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Capítulo 23. Planes desconocidos. Volviendo a la superficie.

A la mañana siguiente. Después de los sucesos ocurridos en el capítulo anterior.

Los rayos del "Sol" que se filtraban desde las delgadas aperturas de las cortinas que cubrían las ventanas parcialmente, las cuales, debido al flujo de la corriente de aire que azotaba en Rivira, se revoloteaban hasta provocar la entrada completa de la Luz brevemente, despertaron a nuestro par de aventureros favoritos, quienes la noche anterior tuvieron un gran paso dentro de su relación romántica.

Ellos se hallaban acostados en una pequeña cama, a consecuencia del tamaño sus cuerpos se juntaron demasiado, la distancia entre ellos era casi nula.

Ambos estaban debajo de las sábanas blancas y arrugadas. La elfo era abrazada delicadamente por el humano mientras ella usaba el brazo izquierdo de este mismo como almohada y él le encimaba el derecho, dejándolos en posición de "Cucharita". En los rostros existía cierto rasgo en común, una sonrisa de calma y satisfacción que reflejaba la alegría que sentían, a la par de la paz que brotaba dentro de sus pechos.

Supongo que muchas preguntas surgirán gracias a esta situación.

"¿Cómo es que están durmiendo en una cama? ¿No se supone que cuando "Eso" ocurrió aún permanecieron en aquel lago?".

Las respuestas son más sencillas de lo que podrían esperarse.

Tras recuperarse del cansancio que trajo consigo el unir sus cuerpos decidieron rentar una habitación en Rivira. No había forma de que pudiesen o siquiera quisiesen regresar a la superficie. No en ese estado y mucho menos a esa hora, de ser así habrían arribado antes del amaneces aunado a que poco o nada descansarían si tenemos en cuenta que dos diosas metiches los esperarían en la mansión en busca de interrogarlos por la prolongada cita.

Habiendo contextualizado la situación, continuemos con la historia.

-¿Uh?-Aquel quejido salió de Bell, quien abría los ojos lentamente mientras la luz le golpeaba en los párpados y le causaba malestar combinado con confusión, y migraña.

Se frotó los ojos, tratando de enfocarlos y despertar completamente, sin embargo, al instante de querer hacerlo, algo se lo imposibilitó.

-¿Qué...? ¿Por qué se me entumeció el brazo izquierdo?-Se cuestionó. Aquella extremidad le vibraba y, aunque trataba de moverla de donde sea que residiera, este no reaccionaba.

Empleó su brazo libre para buscar qué le causaba dichos efectos.

En la manta se veía una especie de protuberancia, indicando que había alguien debajo junto al conejo.

Él tomó el borde superior y lentamente la bajó hasta que mechones color esmeralda aparecieron de poco en poco encima de la almohada. Cuando por fin logró visualizar su brazo, se topó con el hermoso rostro de Ryuu, quien seguía dentro del mundo de los sueños, sonriendo como si de una niña se tratara.

-Así que esa es la razón por la que se me durmió...-Susurró el peliblanco. Haciendo referencia a la preocupación anterior respecto a su extremidad.

Bell se movió cuidadosamente, retirándolo de debajo de la cabeza de la peliverde. Ella fruncía el ceño aunque no mostraba indicio de despertar.

El delgado cuerpo de la bella mujer se movía ligeramente, buscando acomodo. Esto causó que las mantas se deslizaran y enseñara aquello de lo que el conejo no se había percatado.

Mientras él estiraba el brazo, tratando de recuperar la sensibilidad y movilidad de este, el sonido de la tela cayendo al suelo le llamó la atención.

Instintivamente volteó a su izquierda, en busca del origen del ruido. En cuanto lo hizo vio el cuerpo desnudo de su amada. Justo como los dioses la trajeron al mundo.

"¡¿P-POR QUÉ ESTÁ DESNUDA? ¿DÓNDE ESTAMOS?! ¡ESTA NO ES MI HABITACIÓN!" Gritó internamente, asustado por sentirse en un ambiente y lugar diferente al que tiene acostumbrado despertarse en las mañanas.

En ese momento, como si de un golpe de realidad se tratara, recordó los sucesos transcurridos horas antes el "amanecer" y el despertar, a la vez que se sonrojaba en demasía.

"¡NO FUE UN SUEÑO!" Dijo para sí mismo. Un escalofrío le recorría la espalda y sudaba a mares.

El pobre tonto creyó que aquella escena en el lago donde los sentimientos salieron a flote y el amor los orilló a unir sus cuerpos fue meramente producto de su imaginación.

Que Ryuu estuviese acostada a su lado no era prueba suficientemente para él, razón por la cual no entró en pánico tan pronto la observó acostada al costado, porque han dormido varías noches juntos en su propia habitación desde la batalla de Knoss, la cual trajo secuelas en ella que han estado desapareciendo día a día gracias a la compañía y apoyo de Bell y el resto de sus seres queridos. Pero después de que rememorara todo y se diera cuenta de que se hallaban en otro sitio, cayó en razón.

Se cubrió los ojos con las manos, no obstante, la miraba de reojo entre las aperturas de los dedos. Fue criado por el hombre más pervertido de la historia al fin y al cabo, ciertas mañas se le pegaron.

Ahí se maravilló del delgado y perfecto cuerpo que la chica poseía. Las curvas de su trasero que le hacían resaltar las caderas. Los modestos pechos que daban cierto aire de madurez aunque, lejos de ser un defecto, al peliblanco le encantaba. Y, sobre todo, aquellas bien formadas piernas que haría enloquecer a cualquier hombre, incluso al que amaneció junto a ellas.

Bell es consciente de que está en un noviazgo con una de las mayores bellezas de todo Orario. No, la mujer más hermosa del mundo. Pero verla de ese modo le provocaba cierto sentimiento de orgullo. Lo cual engrandeció parcialmente su ego.

"Soy muy afortunado..." Pensó, riendo nerviosamente y rascándose el costado de la cabeza.

De pronto, la somnolienta elfo, giró a donde él la observaba.

Los rostros quedaron cerca del contrario. El aire expirado desde la nariz de la peli verde golpeaba suavemente la cara enrojecida del delirante conejo.

Ella lentamente abrió los ojos e hicieron contacto visual.

Bell tragó saliva, esperando alguna palabra de ella pero simplemente se limitó a continuar viéndolo sin expresar absolutamente nada.

De repente Ryuu inclina la cabeza adelante y...

*Mua*

Lo besa.

El muchacho quedó estático tras el contacto entre los suaves y carnosos labios de la chica y los suyos.

Luego de varios segundos se separaron.

La elfo sonrió dulcemente, alborotando en mayor medida el conejo del joven, como si eso fuera posible dada la situación que viven actualmente, y prosiguió a hablar.

-Te amo...-Dijo, posando la palma encima de la mejilla de aquel humano que le conquistó el corazón.

Bell entró en pánico por los actos tan aventados e impropios de su novia.

-Yo también te amo, Ryuu-Le contestó a pesar del nerviosismo, acomodándole los mechones caídos de cabello que se interponían entre él y la blanca piel de la muchacha.

"¿Are? Es más largo... Ryuu tiene razón, está recuperando el color rubio natural" Opinó mentalmente.

Ryuu le dio otro beso, esta vez en la frente, y lo abrazó. Aunque se extrañó de cierta cosa.

-Amor... ¿Por qué estás sin tu camisa?-Le cuestionó al sentir el buen formado pecho y abdomen cerca suyo.

Sin embargo Bell moría de pena porque, así como ella, al frotar su piel con la suya sentía la desnudez en la parte superior, él también. De hecho los pezones de Ryuu rozaban en los pectorales de Bell.

Ella lentamente se percató de aquello. Por alguna razón desconocida tenía mayor sensibilidad al contacto.

Bajó la cabeza y alzó la manta que cubría los cuerpos desnudos de ambos, encontrándose con la razón de dicho sentir.

Se ruborizó completamente. El color rojo incluso se presentó en las puntas de sus largas orejas, reflejando el nivel de vergüenza.

-B-Bell...-Ella nombró al novio, evitando entrar en pánico.

-D-Dime...-El susodicho desviaba la mirada.

-¿P-Por qué estamos desnudos...? Además... No es tu habitación ¿V-Verdad?-Preguntó, en busca de las respuestas que claramente conocía. Solamente deseaba confirmarlas.

-¿Recuerdas la noche de ayer...?-Contestó el peliblanco a los cuestionamientos de la elfo.

-La noche de ayer...-Murmuró.

Sus ojos se volvieron remolinos y humo se le desprendía de la cabeza.

Rápidamente saltó de la cama.

-¡¿N-NO FUE UN SUEÑO?!-Gritó desde el borde de la misma, donde se sentó.

-¡YO TAMBIÉN LO PENSÉ!-Le respondieron, de igual o mayor tono.

Bell vio de reojo nuevamente el cuerpo desnudó de Ryuu y entró en shock.

Ella lo notó y agarró las sabanas, tapándose.

-Pervertido...-.

-¡P-Perdón! Podría mentir diciendo que no lo vi o que desde que desperté no fue lo primero en lo que me fijé pero quiero ser sincero contigo y si te das cuenta de que te estoy engañando el destino será peor a que si admito mis pecados. ¡En verdad lo lamento! No fue mi intención verte de esa forma... No al 100%-.

Bell se puso en posición de dogeza, asentando la frente en el colchón y buscando el perdón de la elfo.

Ryuu lucía pensativa, los labios le temblaban, las mejillas le ardían de lo caliente que estaban y la cabeza le daba vueltas por toda la sangre que se le subió.

Tras varios segundos en silencio, donde el ambiente era tan denso que se podría cortar, suspiró, negando con la cabeza.

-N-No me molesta... Que me mires de ese modo... No siempre y cuando seas tú...-.

-¿Are?-.

Esa no era la reacción que él esperaba recibir.

Ella estiró la manta y cubrió la mitad de su cara antes de pronunciar las siguientes palabras.

-Es imposible que esté arrepentida de lo que pasó... Pude unir tanto mi cuerpo como mi corazón y alma con el hombre al que amo... Jamás me lamentaría de ello o lo llamaría un error... Tampoco existe la posibilidad de que te odie debido a eso...-.

Al concluir la oración, Bell sonríe, olvidando cualquier cobardía y acercándose a la peliverde.

La sujetó de ambas manos, sosteniéndolas cálidamente y bajándolas para poderla ver a los ojos.

Esto la tomó por sorpresa aunque no opuso resistencia.

-Ocurre lo mismo conmigo. Subimos al siguiente escalón y estoy feliz a causa de ello. Lo juré ante la familia Astrea, Astrea-Sama y más importante, ante ti. Te haré feliz el resto de nuestras vidas pase lo que pase. Así que, debo preguntar... ¿Eres feliz conmigo? ¿Con el ritmo en el que nuestra relación avanza?-Bell le lanzaba aquella interrogante. Quería asegurarse de que aquella felicidad que prometió se esté manifestando en ella día a día.

-Soy la más afortunada del mundo, amor. Cada que estoy a tu lado mi vida se pinta de colores y la felicidad nunca falta...-Declaró Ryuu sin siquiera pensarlo ni un segundo. No cabía duda en su respuesta, mucho menos preocupación a futuro. Confiaba al 100% en su amado y estaba segura de que él cumpliría dicho juramento.

Bell sonrió, alegrándose de que tenga dicho efecto en quien ama.

-Creo que... Eres la segunda...-Comentó.

-¿La segunda?-Ladeó la cabeza, confundida.

-La segunda más afortunada. Yo soy el primero al tenerte a mi lado...-Respondió el conejo, entrelazando los dedos con los de la peliverde, a quien se le alborotó el corazón al escucharlo.

-Los dos lo somos... Porque al fin y al cabo compartimos la misma emoción y dicha-Replicó Ryuu, dando su punto de vista.

-Supongo que es cierto... Mi hermosa hada de cuentos...-Contestó el muchacho, pronunciando aquel apodo que usa a la hora de referiste a la elfo, quien lo abrazó tan pronto finalizó.

*puf*

-Estaremos juntos por siempre ¿Verdad?-Dijo la chica, pegando el rostro al pecho del joven.

-Por siempre y para siempre. Así que no te librarás de mi tan fácilmente-Vociferó Bell a manera de contestación, correspondiendo al abrazo.

-Fufufu. Esa línea debería ser mía...-Ryuu se rió ante la forma en la que él lo dijo.

Bell le acarició el cabello, pasando sus delgados dedos entre los mechones verdes que cada vez más se volvían rubios.

-Lo dudo. Yo no trataría de alejarte-.

-Tanpoco yo-.

En ese instante, tras el breve diálogo, recordó las palabras de Cassandra durante la expedición de tiempo atrás.

"-El conejo blanco protegerá a la delicada flor con su propia vida, con su propio cuerpo, de la calamidad venidera, del dolor de los sucesos pasados, no la dejará sola, no la abandonará y ambos se levantarán de las garras de la oscuridad, logrando así iluminar el mundo-".

Sonrió.

"Tal vez no hemos iluminado el mundo pero... Ella ha hecho que el mío brille con la intensidad de mil soles... Y estoy seguro de que en el suyo ocurre lo mismo" Pensó, moviendo la yema de sus dedos en la espalda de la chica, acariciándola.

Ryuu inclinó la cabeza centímetros atrás.

Los ojos contactaron, fijándose en los del contrario.

A pesar de que permanecían abrazados, tanto que los senos de la fémina contactaban desnudos en el abdomen de él, no se separaron ni inquietaron.

-Oye Ryuu... Sé que es extraño que realice este tipo de preguntas pero mi mente no deja de pensar en esa posibilidad, por más remota que sea...-Dijo Bell, rascando su nuca y buscando el modo en que formularía la interrogante.

Extrañada, la elfo lo observó, atenta a lo que saldría de su boca.

El peliblanco respiró profundamente, recolectando el valor necesario, y prosiguió a exhalar dicho aire.

-¿Cuántos hijos te gustaría tener? ¡N-No digo que en un futuro cercano ni mucho menos! S-Sin embargo... Es algo de lo que, tras esta experiencia, deberíamos conversar como pareja. Al fin y al cabo, así pasen 5, 10 o 20 años, la probabilidad de que suceda está presente-Lanzó la duda que lo abordaba, justificando el por qué de expresarla.

Nuestro joven protagonista, aunque aún posee 14 años de edad y próximamente 15, piensa muy a futuro respecto a la relación, no por nada le prometió que estarían unidos el resto de sus vidas.

Sudando a mares y expectante, esperó la reacción de la peliverde.

-Hijos...-Susurró, sin salir del Impacto ocasionado por el repentino cambio de tema a uno que jamás consideró o siquiera le interesó lo suficiente como para darle segundos de atención.

-N-No es necesario que contestes si no tienes una opinión o punto de vista. Solamente divagaba en la posibilidad de que eso llegase a suceder...-La voz del conejo se fue apagando al transcurrir de la oración.

Ryuu posó el dedo índice encima de los labios de su amado, silenciándolo de golpe.

-Tres...-Dijo, ruborizándose un poco en las mejillas aunque segura de la respuesta dada. Prueba de aquello era la pequeña sonrisa que formaba al doblar al comisura de los labios.

-Quisiera tres hijos... Dos niñas y un niño... Que el varón sea el mayor y proteja a sus hermanas como tú lo haces conmigo. Desearía que se parezca a ti en cuestión de valores y compromiso, no tanto por lo impulsivo que sueles ser en situaciones de riesgo porque si por culpa tuya se metiese en problemas tú pagarías las consecuencias-Ryuu imaginaba la escena aunque al concluir la primera parte se le notaba enojada.

Bell tragó saliva, espantado. No obstante, la peliverde prosiguió no sin antes dibujar el escenario dentro de su cabeza. Bell al lado del hijo que compartía cientos de rasgos físicos idénticos a él. Cabello blanco, complexión delgada que al entrenarse obtendría masa muscular, esa sonrisa que calma los corazones de quien la recibe y el detalle que más le llamó la atención fue la heterocromía de aquel "Bell Jr.". El ojo derecho rojo y el izquierdo azul, como el suyo.

-La segunda sería nuestra primera hija. Ella deberá ser responsable y animada. Que apoye a su hermano mayor en todas las decisiones que él tome ya que es consciente de que lo hará por el bien común. También es necesario que se comporte de forma retadora cuando presencie actos que considere injustos. Como Alise...-.

La imagen que apareció en el subconsciente de ella fue la de una niña alegre de cabello blanco y largo que yacía amarrado con una coleta. También resaltaban los ojos azules, idénticos a la madre.

En parte al peliblanco le alegraba lo hermosa que se veía su pareja relatando la idea que tiene en cuestión de la hipotética familia. Esa parte soñadora le encantaba.

-La tercera... Nuestra hija menor... Me gustaría que se comportara como yo en cuestión de la calma y serenidad. Sin embargo, que posea cierta malicia o personalidad de su padre no le vendría mal... Ella será la princesa de su padre, o sea tú. La consentida que obtendrá lo que quiera cuando lo quiera y como lo quiera. Puede que al crecer, a consecuencia de la sobreprotección y el comienzo de la etapa de rebeldía, sea una molestia para los dos como sus padres aunque estoy segura de que sabremos controlar la situación perfectamente-.

Mentalmente apareció la figura de cierta pequeña niña con rasgos élficos y de cabello rubio. Cabe resaltar que ella, al ser de una edad muy temprana, aún no abría los ojos totalmente, por lo que dicha característica fue difícil de reconocer.

-Es... Realmente bello considerar los millones de posibilidades que nos esperan...-Finalizó, aferrándose en mayor medida al cuerpo del peliblanco.

-Ryuu...-Él la nombró.

-Sin ti... Nunca habría pensado tan a futuro... Las opciones eran pocas o nulas... Tú abriste el camino y demostraste que el horizonte estaba a la vuelta de la esquina, donde múltiples formas de continuar mi vida aguardaban por ser escogidas...-Comentó mientras la voz se le quebraba y de los lagrimales se originaban gotas.

Él posó la palma derecha en la nuca de la feliz elfo.

-Gracias... Por creer en mi... Darme tu confianza... Tu amistad... Tu amor... Absolutamente todo...-Agradeció sinceramente, enrollando los brazos en Bell. Y rápidamente...

*Mua*

Lo besó, sellando los labios y compartiendo la calidez del contacto.

"Compartamos este calor por más tiempo... Aún no deseo ir a la superficie..." Pensó, aferrándose al muchacho y cediendo a la fuerza de empuje que la tiraba de espaldas a la cama.

Rompieron el beso, necesitaban respirar. El hilo de saliva se desvaneció al alargarlo.

-A nosotras las elfo se nos complica quedar embarazadas... Así que lo de tras hijos es demasiado optimista...-.

Confesó, decaída. Las largas orejas bajaron, demostrando la tristeza.

-Eso en sencillo de solucionar...-.

-¿Cómo...?-.

-Sí. Solo lo intentaremos las veces que sean necesarias con tal de cumplir ese sueño...-.

Las pícaras palabras del conejo en el intercambio aumentaron el ritmo cardiaco de la pareja, quien se hallaba debajo de él.

-¿T-Tú estás de acuerdo Bell? ¿No son muchos 3 hijos para ti?-Ryuu le cuestionó.

-Desde que ese deseo salió de tus boca se convirtió en el mío. Cumplámoslo-Le contestó el susodicho.

-Crearemos el camino que nos guíe a aquel destino... Amor...-Concluyó, volviendo a besarla.

*Mua*

El cuerpo caliente de la chica cedió, permitiendo que las cosas subieran de tono.

Sin embargo, existía un minúsculo, diminuto detalle sin importancia...

Ellos rentaron la habitación por solo una noche...

*¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!*

La puerta del cuarto fue golpeada repetidamente, matando la lujuria de la pareja que resultaría en la repetición de los sucesos de la noche pasada.

-¡Es hora de que se retiren! ¡Otros pagaron por la habitación!-Alertó el dueño del complejo de cuartos, enfurecido.

Bell se le quitó de encima a la elfo a gran velocidad.

-¡P-Perdónenos! ¡En 10 minutos salimos!-Respondió al aviso, tratando de encontrar su ropa porque no solo se hallaba sin camisa, también sin ropa interior.

Ryuu se tapó con la sábana, evitando ver las partes nobles de su amado y que este viese las suyas.

Es increíble que hace segundos iban a hacer el amor nuevamente y ahora les avergüenza presenciar la desnudez del otro. En serio ¿Qué le pasa a esta pareja?

-E-Es hora de irnos...-Dijo Bell, agarrando la ropa de la muchacha y arrojándosela.

Ella la atrapó.

-T-Te daré la espalda mientras me visto. Ponte la ropa con toda libertad, no espiaré...-Trató de tranquilizarla con sus palabras, alegando a la confianza que se tienen.

La elfo asintió.

"¿En serio no me verá?" Sonrojada, se cuestionó aquello.

Rápidamente sacudió la cabeza y palmeó sus mejillas, deshaciéndose de ese pensar tan pervertidor e indecoroso que se formulaba en la mente de la chica y se vistió.

Bell, de espaldas, la observaba de reojo.

"¡Mi novia es realmente hermosa!" Celebró.

Familia Hestia, en el calabozo, pisos intermedios.

-¡Cúbrenos las espaldas!-Pidió Mikoto, saltando al ataque mientras docenas de Hellhound se acercaban a atacarlos.

-¡Voy!-Welf contestó al pedido, desenfundado su espada mágica y blandiéndola horizontalmente, creando una ráfaga de llamas que golpearon a los monstruos y los empujaron lejos de su posición.

-¡Sube de nivel a Lucía, Haruhime-Sama!-Aconsejó la hobbit, corriendo con la humana a su lado.

La antes mencionada sostenía un báculo/espada hecho de adamantina y reforzado con Mythril, cortesía del herrero de la familia Hestia.

Habían pasado varias horas desde que se adentraron por segunda ocasión al calabozo, la primera fue el día de ayer, justo después de que Bell y Ryuu partieran a su cita.

Ese primer día avanzaron tranquilamente por los primeros pisos del calabozo, los superiores, donde Lucía se desempeñó de buena manera, acabando con varios goblin y Kobold. A pesar de que estos eran de tamaño menor al del promedio de las personas, incluso más bajos que la propia Liliruca que es una Hobbit, ellos se movían a gran velocidad si se le comparase con un aventurero que recién comienza su travesía en Orario.

Cada que ella comenzaba a ser superada por los números los demás corrían a su auxilio, incluso la propia Haruhime que no se especializa en combate sabe cómo derrotarlos gracias a los breves entrenamientos que ha tenido con Bell y Ryuu, los cuales insistieron en que aprendiera mínimamente a defenderse de amenazas menores y de ese modo no depender en demasía del resto.

En fin, la humana acabó con aquellos rivales de menor calibre hasta que llegó al piso 4, donde los dungeon lizard aparecieron. Al ser bestias de mayor envergadura se asustó aunque el resto de miembros de la familia le levantaron el ánimo y la inspiraron a tragarse ese sentimiento.

La batalla contra aquellos reptiles fue cuanto menos cansada para la chica debido a la forma humanoide de este y los movimientos erráticos que empleaban a la hora de atacar. Se percató de este detalle al compararlos con los monstruos antes derrotados. Los goblin y Kobold empleaban armas creadas a partir de rocas del mismo calabozo que abundaban en el suelo y las paredes o, en su defecto, de los restos que otros aventureros tiraban al romper armamento o tras morir. Sobra decir que el segundo caso era raro en los principiantes pero no imposible. A consecuencia de utilizar artefactos, ellos desarrollaban técnicas primitivas que copiaban de otros humanos. Batallar contra el estilo de lucha que fue creado por humanos y este siendo adoptado por seres sin las condiciones necesarias para su buen uso le traía una gran ventaja a Lucía.

Habiendo explicado esto se da a entender por qué al enfrentar monstruos que poseen habilidades diferentes a las que puedes esperar de seres inteligentes se le complicaría a alguien que no se encuentra acostumbrada a ese tipo de combates sin patrones o estrategias.

Varias veces Lucía cayó presa de estos monstruos y, antes de ser dañada, Welf o Mikoto intervenían, matándolos como si de un simple goblin se tratase.

Esa fue la constante desde el medio día, hora a la que partieron de la mansión, hasta el anochecer, aproximadamente las 7 de la tarde.

El día 1 de un aventurero define muchas cosas. Habilidades, capacidades y el techo al cual aspirar para sobrepasar tus límites.

Ella quería pedirle a Astrea-Sama que revisara su estado, sin embargo se negó. Cuando la familia Astrea estaba en su apogeo normalmente les actualizaba el estado cada cierto tiempo, como la humana es nueva planea que sea semanalmente la actualización de estado.

Decepcionada, regresó a su habitación y decidió entrenar mano a mano el arte del combate cuerpo a cuerpo con Mikoto, la cual es la que mejor tiene desarrollado dicho estilo de pelea.

Sobra decir que la oriental no es tan buena maestra, por lo que en ocasiones se le pasaba la mano en cuestión de fuerza al atacar. La pobre chica que fungía como sparring acababa noqueada sin recordar nada y pensando que se durmió en medio entrenamiento, disculpándose por aquello y volviendo a pelear. Cada que la pelinegra trataba de explicarle lo sucedido la castaña le interrumpía y terminaba golpeándola por error al bloquear los constantes asedios de la enérgica muchacha, repitiendo el ciclo hasta que dio la media noche.

"Si no sufre de un derrame cerebral gracias a tantos golpes que le propiné dudo que exista algo dentro del calabozo que la dañe" Opinó Mikoto mientras una gota de sudor le bajaba por la frente en señal de impresión nacida a raíz de la resistencia a daño que su aprendiz demostró.

A la mañana siguiente se repitió la rutina al interior de la dungeon, donde entraron con todos los de la familia Hestia, exceptuando Bell, y la única disponible de la familia Astrea, quien sobra decir a quién nos referimos.

Y eso fue lo que nos trajo al momento donde transcurre la actualidad...

-Crece. Ese poder y ese recipiente. Mucha riqueza y muchos deseos. Hasta que suene la campana, se glorioso e ilusorio. - Crece. Confina ofrendas divinas dentro de este cuerpo. Esta luz dorada otorgada desde arriba. En el martillo y en el suelo, que te otorgue buena fortuna. - Crece-Haruhime levantaba los brazos, deshaciéndose del manto de piel de salamandra que le fue otorgando semanas atrás en la expedición a los pisos inferiores impuestos por el gremio.

Un aura dorada la rodeó, resplandeciendo fuertemente y dejando boquiabierta a la humana, quien suponía que la renard no era simplemente una sirvienta de la mansión pero sin imaginarse tal cantidad de poder.

Uchide No Kozuchi!-Gritó la rubia, creando un torrente de dicha aura que envolvió a Lucía.

Ella sentía que su fuerza, velocidad, absolutamente todo, se potenciaba en demasía.

-¡Mikoto-Sama! ¡Welf-Sama! ¡¿También lo hago con ustedes?!-Preguntó Haruhime, preparándose para emplear su segunda magia en caso de ser necesaria.

-¡Despreocúpate! ¡Somos lo suficientemente fuertes para no necesitarlo por ahora!-Le respondieron al unísono mientras la oriental tomaba el camino de la derecha y el herrero el de la izquierda.

Ambos blandieron sus armas a gran velocidad, cortando y rostizado a los Helldound antes mencionados.

*¡SLASH!*

*¡SLASH!*

*¡SLASH!*

*¡SLASH!*

*¡SLASH!*

La velocidad a la que los dos nivel 2 se movían era digna de mencionar desde la percepción de la nivel 1 buffeada.

Lucía continuaba absorta en aquel poder hasta que la sacaron de la burbuja.

-¡Cubre a Lili y a Haruhime!-Ordenó la pelinegra, apuntando a donde el dúo de chicas se refugiaba.

-¡S-Sí!-La castaña corrió a dicha ubicación y blandió su báculo, dejando enfrente la punta filosa.

-¡Ahhhhh!-Alzó la voz y cerró los ojos mientras acortaba la distancia con uno de esos monstruos semejantes a perros en llamas.

"¡Por favor! ¡De un golpe! ¡Que muera de un golpe!" Rogaba internamente y...

*¡SLASH!*

Escuchó que la carne se perforaba y la punta de la hoja contactaba con un objeto sólido.

La sangre brotó al suelo, derramándose y manchándolo de aquel rojo escarlata.

Del hocico del "Lobo" se escupió sangre y...

*¡CRACK!*

La piedra mágica se agrietó, rompiéndose y desapareciendo el cadáver empalado. A los ojos de Lucía.

-Fue como matar a los goblin...-Murmuró, sin salir de la impresión.

-¡Ejem!-Welf aclaró la garganta, llamándole la atención.

Ella volteó y se encontró con el pelirrojo apuntándole a los objetivos que se aproximaban.

Asintió y avanzó a los siguientes.

-¡Y-Yo iré contigo!-Haruhime tomó el puñal que Welf le hizo y corrieron juntas a donde 4 hellhound buscaban dañarlas.

-¡AHHHHHHH!-Ambas gritaron, cerrando los ojos como hizo la castaña segundos atrás y...

*¡SLASH!*

*¡SLASH!*

Acabaron con la vida de dos de ellos.

*¡SLASH!*

Varias flechas salieron disparadas a los ojos del resto, cegándolos.

Lili les levantó el pulgar mientras guardaba la ballesta en el interior de su manto.

Aprovecharon la oportunidad y cortaron justo en la zona de la piedra mágica.

Los monstruos soltaron quejidos de desesperación antes de desaparecer y convertirse en humo/polvo, dejando tras de sí el rastro de sangre residual que no se desvanecería al igual que el cuerpo.

El par se vio, sonriendo. Se enorgullecían de lograr el cometido.

*¡BOOOOOOOM!*

Una fuerte explosión provino a sus espaldas, no obstante, nada de lo que se debieran preocupar porque el responsable fue Welf, quien lanzó una ráfaga de explosiones continuar a la superficie exterior de las paredes rocosas del piso 12, creando una avalancha de gigantescas rocas que aplastaban a los Hellhound, matándolos en el proceso sin abusar del poder de la espada mágica ya que esta consumía la mente del usuario tras cada uso.

Mientras tanto Mikoto saltaba de espaldas, aumentando la distancia entre los 5 monstruos que le restaban por asesinar.

Sujetando su espada vio el campo de pelea, buscando la mejor y más eficiente manera de acabarlos sin tardar.

Corrió de frente a ellos tan pronto llegó la resolución.

La distancia se cortaba paso a paso aunque existía el detalle de que la oriental no corría exactamente en línea recta. Es más, pareciese que buscaba moverse de forma horizontal.

De pronto, al estar apunto de recibir las mordidas de los lobos, saltó de espaldas.

Sus torso, cabeza y extremidades superiores quedaron debajo y sus piernas arriba.

Al avanzar a ritmo acelerado, las bestias no pudieron detenerse y la hoja del arma se posó enfrente de ellos. Impulsada por la fuerza de empuje y la misma gravedad. La katana rebanó a cuatro de ellos como si de mantequilla se tratase.

*¡SLASH!*

*¡SLASH!*

*¡SLASH!*

*¡SLASH!*

El último, que se salvó al estar apartado del resto, vio cómo Mikoto caía enfrente suyo y...

*¡SLASH!*

Fue cortado a la mitad.

La chica limpió la hoja del arma con sus guantes y la enfundó, limpiando el sudor de su frente y apartándose el cabello de la cara. Al quedar boca abajo este se le desordenó a pesar de amarrarlo.

-¡Usted es genial, Mikoto-Sama!-Dijo Lucía, aplaudiendo la habilidad de la oriental.

-Jejeje... Me da mucho crédito, Lucía-Dono-El halago de la humana la avergonzaba debido a que no acostumbraba a recibirlos más que de Takemikazuchi-Sama.

El grupo se reunió de nuevo, el efecto de Uchide No Kozuchi se disipó, regresando al estado normal a la castaña.

-Esa magia es increíble, Haruhime-Sama ¡En verdad eres increíble!-Ella reconocía las habilidades de la renard, quien le sonrió y agradeció las palabras de aliento. El brillo de pureza que emanaba le lastimó los ojos. ¿Cómo es posible que alguien tan mona exista? Son preguntas que jamás obtendrán respuesta.

-Tch. Esos dos no regresaron anoche. Se supone que irían a una cita normal ¿Dónde estarán?-Welf chasqueó la lengua, sentándose en una roca.

-No habrán... Ya saben...-La expresión del pelirrojo cambió, imaginándose lo que pudo haber acontecido para que la pareja se ausentara mientras se sujetaba la barbilla.

Mikoto, Lili y Haruhime se sonrojaron. Lucía no lo entendió y varios signos de interrogación invisibles se dibujaron encima de su cabeza.

-Jajaja... ¿Qué harán...?-Se cuestionó el herrero.

Ahí la humana leyó el ambiente y comprendió.

"Jeje... Ese par. Les agradezco por traerme a esta hermosa familia pero... ¿Podré dormir si ellos duermen juntos? Dicen que las chicas serias y calladas son quienes mas cambian a la hora de formar parte de una relación, o al menos eso escuché decir de Njord-Sama cuando se refería a las mujeres en Melen, y Ryuu-Sama me da esa impresión cada que se encuentra con Bell-Sama..." El debate mental permaneció ahí. Teme pasar noches de insomnio a consecuencia de las expresiones de "Amor" de aquellos tórtolos.

Al mismo tiempo que platicaban, esperaban a que Liliruca recogiera las piedras mágicas restantes y las guardara en la inmensa mochila a su espalda.

"Con Bell-Salma obtenemos más botines" Pensó la soporte.

Welf arreglaba algunas cosas referentes al armamento, se daba ese lujo debido a la desaparición de cualquier potencial peligro.

-¡Oye Lucía! ¿Qué tal tu báculo?-Preguntó, golpeando y arreglando las abolladuras de la superficie de la espada mágica que creó en la expedición pasada.

-¡Funciona de maravilla, Welf-Sama!-Respondió la humana, extendiendo el objeto mientras brillos emanaban de sus ojos.

-Me alegro. Nunca había hecho uno porque el manejo de los metales debe ser extremadamente cuidadoso porque si pesa más de lo que debería el movimiento se limitaría, arriesgando la vida del portador. Noto que no es el caso contigo-Informó, limpiando el sudor que le bajaba de la frente tras encender la fragua improvisada entre dos rocas y la magia de la espada.

-Ten cuidado. El modo en el que golpees definirá la potencia del impacto tanto para el contrincante como la que te regresará a consecuencia del empuje-Aconsejó.

-H-Hai...-La castaña asintió. No lo olvidaría. Un herrero conoce mejor que nadie a sus creaciones. Si él te dice que consideres ciertos factores es idóneo guardar la anotación mentalmente y así evitarse accidentes innecesarios.

*Grrrrrrr*

El gruñido de cierto monstruo resonó en el silencioso piso 12, despertando la curiosidad de los presentes.

La reciente aventurera volteó.

-Oh, quedó otro hellhound-Dijo Lucía, apuntando a la bestia.

-¡Yo me encargo!-Gritó, rebosante de confianza y aventándose al ataque.

-¡Espera! ¡Ellos rara vez atacan solos!-Avisó la pelinegra, tratando de detenerla, no obstante, era demasiado tarde. La castaña ya había puesto su báculo como si de una lanza se tratara, apuntando a la zona de impacto desde el frente (En este caso el pecho del lobo de fuego).

-¡Ahhhhhhhh!-Alzó la voz, liberando la energía y dándose valor.

*¡SLASH!*

El hellhound soltó un quejido.

Sin embargo, antes de siquiera lograr enorgullecerse de aquel logro, le golpearon desde la derecha.

*¡PAM!*

*¡Grrrrrrr!*

Su color de piel perdió intensidad, palideciendo.

Encima suyo se hallaba otra de esas bestias, tratando de morderla.

-¡A-Ayuda!-Gritaba, forcejeando con la bestia mientras interponía el largo del bastón entre los afilados dientes del hellhound y su propio rostro.

Baba le caía a chorros encima de ropa y rostro.

"Otra vez... Otra vez fui imprudente y no escuché al resto... Es igual a dos días atrás en el incidente de los minotauros" Se lamentaba, temblando del miedo, lo que provocó que a los brazos se les restara fuerza.

*¡Grrrrrrr!*

El hellhound tiró a morderle, aprovechando el impulso de sus patas traseras. Las enormes mandíbulas se abrieron lo más posible, enseñando las dos hileras de dientes y de la boca se desprendía una ola de calor propia de este tipo de monstruo.

-¡No lo harás!-Mikoto corrió a máxima velocidad, desenfundado su katana y corriendo a donde la compañera en peligro era atacada.

Lucía la miró de reojo.

"No... Te... Rindas..." Leyó los labios de la oriental.

Dentro del pecho le brotó una emoción indescriptible.

Apretó los dientes y las manos en la superficie alargada del arma y...

*¡PAM!*

Empujó con todas sus fuerzas, quitándoselo de encima.

El monstruo derrapó varios centímetros lejos de ella, quien aprovechó el momento y gateó de espaldas lejos de él.

Este quiso acortar la distancia nuevamente a pesar de la contusión.

En el hocico permanecía el báculo, el cual tiró al costado.

Desarmada es presa fácil según el criterio del lobo.

Pero no contaba con cierta chica del lejano oriente que blandía el arma en sus manos a escasos centímetros de donde se hallaba parado.

*¡SLASH!*

El corte limpio que penetró desde la base del cuello, desgarrando músculos y partiendo huesos, hasta salir del extremo inferior, decapitó al hellhound.

La cabeza cayó al ras del suelo. Los ojos completamente dilatados apuntaron a la humana de enfrente, quien respiraba irregularmente.

Los párpados cayeron y...

El cuerpo desapareció.

Suspiró aliviada la castaña, relajando el cuerpo y tirando la espalda al rocoso piso.

-Sobreviví...-Expresó.

Desde arriba apareció Mikoto, extendiéndole la palma.

-Lo hiciste muy bien. De no ser porque luchaste hasta el final no habría llegado a tiempo-Comunicó.

Lucía la sujetó.

-Perdón... Estuve asustada y los metí en problemas...-El ánimo decaído se transmitía.

-El miedo es natural y parte de nosotros. Nos inspira a seguir adelante y funge como sistema de alerta. Está bien tenerlo si deseas sobrevivir pero este no debe limitarme ni perjudicarte. Sé más fuerte que él-Dijo la pelinegra, levantando del suelo el cuerpo frío de la humana.

Ella escuchó cada palabra salida de la boca de Mikoto.

"Está bien tener miedo..." Dijo para sí misma.

-¡G-Gracias, Mikoto-Sama!-Agradeció, haciendo una reverencia.

Ella camina hacia su arma y la recoge.

La oriental la observa y sonríe.

-Eres muy buena cuidando de los demás. Lo sé de primera mano-Comentó Haruhime, posándose a su lado.

Cierta nostalgia apareció en ella, recordando los tiempos en el lejano oriente donde ambas, junto a Chigusa, jugaban tranquilamente antes de que las separaran.

-Siempre protegeré a quienes quiero, Haruhime-Dono-Respondió.

-¡Hay que regresar a la superficie! ¡Ha sido bien entrenamiento pero Lucía debe descansar!-Sugirió Welf a lo lejos, caminando mientras Lili lo seguía.

-¡Hai!-Asintió el resto, preparándose para subir los pisos.

Para una nivel 1 sin experiencia previa en combate es digno de admirar el llegar a los pisos intermedios. Claro, su "Familia" se encargó del trabajo pero ella estuvo a la altura.

"Así se siente tener una familia... Es grato que te apoyen a pesar de tus errores" Lucía se alegró por el buen lugar al que fue a caer.

Con Bell y Ryuu. Tiempo después de lo ocurrido con la familia Hestia y compañía.

La pareja abandonó la habitación rentada al igual que rivira en un abrir y cerrar de ojos.

Tomaron un baño en aquel lago donde "Aquello" ocurrió antes de retirarse del piso 18 y emprender el viaje a Orario.

Bell cargaba su mochila donde iba guardando las piedras mágicas de los monstruos que mataban en el trayecto porque la suma de dinero gastada a causa de la renta del cuarto fue mayor a la estimada antes de que la cita empezara.

Gastó dinero que prácticamente no tiene. Como si necesitara endeudarse más nuestro conejo protagonista.

*¡SLASH!*

Rebanó la carne de un minotauro que se acercó.

-Sueles desempeñarte de mejor forma al enfrentarte a minotauros y barbarian, amor ¿A qué se deberá?-Le cuestionó la elfo, matando a los Al Miraj que la rodeaban. En parte se sentía mal ya que le recordaban a su novio por esos ojos rojos y pelo blanco.

"Perdóname Bell Jr." Se disculpó, empalando a 3 de golpe.

"He sido comparado con los conejos, estoy seguro" Presintió el peliblanco, ofendido.

-Supongo que se debe a mi habilidad Ox Slayer. No estoy seguro de qué tanto sea el potenciamiento aunque no me quejo-Respondió Bell, limpiando el líquido carmesí que manchaba sus dagas.

-Hace sentido. Incluso estando al mismo nivel me toma más tiempo derrotarlos. En verdad era impresionante-Opinó la peliverde, halagando la fuerza de su novio.

-Jeje... Gracias-Bell se rascó la nuca, avergonzado.

Ryuu soltó una risita.

-A veces me pregunto por qué actúas tan inocente. Somos pareja... Siempre serás el mejor hombre a mis ojos. Mentiría si dijese que ese cara tuya no me encanta-Comentó Ryuu, sonrojada y tomándolo de la mano.

-E-Es difícil acostumbrarme porque crecí en una cabaña donde solo vivíamos mi abuelo y yo. N-No obstante ¡Haré mi mejor esfuerzo!-Declaró el muchacho.

Después de ese breve intercambio prosiguieron en la travesía.

Los pisos intermedios a partir del 15 no representaban problema. Es como si los hubiesen vaciado hace poco.

Eso les preocupaba porque debían recuperar la suma de dinero gastado.

Avanzaban y avanzaban sin toparse mínimamente con un Infant Dragon o siquiera los Orc.

De la nada, mientras caminaban, vieron a la distancia que se acercaba otro aventurero.

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca se percataron de quién era.

-¿Eh?-Dijeron los tres al unísono.

Se quedaron estáticos y sin habla.

-¿Señorita Aiz?-Bell fue el primero en romper el silencio, revelando el nombre de la extraña.

-Bell...-Ella lo nombró.

La elfo peliverde se pegó al brazo de su pareja.

Aiz frunció el ceño.

-Y "Vendaval"...-Adicionó.

-Quisiera decir que me es agradable verla "Princesa de la espada" pero mi raza no acostumbra a mentir-Contestó Ryuu. La ceja derecha le temblaba.

-Tch...-La rubia chasqueó la lengua.

"¿Are? ¿Por qué el ambiente pesa tanto?" Se preguntó el chico, poniendo cara de póker.

-Eto...-Salió de él.

Las afiladas miradas de las chicas lo apuntaron. Bell saltó del susto.

-Bell... No has venido a entrenar...-Habló Aiz, decaída.

-Es que...-.

-¿Por qué iría? Él entrena conmigo-.

El joven quiso despejar la duda de la chica de la familia Loki, no obstante, la elfo interrumpió.

-Esto es entre él y yo...-Replica la "Princesa de la espada".

Ryuu soltó el brazo del conejo y le plantó cara a la rival.

-Tal vez te halla perdonado pero no permitiré que robes a mi novio...-Dijo, sacando chispas de los ojos y enfatizando las últimas dos palabras.

Aiz posó la palma en el mango del estoque.

Ryuu cruzó los brazos.

Bell... Se quedó de pie cual árbol. Cada fibra del cuerpo le advertía que si interrumpía no acabaría bien parado.

Se preguntarán ¿Perdonado? ¿A quién? ¿Cómo? ¿Cuándo?

La respuesta es sencilla. Tras lo ocurrido en el asalto a Knoss, Aiz se disculpó con Bell al comprender que los denominados Xenos no eran lo que creía. Se arrepentía del intercambio de semanas atrás, el cual resultó con ambos luchando por la vida de Wiene.

Bell no le guardaba rencor ni odio, razón por al cual accedió a comenzar desde cero la relación amistosa que sostenían.

Sin embargo, los celos de ambas mujeres chocaban cada que la rubia se acercaba a él.

La elfo no se lo permitía, demostrando que su amado conejo le pertenecía y no lo compartiría ni por medio minuto.

Esto desarrolló la enemistad de las dos hermosas mujeres.

-La última vez entrenamos los 3 juntos...-Susurró Aiz.

-¡Sí! ¡Pero solo atacabas a Bell y lo noqueabas! Tuve de darle cientos de almohadas de regazo y por alguna extraña razón hacías pucheros al vernos-Explicó Ryuu, frunciendo el ceño y rememorando la única vez que aprobó el entrenamiento en conjunto. Claro que el plan de la rubia era estar a solas con el muchacho peliblanco el cual amaba pero no existía modo de que la novia del susodicho les diera esa privacidad. Así que se les unió.

-No es cierto-Aiz, negándolo, mostró su puchero otra vez por los reclamos de la peliverde.

-¡Al menos evita hacerlo al contradecirme! ¡Solo te delatas!-Gritó la elfo.

-Chicas. No es el momento ni el lugar para que esta discusión se prolongue-Razonó Bell, interponiéndose.

La burbuja que les rodeaba se rompió gracias a su intervención.

-Me voy... Debo matar algo, lo que sea... Y atrapar Al Miraj-Dijo la "Princesa de la espada" pasándoles al costado sin dejar de soltar pucheros a diestra y siniestra.

-¿Atrapar Al Miraj?-La interrogante quedó a la deriva en las mentes de la pareja.

Encogieron los hombros y se retiraron. Todavía faltaba tramo por recorrer.

No sufrieron percances hasta que la luz del sol les alumbró el camino de salida varios minutos después.

Por fin regresaron a la superficie.

De algún modo se sentían diferentes. ¿Cómo no? Dieron saltos agigantados en su relación.

Se tomaron de las manos y sonrieron, dando el primer paso fuera del calabozo luego de la noche especial que vivieron.

-Ah... Ojalá el baño termal esté listo. Quiero remojarme...-Dijo Bell, estirando los brazos y tronándose los huesos de la espalda.

-Sí. Esta travesía... Fue realmente agotadora-Había cierto tono lujurioso en la contestación de la peliverde.

-S-Sí...-El muchacho la percibió.

-¡Cierto! ¡Las piedras mágicas!-Recordó, abriendo la mochila a su espalda.

-Hay que ir al gremio a cambiarlas-Comunicó Ryuu.

El peliblanco asintió y se dirigieron allá.

Mientras tanto, en lo alto de la Torre de Babel.

De pie en medio del gigantesco mirador se hallaba la hermosa diosa de cabellos plateados y ojos morados, Freya-Sama. Quien observaba a la pareja abandonando el calabozo.

Por algún motivo la habitación se vació. El trono característico al centro del cuarto brillaba por su ausencia.

Eso no era todo lo preocupante. Un círculo de sal y varias velas encendidas en puntos estratégicos la rodeaban.

La peliplateada sostenía un libro en idioma desconocido para mortales.

-Debe estar listo... Este trabajo le corresponde a las diosas de la fertilidad. Agradezco ser una, si no, le debería un favor a Demeter suponiendo que aceptara-Susurró Freya, suspirando.

-Fufufu... Aseguraré que mis deseos se cumplan-La tenebrosa expresión presente en el rostro de la diosa haría temblar a quien sea.

Los carnosos labios de Freya se despegaron. Bajó los párpados y cerró el libro.

El fuego de las velas se apaciguó sin apagarse.

-El fruto del amor y de la unión...-.

-La llama de la vida...-.

-La bendición de la relación...-.

El aura que rodeaba a Freya tornó pesado el ambiente.

Es como si su arcanum se liberara.

-Ayuda a quienes buscan aquella dicha...-.

-Trae el milagro de la vida a quienes más la añoran...-.

-Dioses somos...-.

-Escuchamos los deseos...-.

-De la fertilidad se nos concedió el poder de brindar...-.

-De procrear al retoño que continúe el camino de los papás...-.

-Cumplir los sueños de quienes se esfuerzan en alcanzar... La inmortalidad...-.

-La inmortalidad que no trata de vivir por siempre...-.

-La inmortalidad de que tu historia permanezca toda la eternidad...-.

-Siendo pasada por quienes con sangre se te relacionarán...-.

Los mechones plateados de la diosa se elevaban. El piso temblaba y la llama de las velas crecía, derritiendo la cera a mayor velocidad hasta consumirlas casi por completo.

De repente Freya abrió los ojos. Estos brillaban con gran intensidad.

La divinidad de la mujer se filtraban de su cuerpo.

-Nostri Incantatorus facit fertilis semen...-Dijo.

El temblor se acrecentó, sacudiendo el círculo de sal aunque este no se movía en lo absoluto.

-Nostri Incantatorus facit fertilis semen...-.

La flor al pie del círculo mágico, las cuales se cubrían con una manta blanca, fue destapada.

Esta constaba de 5 pétalos, que se desprendían a medida de que la ceremonia transcurría.

-Nostri Incantatorus facit fertilis semen-Repitió.

Se desprendió el primer pétalo...

La flor levitaba.

-Nostri Incantatorus facit fertilis semen-.

El segundo pétalo cayó...

-Nostri Incantatorus facit fertilis semen-.

El tercero le siguió.

"Nacerás, mi amado Odr... De eso estoy segura..." Emocionada, Freya se preparó para repetir una última vez aquella frase en latín (Curioso teniendo en cuenta que es una diosa nórdica, nah detalles).

Ella deseaba que solamente fuese un hijo. Si detenía el hechizo ahora o antes los pétalos, que representan la cantidad de hijos que nacerán, hubiesen sido más de uno.

Tragó saliva y...

-Nostri Incantatorus...-.

-Disculpe Freya-Sama. Bell y Ryuu salieron del calabozo...-Avisó Helun, abriendo la puerta y asomándose.

-¿Helun...?-Freya se desconcentró gracias a la intromisión de su hija.

*¡BOOOOOOOM!*

Una explosión de humo destruyó el círculo de sal y derribó las velas.

-¡FREYA-SAMA!-La humana corrió en auxilio de la diosa.

-¡Cof! ¡Cof! ¡Cof!-Tosió mientras disipaba el humo al empujarlo con la mano para poder ver su camino.

-¡¿Está bien?!-Inquieta, preguntó la peliplateada.

-Sí, lo estoy... Entraste en el peor instante posible...-La tos abandonó a Freya, quien buscaba la flor.

El ritual de fertilidad fue interrumpido por lo que falló.

Sin embargo...

-Helun... ¿Y la flor?-Le interrogó.

No la encontraba en ninguna parte del cuarto.

-¡Freya-Sama, mire!-Apuntó al ventanal del mirador.

La diosa volteó y ahí miró el pétalo restante flotando con gracia mientras brillaba tenuemente.

-Funcionó... ¡Funcionó Helun!-Festejó, abrazando a su asistente.

-¡¿Fueeh?! ¡¿Qué funcionó Freya-Sama?!-La chica era sacudida por los saltos de su diosa que se comportaba de modo infantil.

-¡El hechizo! ¡Surtió efecto! Supongo que, a pesar del percance, no fue afectado-Teorizó Freya, rebosante de felicidad.

El pétalo volaba hasta donde Bell y Ryuu caminaban.

-Vamos, entra-Pedía.

Y... Se metió en el abdomen de la elfo.

-¡Lo logré! ¡Mi amado Odr nacerá pronto!-Saltó la diosa.

-¿Odr? ¿Qué hizo?-Interrogó Helun.

-Fufufufu. Solo les eche una mano-Soltó una risita, contestando y haciéndose la desentendida.

Las peliplateada discutieron sin percatarse que, a menor velocidad pero dirigiéndose a la misma dirección, volaba otro pétalo. Aquel que no se desprendió de la flor completamente.

Este se introdujo en el sitio de antes.

-Ugh...-Ese sonido salió de Ryuu, quien frenó en seco.

-¿Pasa algo malo?-Preguntó Bell.

-No... Solo me sentí mareada. Ya no-Respondió, sacudiendo la cabeza.

-De acuerdo. Si necesitas ayuda no dudes en solicitarla-El muchacho guiñó el ojo derecho y mostró el pulgar.

-Claro que sí. Entremos al gremio, amor-La peliverde empujó la puerta de aquel edificación, adentrándose.

"¿Por qué siento nauseas?" Se cuestionó, teniendo ganas de vomitar e ignorándolas para no preocupar a su novio.

"Tal vez descansar sirva. Cuando regresemos a la mansión me ducharé y dormiré" Pensó, descartando cualquier mal.

Sin saber que su vida cambiaría...

Sin ser consciente de que daría una vuelta de 180 grados...

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Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.

En fin, déjenme sus opiniones.

¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?

Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.

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Un One Shot en el que se nos relata lo que hubiera sucedido si Bell era cuidado por Alfia, Zald y Zeus ¿Será un futuro feliz? ¿Bell se convertirá en el último héroe como se lo prometió a su madre? ¡Averigüémoslo!
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Otro One Shot sobre una bella historia de amor entre una diosa y un mortal, que toma como punto de partida la película de "Danmachi: la flecha de Orión". Veamos la aventura en la que se embarca nuestro carismático protagonista después de haber perdido a esa diosa que tocó su corazón en muy poco tiempo, de la cual, se tuvo que despedir prematuramente.
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La hermosa Lefiya nos acompañará en este One Shot junto al conejo en una aventura que tendrá de todo. Amor, drama, todo lo que engloba a esta pareja tan dispareja.
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La historia de amor entra una hermosa hada y un conejo con dudas nacientes en su corazón tras un suceso inesperado.
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Un fic con un cuarteto amoroso muy raro, BellxTionaxFreyaxHelun.
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Una hermosa historia de amor entre una asesora y el aventurero a su cargo, BellxEina.
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¡Una aventura sin Falna nos espera a nosotros y a nuestro protagonista!.
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Y mi primer y ya finalizado Fic, que va de la pareja de BellxSyr o Freya, el cual parte desde el rechazo de esta misma en el volumen 16 de la novela original, aunque claro... en este fic sabremos lo que hubiera pasado si Bell no la rechazaba, como el título indica.
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Sin más que agregar, yo me despido, espero que se echen una pasada a mi perfil y les agraden las demás historias en caso de no haberlas leído, eso es todo, hasta la próxima mis lectores.

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