modo entenderle. Así que decidió que no insistía. Sin embargo...
-Cuando termines con él, ven conmigo y cuéntamelo todo ¿Sí?-Pidió.
-Eras la primera en saberlo-Contestó el chico.
Ella lo soltó. Una sonrisa se dibujaba en su rostro al verlo alejarse.
Él empezó a correr, retirándose.
Conocía dónde se hallaba el dios gracias a que su diosa se lo comentó tiempo atrás.
En la ubicación de Urano.
El dios de Orario. Aquel dios que mantenía bajo control al calabozo, quien se hallaba en total soledad alejado de todo y de todos sentado en su trono lucía melancólico y severamente triste, contrario a su actitud serena e inexpresiva que comúnmente posee.
Encima del reposabrazos de su trono se posaba una hermosa flor en su propia maceta.
Era una flor azul celeste que se iluminaba cuando los arrugados dedos del dios tocaban delicadamente la punta de sus pétalos. No obstante, uno de estos comenzaba a arrugarse y colgaba del tallo, a punto de desprenderse.
"Casi un billón de años desde que nos vimos por última vez, Gea. Es increíble que haya pasado tanto tiempo" Pensó, posando el dedo índice en la superficie del pétalo antes mencionado, temiendo que este se cayera.
Un nudo se le formaba en la garganta. Apretaba los dientes con frustración.
-El primer ser que estuvo en esta tierra. Tu creación original para este que tanto amaste... está muriendo-Musitó, a punto de romper en llanto.
El dolor no pasaba desapercibido. Palabra a palabra era como si un cuchillo se incrustara en el corazón de la deidad.
Era una combinación de emociones.
Dolor, miedo, tristeza, enojo. Varios podían englobarse.
-¿Por qué...? ¿Por qué me abandonaste?-Preguntó.
Su pecho dolía. Usando su mano libre, apretó la zona encima de donde se ubicaba su corazón.
-Pudiste quedarte conmigo y de ese modo crear Tenkai. Terminando esa tarea, completaríamos este mundo. Entonces... ¿Cuál era la prisa? ¿Qué razón había para separarnos y cumplir nuestras tareas lejos del otro?-Cuestionaba. El volumen de su voz aumentaba conforme la ira se filtraba de su ser.
Apretó el puño, asentándolo en el reposabrazos.
-Te he buscado ¡Maldición! Lo he intentado desde antes de que el mismo concepto de amor existiera. La familia Zeus falló. La de Hera también. Yo igual...-Sus lágrimas se derramaban.
Miraba al vacío a su costado con rencor.
-Nadie ha podido alcanzar el lugar en el que él te tiene prisionera... la cárcel que te aleja de mi-Agregó.
Aunque... una sonrisa se dibujaba en su rostro.
-Y... después de tantos eones... por fin muestras señales de vida. Sigues existiendo dentro de él y todavía eres capaz de controlar parte de tu poder. Lo sé porque... tú fuiste quien impidió que Bell Cranel fuese capturado por Tártaros ¿Cierto?-Comentó.
-¿Qué hubo de diferente ahora? ¿Es realmente un ser tan singular?-Interrogó, limpiando la humedad de su rostro con su túnica.
Dirigió su atención al enorme techo del cuarto.
-Si tan solo en ese arranque de ira no me hubiese deshecho de ese artefacto, sería capaz de conocer el futuro que nos supera-Aquello estaba repleto de autodesprecio y arrepentimiento.
Sumergido en ese odio, un aviso lo sacó de él.
-Urano-Sama-Fels apareció en escena, nombrándolo.
El dios volteó a su dirección.
-¿Qué sucede, Fels? ¿Encontraste algo en el calabozo?-Le preguntó a su subordinado y mano derecha.
El encapuchado negó.
-No vengo por eso, Urano-Sama. Se trata de Bell Cranel. Ha venido a visitarlo-Informó el ente, extrañando a la deidad.
-Esto es poco común. Permite que pase-Comentó para que, seguido de ello, le diera el paso al albino sin oponer resistencia. No tenía razones para negarle la entrada a su benefactor en el asunto de los Xenos.
Fels se limitó a asentir, dándose la vuelta y yendo a llamar al albino.
Segundos después de esto, él apareció a su lado.
Se mantuvo en silencio, avanzando al centro de la habitación y quedando de frente al Dios.
Su mirada estaba fija en el suelo. Analizaba la situación, ordenaba sus pensamientos para encontrar las palabras correctas a emplear a la hora que tuviese que dar inicio a la conversación. Todo parecía minuciosamente calculado dado que Bell no quería faltarle al respeto a Urano o que sus dudas pareciesen más una imposición que eso mismo, dudas.
-Bell Cranel. Me es grato ver que estás bien. Deseo disculparme por haberte inmiscuido junto a tu familia en una misión de alto riesgo. Desconocía lo ocurrido al interior del calabozo, tienes mi gratitud por haber logrado el objetivo a pesar de las dificultades-Declaró el dios, inclinando la cabeza hacia adelante ligeramente.
Los ojos rojos del albino se centraron en la figura de este último, viéndolo desde abajo.
Sus puños se cerraron. Sus labios se tensaron. Aún con eso, estos se separaron y emitió la interrogante que daría pie al asunto de interés.
-Urano-Sama... ¿Qué fue lo que sucedió ahí?-Musitó.
La expresión en la deidad cambió. Levantó la ceja derecha en clara confusión.
-Fels le habrá relatado mi muerte en el calabozo. También le ha de haber avisado que estoy enterado del origen del mismo y lo que sucede con las almas al ser extraídas del mundo corpóreo en los rincones de este. Pero hay una cosa que me sigue aterrando y no me permite dormir. ¿Por qué? ¿Por qué nos quiere a Ryuu y a mi?-Habló a gran velocidad, producto de su temor. Su voz se quebraba poco a poco, reflejando el miedo que sentía al rememorar los sucesos transcurridos en el calabozo. La sensación que tuvo al separarse de su cuerpo y ser arrastrado a las paredes de este último continuaba helándole la sangre.
Urano sostuvo su barbilla.
-Permíteme responder tu pregunte con otra. ¿Cuánto tiempo estuviste fuera de tu cuerpo?-Ignorando la solicitud de su visitante, él emitió su propia duda.
Bell se cruzó de brazos. No le encantaba la idea de desviarse de sus preocupaciones. Pero era justo que si buscaba información, también la diera.
-No estoy muy seguro. Estuve forcejeando con esa fuerza que me jalaba para no ser consumido. Lamento si no fui capaz de dimensionar el tiempo-Respondió.
-Por lo que Fels me contó. Fue casi un minuto según mi estimado. Entre el cántico y la finalización de este es probable que se haya consumido ese tiempo. Aunque no estoy considerando el lapso entre tu muerte y el que Fels te hallara-Pensaba en voz alta la deidad sin dejar de desenredar los pelos de su barba.
-Urano-Sama. Me disculpo si soy irrespetuoso, pero ¿Eso qué tiene que ver con lo que le pregunté? Yo vine porque...-Bell interrumpió la conclusión del canoso con cierta irritación. No obstante, esta acción le fue devuelta.
-Es importante porque de haberse tratado de una asimilación igual al resto de las almas que fueron atrapadas ahí, no le hubiese tomado más de diez segundos-Vociferó el dios.
La molestia y el cólera del albino se disipó al recibir dicha información. Un escalofrío recorrió su espalda.
Antes de siquiera preguntar cómo es que él sabía eso o lo que diferenciaba su muerte a la del resto, Urano continuo hablando para sí mismo.
-Quizás... ¿Gea intervino?-Los ojos del cansado hombre se abrieron y brillaron. Un ápice de esperanza se reflejó en su ser.
"Tártaros los quiere muertos y ella evitó que eso sucediera..." Pensó.
-Por primera vez en años... muestra señales de tener un objetivo diferente al jugar a ser un dios...-Musitó, catatónico.
Tragó saliva.
-Y ella... se lo está impidiendo. Está interfiriendo...-Adicionó.
-¡Urano-Sama!-Gritó Bell, sacándolo de su estado de trance.
-No estoy entendiendo nada ¿A qué se refiere con que Gea-Sama intervino? Además, eso no explica por qué el calabozo me quiere muerto al igual que Ryuu-Expresó, confundido y desesperado.
-Yo mismo desconozco las razones. Aunque hay algo que me parece extraño. Si el calabozo quisiese matar a Vendaval... ¿Por qué no lo hizo años atrás? ¿Por qué la dejó vivir en la masacre de la familia Astrea?-Cuestionó la deidad, regresando a su estado pensativo.
El gesto en la cara del albino se retorció.
-¿Qué tanto sabe sobre eso, Urano-Sama?-Interrogó.
-Absolutamente todo-Respondió Urano de inmediato.
-En varias de las secciones del calabozo hay Oculus ocultos que funcionan como ojos en los pisos más concurridos e importantes. Gracias a eso me enteré de lo sucedido y pude mandar apoyo. No obstante... todo pasó demasiado rápido y no fueron capaces de llegar a tiempo-Reveló. Se le notaba arrepentimiento.
Bell bajó la cabeza, frustrado.
-Por eso es que no comprendo ¿Por qué el Juggernaut no mato a Vendaval en esa ocasión? Después de que ella lo atacó, él simplemente huyó. No estaba herido ni nada que se le asemeje y aún así huyó del lugar-Murmuraba Urano.
-De quererla muerta... tártaros hubiese aprovechado es oportunidad, forzando a esa cosa a volver y terminar la tarea. ¿Qué se lo impidió? ¿Qué cambió entre ese entonces y el ahora?-Sus dudas no dejaban de brotar.
Miró de reojo al albino y lo comprendió.
-Tú...-Lo señaló.
-¿Uh?-Bell ladeó la cabeza.
-No cambió nada en ella. Es que tú te uniste a su vida...-Razonó.
-¿Acaso quiere decir que estar con ella es lo que causó que el calabozo nos tuviese como objetivo?-Interrogó el conejo.
Urano solo asintió.
-Tal vez sí, quizás no. Es una teoría. Es muy poca la información que tengo sobre el actuar de tártaros, por lo que únicamente puedo entregarte conjeturas y no una información verídica que pueda tomarse como verdad-Respondió.
-Entiendo...-Bell sintió que este viaje no tuvo ningún resultado.
-No obstante, también hay otro posible escenario-Informó la deidad, despertando el interés de su visitante.
-Que no le tema a ambos si no a las vidas que pueden originarse a partir de ustedes dos-Confesó.
Una pausa incomoda producto de la falta de respuesta del chico se originó hasta que lo comprendió.
-¿Mis hijos?-Dijo, queriendo confirmarlo.
-Tártaros puede estarse enfocando en un futuro distante en el que ustedes estén involucrados y su existencia peligrando. De no ser ustedes los que produzcan aquello, probablemente sea su descendencia o allegados. Al tener el ojo de Cronos, él sería capaz de visualizar el futuro cercano-Contextualizó.
Si el albino ya estaba preocupado, ahora mismo era un manojo de nervios pero que antes.
-Ve al gremio y pide los registros de la familia Zeus y Hera. Informales que vas por solicitud mía. No podrán negarse a entregarte los documentos-Ordenó el dios.
Bell parecía en extremo disociado. Estaba enfocado solamente en lo que le mencionó con anterioridad, a tal punto que ignoraba los pedidos de Urano.
-P-Pero. Mis hijos, Ryuu, yo... ¡Necesito respuestas!-Exigió.
-Créeme, entiendo tu preocupación y miedo, pero yo no poseo la información ni el poder para resolver tus dudas. He pasado años tratando de comprender lo que esa cosa desea y recién ahora ha mostrado un objetivo, acabar con ustedes. Y si no fuese suficiente, ha habido actividad por parte de Gea. Han pasado cosas únicas en los últimos meses y no soy capaz de comprender el por qué. Solo estoy seguro de una cosa y es que si hay una posibilidad, así sea minúscula, de acabar con él de una vez por todas, de liberar a Gea, no debemos desaprovecharla. Y si te busca... es porque serás una pieza fundamental en esa hazaña-Se extendió en su contestación el dios, tratando de hacerle entender el grado de importancia que tenía en este asunto.
Era demasiada información a procesar. La mente del conejo estaba tratando de asimilar cada pequeño detalle de esta conversación.
-Busca esos registros. Si consigues alguna información importante que ellos hayan descubierto, ven y búscame. Por lo pronto, no entren al calabozo, al menso hasta que las cosas se calmen un poco-Sugirió Urano.
-No tenía la intención de hacerlo. Nuestras heridas recién sanaron y sería descuidado adentrarnos a una aventura tan pronto. Además, planeábamos ir al Lejano Oriente y...-Comentaba el muchacho hasta ser interrumpido.
-¿Lejano Oriente?-Repitió Urano, tratando de confirmarlo.
Bell se limitó a asentir.
-Interesante... de ese modo te mantendrás alejado y podrás ayudarme con un asunto importante-Murmuró.
Le dirigió la mirada al joven.
-Bell Cranel-Dijo su nombre.
-Tú y tu familia, en conjunto con la familia Astrea y Takemikazuchi, les doy la misión de ir al Lejano Oriente y derrocar el gobierno de Amaterasu.
El silencio inundó la sala. El cantar de un grillo era el único ruido presente en ella.
-¿A-Are? ¿Derrocar?-Repitió Bell, incrédulo ante ese pedido.
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Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.
En fin, déjenme sus opiniones.
¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?
Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.
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Si desean leer más de mis fic pueden entrar a mi perfil y ahí encontrarán desde...
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Un One Shot en el que se nos relata lo que hubiera sucedido si Bell era cuidado por Alfia, Zald y Zeus ¿Será un futuro feliz? ¿Bell se convertirá en el último héroe como se lo prometió a su madre? ¡Averigüémoslo!
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Otro One Shot sobre una bella historia de amor entre una diosa y un mortal, que toma como punto de partida la película de "Danmachi: la flecha de Orión". Veamos la aventura en la que se embarca nuestro carismático protagonista después de haber perdido a esa diosa que tocó su corazón en muy poco tiempo, de la cual, se tuvo que despedir prematuramente.
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La hermosa Lefiya nos acompañará en este One Shot junto al conejo en una aventura que tendrá de todo. Amor, drama, todo lo que engloba a esta pareja tan dispareja.
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La historia de amor entra una hermosa hada y un conejo con dudas nacientes en su corazón tras un suceso inesperado.
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Un fic con un cuarteto amoroso muy raro, BellxTionaxFreyaxHelun.
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Una hermosa historia de amor entre una asesora y el aventurero a su cargo, BellxEina. ¿Su amor podrá superar el consejo que le dan a las asesoras sobre no enamorarse de los aventureros a su cargo? ¡Averigüémoslo!
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¡Una aventura de un héroe sin Falna le espera a nuestro protagonista! ¿Qué pruebas y dificultades habrán en su camino sin la bendición de un dios? ¡Descubrámoslo!
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Y mi primer y ya finalizado Fic, que va de la pareja de BellxSyr o Freya, el cual parte desde el rechazo de esta misma en el volumen 16 de la novela original, aunque claro... en este fic sabremos lo que hubiera pasado si Bell no la rechazaba, como el título indica.
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Sin más que agregar, yo me despido, espero que se echen una pasada a mi perfil y les agraden las demás historias en caso de no haberlas leído, eso es todo, hasta la próxima mis lectores.
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