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Capítulo 36. El héroe de una prostituta.

Distrito del placer. Perspectiva de Bell y Hermes.

Ambos hombres caminaban a la par luego de cruzar la entrada principal del distrito rojo.

Varias mujeres los llamaban en busca de una noche de satisfacción y lujuria, sin embargo, al menos Bell, solo los ignoraba sin darles ni el mínimo de atención. Hermes en cambio volteaba de vez en cuando, rompiendo con su actitud seria que se supone debía mantener hasta el asalto a Belit Babili, hogar de la diosa Ishtar y su familia.

-Hermes-Sama ¿Qué nos espera allá adentro?-Cuestiona el conejo sin cambiar de expresión.

-Debes hacerte una idea si fuiste llevado por las amazonas hasta la parte superior de la sede. Cientas de hijas de Ishtar de esquina a esquina, en las habitaciones y varias en la sala principal. Sin contar las demás que están a los alrededores del distrito del placer. Sin dudas, en condiciones normales, este combate representaría una misión imposible para ti y tu familia que ni con Take y sus hijos podría inclinarse a su favor. Sin embargo, Hedin es la fuerza que nos da ventaja-Responde el dios, informando sobre la cantidad de aventureras en la familia de la diosa morena, quien funge como líder en todo ese maldito lugar.

-¿Y qué se supone que haremos? ¿Cómo sabremos que lograron infiltrarse? Estamos yendo directo a la boca del león sin ninguna certeza de que recibiremos apoyo antes de que todo se desate. Perdón si soy paranoico pero mi novia me espera de regreso y no pienso fallarle, no nuevamente-Habló el conejo sin detener su andar, pensando en su amada novia, a quien le prometió volver con vida a su hogar.

-Tranquiló, ellos deben estarse infiltrando en el subterráneo, en las "Alcantarillas" debajo de la ciudad. Además, tengo un método para comunicarme con ellos. Confía en mí-Hermes declaró, guiñándole el ojo y levantándole el pulgar.

-¿Por qué puso entre comillas "Alcantarillas" Hermes-Sama?-Preguntó el joven, percatándose de ese detalle.

La sonrisa en el castaño desapareció.

-Eres demasiado perspicaz. Pensé que no lo notarías. Pero hablaré. Si bien esta información es secreta y no se la he comunicado a nadie más que a Loki, te la daré por el simple hecho de que confío en ti y se relaciona con Ishtar-Expresó, abriendo paso a su relato y captando la atención del acompañante.

-Hace muchos años, un artesano de nombre dédalos existió ¿Te suena el nombre?-Preguntó.

Bell asintió.

-La calle dédalo lleva su nombre-Contestó.

-Exacto. Esto se debe a que él, junto a sus descendientes y personas que lo ayudaron, construyeron esa laberíntica locación. Pero no fue lo único, el deseo de dédalo era crear una copia del calabozo de manera artificial, con sus propios monstruos y secciones-Reveló.

Los ojos del conejo se abrieron en demasía, completamente sumergido en el habla del dios.

-Este se ha extendido por casi toda la ciudad, ocupando gran parte de la misma, incluso ahora, debajo de nosotros, está uno de los pisos de esa estructura. Como no le alcanzó la vida para ver finalizada su obra, al resto de sus descendientes se les maldijo para que de ese modo la terminaran. Si bien desconozco al resto de su familia y quienes ostentan esa obligación actualmente, la construcción del mismo se pausó indefinidamente. Como pocos conocen esta locación, es un sitio perfecto para infiltrarse a cualquier sitio donde este alcance sin ser detectado. No obstante, es peligroso ya que si se han presentado monstruos dentro del mismo, pero en las secciones más profundas del mismo, por lo que tus amigos y Hedin deben estar perfectamente bien-Comentó la deidad, despreocupándose.

-Si es así de secreto ¿Cómo supo de él? Dudo que lo haya descubierto por causalidad-Preguntó el conejo.

-Bell, si de algo goza mi familia, es de buenos investigadores. No fue difícil dar con la entrada, el problema era encontrar la llave que permitiera su entrada. Cosa que hice esta misma madrugada cuando sufrí esa traumática experiencia que deseo borrar de mi mente lo antes posible. Pero a pesar de ella, no regresé a casa con las manos vacías-Respondió, temblando ligeramente, no obstante, revelando el modo en el que consiguió el acceso al calabozo artificial.

-¿Regresó con una enfermedad venerea o algo así?-Preguntó Bell, dando un paso al costado y alejándose de él con cierto rostro que demostraba repulsión y repelús.

-¡NO DIGAS TONTERÍAS!-Hermes levantó la voz, molestándose por esa interrogante tan insultante hacia su persona y que le recordaba la noche en que lo violó la diosa del distrito del placer.

Tras esto aclarar la garganta y recupera la compostura, aclarando su punto.

-Cuando Ishtar permaneció dormida y los rayos del sol me despertaron, esculqué toda la habitación en busca de la llave. Gracias a la descripción que Asfi me dio pude encontrarla fácilmente. Digamos que las diosas tan superficiales como ellas no ocultan muy bien las cosas, por lo que fue sencillo. Aunado a que tengo experiencia en las habitaciones de las mujeres y es común que sus posesiones más prestadas las guarden debajo de la cama, que me niego a describir su olor porque sinceramente jamás olí algo así de asqueroso-Informó, frunciendo el ceño con asco.

-E-Entiendo-Contestó Bell.

-Ya teniéndola, Asfi me guió a la parte de Dédalos en la cual Ishtar y sus hijas entraban a Knoss, el nombre que recibe dicho calabozo artificial-Adicionó.

La curiosidad del conejo sigue sin saciarse.

-¿Por qué presiento que esta investigación y robo no fue exclusivamente hecho para rescatar a Haruhime, Hermes-Sama?-Le preguntó el peliblanco, sosteniéndose la barbilla y mirándolo fijamente.

-Repito, eres muy perspicaz, demasiado como para ser solo aventurero. ¿No quieres trabajar conmigo?-Le ofreció el dios.

-No gracias. He visto la explotación que Asfi sufre y sinceramente no deseo sufrir ese destino-La petición fue rechazada tan pronto se emitió,

Suspirando, Hermes respondió.

-Estás en lo correcto, esta investigación y robo lo planeé desde meses atrás, es por eso que tuve que ganarme su confianza, aunque no esperaba que hasta ese punto. Y es debido a que Ishtar ha estado bajo observación de Ganesha y Loki incluso antes que tú llegarás a Orario porque se han levantado ciertas sospechas de estar vinculada a Evilus y la actividad criminal de los remanentes de esta organización malvada-Comunicó el castaño.

La expresión en el conejo su oscureció.

Sus puños se cerraron y su cabello le cubrió parcialmente el rostro.

Esto fue producto del nombramiento de la facción oscura a la que tanto repudiaba.

-Detener a Ishtar solo se convierte en una tarea aún más fácil de hacer. No me contendré hasta que sean encarcelados por sus actos-Confesó, revelando ese cólera acumulado en cada palabra mientras se mordía el labio y contenía lo mejor posible su ira.

"Perdiste a tus tíos por ellos, comprendo esa ira, Bell" Pensó Hermes, conociendo el pasado del muchacho.

-Odias mucho a Evilus ¿Cierto? ¿A qué se debe esto?-Fingiendo desconocer su situación, Interrogó.

-Es algo personas, pero... ¿Acaso necesito tenerlos para guardarle rencor a una facción que roba las sonrisas de los niños y un futuro mejor para las personas? Lo dudo... cualquiera que le arrebate la vida a inocentes no merecen ni una pizca de empatía-Respondió el joven a la vez que siente una mirada desde lo alto de un edificio.

-Es eso lo que me motiva a estar aquí...-Adiciona, levantando la cabeza y sonriendo hacia donde se originó dicha percepción.

En el techo de un edificio aledaño a Belit Babili se hallaban tres mujeres observándolo fijamente sin borrar la sorpresa en sus rostros.

Se trataba de Haruhime, la cual estaba sorprendida y con lágrimas brotando de sus ojos.

Los labios del conejo se mueven en su dirección.

La rubia posa el puño en su pecho, sintiendo la esperanza brotar desde su corazón.

"Te salvaré..." Fue lo que dijo el chico.

Aisha sonrió ante esto, como si se enorgulleciera de que la palabra del héroe de su hermana menor sea cumplida.

Frine en cambio, se burlaba de la renard sin detenimiento.

Si bien, a consecuencia de la enorme distancia que los separaba, Bell no era capaz de escucharlas, supuso lo que esa horrible mujer sapo dijo.

Sus ojos se centraron en ese horrible adefecio de la humanidad.

-No romperás a esa chica nunca más. No si lo puedo evitar-Declaró.

El ceño en ese horrible rostro se frunció ante la mirada retadora del conejo, la cual desbordaba arrogancia y confianza.

Regresó la cabeza al frente.

Subió los escalones hasta el edificio principal de la sede y avanzó hasta estar a escasos centímetros de la puerta.

El puño de Hermes se acercó a la superficie de madera para golpearla y dar aviso de su llegada. Sin embargo... Bell tenía otros planes.

-¡ISHTAR! ¡HE VENIDO A NEGOCIAR!-Su grito resonó a través del Distrito Rojo, rebotando en las paredes de la oscura morada de Ishtar. Cada rincón del distrito escuchó su voz, un desafío que retó a la autoridad de la diosa.

La escena se desenvolvió en un momento de tensión y valentía, mientras las vidas de los personajes se cruzaban en un juego arriesgado de estrategia y deseo de liberación.

El bullicio que caracterizaba al prostíbulo se apaciguó cuando el último eco resonó y la voz del chico desapareció.

Un silencio frío y sepulcral se originó en cada espacio del distrito.

De repente esto fue reemplazado por murmullos provenientes del otro lado de la entrada.

Pasos acelerados desde lo alto se escucharon, como si de alguien bajando escalones se tratara, seguido de siseos entre los presentes, guardando silencio nuevamente.

Bell y Hermes intercambiaron miradas y sonrieron. Consiguieron lo que buscaban, que la Diosa en persona fuese llamada y que los atendiera. La primera parte del plan estaba saliendo a pedir de boca. No obstante, todavía faltaban los pasos siguientes, siendo uno más complicado que el otro.

-Si ellos tuvieron dificultades a la hora de infiltrarse, probablemente estemos solos en contra de todas las hijas de Ishtar al interior de la mansión, así que recomiendo no provocarlos a caso de que quieras que docenas de mujeres que no dudarán en matarte si su diosa se los ordena te ataquen a la vez-Declaró el dios, preocupado de que su acompañante pierda el control y sus cabales, despertando así la ira de la deidad que fungía como reina en el suelo que pisaban.

-Soy consciente de las consecuencias, sin embargo, estoy seguro de que eso no sucederá, confío plenamente en mi familia y en Hedin. Por alguna razón no soy capaz de sentir miedo hacia él y sé que no nos abandonará-Externó el conejo, demostrando la seguridad que poseía en el interior con solo sus palabras y reflejando este mismo sentir respecto al nuevo miembro de esta misión a pesar del desconocimiento absoluto del mismo hasta antes de que se uniera.

Habiendo aclarado esto, era hora de entrar a ese sitio con olor dulce que encantaría a cualquiera.

El par de enormes puertas se abrió en su totalidad.

La luz roja y tenue dentro del sitio golpeó los ojos de ambos hombres, deslumbrándolos momentáneamente antes de que pudiesen reajustar su vista.

Dicho olor antes mencionado salió desde el interior.

Ante ellos, una hermosa mujer de cabellera morada y piel morena los recibió.

En sus labios se posaba una pipa. Tras separarlos, sacó humo de la boca y sonrió en dirección de aquellos visitantes inesperados, relamiéndose los labios sin que el color del labial se embarrara.

Ella permaneció de frente a ellos, hasta que centró su atención hacia el estoico y de pie peliblanco, quien no movía ninguna parte de su cuerpo en ma absoluto. A pesar de la poca ropa que esta poseía, no se inmutó ni avergonzó.

Ishtar analizaba cada parte del joven, como si de un león espiando a su presa se tratara.

De repente esboza una sonrisa amplia y sus mejillas se sonrojan.

-Fufufu. Ahora entiendo por qué mis hijas estuvieron tan desesperadas a la hora de buscarte... y también el motivo por el cual esa maldita loca se fijó en ti...-Comentó, acercando la boca al oído del muchacho.

-Eres todo un manjar en la flor de su juventud... esa inocencia que irradias llama desesperadamente a la lujuria y depravación... no puedo esperar para probarte...-Declaró, mordiéndose el labio inferior con deseo.

-¡Ujum! Perdón por interrumpir pero hemos venido a negociar ¿podríamos concentrarnos en eso? Dependiendo del acuerdo al que lleguemos sabremos si podrás hincarle el diente a la zanahoria suprema del conejo o no-Hermes interfirió en el coqueteo de la morena, el cual no inmutó al chico a pesar del dulce olor que emanaba ese cuerpo repleto de curvas.

Ishtar exhaló desde la nariz, tirándole aire al oído al conejo y retomando cierta distancia.

Mirándolo fijamente, externa su pregunta.

-¿Estás dispuesto a negociar con tu propicia vida por algo que poseo? ¿Tengo algo así de importante en mis filas para que renuncies a tu propia libertad? Estoy realmente curiosa-Dijo, riendo y cubriéndose la boca con la palma en al que sostenía su pipa.

-Sí. Aunque... no perdería ni mi vida y mucho menos mi libertad por ningún motivo. Pero si está dispuesta a escuchar, Ishtar-Sama, comprenderá lo que demandaré-Tras asentir, Bell respondió.

Esa seriedad y valentía le encantaba a la morena.

-¡JAJAJAJA! ¡Ayyyy! ¡En serio me encantas! ¡Te quiero en mi cama!-Gritó, retorciéndose y frotando sus muslos.

De repente se aparta de en medio, cediéndoles el paso. Esa era la forma de darles a entender que aceptaba escuchar su solicitud.

Antes de dar el primer paso, la espalda del joven arde en demasía, como si fuese marcado por hierro al rojo vivo.

Ante esto voltea a su espalda, centrando la atención en lo alto de la Torre de Babel.

Antes de que pudiese siquiera pensar en lo que lo provocaba, un brazo lo rodeó de hombro a hombro, jalándolo.

Su cara, o al menos el costado de esta, se aplastó en los suaves pechos de la diosa, quien miraba a la misma dirección con una mirad retadora.

Bell en otros casos se avergonzaría, pero ahora mismo la única emoción dentro suyo hacia la mujer que lo agarraba era una completa repulsión y enojo producido por su vínculo con Evilus y el destino que le quería imponer a Haruhime. Por lo que, forcejeó para ser soltado.

"Fufufu, estás viéndolo ¿Verdad, Freya" Pensó Ishtar, relamiéndose los labios y aplastando aún más a Bell contra sus grandes atributos e ignorando el forcejeo de este último.

Jalándolo, lo mete a la fuerza a Belit Babili.

Hermes, siendo el último en hacerlo, también voltea a dicha dirección.

"¿Ya estás en casa? Supongo que tu hija tuvo que tomar tu lugar momentáneamente. Es hora de que hagas tu movimiento Freya, no me hagas quedar mal..." Pensó el castaño, teniendo su propio plan en mente.

La asistente de la diosa por fin regresó a su papel y esa camarera del bar al suyo.

Tras esto entra y la puerta de Belit Babili es cerrada detrás de él.

Ishtar soltó a Bell y caminó al extremo de enfrente de la primera planta, dándoles la espalda y dando inicio a su discurso.

-He de admitir que no esperaba visitas tan repentinas esta noche. Lamento si no puedo hablar largo y tendido con ustedes, estoy ocupada y deseo que esto termine rápido, por lo que les doy diez minutos para convencerme de aceptar el trato que quieran formar conmigo. De no ser ese el caso, los ignoraré-Dijo, moviendo las caderas provocativamente.

-Vamos Ishtar, ambos sabemos que no dejarás pasar esta oportunidad cuando el codiciado dulce de aquella reina está tan próximo a ti-Se mofó el dios viajero.

El andar de la mujer se detuvo cuando esto fue dicho.

Arrugó las cejas, visiblemente enojada, tras el apodo de "reina". Eso le traía un desagrado mayúsculo.

-Ya veremos si después de esta noche ese título le sigue perteneciendo...-Murmuró, arrogantemente mientras presionaba las puntas de sus uñas con sus plantas.

Retomó el camino al trono a las proximidades y se sentó.

Cruzó las piernas y posó la boquilla de la pipa en su boca, aspirando hondo para luego despártela y exhalar el humo.

Como si esperara a que la solicitud se diese, movió la mano, dándoles rienda suelta de hablar.

Bell pasó al frente.

-Ishtar-Sama... quiero a Haruhime-Confesó, inflando su pecho y mirándola totalmente serio.

La expresión en la morena cambió repentinamente, posando el objeto en su mano al reposabrazos e inclinando la espalda a su dirección, despertando totalmente su interés.

-Perdón, no sé a quién te refieres ¿Podrías ser más claro?-Preguntó, juntando las manos y fingiendo desconocimiento respecto a la mujer en cuestión.

-Sabe perfectamente a quién me refiero-Contestó el joven.

La vista de Ishtar cambió a Hermes.

-Odio a los bocones. Y tú eres perfectamente consciente de eso-Declaró amenazantemente, dando por hecho que él le contó de la rubia al peliblanco.

-No dirigías ese odio sin fundamento a mí persona. Yo no fui quien le contó de ella. Tal vez destino o quizás casualidad, pero mientras tus hijas lo perseguían se toparon, conocieron y Bell empatizó con ella. Yo solo funjo como intermediario en esta negociación-Se justificó el dios sin pizca de miedo o duda.

-Ya veo...-Musitó la morena, apartando la vista y sumiéndose en sus pensamientos, como si la sinceridad del castaño la convenciera.

Luego se fijó otra vez en el conejo.

-He de suponer que lo que obtengo a cambio de mi hija es tu cuerpo ¿No es así? He de admitir que es una oferta en la que te sobrevaloras demasiado. Sin embargo, no negaré que estoy interesada-Comentó.

La cabeza del chico sube y baja, asintiendo para así confirmar la hipótesis de la mujer.

Claramente no lo decía en serio, solo le seguía el juego. Su corazón le pertenece solamente a una mujer. Su corazón está donde quiere y debe estar.

Por algún motivo, esta mentira no fue detectada por la contraparte.

Ella sujeta su barbilla y se cruza de brazos, considerando seriamente las dos opciones.

Si perdía a Haruhime, también su arma secreta que le ayudaría a igualar en fuerza a la familia Freya y, de ese modo, derrocar a la maldita diosa que siempre la vio desde abajo.

Pero... si perdía la oportunidad de tomar como suyo lo que esa estúpida reina, según su punto de vista, deseaba, sin dudas la desmoronaría desde dentro.

Los dos caminos tenían sus pro y contras.

Sin embargo, elegir a Bell Cranel la dejaría desprotegida ante la ira insaciable y vengativa de Freya, quien no se contendría para destruir todo y a todos, incluyéndola a ella.

Nadie comprende el lado terrorífico de la peliplateada mejor que Ishtar.

De repente, un tercer escenario se presentó en su cabeza, lanzando una interrogante.

"Y... ¿Por qué he de elegir? ¿Por qué no tomo ambos...?" Pensó, sonriendo descaradamente.

No había nada que se lo impidiese. Encantar a Freya y matar a Haruhime para almacenar su alma en la piedra de la muerte. Gana ambos si arriesgar a otro y conservando su seguro de vida cuando Freya decida atacar.

Se puso de pie, bajando los escalones que la separaban del peliblanco.

Esto levantó sospechas en Hermes.

-¡Bell cuidado!-Alertó.

Pero era demasiado tarde. Los ojos violetas de la Diosa comenzaron a brillar intensamente, llamando a los del chico de su interés.

Abiertos en su totalidad, ambos pares de ojos chocaron.

-Eres mío...-Declaró Ishtar.

En el dios viajero se produjo cierto miedo.

Sin embargo, este desapareció tras la orden de la Diosa y la respuesta del muchacho.

-Ven a mi lado. Ahora me perteneces...-Dijo, relamiéndose los labios y extendiéndole la mano.

Poco después de que su pedido finalizara, recibió una respuesta que la dejó helada.

-Me niego completamente. Aún no ha dado su respuesta-Respondió Bell, negándose sin inmutarse.

La sala rodeada de amazonas en escaleras, pisos superiores e incluso alrededor de la planta principal permaneció en silencio. Ninguno fue capaz de ocultar su impresión ante la negativa de quien se supone cayó en el encanto de una diosa de la belleza.

Nada más alejado de la realidad... no hubo tal efecto en él.

El brillo en los globos oculares de la deidad retomaron su brillo, esta vez con mucho mayor intensidad que en su intento anterior.

La espalda del chico ardió. El dolor apareció en su rostro, el cual se frunció. Fuera de eso, no hubo otra reacción.

-Ven a mí ahora. Es una orden-Insistió Ishtar.

-Me niego rotundamente ha hacerlo sin que usted de su respuesta. No ha dado su veredicto respecto al trato. De ser negativa la respuesta, supongo que no quedará de otra que retirarnos-Contestó el aventurero, nuevamente, sin ser afectado.

-N-No es posible...-Impactada, la morena retrocedió un par de pasos. No daba crédito a lo que observaba.

Bell en cambio avanzó a su posición, asustándola.

-Entonces, Ishtar-Sama... ¿Tenemos un trato sí o no?-El rostro inexpresivo y esas dos gemas rojas sin brillo en su rostro aterraban a la diosa tras recibir dicho cuestionamiento.

-¡Tch! ¿P-Por qué...?-La diosa chasqueó la lengua, incrédula ante lo que se desenvolvía.

"Usaré todo contra ti..." Se dijo a sí misma.

Pocos a poco se desprendió de sus prendas, que no eran muchas cabe recalcar.

Hermes abrió la boca, impactado.

Los ojos de la morena volvieron a brillar intensamente.

Con su cuerpo desnudó y empleando la máxima capacidad de su encanto, repitió su solicitud.

-Fufufu. Esta vez es imposible que te resistas, ve a... ¡¿Ugh?!-.

O es trató.

Sonriendo y confiada, habló. No obstante, cuando miró fijamente al objeto de su deseo, algo la detuvo.

Fue ni más ni menos que...

-¿P-Por qué tienes esa expresión de desagrado...?-Cuestionó.

Sí, era vista como si un maldito monstruo asqueroso se posara delante de él, en vez de lujuria y deseo, se le dirigía asco.

Tragó saliva, temblando del miedo.

-¿Qué tratas de conseguir con esto?-Interrogó el conejo, provocando que ella salte del miedo.

-¡¿Por qué es que tú...?!-.

-¿Por qué no despiertas nada en mi? Porque no me parece atractiva, ni por fuera ni mucho menos por dentro. Mi corazón ya le pertenece a una mujer y nada como deseo carnal o aventura de una noche cambiará eso-.

Antes de que la deidad le preguntara, Bell respondió, interrumpiéndola y revelando por qué no reaccionaba ante los intentos de ser seducido.

-N-No es posible...-Susurró, retrocediendo y subiendo los escalones de espalda hasta que su espalda chocó con el trono aterciopelado.

-Aun no responde a mi solicitud, Ishtar-Sama-.

-¡C-Cállate!-.

-¿Por qué luce aterrada? Solo he venido a negociar. No busco dañarla-.

La fingida amabilidad del conejo la asustaba.

"¿C-Cómo es que sonríe tan alegre pero a la vez siento una amenaza latente" Se cuestionó mentalmente.

Entre menor era la distancia que los separaba, su inseguridad se acrecentaba.

Esa persona, ese individuo, no podía ser humano.

No era alguien a quien pudiese controlar.

No era alguien a quien pudiese mandar.

Era un alma libre que actuaría conforme lo quisiese.

Sin restricciones.

Sin manejo de la situación y los individuos.

Sin ser sometido ante la voluntad de los dioses.

¿Qué era eso en lo que Freya se fijó? ¿Cómo planea tomarlo si no reaccionó ante otra diosa de la belleza?

"Deseas lo que no puedes obtener fácilmente..." Pensó, encontrando la respuesta y el motivo que llevó a Freya en desearlo.

-¿Por qué no contesta?-Ladeando la cabeza, Bell insistió.

-¡Tch! ¡TAMUZ! ¡SOMÉTELO!-Le ordenó al vicecapitán de su familia.

El hombre rápidamente saltó desde la segunda planta, queriendo atacarlo. No obstante...

*¡CLANG!*

Una única campanada resonó en la estructura y...

*¡PUM!*

-¡PUAHHHHHH!-Un golpe sólido y certero recibió al aventurero de nivel 4 en el abdomen. El puño del conejo que irradiaba una luz blanca se enterró en esa zona y...

*¡CRASH¡*

Fue mandado a volar en un santiamén, estrellándose en una de las paredes aledañas e incrustándose en esta.

Sus ojos quedaron blancos y su boca abierta. La marca de los nudillos del responsable enrojecieron el sitio de impacto.

Y... cayó derrotado.

Ishtar regresó la mirada al muchacho, quien seguía con el brazo extendido.

Poco a poco lo retrajo y volteó a ella.

-Solo deseo un trato. No pelear, pero si me obliga a hacerlo... no tendré problema...-Amenazó.

-¡!-Esto erizó la piel de la diosa.

-¡ATAQUEN! ¡TODAS! ¡ATAQUEN!-Les ordenó a sus hijas, sumida en el terror absoluto y la desesperación.

*¡PAM!*

Todas las mujeres fueron al ataque.

Las de pisos arribas se lanzaron.

Las de los costados en el mismo piso corrieron a máxima velocidad para alcanzarlos.

Hermes rápidamente se posó detrás de Bell, protegiéndose.

El susodicho plantó cara, listo para atacar de ser necesario.

Sin embargo...

-Ahora...-Habló el castaño mediante una esfera color jade y...

Como si todo se moviera en cámara lenta, las Amazonas reducían la distancia hasta que el suelo tembló y, ante la expectación de los presentes que lo notaron, dos palabras fueron pronunciadas.

-¡CAELUS HILDR!-.

*¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!*

Una estruendosa y potente explosión provino desde abajo, despedazando el suelo en cientos de pedazos y abriendo paso a que emergieran cientos de rayos desde la profundidad.

-¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!-Muchos gritos le siguieron al sonido semejante a pájaros chillando cuando los rayos alcanzaron destino.

Los cuerpos de los desafortunados se electrocutaron, retorciéndose del dolor mientras la carne se les quemaba, sacando humo y un fuerte olor a chamuscado.

Una enorme nube de polvo y escombros se elevó, impidiendo que el centro del salón se viese bien.

Cuando este se asentó y disipó, la figura de un hombre de cabellera dorada, orejas largas y que sostenía un báculo en el brazo que perdía brillo en el extremo, se horrorizó.

Levantando el dedo índice temblorosamente, tragando saliva sin que esta saliera y asustada, lo señaló, seguido de un nombramiento.

-H-Hedin Selland...-.

Lo reconoció.

La mirada del elfo se fijó en ella.

Sin rastro de emoción, contrario a ella, hicieron contacto visual.

Un terrible miedo la azotó, provocando que cayera sentada al suelo y se arrastrara hacia atrás.

-¡ATAQUEN! ¡ATAQUEN TODOS! ¡TODOS! ¡TODOOOOOOOOOOOOS!-Motivada por el miedo, como si la voz se le desgarrara, gritó o más fuerte que pudo, consiguiendo que el comunicado llegara a todos los de la sede.

Mientras hacía esto, se levantaba con sus piernas temblorosas como gelatina, tratando de huir.

Rápidamente corrió.

Las amazonas que no fueron calcinadas por la magia del elfo atacaron.

Detrás del elfo, emergieron los demás miembros que formaban parte de esta misión.

-¡Debemos impedir que llegue a lo alto de la Torre!-Vociferó Lili.

-¡Yo me encargo!-Bell corrió detrás de Ishtar.

La batalla dio inicio.

Las hijas de la diosa morena saltaron desde todos lados.

Las que caían desde el aire fueron recibidas por dos cosas.

-¡Ahora Mikoto!-Alertó Ouka.

-¡FUTSONOMITAMA!-Un cántico que dio inicio antes de que emergieran de las profundidades del laberinto artificial concluyó con una sola palabra.

Dos círculos mágicos aparecieron tanto arriba como abajo de la zona en la que la oriental apuntó su magia.

Un cilindro color púrpura se formó cuando ambos círculos mágicos se unieron y...

*¡PUM!*

El cuerpo de las féminas fue arrastrado al suelo, estrellándolas e impidiéndoles moverse. Era como si el peso corporal de las chicas hubiese aumentado a niveles extremos, impidiéndoles siquiera ponerse de pie y enterrándolas cada vez más al suelo.

-¡Es mi turno!-Chigusa, quien también era compañera de Mikoto en la familia Takemikazuchi hizo uso de su arco, donde flechas de punta púrpura se incrustado en las piernas de las amazonas, específicamente las rodillas. Esto causó un ardor enorme en ellas, impidiendo que se movieran.

La magia de gravedad finalizó y a pesar de esto, las morenas no eran capaces de moverse libremente.

-Veneno de Purple Moth-Avisó la pelinegra, informando del motivo por el cual perdieron el movimiento.

Mientras esto sucedía, el resto de la batalla era en un frenesí de acero y magia. Espadas chocando contra escudos, flechas silbando por el aire y hechizos estallando en destellos de energía. Los aliados se coordinaban, defendiéndose mutuamente y contraatacando con ferocidad.

En medio del caos, una figura invisible apareció detrás de Hermes y, con un movimiento ágil, le colocó un casco en la cabeza. El dios desapareció, pero su voz resonó con un toque de humor.

-Llegas tarde, Asfi. Pude haber muerto-Reclamó el castaño.

-Tal vez no debí evitar eso-Ella respondió con frialdad, sugiriendo que quizás no hubiera sido tan malo si aquello ocurriera.

La batalla se intensificó mientras todos se enfrentaban a las Amazonas. Desde lo alto, Hermes alzó la voz.

-¡BELL! ¡CORRE! ¡TU BATALLA ES ARRIBA!-Vociferó el dios viajero, avisándole al peliblanco que el verdadero enfrentamiento ocurría en las alturas y que no debían perder tiempo en escaramuzas menores.

Bell voltea dicha dirección en la que se le señaló antes de que la figura del castaño desapareciera nuevamente.

En ese momento, sus ojos se posaron en Ishtar, quien ascendía por la torre donde Haruhime estaba cautiva. Sin dudar, se lanzó hacia adelante, enfrentándose a las Amazonas que se cruzaban en su camino. Con cada golpe, dejaba una estela de enemigas derrotadas.

-¡FIREBOLT!-Gritó, lanzando un rayo escarlata de magia y empujando a las mujeres para abrirse paso.

Continuaba avanzando mientras los números enemigos seguían siendo abrumadores. Ishtar volvió la mirada hacia él, sorprendida y frustrada al darse cuenta de que el joven aventurero de nivel tres estaba derrotando a cualquiera que se atreviera a interponerse en su camino, con tan solo un golpe.

En el interior de la torre, un mar de llamas ardía. Era la espada mágica de Welf, que abría paso en las escaleras, despejando un camino para los demás.

Welf siguió a su amigo, sus manos aferradas a la empuñadura de su arma, decidido a enfrentar lo que fuera necesario para llegar hasta Haruhime.

Mientras tanto, Hedin permanecía con los brazos cruzados, esperando a que alguien tuviera el valor de atacarlo. Sin embargo, los enemigos eran reticentes a enfrentarlo directamente, conscientes de la abrumadora fuerza del elfo.

Los ojos de Ishtar brillaron con rabia y desesperación. Usó su control divino para obligar a los aventureros a luchar entre sí, convirtiéndolos en instrumentos de su propia destrucción.

Uno tras otro, los enemigos caían, sus fuerzas desperdiciadas en un conflicto forzado por la diosa. Sin embargo, su mirada estaba fija en el joven aventurero que ascendía la torre.

La determinación en sus ojos era inquebrantable mientras luchaba para llegar a Haruhime. La diosa avanzaba implacablemente, dispuesta a impedirlo a cualquier costo.

La hora en la que la vida de la renard debía ponerse todavía estaba lejana. Dos horas la separaban de su objetivo, dos malditas horas para que la luna llena se presentara y que ahora mismo, con la presencia de ese miembro de la familia Freya, no tenía.

Dos horas era demasiado tiempo para la fuerza y potencial destructivo que Hedin representaba, al igual que el propio conejo, quien es inmune a su encanto.

"Si él está aquí... Freya y sus hijos no tardan en llegar aquí también" Pensaba la diosa, corriendo a máxima velocidad mientras su hijos le abrían paso y corrían a detener al chico que trajo junto a él a ese maldito monstruo.

"¡LE QUITARÉ LA VIDA A ESA RENARD AHORA MISMO! ¡NO SÉ SI FUNCIONE SI NO HAY LUNA LLENA! ¡PERO SOBRE MÍ CADÁVER PERMITIRÉ QUE ESA MALDITA LOCA LA TENGA! ¡ES ESO O LLEVARLA A KNOSS PERO NO TENGO EL TIEMPO!" Presentó ambas opciones en su cabeza siendo la primera ala de mayor viabilidad debido al corto tiempo y margen de maniobra que poseía. Ir a a la calle dédalo desde el burdel no era difícil, pero bajas desde lo alto de la Torre junto a la renard sí.

*¡BOOOOOOOOOOOOM!*

-¡AHHHHHHHHHH!-Docenas de amazonas caían por una pantalla de fuego.

-¡FIREBOLT!-.

*¡BOOOOOOM!*

Unas cuantas más les seguían.

Welf y Bell corrían detrás de Ishtar. Este último, tan solo con sus puños empleando argonauta y su magia sin cántico derrotaban a quienes osaran irrumpir en medio del camino que los guiaría a la morena.

Docenas, si no s que centenas, los rodeaban, pero no retrocedían.

La respiración agitada de su compañero preocupó al pelirrojo.

Si la pelea se alargaba aquí, se agotaría antes de llegar ante el verdadero reto que la capitana de la familia Ishtar representaba junto a Aisha y Samira, quienes sin dudas no eran huesos fáciles de roer.

-¡NO HUYAS!-Las amazonas los perseguían desde atrás.

-¡NO TIENES ESCAPATORIA!-Varias más se posaron adelante, aunque menor que las que se hallaban detrás del par.

Welf, con el corazón latiendo con fuerza y el sudor goteando por su frente, finalmente se detuvo. Plantó la espada en el suelo y, mirando a Bell con una mezcla de preocupación y determinación, le gritó.

-¡Ten suerte, Bell!-.

Bell frenó su carrera al escuchar las palabras de Welf. Se acercó a él, respirando agitadamente.

-Welf, ¿qué vas a hacer?-Preguntó, con su mirada llena de cuestionamientos.

El herrero apartó la mirada por un momento, como si buscara las palabras adecuadas. Finalmente, se volvió hacia Bell y respondió.

-Voy a asegurarme de que esa chica esté a salvo. Te veré después, Bell-.

Bell asintió, comprendiendo la determinación en los ojos de su amigo. No tuvo tiempo para decir mucho más, ya que en ese momento una explosión sacudió los escalones cercanos. La estructura tembló violentamente y el suelo comenzó a ceder bajo sus pies.

El caos se desató a su alrededor mientras los escalones se derrumbaban, arrastrando todo consigo hacia abajo. Bell instintivamente giró sobre sus talones y comenzó a correr en sentido contrario. La grieta y la destrucción parecían acecharlo, amenazando con alcanzarlo en cualquier momento.

Los miembros de la familia Ishtar estaban adelante, pero incluso ellos no pudieron escapar de la furia de la explosión y el colapso repentino de la estructura. Intentaron huir, pero fue en vano. Bell los vio siendo tragados por la destrucción, incapaces de escapar de su destino.

Bell saltaba y se movía de lado a lado como un conejo asustado, esquivando los escombros que caían a su alrededor. Su agilidad y velocidad eran sorprendentes, permitiéndole evadir cualquier intento de daño. A medida que la devastación se desencadenaba, sus ojos rápidamente buscaron a Ishtar, pero solo pudo vislumbrar la espalda de la diosa antes de que la caótica escena lo envolviera por completo.

La luz de la luna desde una enorme puerta delante de ellos golpeó sus ojos.

Una sola palabra vino de la diosa.

-¡MÁTENLA!-Gritó.

*¡PAM!*

La puerta se cerró de golpe en las narices del conejo, pero antes de chocar, extendió la palma, apuntando a esta misma, y...

-¡FIREBOLT!-Gritó.

El rayo de fuego color escarlata emergió desde el centro de su mano y salió disparado precipitadamente.

*¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!*

La explosión despedazó la puerta, mandando a volar escombros de la misma y cualquier cosa que se hallara delante de esta.

El cuerpo de Ishtar, como estaba próximo a dicho objeto, fue disparado, proyectado a varios metros adelante por la onda expansiva, rodando en el suelo y frenando cuando su espalda chocó con uno de los pilares que encadenaba el brazo izquierdo de Haruhime.

-¡AHHHHHHHH!-Ese grito de dolor provino de ella.

-¡HEY HORRIBLE SAPO! ¡NO MATARÁS A NADIE HOY! ¡NI NUNCA MÁS!-Cerrando el puño que resplandecía con luz blanca y plantando cara completamente confiado y molesto, ofendió a la capitana de la familia Ishtar a la cual aborrecía por el daño que le causó a la hermosa renard desesperanzada.

Plantando cara a Frine, quien observó a la decidas rodar, externó la ira acumulada desde la noche anterior.

-¡MALDITO MOCOSO! ¡NO ERES UN JODIDO HÉROE! ¡TE APLASTARÉ!-Contestó la mujer ante la provocación.

-¡PUDISTE MATAR A MI DIOSA!-Agregó.

-¡NO ES DIGNA DE LLAMARSE DIOSA! ¡YO RESCATARÉ A HARUHIME! ¡DEVOLVERÉ LA LIBERTAD A SU VIDA! ¡NI TÚ NI NADIE LO IMPEDIRÁ!-Vociferó el peliblanco.

Una sonrisa sutil se dibujó en Aisha.

-Tch...-Ishtar chasqueó la lengua, derramando sangre de la cabeza y con el brazo herido.

-No salvarás a nadie... maldito niño...-Levantó la mano hacia la rubia y cerró lentamente el puño.

-¡Agh!-El cuello de Haruhime fue presionado, impidiéndole respirar.

Ella cayó al suelo.

-¡NO LA DAÑARÁS NUNCA MÁS!-Gritó el peliblanco.

De los escombros lanzó una roca de tamaño considerable a la mano de la diosa, cargándola de argonauta y...

*¡PAM!*

-¡UGHHAAAAAAAAAAAAAAAAAH!-El objeto contactó con su objetivo, empujándola y rompiendo varios de los huesos cuando chocaron.

Los dedos se dislocaron y sangre brotó de la herida abierta.

Haruhime vuelve a respirar, pero continuaba desmayada.

-¡Mátenlo! ¡No importa cómo pero mátenlo!-Les ordenó la morena a sus hijas, retorciéndose de dolor y soltando lágrimas producto de esta emoción.

Antes de siquiera plantarle cara, dos palabras emergieron desde el oscuro camino detrás de su contrincante.

-¡CAELUS HILDR!-.

*¡BOM!*

*¡BOM!*

-¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!-Dos gritos repletos de dolor resonaron en el cielo oscuro el unísono.

Aisha y Samira cayeron al suelo, como les sucedió a las amazonas anteriores durante el ataque sorpresa, sacando humo y sin siquiera ver quién fue el que las derrotó de un solo ataque mágico.

-Tardas demasiado y hablas mucho-Recriminó el elfo rubio, bajando su báculo.

-Le faltó uno...-Comenta el peliblanco, haciendo alusión a que no atacó a Frine.

-No. Ella es tu propia prueba-Indicó Hedin.

Bell voltea hacia él, boquiabierto.

-No vine hasta aquí para hacer todo el trabajo mientras tú te llevas el crédito. Demuestra ese valor del que tanto presumías en tu mansión, reafirma esa decisión que mostraste al encararme, refrenda esa voluntad inquebrantable de ir contra todo y todos los que quieren interponerse en tu camino con tal de rescatar a quienes te importan. De ese modo sabré si en verdad vales la pena o solo eres otro más del montón-Declaró el rubio, acomodándose las gamas y apoyando la espalda en una pared.

Rindiéndose, Bell desenfunda su espada y da un largo suspiro.

-Esto sin dudas será un suicidio...-Murmuró.

-¡Yo seré tu rival!-Confiesa airadamente, apuntando la espada a la mujer sapo.

-¡Ni tú y mucho menos la familia Freya serán rival para mí! ¡Maldito presumido!-Frine sacó su hacha, completamente enojada y apuntando a Hedin.

-Te sugiero que dirijas esa hostilidad a mi futuro estudiante. Si no eres capaz de derrotarlo, mucho menos podrás siquiera mancharme el uniforme-Contestó el susodicho.

"¿Cuándo me volví su estudiante?" Se cuestionó el peliblanco.

"¡NO BROMEES CONMIGO!" Gritó la mujer sapo con rabia sacando al conejo de su burbuja de pensamiento. Su voz resonó en el aire mientras lanzaba un ataque rápido y feroz contra Bell. Su hacha cortó el aire con un movimiento buscando alcanzar a su objetivo.

El impacto de su ataque fue tan poderoso que una gigantesca grieta se formó en el suelo, estremeciendo el terreno y creando un estruendo ensordecedor.

Bell reaccionó con agilidad, rodando rápidamente a un lado para esquivar el ataque de Frine. La tierra se agrietó bajo la fuerza del golpe, esparciendo pedazos de roca por el aire con un estruendo retumbante.

Antes de ponerse de pie nuevamente, Frine se lanzó a otro ataque sin darle tregua. Bell se preparó para enfrentar el embate, levantando su espada con rapidez para bloquear el hacha de la mujer sapo. Un chasquido metálico resonó en el aire cuando ambas armas chocaron, mientras que los pies de Bell se hundieron en la roca bajo la presión del impacto.

Con una muestra de fuerza impresionante, Bell logró frenar el ataque de Frine, pero su rival aprovechó la oportunidad para golpearlo en las costillas con su mano libre.

-¡PUAH!-Tosió sangre en exceso el joven.

El golpe fue tan potente que el susodicho fue lanzado hacia atrás, su cuerpo girando en el aire antes de caer al vacío.

Un grito de sorpresa y esfuerzo escapó de los labios de Bell mientras luchaba por mantener el equilibrio en el borde del abismo. Frine, no perdiendo la oportunidad, se burló de él con una risa despectiva.

-¡JAJAJAJAJAJA! ¡Fue muy fácil!-Exclamó con confianza en su voz, su expresión llena de satisfacción por el golpe que había logrado conectar.

Sin embargo, cuando Frine giró y le dio la espalda, algo despertó sus sentidos. Un escalofrío recorrió su espalda y su instinto la alertó. En un movimiento rápido, volteó de regreso justo a tiempo para ver un corte dirigirse hacia ella desde arriba.

*¡SLASH!*

De repente, un hilo de sangre emergió de su mejilla, cayendo lentamente por su piel. Pasmada, Frine tocó su rostro y observó el líquido carmesí en sus dedos. La sorpresa se reflejó en su expresión mientras se daba cuenta de que había sido herida.

Sin perder más tiempo, Frine volvió su mirada hacia el responsable de ese ataque sorpresa. Para su asombro, vio a Bell en el aire, flotando con determinación en sus ojos.

Los ojos de Hedin se abrieron ante la escena. "

"Me salvaste la vida, Asfi" Agradeció el conejo con sinceridad. De sus zapatos emergieron alas, permitiéndole volar. Eran las talarias, un invento confeccionado por Asfi Al Andromeda y entregado por Hermes antes de entrar al distrito del placer.

-¡ES HORA DEL SEGUNDO ROUND!-Gritó el conejo, sus palabras resonando en el aire mientras se abalanzaba nuevamente hacia Frine.

-¡HERISTE MI HERMOSO ROSTRO! ¡TE MATARÉ POR ESO!-Irritada por la interferencia de Bell, Frine reclamó por el daño y proclamó en voz alta su intención de matarlo.

-¡SOLO HIZO UN GOLPE PARA MANDARTE A VOLAR! ¡LO HARÉ DE NUEVO!-Con voz enérgica, expresó que fácilmente podría haberlo mandado a volar de un solo golpe.

-Ese fue un error que no cometeré dos veces-Bell respondió con determinación.

El choque entre el hacha y la espada se desencadenó, llenando el ambiente de chispas y energía frenética. Cada ataque era lanzado con ferocidad, creando un choque de fuerzas titánicas en medio de la batalla.

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

Los embates no se detenían, continuaban con tanta fiereza sin que ninguno retrocediera.

Las manos del conejo temblaban, no por temor, sino por la intensidad del momento. Inmerso en su combate, Bell no se daba cuenta de que su cuerpo, en ocasiones, brillaba con una luz vibrante, activando el argonauta involuntariamente. Esta energía le potenciaba, elevándolo a un nivel que rivalizaba con la fuerza de los más experimentados aventureros.

Hedin, el observador de la contienda, se sorprendía cada vez más a medida que la batalla transcurría. No podía evitar admirar la capacidad de Bell para adaptarse con rapidez a las cambiantes condiciones del combate, incluso cuando se encontraba en desventaja. Los ojos de Bell, colmados de determinación, le causaban asombro. No mostraba titubeos ni dudas en su objetivo, peleando con una ferocidad encomiable a pesar de la marcada diferencia de nivel.

La pasión que emanaba de cada movimiento, la audacia con la que se enfrentaba al desafío y la firmeza en su resolución, todo ello dejaba una impresión duradera en quienes eran testigos de la intensa lucha.

-¡FIREBOLT!-Recitó Bell.

*¡BOM!*

-¡Gah!-.

Las llamas chocaron en el pecho de la mujer sapo, prendiéndole fuego a sus prendas.

Mientras trataba de ahogar las llamas, entre la nube de ceniza, el cuerpo del chico emergió.

-¡AHHHHHHHHHH!-.

Blandeó su espada de arriba abajo, queriendo cortarla.

*¡CLANK!*

Frine posó su hacha en medio, frenando el ataque, no obstante, en un rápido movimiento, Bell empujó hacia abajo, junto con el arma de su contrincante y los brazos de la misma.

Como si se impulsara, se elevó y horizontalmente lanzó una patada, la cual...

*¡PUUUUUUUUUUM!*

-¡PUAHHHHH!-El costado derecho del rostro de la aventurera fue sólidamente impactado sin ningún impedimento.

Su rostro se posó a un lado. El labio se le partió y a consecuencia de esto sangre brotó.

-¡MALDITO IDIOTA!-Repleta de furia, blandeó nuevamente su hacha.

-¡Tch!-Rápidamente Bell interpuso su espada para no ser golpeado de lleno, pero, debido al impacto...

*¡PUM!*

*¡CRACK!*

Si bien consiguió frenarlo, sus huesos crujieron.

*¡CRASH!*

Su cuerpo salió disparado como en al ocasión anterior, solo que esta vez fue a donde aquella puerta que conectaba los edificios se hallaba, justo donde Hedin presenciaba la batalla.

Tosiendo ligeramente y apretando los dientes para ignorar el dolor, Bell se puso de pie con determinación. El dolor punzante en su brazo era un recordatorio constante del castigo que su cuerpo estaba soportando.

Hedin, con su característica actitud sería, habló.

-¿Sigues pensando que puedes ganar, chico?-Le preguntó con un tono burlón.

El peliblanco apretó su espada con firmeza, atando un trozo de tela entre su mano y el mango para asegurarse de no soltarla nuevamente.

-No lo sabré hasta que lo intente-Mirando a Hedin con resolución, respondió.

Decidido a continuar, saltó a la carga.

-¡AHHHHHHHHHHHHHHHH!-.

Se lanzó una vez más al combate, su determinación inquebrantable guiándolo.

*¡CLANK!*

*¡CLASH!*

*¡CLANK!*

*¡CLASH!*

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

Sus armas chocaron durante unos segundos, pero Bell no se quedó en un enfrentamiento directo. Desviaba los golpes de Frine y se movía ágilmente, consciente de que en una lucha frontal directa, estaría en clara desventaja.

No importaba cuánto igualara la pelea al momento de chocar Armas, pasado el tiempo la enérgica acumulada por argonauta se desvanecería y estaría en desventaja nuevamente, recibiendo daño a consecuencia de ello.

Haruhime se esforzó por levantarse lentamente, sintiendo el dolor en su cuello tras haber estado encadenada. Sus ojos se enfocaron en la escena frente a ella, donde Bell luchaba tenazmente, a pesar de su brazo desacomodado, usando un trozo de tela para mantener su espada bajo control. A pesar del dolor que estaba soportando, Bell se tragaba el malestar y seguía adelante.

Su corazón latía con fuerza en su pecho, observando la determinación en los ojos de Bell mientras se enfrentaba a Hedin. Ishtar estaba a su lado, y Haruhime pudo sentir el miedo y la inquietud de la diosa. Observaba la batalla, cuestionándose cómo un joven aparentemente común podía ser tan fuerte y valiente.

La deidad veía en lo más profundo del alma de Bell un poder indescriptible, una fuerza que parecía inigualable. Podía percibir un potencial oculto, una chispa de determinación y voluntad que brillaba intensamente en medio de la lucha.

-¡AHHHHHHHHH!-.

*¡CLANK!*

Tras el grito de Bell para darse fuerza, blandeó nuevamente su espada, pero la mujer sapo otra vez lo bloqueó.

La intensidad del combate estaba en su punto más álgido. Bell luchaba contra Frine con una determinación feroz, sintiendo cómo su respiración se volvía agitada por el esfuerzo constante. Aunque no había sufrido heridas mortales, Frine presentaba solo una cortada en la mejilla, un pequeño rasguño en comparación con la situación en la que él se encontraban.

La fatiga comenzaba a hacer mella al conejo. El uso recurrente de su habilidad argonauta lo estaba agotando. Aunque podría haber derrotado a su enemiga con una carga larga de su poder, estaba optando por ataques más rápidos y múltiples, lo que limitaba su potencia de ataque.

El momento crítico llegó cuando un hachazo ascendente se abalanzó sobre Bell. En un acto de reflejos, se impulsó hacia atrás, sintiendo el filo del arma rozar su peto y el viento de la hoja cortante en su piel. Sin detenerse, contraatacó con un poderoso golpe descendente, su espada terminó colisionando con la fuerza de Frine.

La mujer sapo detuvo el ataque del chico con su mano desnuda, una muestra de su increíble destreza y agudeza. La espada del joven cortó a través de su palma, partiéndola desde la mitad hacia arriba. La sangre salpicó en el aire, y ambos contendientes se quedaron momentáneamente paralizados por la intensidad del momento.

Uno a uno tres dedos cayeron al suelo.

-¡UGHHAHAHAHHHHHHHHHHHHHH!-Un grito de dolor intenso se produjo en ella, retrocediendo mientras sostenía su mano partida.

-¡MALDITO CONEJO!-Rápidamente lo ataca con la parte superior de su hacha, no con el filo, siendo el único modo que encontró para golpearlo motivada por su ira indescriptible.

*¡PUUUUUUM!*

-¡UGHH!-El extremo se incrustó en en el hombro del chico y...

*¡CRACK!*

Rompió la epifisis del húmero, dislocándole le hombro al sacarlo de su posición normal.

-¡AHHHHHHHHHHHHHHHH!-Al igual que la mujer sapo, demostró su dolor y sufrimiento con un grito, cayendo de rodillas mientras se agarra esa zona.

-¡BELL-SAMA!-Llorando, Haruhime nombra a aquel chico que tanto se esfuerza por salvarla.

Esto alertó a Frine.

-¡HARUHIME! ¡ACTIVA TU MALDITA MAGIA AHORA! ¡LO MATARÉ!-Ordenó la mujer sapo cuando se percató que la rubia despertó.

-¡P-Pero...!-Temerosa de ir en contra de esa orden, dudó.

Bell se para poco a poco. El brazo le colgaba, solo el que había amarrado al mango de la espada le quedaba.

A lo lejos Hedin observaba la escena.

-Si esa renard no actúa, la batalla finalizará. Él tiene ambos brazos heridos. Veamos de que eres capaz-Murmuró.

-¡¿QUÉ MIERDA ESPERAS?! ¡HAZLO O TE MATARÉ!-Ishtar apretó el kimono de la rubia, jaloneándola.

"Un poco de heridas no han de poner en riesgo la misión, quiero ver de qué es capaz la magia de esa chica" Pensó el elfo, permitiéndole a la diosa el maltrato a la prisionera.

Ishtar empujó a su hija. Ella pocos. Poco se paró y comenzó su cántico.

Bell se reintegraba a la batalla, intentando sin éxito alzar el brazo.

-Crece. Ese poder y ese recipiente. Mucha riqueza y muchos deseos. Hasta que suene la campana, se glorioso e ilusorio. - Crece. Confina ofrendas divinas dentro de este cuerpo. Esta luz dorada otorgada desde arriba. En el martillo y en el suelo, que te otorgue buena fortuna. - Crece-.

-¡Uchide no Kozuchi!-Finalizó.

En un giro impactante, una cola dorada emergió de Haruhime, desplegándose con elegancia en el aire. Un resplandor dorado rodeó a Bell en una aureola luminosa, y en ese instante, sintió cómo su fuerza se incrementaba de manera impresionante.

El rostro de la Diosa se contorsionó de rabia y frustración ante esta inesperada transformación.

-¡MALDITA IDIOTA!-Un grito de furia resonó en el aire mientras intentaba golpearla, pero su mano fue detenida de manera rápida y firme por Hedin, quien apareció al lado de ella en un abrir y cerrar de ojos.

-No arruines mi diversión. Yo no le temo a ese estúpido tabú de matar Dioses-La voz amenazante del elfo resonó en el ambiente mientras advertía a Ishtar que no arruinara su entretenimiento. Con una fuerza implacable, Hedin apretó la muñeca de la Diosa, haciendo que esta emitiera un crujido de dolor.

-¡AHHHHHHHGGGG! ¡ESTÁ BIEN! ¡NO ME METERÉ!-Ishtar, en medio de su sufrimiento, aceptó no intervenir más en el conflicto.

Bell, mientras tanto, sentía el poder fluir por cada fibra de su ser. Experimentaba una sensación única, como si estuviera ascendiendo a un nuevo nivel de fortaleza. Cada músculo parecía impregnado de energía, y la confianza en sí mismo se renovó mientras enfrentaba la adversidad con determinación.

-Así que esta es su magia...-Dijo el chico, impresionado.

-Kukuku... es genial ¿Cierto? Sientes el poder rodearte y potenciarte. Esa magia que te sube un nivel por instantes. Ahora que lo sabes, seguramente tu deseo pasó de querer salvarla a poseerla ¡NO ERES DIFERENTE A NOSOTRAS!-Vociferó Frine, señalándolo con su hacha.

La cabeza del conejo se mueve de derecha a izquierda, negando.

-No negaré que es útil, sin embargo... ¡Yo no decidiré el destino de Haruhime! ¡Eso solo le corresponde a ella!-Expresó.

"Un nivel... tiene el poder de subir de nivel a los demás..." Hedin repitió lo dicho por la desagradable mujer.

Dirigió su atención a la renard, quien se concentraba en mantener el hechizo, sorprendido de ese potencial que poseía.

*¡Clang!*

*¡Clang!*

*¡Clang!*

Las campanadas resonaron en el brazo atado del joven.

Mucha energía se acumulaba en esa extremidad, emitiendo un brillo blanco que se sobreponía al dorado.

Hedin volteó hacia s estudiante.

-Este será tu último golpe. Lo darás todo...-Expresó, identificando la fuerza que él imbuía y concluyendo que ahí acabaría todo.

El elfo sonrió, como si estuviese orgulloso.

Levantó su mano y habló a gran velocidad, hasta que...

"Hildr Blood... jamás creí que usaría esa habilidad en alguien... pero considérate digno".

Pensó.

Un torrente de energía como el de Haruhime se concentró en Bell.

La fuerza del chico se potenció más de lo que ya estaba. La fuerza de Bell creció a un punto en que incluso Frine, su formidable oponente, pudo sentir la intensidad del poder que emanaba de él. En ese momento, se encontraban en una especie de equilibrio, con fuerzas casi igualadas que daban lugar a un enfrentamiento aún más intenso.

A pesar de la igualdad en la fuerza física, Bell poseía una ventaja crucial gracias a su habilidad argonauta, que marcaba una diferencia significativa en la contienda.

-¡AHORA!-Exclamó el conejo con determinación, desplegando su velocidad al máximo y lanzándose al ataque con decisión.

Frine reaccionó rápidamente, interponiendo su propio hacha para defenderse. Sin embargo, en un instante asombroso, el filo de la espada de Bell partió en dos el arma de su oponente. Pero había algo distinto, algo en su puño brillaba intensamente.

*¡PUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUM!-.

Con un impacto ensordecedor, el puño de Bell se estrelló contra el abdomen de Frine, provocando que su cuerpo fuera lanzado como un proyectil. La mujer sapo voló varios metros hacia atrás hasta que finalmente colisionó con un edificio cercano, causando una destrucción parcial en la estructura.

Bell se quedó arrodillado, su puño extendido y su pecho subiendo y bajando con cada respiración profunda. A pesar de la victoria, el esfuerzo le pasaba factura, y la fatiga empezaba a pesar sobre él.

Las palabras de Hedin resonaron en el aire, rompiendo el silencio que siguió al impacto.

-Estoy gratamente sorprendido... tal vez puedas cumplir mi ambición, niño-Declaró el elfo, mostrando un atisbo de respeto por el joven que se había enfrentado a él en la mansión de la chimenea con tal valentía.

Mientras tanto, en medio de la conmoción, Haruhime no podía contener sus emociones. Las lágrimas brotaron de sus ojos mientras luchaba por liberarse de las cadenas que la aprisionaban. Hedin intervino, cortando las cadenas y permitiéndole acercarse a Bell. Corrió hacia él y lo abrazó, dejando que las lágrimas cayeran mientras encontraba consuelo en sus brazos tras el arduo enfrentamiento.

-¡Bell-Sama! ¡Bell-Sama!-Gritaba, nombrándolo.

-Lo prometí... ¿Recuerdas? Que te salvaría... y... lo cumplí. Eres libre Haruhime, por fin eres libre de cumplir lo que más desees en este vida-Dijo el muchacho, permitiendo que lo abrazaran. A pesar del cansancio, no se desmayaría.

Ishtar intentó huir de la escena, pero una figura en aquel sitio donde Hedin reposó la mayoría del combate apareció.

-No huyas...-Una voz seductora pero enojada habló.

En ese instante, hizo su aparición una figura que dejó a todos en la escena en un estado de asombro y tensión. Era Freya, la verdadera diosa Freya, quien emergió en solitario en medio del caos. La mirada de Hedin se cruzó con la de ella, y aunque no dijo palabra alguna, sabía que no había pasado mucho tiempo desde que se dieron cuenta de la situación.

La diosa observó la escena, sus ojos recorriendo a Haruhime y Bell. Hedin ajustó sus gafas, pareciendo inmutable ante la presencia de su señora. Sin embargo, la tensión en el aire era palpable.

-No lo corrompiste... pero eso no significa que no esté enojada-Declaró Freya con voz firme y tranquila. Sus palabras resonaron como una advertencia, un recordatorio de que su poder y furia eran muy reales.

Con pasos seguros, se dirigió hacia Ishtar, la diosa del distrito del placer. Alrededor de ellos, el caos se desataba, el distrito en llamas y el mundo en conflicto. Los ojos de la morena ardían con una mezcla de resentimiento y desafío mientras se encontraba al borde del techo.

-¿Cuál es al diferencia entre nosotras dos...?- Ishtar en un tono que mezclaba la ira y la desesperación, cuestionando lo que veía ante ella.

La diosa nórdica de la belleza solo sonrió, una sonrisa que transmitía una tranquilidad desafiante. La pregunta de Ishtar flotó en el aire, y Freya respondió con simpleza:

-Elegancia. Aunque lo que haré ahora es de todo menos elegante...-.

En un giro inesperado, Freya tomó a Ishtar por sorpresa y se preparó para arrojarla al vacío. Sin embargo, en ese instante, la voz de Bell resonó en la escena, interrumpiendo la decisión que estaba a punto de llevarse a cabo.

-No la mates...-Pidió con seguridad en su voz y la mirada fija en la susodicha. Las palabras resonaron como un ruego, un llamado a la compasión y la razón en medio del conflicto.

La peliplateada volteó su mirada hacia él, su expresión inescrutable. En ese momento, el destino de la otra deidad pendía de un hilo.

-¿Acaso sabes quién soy?-Interrogó.

-Sí, lo sé perfectamente. Eres Freya-Sama. El trato que hicimos esta tarde era que Hedin me ayudara a rescatar a Haruhime en cambio de un favor mío, por lo que todo lo que engloba la misión es decisión mía. Y lo que pase con Ishtar también-Responde el peliblanco.

-Y yo... no quiero que la mates-Concluyó.

El ceño en el hermoso rostro de la mujer se frunce.

-¿Por qué?-Cuestiona.

-Porque... a pesar del mal que hizo, no me corresponde jugar al juez, juzgado o verdugo. Esa es responsabilidad de las autoridades-Contestó el chico.

-¿Por qué debería de hacerte caso?-Freya insistía en matar a Ishtar. Solo los argumentos del héroe la convencerían de lo contrario.

Bell suspira y sonríe.

-No hay ningún motivo... es solo la solicitud de un simple don nadie que no quiere que otros se manchen las manos por su culpa. Además... veo bondad en usted-Confiesa, sonriéndole ampliamente mientras se apoya en el hombro de Haruhime para así no caer al suelo.

Ishtar miró con incredulidad el giro de los eventos. El poder que una vez ejerció con firmeza ahora parecía escapársele de las manos. Sin embargo, no se dejó abatir por completo y permaneció expectante, evaluando la situación con ojos afilados.

Freya bajó la mano que sostenía frente a ella y se dio la vuelta, enfrentando a Bell con una sonrisa enigmática. Sus palabras resonaron en el aire como una promesa inusual.

-Haré lo que dices, conejito...-.

Bell sintió un alivio momentáneo, aunque también una pizca de curiosidad. ¿Por qué le llamaba "conejo"? Se cuestionó en silencio, pero no tuvo tiempo de reflexionar más en ese momento.

-Nos retiraremos. La familia Ganesha viene en camino-Freya comunicó. A su lado, Hedin comenzó a caminar, acompañándola en su partida. Bell observó la escena con un asombro.

En ese instante, Freya se detuvo en el umbral de la salida. Un silencio tenso llenó el aire mientras todos los presentes aguardaban sus palabras. La diosa de la belleza pronunció dos palabras que resonaron en el corazón del chico.

"Te amo..."

El murmullo de las llamas y el eco del viento fueron el único acompañamiento a su confesión. Freya prosiguió su retirada, yendo junto a Hedin, dejando a todos los presentes en un estado de asombro y reflexión.

Bell miró la silueta de Freya desvaneciéndose en la distancia, su corazón latiendo con fuerza y sus pensamientos girando en torno a las palabras que acababa de escuchar. ¿Qué significaban realmente esas palabras en el contexto de la diosa y su relación con él?

De pronto el collar de Haruhime se suelta.

La renard se sorprende y voltea a donde Ishtar.

-Eres libre...-Dijo la antes mencionada, tirándose de rodillas al suelo y rindiéndose.

Las lágrimas en Haruhime se derraman.

-Soy libre...-Dijo felizmente, como si no recordara la última vez que en realidad lo fue.

El sol se asomaba desde el horizonte. Un nuevo amanecer los recibía.

-Sí... dime, Haruhime ¿Cumplí tus expectativas como héroe?-Preguntó el aventurero.

-¡Sí!-Haruhime sonrió y entre lágrimas le respondió.

En ese momento la familia Hestia, Takemikazuchi y Ganesha hicieron acto de presencia.

-¡Haruhime!-Mikoto, Ouka y Chigusa la llamaron, corriendo hacia ella.

La nombrada se alegra de verlos, sin saber que ellos formaron parte del rescate.

-Ve... reúnete con ellos. Yo estaré bien-Bell le da el permiso de ir.

La renard asiente y corre en dirección a sus amigos.

Y fue ahí donde el reencuentro se dio.

Luego de tantos años, por fin se reunieron.

Shakti, la capitana de la familia Ganesha cruza al lado del peliblanco.

"El héroe de una prostituta... es como esos cuentos que leías, Ardi" Piensa, yendo hacia Ishtar.

Mientras el chico descansaba en el suelo, una voz lo llamó.

-¡Bell!-En el cielo volaba una bella semi elfo, quien era llegada por Asfi.

-¿Eina?-Bell la reconoció.

Fue puesta en el techo delicadamente por la capitana de la familia Hermes y ella corrió para abrazar a su pareja.

-Otra vez fuiste un héroe, mi amor-Dijo la castaña.

Bell acaricia suavemente la espalda de su amada.

-Te dije que... siempre volvería a ti con vida... que sacaría fuerza de donde será para cumplir nuestra promesa...-Concluyó le joven en brazos de su amada, sintiendo que por fin podía desvanecerse y... caer en Mind cero.

-Descansa amor, estoy aquí contigo-Dijo la semi elfo, sentándose en el suelo y dándole su regazo para que él se acostara y repusiera.

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Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.

En fin, déjenme sus opiniones.

¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?

Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.

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Si desean leer más de mis fic pueden entrar a mi perfil y ahí encontrarán desde...

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Un One Shot en el que se nos relata lo que hubiera sucedido si Bell era cuidado por Alfia, Zald y Zeus ¿Será un futuro feliz? ¿Bell se convertirá en el último héroe como se lo prometió a su madre? ¡Averigüémoslo!
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Otro One Shot sobre una bella historia de amor entre una diosa y un mortal, que toma como punto de partida la película de "Danmachi: la flecha de Orión". Veamos la aventura en la que se embarca nuestro carismático protagonista después de haber perdido a esa diosa que tocó su corazón en muy poco tiempo, de la cual, se tuvo que despedir prematuramente.
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La hermosa Lefiya nos acompañará en este One Shot junto al conejo en una aventura que tendrá de todo. Amor, drama, todo lo que engloba a esta pareja tan dispareja.
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La historia de amor entra una hermosa hada y un conejo con dudas nacientes en su corazón tras un suceso inesperado.
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Un fic con un cuarteto amoroso muy raro, BellxTionaxFreyaxHelun.
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Una hermosa historia de amor entre una asesora y el aventurero a su cargo, BellxEina. ¿Su amor podrá superar el consejo que le dan a las asesoras sobre no enamorarse de los aventureros a su cargo? ¡Averigüémoslo!
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¡Una aventura de un héroe sin Falna le espera a nuestro protagonista! ¿Qué pruebas y dificultades habrán en su camino sin la bendición de un dios? ¡Descubrámoslo!
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Y mi primer y ya finalizado Fic, que va de la pareja de BellxSyr o Freya, el cual parte desde el rechazo de esta misma en el volumen 16 de la novela original, aunque claro... en este fic sabremos lo que hubiera pasado si Bell no la rechazaba, como el título indica.
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Sin más que agregar, yo me despido, espero que se echen una pasada a mi perfil y les agraden las demás historias en caso de no haberlas leído, eso es todo, hasta la próxima mis lectores.

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